El pensar acorde a un acorde corresponde a bailar en medio de un medio designado por las condiciones que el oído le ordena a tu mente que se manifieste, que buena música escucho en la mágnifica voz de vos y que notas notás que se adentran por mis orejas??? Una ópera, o una de cobacha borracha cantina, puede ser cualquiera que te haga volar,
Un periódico sarnoso pesimista amarillista me acompaña en este trance, en este percance y no me da chance de reivindicar esa pasta dura en color vino con letras funámbulas de un gran título y su bagaje engranaje de tipos (letras).
Archivo por días: 27 septiembre, 2010
Ven aquí…
O nox, donna me requiem!
De sentirme sólo en el mundo, de intentar enfocar mentalmente los episodios más memorables de mi vida, de intentar aprender algo que se escapa a la vida cotidiana entre que el sol orienta y occidenta, de imaginar cientos de veces cuán grande sería lo que está por venir si hiciese algo de lo que no tendré ninguna valentía de hacer, de inventar poesías al instante y olvidarlas después por no levantarme y escribirlo en un papel, de pensar: “ya empecé a pensar de nuevo sin querer, a darle vueltas a la rueda, mejor paro de pensar y duermo un rato…”: de todo este tipo de materia autóctona están hechas la mayoría de las noches que paso en la cama intentando dormitar entre las sábanas. A veces se me ocurre -idea que paradójicamente resulta nacer en otra de tantas noches como ésta- que en algún lugar de mi cerebro los pensamientos corren solos, sin que yo pueda evitarlo, hasta el punto de que me resulta imposible dejar la mente en blanco por un rato y escuchar lo mejor que podría escuchar: el silencio…
Se fleta
¿Una historia? Siempre les gusta que el gringo cuente historias. Aquí les va una, y nada de andar contándola de nuevo por ahí, que soy algo paranoico.
Todo remonta a algunos años atrás, antes de llegar acá. Fue el año en que pasé de poblador patético a insignificante. En ese entonces, era flaco y algo blancuzco, con el pelo largo y claro, cortesía de mi padre extranjero; Y en ese mismo entonces, Mi mujer me dejó, mi jefe me despidió, y subió el precio del cigarro. Vaya año para mí, ¿no?…
Gracias a la tierna casualidad, me quedaba un solo amigo a quien acudir, y acudí a él bastante desesperado. Lo único que logré, fue encontrar a alguien que me necesitaba a mí más de lo que yo a él. Mi amigo y confidente Carlos. Bajo, menudo y moreno, su mujer le quitó todo al infeliz. Tendría trabajo si tuviese contrato por hacer fila para cobrar el cheque de cesantía y el bastardo ni siquiera podía fumar. Vaya par de olvidados que éramos…