El profesor de música de la escuela municipal había estado escuchando con atención y cierto deleite. Miró su reloj, suspiró, antes de levantarse se despidió del chico, y éste desde el suelo dijo: Profesor, ¿me explicará como empezó en su carrera?
Y el hombre, en tono distendido, colocándose bien la parte inferior de la chaqueta respondió: “¡Mañana, a esta hora! ¿Le va bien?…
Las promesas y compromisos se mueven en la memoria y en el reino de la responsabilidad para poderse cumplir. Así que al día siguiente, más o menos a media tarde, bajo un árbol con esplendida sombra de primavera, y ardillas alejadas por una inteligente prudencia, profesor y alumno se encontraron en aquel pedazo de mundo, en aquel lugar donde el día anterior ya había pasado con lentitud a través del tiempo vital. Sigue Leyendo...
Se fue lejos. No hace mucho que mamá se puso a trabajar. Desde que el viejo se largó en casa hemos disfrutado. El futuro nos nos preocupa. Es una pena que no haya seguido estudiando. Me aburría. Yo la quiero mucho porque es una mujer auténtica. La suerte de nuestra generación es que podemos escoger a quién vamos a querer toda la vida. Me he fijado en que siempre nos consolamos mirando a los que están peor que nosotros. Eso no está tan mal. Estoy triste. Cuando le anuncié a mamá que iba a trabajar de canguro no le hizo mucha gracia. Es como si a mi alrededor todo se hubiera detenido. Yo sentía. Porque la verdad es que a veces me gustaría ser otra persona. A mí me parece que en el barrio hay mucha gente. Espero que encuentre algo. Sigue Leyendo...
La Rochefoucauld: “La ingratitud es hija de la soberbia.”
Miro en presente
el paisaje ausente
de una lejanía dibujada.
Bruma o brisa
que desliza el tiempo
desde la ironía.
La paz pasea sobre nubes
de algodón pintado.
Descarado linaje
el de las golondrinas sin equipaje.
Como dicen por allí “el poder no corrompe, desenmascara”. El poder del autor sobre su obra, o mejor dicho la tiranía de su escaza memoria sobre la universalidad del lenguaje, me hizo desprenderme de ciertas máscaras ontologicas. Y en respuesta a lo que el buen Diesel apunta sobre las interrogantes existenciales, que ya bien gastadas, siguen dando material para Hollywood primero que nada (es decir, la sifilosofía al servicio del capital porque hasta los sabios -esos hipócritas- comen); me atrevo a desenmascarar otro de esos relatos de marras, que bien valen el ruido de unos bytes más en el sistema vorémico. O tal vez sea porque aquí es el único lugar en el que siento que me lee alguien más. Sigue Leyendo...
Me gustaría que estuvieras aquí, que velaras por mi, que te acercaras poco a poco y me dedicases una canción con tu risa, que no me dijeras nada, que me lo contaran tus ojos, que te preguntases que tal estaría en tu ausencia, me gustaría cambiar tantas cosas, el hecho de que no sea especial para ti, que no me quieras..
Quiero que todo te vaya bien siempre, que triunfes en tu vida, y poder encontrarte tiempo después, sufriré por ti y por todos los problemas que ahora me rodean, pero si estas feliz, es algo que le agradeceré a Dios siempre. Sigue Leyendo...
No necesito dos palillos para mantenerme despierta en las noches,
a veces solo es necesario unas cuantas horas extras para dormir en el día y resistir en la noche.
No es necesario unas cuantas tazas de café para ver cómo las horas del reloj van marcando las 10, las 11 o las 12… o en ocasiones la 1 o las 2 y las 3 de la madrugada.
A veces solo es necesario un poco de compañía musical, esa que despierta el ánimo o trae a colación al pasado. Ese pasado que siempre viene acompanado de una canción, de un autor, de un cantante, de una melodía, de una frase, de una composición. De la alegría, de la tristeza, de la sonrisa y la picardía, de la lágrima y la herida, del placer y el clímax, del dolor y la angustia, del azar o la circunstancia.
No se necesita tanto esfuerzo para estar despierto a la madrugada, porque es nuestra aliada, porque bajo el cielo negro se ocultan nuestros más grandes deseos. Porque parece que estamos solos y encerrados en cuatro paredes que no escuchan, pero son testigos de nuestros desvelos. Sigue Leyendo...
Nómada alucinada
sólo sabe que navega
Ella no
Su cabellera
Agradece, algo inquieta
el verdor que la secuestra
sólo conoce esas aguas
y que
un poeta la guía.
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