Te odié un día por las heridas de mis amigos.
Te odié por siempre. Sólo un día en concreto.
Te odié porque sabía que tu corona destrozaría todo mi reino.
Que sus gritos serían la risa de tus aireados movimientos.
Te odié por el mediodía, entre besos.
Besos de víboras y helechos.
Te odié por los enemigos.
Y hoy, volteas mi espalda y dices:
-¿Qué esperas?-
Archivo por días: 14 noviembre, 2012
reflexiones sobre mi forma de escri-vivir
Otros escriben como almas prístinas que derraman sus delicias. Yo escribo como el culo. Así me lo hizo saber, alguna vez, cierto adversario ocasional. No lo tomé como ofensa sino como elogio sutil. ¿Hay algo más hermoso que un culo? Pero ascendiendo al corazón, al mío, debo decir que no escribo como debo. No alcanzo a escribir como un perro astuto que liberara su lobo antiguo… y puesto en dos patas, hiciera el amor a la luna. Lo mío es otra cosa. Escribo como quien realiza un secreto exorcismo, para conquistar… nunca sabré si un corazón… o quizás… el culo, de quien me lea.- Y en esa faena, yo entrego lo que se y me invento lo que desconozco, pero lo hago de buena fe… con la alegría de los niños que descubren un juego… aunque lo mío, acaso, sea perder.
Existo
1 DE CADA 6.178
¡Gerónimooooo! decidió suicidarse
Analizó profundamente el tema y llegó a la conclusión que había tres métodos posibles
En realidad eran cuatro pero descartó la opción por no tener acceso a un revolver de grueso calibre para volarse la tapa de los sesos directamente y sin vacilación, era simplemente mover un dedito con todo el coraje del mundo
Y también había una quinta opción, también descartada de antemano, el gas de la cocina y unas pastillas, pero lo cierto es que una pequeña chispa, el motor de la heladera, la llave de luz al entrar alguien podía podía hacer volar el edificio en pedazos por lo que dañaría a los vecinos y él no quería hacer eso
Así que manejó las otras tres opciones, dos por ahorcamiento y una por salto al vacío
Un balón entre dos (Cuento Breve)
Venancio se levantó de la desvencijada silla de enea. Al levantar su frágil cuerpo la silla crujió levemente mientras el gato “Ronrón” ronroneaba, plácidamente, junto a la estufa. El ambiente de la humilde cocina era asfixiante… pero Venancio no lo dudó ni un instante más, buscó el balón por toda la casa hasta que lo que encontró debajo de la pila del fregadero. Cogió el balón entre sus manos. Por unos instantes se quedó pensando en los días de partido barrial. Después salió hacia el bar de Iriondo.
Cuando Iriondo vio llegar a Venancio con el balón entre sus manos, un par de lagrimones sinceros surgieron de sus profundos ojos. Así que, ante la propuesta que le hizo Venancio, ni tan siquiera le dejó de terminar la frase. Se quitó la especie de delantal que llevaba puesto, le dijo a Martina que salía un momento para relajarse de tanto trajín y, poniendo su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Venancio, se dirigieron, ambos y al mismo compás, hacia el páramo.