Corría el año mil setecientos d.c. y a mi me encantaba la poesía. Me enteré que había una plaza donde se reunían todos los días varios poetas, así que decidí ir a echar un vistazo. Llegue a la calle Cervantes y a su derecha estaba el Museo de Santa Cruz, donde varios autores exponían sus obras cuidadosamente pulidas. De frente estaba el Arco de la Sangre, pórtico que conducía a la plaza de Zocodover, donde se reunían las tres culturas para hacer el mercadillo y realizar sus mejores ventas. Vendían gallinas, huevos, cochinillos, alfalfa, mirra, perfumes, etc., etc. Si seguías por la calle de enfrente llegabas a la catedral donde los mas fervientes hacían sus ruegos y daban dadivas a los monjes.Sigue Leyendo...
Era una noche oscura y tranquila. Las luces de las farolas apenas disipaban la neblina de la helada. La hierba, medio escarchada, daba paso a un sinfín de insectos que salían de sus madrigueras a recoger su alimento. Los coches parecían tiritar, como tiembla un niño, en las sombras que se dibujaban tenuemente en las aceras de los callejones. Las casas se alzaban majestuosas hasta el cielo pareciendo árboles robustos en busca de oxigeno puro.
El día anterior, el clima había sido el mismo. Pero esa noche resultaba mágica. Era la noche de las sombras; donde cualquier sueño de los hombres era transformado en sombras chinescas que recorrían las calles en forma de un carnaval viviente.Sigue Leyendo...
Era la ira la que me dominaba. Mi mente estaba en un callejón sin salida, metido entre el vació y la impotencia.
No había dormido bien aquella noche y mi imaginación disipaba recuerdos abstractos de mi infancia, trayendo a mi cabeza imágenes mas impactantes de mi adolescencia. Los recuerdos se agolpaban entre mis neuronas, dopadas a un por los somníferos de aquella noche. Sentía rabia porque no conseguí dormir y tenía que ir a trabajar en aquel pequeño despacho de la calle Rosember, donde ocupaba mi tiempo en casos de detective privado.Sigue Leyendo...
No tendría más de setenta años pero los suaves surcos de las arrugas de su cara, denotaban una edad mayor. Era simpática y bonachona. Solía jugar con los muchachos del parque y también pasaba las tardes dando de comer a sus palomas, en la plaza del pueblo. Era regordeta pero tenía una agilidad envidiable en comparación con las demás ancianas. Su sueño siempre había sido casarse pero nunca logro alcanzarlo. No es que hubiera sido fea, simplemente no encontró el marido perfecto. Como se dice, se le fue pasando el arroz. Tenía una mujer de compañía que le arreglaba la casa y le daba charla en sus ratos de melancolía en, donde, veía su vida pasar como un relámpago que surge de la nada. Vestía siempre informal, de manera que la gente siempre la comparaba con una chalada debido a sus años. Tenía una melena rubia postiza que le llegaba hasta la cintura y solía jugar con ella los días de sol. El féretro llevo su cuerpo hasta el cementerio. No hubo amigos ni familiares que la acompañaran y fue enterrada en silencio.Sigue Leyendo...
Ella parecía que sonreía, pero lloraba por dentro. Su frágil cuerpo estaba muerto, hundido por la muerte de su padre y las penurias que llevaba arrastrando en su trabajo. Estaba parada esperando el autobús. Yo la observaba de lejos mojado por la suave lluvia que caía del cielo oscurecido por la noche .Me dio pena verla fumar los cigarrillos de su paquete arrugado de dos en dos, nerviosa, quizás un poco desolada,¿con falta de cariño?.Quizás, pero yo no era la persona idónea para dárselo. Sí, era mi vecina pero lo máximo que nos habíamos dicho en cinco años era hola y adiós. No quise perturbarla mas de la cuenta, preferí protegerla de lejos, en la distancia. Pronto llego el autobús y la vi perderse en la lejanía, una noche mas, enamorado de su ser y de su alma, sin poder hablar, sin poder acercarme. Me di la vuelta y me dirigí a la tasca del tío Pepe a ahogar mis penas y, tal vez, a recordar su angelical rostro.Sigue Leyendo...
Y miro al vacío y pienso…los hombres estan locos.Luchan por un infierno ya alcanzado y por una felicidad que esta plasmada en el centro de nuestros corazones.Yo, como cada día, busco en mi ser la lucha del día a día en este mundo subterraneo donde la pereza y el estres van unidos en una fabula de notas musicales.
Tenía la comarca holandesa grandes campos de tulipanes, que forraban la limpia arena, y se entremezclaba con el rojo de sus amapolas. El cielo rallaba los campos con los perfumes de las mariposas y el suave sol mecía sus rayos como si fuera un manto dorado que realzaba la belleza de la región.
En el centro de ellá, había una casita echa de madera de caoba, con sus ventanales, que apuntaban al norte, pareciendo dos ojos que miraban coquetamente la belleza de sus campos. La puerta apuntaba al sur y, en las noches, su madera era acariciada por el suave viento. Al atardecer se podía oír silbar el viento como galán que habla a su amada al regresar al hogar.Sigue Leyendo...
Y yo te llamo Padre y tú a mí me llamas hijo. Pero miro entre las hileras del cielo y no te encuentro. Busco en cada poro de mi piel, en lo profundo de mis entrañas, en los recovecos de cada átomo de mi piel…y no te hallo. Veo las guerras del mundo cernirse sobre nuestras cabezas y debilitar un mundo que creaste para el hombre, y no te oigo. Escucho los rumores de la muerte acercarse a cada individuo, unos mas rápidos al declive y otros, mas afortunados, esperándola con calma en cada casa y…no te buscan.
¿Acaso, Señor, el mundo se ha olvidado de ti? ¿No conciben que el viento y las mareas, el cielo y la tierra, los animales y las personas, fueran creados por ti?Sigue Leyendo...
Había una vez un águila muy torpe para cazar que sobrevolaba los bosques en busca de comida. Pero como era tan torpe nunca conseguía coger una pieza que llevarse a la boca.
Un día, muy hambrienta, entró en un bosque y se encontró con un oso. Al verla sobrevolar la zona largo tiempo, la preguntó:-¿Qué te pasa aguilita rondando tanto tiempo el bosque?- Tengo mucho hambre pero no soy capaz de coger ninguna pieza. Contestó.-Yo te ayudaré. Baja aquí y te capturaré la presa para que te la comas. Se ofreció el oso, pero el águila respondió:-no bajo que si no me comerás tú a mí. El oso volvió a insistir:-tranquila que no te comeré. El águila dudo un momento y al final bajo. El oso capturó una pieza y se la dio a comer, luego el águila dándole las gracias, echó a volar.Sigue Leyendo...
No es maravilloso oír el viento,
verlo soplando a la luna,
y apartando el triste velo,
verlo mecido en la cuna.
No es maravilloso ver su ímpetu,
clamando a la luz oscura,
vigilando donde estas tú,
que no se te tercie en locura.
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