Me dirijo a la vida,
que forma parte de ti.
Y te lo digo a ti,
que formas parte de ella:
hoy me pregunto una cosa
¿Por qué siempre quieres que me quede?
¿Sabes quién soy?
. Hoy me he puesto a buscar…
…y no encuentro el arte que
olvidé una noche en la mesilla de noche
cerca de mi cama.
¿Dónde está? ¿Cuál es?
Puede que se haya sentido desplazado
por la realidad
¿Dónde lo dejé?
Puede que lo haya tratado mal
Y se haya escondido
en alguna parte
cerca de mi cama, en mi sitio
¿Dónde está mi sitio?
. Mamá.
Veo.
No lo puedo evitar.
Tantas cosas… mamá.
“El patio de mi casa es particular,
cuando llueve se moja como los demás… “
¿Cómo los demás?.
¿Entonces por qué hay patios cubiertos? ….
¿Entonces por qué me necesita la gente?
¡Tú lo sabes, tú lo ves!
¿Entonces por qué no persigo a nadie?
¡Tú lo ves, tú lo sabes!
obsérvalo sin miedo.
Dejadme, todos, vivir en paz
Sola estoy bien. No pasa nada.
¡Sola puedo escribir!
¿Por qué me mientes?
mejor dicho ¿Por qué te mientes?
Yo sí quiero entenderme, mamá
(No desesperaré). Me entenderé.
Aunque tu miedo quiera protegerme con ansia.
Vamos a matar al monstruo de hoy o vamos a ignorar al de siempre
contando una historia hablando de palomas.
. En la preciosa ciudad de Santander hay muchas, y comen, muy agradecidas, arroz de la mano. Siempre contentas.
.Una niña iba a comenzar su primer libro de las vacaciones de 1991. Se sentó en la silla de su tía-abuela, dentro de un balcón cerrado de los muchos iguales que, entre esas calles, se enmohecen. Estaba en el último piso del bloque y conservaba un olor muy particular y mágico. Se asomó a contemplar un cielo casi permanentemente nublado y luego miró abajo. Había una paloma confiada en la calle, buscando comida entre los transeúntes. La niña quería mucho a las palomas. Era muy sensible a los animales en general. Eso era AMOR. Corrió rápidamente hacia aquella típica cocina de Santander para coger pan “¿Qué haces?”. Volvió rápidamente al balcón y comenzó a tirar miguitas intencionadamente dirigidas hacia la acera. Allí la paloma no correría peligro. Pero una de las migas cayó en mitad de la carretera. El corazón de la niña se aceleró vertiginosamente. El bús también aceleró. Cuando la paloma se perdió bajo el automóvil hubo un instante de dolorosa duda. Pero la puta mierda de verdad es que salió por detrás convertida en trizas. La niña tardaría casi un mes en abrir nuevamente el libro. Esa irresponsabilidad fue su primer gran fracaso.
. Hoy, el monstruo de la boca grande pesaba 100 kilos, se ha despertado y me ha despertado a mí de un susto (los kilos dependen de la cantidad de pensamientos que me han rondado durante la noche sin que me entere, a pesar de la pastillita, que, a veces parece no hacer efecto),
¡Parecía enfurecido!
No he sido yo.
Lo ha despertado el trabajo. El trabajo de cada día,
una ferretería.
El trabajo despertándome desde la cama.
Esta mañana,
como cada día,
he inventado, durante cinco minutos, mil excusas.
Y después,
como cada día,
me he levantado súbitamente, no fuera a ser que el monstruo se me tragara de una sóla vez. He intentado no mirar en el espejo las ojeras que me salen cuando mi mente no descansa.
Voy… accedo al hilo de mi pensamiento. Ya voy…mmm…
No soy imprescindible. Para nadie que no sea yo…mmm…
En la vida o en la calle
hay un bar que se llama “Café-Bar Roji”, hay una señal de tráfico, una parada de autobús y un niño callado mirando al suelo; una señora pasea a un caniche llamado Triana. En el bar hay gente fumando, una mujer tomándose un café con amigos. Hay un camarero trabajando. En el tejado del edificio hay palomas con alguna pluma despuntada. En el ambiente hay humedad. Hay risas a lo lejos y conversaciones cercanas… a lo largo de la vida se ven muchas cosas.
¿Yo?¿Te refieres a ahora mismo?
Sólo veo a un niño callado, mirando al suelo.
. Hoy no quiero escribir tristezas, pero todo lo que escribo parece sonar triste. No quiero escribir tristezas. Quiero escribir lo que pienso, aunque suene horrible, porque ¡No es horrible!. Quiero saber lo que pasa aunque os canse mi desesperación. Quiero elegir lo mejor aunque no sepa lo que sea. Hoy quiero escribir que me gustaría escribir cosas alegres aunque suenen tristes. Quiero decir que mi intención es escribir mis alegrías aunque a lo mejor no existan. Aquí, a la 1.00 de la mañana, un Sábado. Un repetidamente esperado Sábado. Maldito Sábado. Maldito Sábado y maldito Jueves. Todos benditos por darme la oportunidad de vencer para ser yo. No estoy tan mal cuando me apetece encenderme un cigarrillo ¿No crees?
. EL HOMBRE Y la niña.
.Curiosa relación extraordinaria. Ya desde el principio. Hasta los tres años fue su padre su primer hombre. “Superman” (como ella le llamaba) le enseñó a coger insectos y a observarlos, a sentirse única entre la gente, a ser competitiva y a convertirse en el centro de atención de cualquier reunión, de forma egocéntrica.
.Le hizo sentir que ella lo era TODO.
.En cambio, su madre, casi no existía durante esos primeros años, porque por aquel entonces tenía una depresión de caballo (con 22 años, 2 hijas y muchos ideales de repente en un pueblo, casada, donde el único médico era su marido. Un médico recién salido de la carrera todavía incrustado hoy bajo las faldas de su difunta madre)
A un extranjero convencido de que está de puta madre
. El cielo está encapotado, quién lo desencapotará, el desencapotador que lo desencapote buen desencapotador será.
Qué pasada.
¡Un día libre!
¿Y ahora qué hago yo?
¿Empezamos?
¿Descansamos?
¿Pensamos?
. No quieren por miedo.
Él me dice: “todos son unos hijos de puta”.
Lo que se le olvida decir es : “Yo también soy un hijo de puta”.
Dice “no me abro porque no me hagan daño”
¿Quiénes te hacen daño, querido?
¿Las personas como tú?
Porque ellos también dicen las mismas cosas que tú, ¿Lo sabes?
que no se abren por miedo a que les hagan daño
. Otro día en este extraño lugar. Ellos piensan que son la hostia, mientras yo pienso que son un atajo de frikis salidos del programa de Crónicas marcianas. De la sección de Cárdenas. El que tengo a mi derecha está intentando abrir la maleta cerrada con un candado. ¡Ayer sacó de ahí ni se sabe! Artilugios esotéricos para ambientar su cabina astral. No sé qué es lo que hace exactamente, si lee la mano, las cartas… el caso es que no se relaciona con nadie y mira como de reojo sin fiarse ni de su sombra. Ayer me daba la sensación de que realmente podía sentir mi áurea y se había dado cuenta de que me parecía un esquizofrénico.
De cuando viví la dolorosa separación con mi hermana.
Desde el piso de “c/Alcalá, 180” al cielo.
. Bea, bea, bea, bea.
Te quiero, mi vida, te quiero tantísimo… La parte de mí que desconozco.
. La parte de mí que desconozco tiene aroma de manzana, la misma verde manzana que envuelve a la madre que es mía.
La parte de mí que desconozco está dentro y fuera.
Siempre fuera y siempre dentro.
. Hoy no estoy abatido como lo he estado durante casi dos años.
Hace dos años decidí atreverme a ser yo mismo,
a luchar por lo que quería y
abandonar lo que me ataba
a ser
lo que me tocaba ser
. Salté al vacío para buscar la verdad
La verdad que hay dentro de mí.
Hoy estoy cabreado… muuuuy cabreado!
. Una vez tuve un profesor que no sabía que yo existía
(ninguno lo sabía, pero de éste lo recuerdo especialmente).
Cuando él hablaba yo sentía
que no estaba a la altura de sus enseñanzas,
como si no me llegara lo que quería decir,
como si algo rígido tapara mi cuerpo
para que ninguna de sus palabras se colaran
hasta el fondo.
Demian, de Herman Hesse
fue uno de los libros que tuve que leer
y lo leí superficialmente.
Recuerdo que sentía que había hecho
el mejor trabajo sobre un libro hasta entonces,
pero no lo valoró como yo esperaba,
y saltó una chispa en mi interior
diferente a todo lo que había sentido jamás
¿Qué era eso tan extraño
que éste hombre pretendía?
. Ya no sé si vengo y acierto, si pido y respiro o si como y desayuno. Como en cierta ocasión dije, muy escasamente, no cualquiera puede vencer el miedo de los demás. Cuántas veces escucho el por qué si en realidad nadie pregunta nada. Presto mi cerveza al de en frente y me visto con cansancio los zapatos de cristal que viven en mi cuento divino y vulgar. Entro en un bar y me meto hasta dentro y luego pregunto ¿Hay alguien? vaya por Dios si lo hay, el de aquí, el de acá y el de más allá, todos pidiendo limosna bendita, bendita y vulgar. Rebuzno y dimito y me río llorando mientras te miro a los ojos y digo “¿Qué hago yo aquí?” pues no sé, pero yo estoy aquí ¿Y tú?
La verdad es que se consume
el cigarro conmigo y yo con él,
sin idas ni vueltas,
ni comederos de cabeza.
No río…
para eso ya está mi boca
y no lloro…
ya lo hace mi alma por mí
(y a veces se dobla con el viento,
como el junco de la canción
que tanto le gustaba a mi padre)
Así que lo único que me queda soy yo,
estando.
Al final entiendo que no hago nada por nadie
aunque tampoco haga nadie por mí.
. Ella es buena… pero hablo de bondad verdadera. No se las da de nada ni intenta engañar a nadie, porque no lo sabe ni presume!
. Yo llego a mi casa a partir de las cinco de la mañana todos los días (cuando ella lleva sólo cinco horas de sueño, con lo dormilona que es) y según entro por la puerta dejo abierta una ranura para poder reirme de cómo su hocico intenta acabar de abrirla, entonces, cuando ya no puedo soportar su desesperación, la dejo salir al pasillo del bloque y ella da comienzo a su particular forma de darme las gracias por llegar y despertarla. Se pone a dar vueltas sobre sí misma, meneando la cola rápidamente y después van los saltitos a la pierna, uno tras otro y uno por encima del otro, como intentando trepar hasta la cara para darte un beso. A mí si me despertaran a las cinco de la mañana lo último que se me ocurriría sería agradecer la llegada de nadie de ninguna forma, pero ella es distinta, es distinta a todo el mundo, porque es noble y nunca lo sabrá.
Ayer
Yo
…
no necesitaba que dijeras
las cosas que Tú Crees que quería oir
(y no querías decir pero decías)
no quería que hicieras
las cosas que Tú Crees que me gustaba que hicieras
(y no querías hacer pero hacías)
no buscaba que me hicieras ver
lo que Tú Crees que quería que sintieras
(y No querías sentir ni sentías)
Hoy
(Que lo sientes)
…
no anhelo
ni me importa…
Qué duro es enfrentarse a un folio en blanco,
a la espera de que suene una canción desesperada,
a la llegada de alguien que no llega,
a la de un tren que no alcanza tu destino…
enfrentarse a una espera a lo que ha de acabar ahí.
Una espera a lo que ha de acabar ahí donde estás,
esperando algo,
esperando a alguien.
Y… silencio, no hay más que silencio,
mirando a un lado y otro,
mirándote a ti,
Y… vahos en las esquinas oscuras
rezumando soledad…
las esquinas oscuras, silenciosas, vacías, húmedas…
con hueco para alguien más.
En medio del desafío.
observando otro mundo indiferente.
Qué duro es enfrentarse a un folio en blanco,
o a la espera de que suene una canción desesperada,
o a la llegada de alguien que no llega,
o a la de un tren que no alcanza tu destino…
enfrentarse a una espera a lo que ha de acabar ahí.
Una espera a lo que ha de acabar ahí donde estás,
esperando algo,
esperando a alguien.
Y… silencio, no hay más que silencio,
mirando a un lado y otro,
mirándote a ti,
observando otro mundo indiferente.
Y… vahos en las esquinas oscuras
rezumando soledad…
las esquinas oscuras, silenciosas, vacías, húmedas…
con hueco para alguien más.
En medio del desafío.
El folio en blanco y el frío
indiferente a cualquier piedad.
.Sigo fumando cigarro tras cigarro, sin cansarme, sabiendo que me estoy jodiendo, sigo y sigo. Ahí va otro. Ese humillo que entra por la garganta, entra para después salir tan rica y delicadamente.
. El jugador de fichas es un personaje siempre, allá donde lo veas, pero sobre todo delante de la mesa de juego… abre su cartera, saca un fajo de billetes de 500 euros y da uno al croupier para que le den cien fichas de 5 euros, entonces, con la cabeza baja, mira al paño de números concentrado y ,muy delicadamente coge los tacos de fichas con una mano torpe y vieja intentando cortarlos de 10 en 10 para ponerlos en la misma jugada de siempre, veinte fichas a un caballo, diez al pleno del 17… lentamente los pone. Y sabes que lo ha hecho toda la vida por la forma de jugar, porque tiene a un compañero más joven que él, que al menos mira a la cara al croupier y le alcanza los taquitos de diez que el hombre no llega a poner y le dice: no tire bola, que le dé tiempo “sí, claro, cómo no, cuándo usted me diga”, entonces da consentimiento, tira bola y todo el mundo se lanza al paño a apostar y pedir cosas como energúmenos hambrientos de juego y aparece de la nada el de siempre, el que juega final cinco y veintinueve y caballos por cincuenta euros que hacen un total de 450 euros que no es mucho para los 7.000 que gasta por bola en la ruleta francesa. Entonces cae la bola en el número libre de fichas y miras las caras de la gente, algunas fastidiadas, sobre todo las de quienes apuestan 2’5 euros al rojo o al negro, y otras indiferentes y acostumbradas, como el que acaba de perder los 7000, que acto seguido tira 7 fichas de mil al paño sin mirar y se va, lo que significa que quiere que le pongan lo mismo. Así, una y otra vez, una y otra vez… y ellos ganan o pierden, pero siempre están ahí.
Perdóname si te cuento
que anoche, sin querer
tus ojos me contaron algo
que tú no querías contarme.
Ahora siento que no debes:
perdonarme si al beber
bebo eterna del agua
que en tu botella me llevas
para con ella tenerme
perdonarme si al comer
muerdo lasciva manzana
que en tu mochila me llevas
para con ella quererme
perdonarme si al besar
tropiezo torpe en los labios
que en tu corazón me llevas
para con ellos besarme
Yo perdonaré
lo que no tenga perdón si me perdonas
que yo sepa ahora
lo que sin querer tus ojos
me contaron anoche
y tú no querías contarme.