Todas las entradas de: Diesel

Accesiblemente humanos

Esa soledad, ese silencio, esa especie de ternura en donde penetramos hacia las causas secretas de las cosas, ese mundo lleno de descubrimientos internos, ese filosofar con uno mismo hasta el punto de llegar al inaudible diálogo con la naturaleza de nuestros universos, ese ser real en el hallazgo de la vida, ese sentir que nos subyuga en la búsqueda general de las partículas de nuestro ser, ese imaginario pensamiento, ese vivir al margen de las cosas concretas, ese ahondar en la luz de nuestra mirada hacia el horizonte de los sentimientos, ese saber que nos hunde en las raíces de las cosas invisibles, esa consecuencia de sernos verdaderos, ese anhelo de existencia más allá de lo superfluo, esa simulación que se convierte en hada para cumplir el sueño de volar… es lo que nos hace accesiblemente humanos. Sigue Leyendo...

Al colibrí

!Zamarrito pechinegro, flor de taxo!
vuelas de rosa en rosa, de jazmín en jazmín,
con tu impacto luminoso de aleteos
al ritmo de azul odisea sin fin…
por eso te llaman picaflor de los deseos
fugaz destello de huerto y de jardín.

Vinculado al inquieto trino del sendero,
chupas savias de semilla y de raíz
y eres aroma de movimiento ligero
resplandeciendo bajo el manto gris
de la libre expresión de los anhelos.
Autoestima altiva de pájaro feliz.

¿Andrada, Rioja, Caro o Medrano?

¿Quién fue el verdadero autor de la célebre Epístola Moral a Fabio?. Este poema español de principios del XVII es una de las más preciadas joyas de la Poesía Española, de la época barroca, que se compone de 77 tercetos y tiene, en su estructura, una particularidad: el primer verso del siguiente terceto rima con el anterior, formando así un especial cuarteto. Es el peoma paradigmático en cuanto a la poesía moral del siglo del Barroco Español.

En buena parte desarrolla los motivos horacianos (huída de la fortuna, soledad, vida retirada) aproximándolos a veces a la realidad histórica, aprisionándola o sometiéndola a una ironización de la vida. Establece una reflexión moral a partir de objetos emblemáticos y da impresión de fugacidad vital y. sobre todo, de inestabilidad de la fortuna humana (con un estilo clásico y de extremada perfección). Sigue Leyendo...

Aquella historia de café

Me dolían tus miradas aceradas mientras Raúl se enervaba con la cuesta abajo de Carlitos Gardel, Ulises narraba entusiasmado las últimas escenas del dólar mambo de Paul Leducq y Universi nos bombardeaba con los jardines interiores de su amado Amado Nervo. Pero tú me mirabas tan intensamente y con tal fiereza que me dolían tus arrebatos porque yo te silenciaba en mi interior pintándote en el aire de la rosada servilleta de papel aquella representativa narración de tus ojos que tanto había aprendido del tarifeño Pérez Villalta.

Tomábamos café. Entre ellos y tú yo sólo me introducía en tus miradas que entonces, en medio de la madrugada, se hacían mucho más dulces, tan dulces que cuando terminé de dibujarte me regalaste una sonrisa tan específica que no tuve más remedio que seguirte hacia el exterior y allí, bajo la rielante luna, a modo de pícara molinera, me pediste que cantara para tí. Pero que cantara sólo con el corazón. Sigue Leyendo...

Allá donde no estás.

!Qué nostálgica ausencia es este sentir que tu patria siempre está en otro sitio, allá donde tú no estás!. !Allá donde los mares besasn playas de arenas blancas que se clavan en el alma del viajero!. !Allá donde las nubes se quedan enhiestamente colgadas de los versos de un recuerdo!. !Allá donde las almenas de los altos torreones te suenan a eco profundo!. !Allá donde los campos verdean con el tinte de los meses y el líquen de los años!. !Allá donde las ciudades del amanecer siempre te encuentran caminando hacia las hoquedades del tiempo!.
!Allá!. Aquí estoy yo escribiendo sueños expatriados. !Sueños!. !Sólo sueños de cristal tras las ventanas de un atardecer que escribo no para ser comprendidos sino sólo para ser sentidos!. Sigue Leyendo...

!Blum!

!Vaya onomatopeya!. !Parece el tronar de un cañonazo o el hondo eco del desplome de la Torre Eiffel!. Pero no. No es nada de eso. Es el apellido de un león. Y no es que yo tenga una mascota felina procedente de África, sino que son el nombre y el apellido de León Blum, el político socialista francés que en la década de los 40 llegó a gobernar su país a pesar de haber sido deportado a Alemania en 1943. El caso es que abro el Vorem y me encuentro con un pensamiento de Entrada. Leo lo siguiente: “El hombre libre es el que no teme ir hasta el final de su pensamiento”. Este disparo de Blum me entra en la conciencia perforando el silencio de la noche invernal. Sigue Leyendo...

Día de color de miel

6 de diciembre de 2005: Fiesta de color. Esta tarde, en el reloj de arena de mis sentimientos ha quedado enraizado un color de miel que me rodea con su espuma de mar y de tiernas raíces… y en este eco pausado del tiempo me veo fundamentalmente enlazado en el beso de la barcarola. Es muy importante percibir este sueño todo universo y, en presencia de las lúdicas imágenes del paisaje, hacer un ejercicio de reflexión para convertirse lentamente en mandrágora. En otras palabras, experimentar la mistérica magia de sentirse algo así como un proceso que va más allá de las propias palabras. ¿Qué morirá cuando me haya ido de esta tarde?. Quisiera que muriera todo lo doliente y sólo quedara la latente sensación de haber estado presente. Sigue Leyendo...

Orígenes

Ahora que ya estoy muy cerca del regreso, las aguas que me arrastran me llevan a donde aspira mi alma: una fuente sencilla brotando de la falda de una montaña mesetaria. Verde es la morera de mis recuerdos y a su sombra me lleno de pensamiento y de poema. Me hace bien sentir el cielo azul que acompaña al día en que succioné la sustancia maternal de mi pequeña e inmensa patria. Y el dialecto de mi lenguaje castellano desea explicar por qué la primera palabra que conozco del diccionario es carretera. Tomando el camino hacia adelante llegué hasta la frontera de mis meditaciones y al otro lado, donde el café huele a hierbabuena y medreselva, me encontré con luces de color miel… Sigue Leyendo...

Historias del Mencey (a las Bellas Canarias)

Me las contaba el viejo Justo Mencey en la isla de Fuerteventura, en Puerto de Cabras, frente al mar, todas las tardes en que acudíamos sus nietas María Jesús y América y yo desde Puerto del Rosario. Y a través de aquellas historias del Mencey pude enterarme de los orígenes reales e irreales de los guanches. Casi todos dan por seguro que los guanches fueron beréberes que emigraron desde Norte África a Canarias varios siglos antes de nuestra era, cuando se desertizó el Sahara. Pero Justo Mencey seguía aferrado a la idea de que sus orígenes fueron vikingos o celtas, por aquello de la alta estatura, los cabellos largos y rubios y los ojos azules… Sigue Leyendo...

Con los pasos perdidos

Las dudas me duelen cuando miro a las estrellas y al amanecer las nubes lilas dejan sus huellas en mi frente llenándola de color violeta con rayas rojas. !No te vayas a preguntar a los horizontes sin razón alguna, porque puedes perderte entre la niebla!. Salgo del lugar acuoso y me adentro entre la fiesta de las calles: un leberinto de pregutnas que quedan siempre sin respuestas exactas. Todo es, solamente, un aproximamiento de vaivenes. ¿Quién habrá allí, en la loma más espesa de la vida?. Quizás sólo sea la luz que está jugando con las arboledas. Sigue Leyendo...

!Al fin su voz!

Fin del Mundo: Todos bajan sin mirarse. !!No sigáis muriendo, hermanos!! grito con la voz del silencio. Pero todos siguen sus marchas aceradas. Nadie quiere saber si he sido yo, si ha sido mi voz, si ha sido otro, si ha sido la voz de otro… Todos huyen sin tener piedad de sí mismos. Veo sus espaldas, llenas de sudor, perderse en los confines del andén. ¿Que clase de muerte aman tanto?.

El maquinista hace gestos. A ella y a mí. No va a seguir manejando el tren. Es su final. Se encoge de hombros. Se aleja. Se introduce entre los raudos corredores del sanfermín social. El tren sin látigo queda. Sigue Leyendo...

Dejar huellas…

Parto de la premisa de que la perfección no existe. Pero el sueño de todo humano es buscarla en todo aquello con lo que se compromete. ¿Es una búsqueda absurda?. Posiblemente, sí. ¿Es un luchar contra lo imposible?.Seguro. No se puede definir con exactitud esta especie de ansiedad con la que el humano nace. No se puede mitigar la sed perpetua que todos tenemos en nuestro interior. Ser perfectos como humanos, como hijos, como amantes, como padres o madres, como profesionales de las actividades a las que nos dedicamos, sería algo así como una insoportabilidad inicua pero (!caramba!, !no sé por qué será!) buscamos siempre una mejoría que nos acerque a esa imposible perfección. Sigue Leyendo...

Preámbulo de nacimientos y epílogo de despedidas.

Piedra a piedra la noche enjuta penetra por los goznes y fecunda las raíces del silencio a la vez que el tren cabalga espacios de ilusiones que ella va tejiendo (en forma de nidal) con su mágico contacto de miradas.
– !Los pájaros se fueron a otro encinar! -dicen sus ojos.
– Porque deben encender los rosales del mañana -explican los míos.

Contemplo la cruz que prolonga la existencia en las cuatro direcciones de mi vida. En el Norte poseo una esfera terrestre que me habla de viajes. en el Sur tengo una corriente que me cubre de distancias. Al Este cuento con un horizonte pleno de equinoccios. En el Oeste me esperan magnitudes de amplitud y enseñanzas. Y, en los espacios pendientes, cada rosa de los vientos que se desprende de la rosaleda de su ser me ofrece una distancia de cercanías tan próximas que, de no existir el preámbulo de los nacimientos y el epílogo de las despedidas, serían los prolegómenos de la presencia y los anexos de lo ausente. Sigue Leyendo...

No somos puntos estáticos

No somos puntos estáticos ubicados en un plano inamovible. Somos seres en acción aun hasta en los momentos en que permanecemos inertes. Todo lo que hacemos, todo lo que decimos, todo lo que pensamos, todo lo que sentimos y hasta todo lo que callamos produce unas consecuencias que nos van determinando.

No somos una inamovible roca en el cosmos de nuestra existencia. Somos una corriente continua de fluida interpretación. Nos interpretamos mucho más de lo que somos conscientes. Alguna vez nos detenemos momentáneamente pero sólo es para confirmar que nuestra existencia sigue girando, incesantemente, en torno a múltiples esferas. El mundo no es una esfera única. Es un conjunto infinito de esferas dentro de cada mente humana. Sigue Leyendo...

Hoy no soy…

Hoy no soy más que un suceso
de viajero en vagones sin destino.
Un alcance de pájaro en la tarde
junto a los manzanos tibios.

Un caminar sin círculo completo
con casillas en blanco repentino.
Un dejar pasar las garzas
hacia esos horizontes fríos.

Hoy no soy más que un capricho
del correr ligero de los ríos.

Junto al viento

El tren corre junto al viento. El sol lila las ramas pasajeras de los disidente retamares. el sudor del hombre de las uvas se tiende (bruces/cruces) en cualquier cobijo de vino y de dolor. Yo, de no saberme tiempo sino años desprovistos de historia, fiebre de horas justas, ancla de vigilias en la bahía de la existencia y brillo solidario de mi desconocido origen, deposito mi interrogación.
– ¿Dónde nací? -dicen mis ojos.
– En la frontera del forastero de las fantasías -responden los suyos.
– ¿No habrá sido en la inconclusa línea de los bosques sin mar?.
– Afirmo que naciste en la frontera del forastero de las fantasías. Sigue Leyendo...

Un Humphrey en el salón.

Último día de noviembre. Abro la ventana porque aquí está alta la temperatura. Abro la ventana para sentir un poco cómo la madeja del sueño desenrrolla su inveterada costumbre de posar semillas de algodón en el alféizar. Abro la ventana y entra él, con su inefable don de romántico endurecido (ojos caídos y tristes, voz fuerte y gangosa, tormento vital en su rostro y mirada cínica) mientras del sombrero le cuelga un ala negra hacia el misterio de una frente alzada y una cara que mira al suelo mientras enciende un cigarrillo y me saluda.
– Si me necesitas silba… Sigue Leyendo...

Sobre las olas de la tierra

Existen alamedas en la breve distensión de los segundos. Alamedas que saludan, convertidas en pañuelos medio ansiedad y medio querer, quedándose ingrávidas y sutiles en cada milésima de su tiempo y envueltas en aires de canciones sin destino; pero yo también tengo un reloj con los surcos del mar sobre las olas de la tierra…

Hora de meditación. En el horizonte plano se refleja la gris cuchilla del azadón que descansa tras la jornada campesinal (filosofía rural discurriendo bajo el plomo del atardecer que cae y se prieta con la piel). Piel. Archipiélagos de piel. El mío y el suyo lentamente beben de una misma sensación de entrega. Piel a piel sin victoria ni derrota. Piel a piel sin afanes de conquista. Piel. Archipiélagos de piel. Sigue Leyendo...

¿Está libre la vida?

¿Está libre la vida?. ¿Circula, por ella, el arrastre de esas esencias que sólo son la altivez de los cisnes que nadan en el lago de las cercanías?. Sólo me responde un eco escondido (sed de niño) que, tras las agujas de cristal de mi reloj, terminé por olvidar. Así que !construyo otra ilusión!. Voz de mis viajes: “Volverás, caballero del viento conmovido, con todo el peso de tus ojos como fardo, uniendo la sombra de tus experiencias con el propio destino de la luz”.

Mis ojos se lanzan al aire (pájaros de natural presura) para plantar, bajo yermos y baldíos, geranios, azucenas, aligas y alcanforeros de mitaca. Mis ojos visitan, por primera vez, los iniciales rincones del Universo. Mis ojos dilatan sus miríadas en el bálsamo que cubre el ámbito de lo desconocido. Mis ojos juegan con los primeros segundos de la existencia descifrando jeroglíficos que jamás antes pude comprender. Y descubro un fúlgido axioma que se diluye en mi pensamiento: “La deseada intensidad de tu persona no tiene bordes ni límites porque se extiende (más y más y más), sin fronteras ni pronombres, por el infinito alcance de tus manos”. Sigue Leyendo...

Siempre conturba algo

Siempre que, por alguna circunstancia, he tenido que pasar por la puerta de la cafetería Santander, en la madrileña calle de Sagasta, entre los metros de Alonso Martínez y Bilbao, rememoro aquel día en que había quedado allí con dos amigos para luego ir a bailar a alguna discoteca de la zona. Ocurrió que llegué un poco tarde a la cita y vi a mis amigos algo “mosqueados”. Pero no era conmigo…

Lo que pasó es que, mientras me esperaban, habían avistado a dos preciosas chicas sentadas junto a ellos al borde de la barra e intentaron ligar con ellas. No habían hecho nada más que comenzar con esta labor cuando, repentinamente, aparecieron dos mujeres de edad ya madura, abrazaron a las chicas, las besaron en la boca y se las llevaron, asidas por la cintura, a un automóvil. Sigue Leyendo...

La sombra del tren

Ya pronto arderá la espalda del hombre que recoge los racimos habitando (silente de las pámpanas y el dril) el trayecto largo y fijo de las colinas del vino. Las mudas palabras convertidas en huídas. El rostro hecho pulsaciones. Las agónicas cadenas henchidas de cotidiana terrosidad con sus debidos huecos de esperanza. Hablando con un monte que no puede responder, el diálogo impasible e imposible persiste en la siesta impenetrable de la vid y del olivo citando verdades con la furia del viento. Grito inédito de lo común que es y, a la vez, grito siempre repetido en todos los surcos de su edad… Sigue Leyendo...

Bajo los pies del ahorcado

Hace ya años, mis hermanos y yo teníamos la costumbre, junto con el grupo de amigos, de ir los domingos, muy de mañana, a jugar al fútbol a la Casa de Campo de Madrid. Entonces no estaba prohibido jugar fútbol allí. Lo hacíamos en un descampado rodeado de numerosas encinas que estaba situado en el punto de encuentro entre el llamado Camino del Valle de los Puentes y la llamada Carretera de Rodajos, cerquísima de las tapias donde había una salida de donde arrancaba el camino, cuesta abajo, hacia el pueblo de Húmera.

El caso es que una mañana de esas (por estas mismas fechas de finales de noviembre), muy fría y llena de neblina, llegamos al lugar (entonces estaba permitido aparcar los automóviles allí mismo) y vimos, con gran sorpresa, que de una de las encinas colgaba el cuerpo inerte de un joven. Se había ahorcado. Se parecía muchísimo a cualquiera de nosotros. Y nos quedamos más helados que el ambiente. ¿Jugamos? preguntó uno del grupo. ¿Qué hacemos? dijo otro. !Jugamos! dijimos todos por fin de acuerdo. Y comenzamos a jugar con el ahorcado como único y espectral espectador. Sigue Leyendo...

Definitivamente amanece

Digo tren como digo placer, pues siento sobre mi cuerpo, en lo alto de la cima del resplandor de la litera, la presencia de esa brisa que ha subido en la estación y se ha enroscado en mis brazos, en su vientre, en mis piernas, en sus muslos… y, sabiendo o no sabiendo por qué, pido perdón a mí mismo por entender que el gozo liberado, surgido de las sombras con luz, ha llegado a su lugar exacto. Debajo de tanta efervescencia reunida, ella palpita, con o sin razón. Y mi corazón, con o sin diástole, vivifica con estas curaciones haciéndose profundamente firme la luz del amanecer mientras su brillante mirada/cristal es una perpleja concesión a la intensidad del horizonte que alarga, hasta mi frente, la línea firme y rotunda de los primeros rayos del sol. Desfila por la ventanilla el carrusel del tiempo. Amanece. Definitivamente amanece… Sigue Leyendo...

!Benditos pájaros sin fiesta!

Ninguna niebla enturbia mis pensamientos y siento que aquella mi ya antigua soledad se acompaña ahora de cláridas burbujas emergentes salidas de su beso ojival. Los ojos besan, ¿Los suyos?. ¿La sombra de los suyos?. Los ojos besan atreviéndose con las caricias de los pájaros emigrantes de mi infinita desnudez.
– La luna viene con nosotros y es redonda -dicen mis ojos.
– Abrámonos para recibir ese su sinnombre que pervive en el sinfín de los horizontes -responden los suyos.

Las gotas que resbalan por el exterior de los cristales (filamentosas ventrílocuas de ideas), forman juncáceas pinceladas que orlan la ocre arena de los suelos tiñendo, a los vegetales, de inocentes transparencias de Monet. Sigue Leyendo...