COMO PAJARO QUE MIGRA
HACIA EL NORTE O HACIA EL SUR
SIN UN DETERMINADO LUGAR
CON EL YO QUIERO VOLAR .
EL AGUA QUE RODEA LA PENINSULA .
EL AGUA QUE TODO LO ES .
EL AGUA QUE HACE FALTA
PARA PODER SOBREVIVIR
ELLA QUIERO YO SER .
¡Minotauro!Centro esencial del miedo.
Laberinto de la luz, donde la ceguera es el espejismo de lo imaginado.
Borges calla a un lado.
se lamenta de que sus palabras fueran derribadas
entre rocas antiguas y clásicos polvorientos.
¡No, evitad los espejos!
que no los vea…porque truncaría su invento más glacial:
el estilete de adjetivos,
el vértice de su creatividad mágica,
la razón jamás censurada de su orgullo.
Y en medio de la calle vomita Teseo.
Joven entre los demás,
ignorante de su empresa,
mensajero de una empresa única y despiadada:
matar al miedo.
Ankara, 7 de octubre de 2005: Los Jóvenes Turcos
Después de comer conejo con una salsa de aceite de agradable sabor y acompañado de sésamo, hemos decidio ir a vistiar uno de los famosos museos de Ankara. Encontramos una tienda de frutos secos donde compramos un buen paquete de pistachos (!hace ya más de una década que no comía pistachos, desde cuando los compraba en el bar Batán de Madrid, y los comía junto a Liliana mientras veíamos el televisor!). Llegamos a un museo especializadoe n civilización hitita. El pueblo hitita de la Antigua mesopotamia siempre despertó en mi un particular interés desde que leí sobre ellos en la inolvidable serie semanal de tebeos El Jabato.
Arden las palabras y desaparecen.
Pavesas de caligrafía sobre la atmosfera de la noche.
El calor del otoñolas aviva
y el sueño de la razón produce mónstruos.
Aquí, del lado de la cama, libros que se amontonan,
cánticos encerrados ente pasta de papel.
La luz se ausenta.
El sentido del estar es permanente
y el balanceo de la lámpara señala el insomnio del vecino de arriba.
Porque se conjuguran los miedos
para escapar de tu razón.
Los animales sintieron que algo pasaba, una espesa columna de humo se elevaba en el horizonte. Fueron instantes de tensa calma, todos estaban expectantes, parecía una imagen congelada, como si un dedo todopoderoso hubiera oprimido el botón de stand by de la vida.
El silencio ensordecedor fue interrumpido abruptamente por el crepitar de una melodía ecléctica, era la novena sinfonía en versión teléfono celular. Era el móvil del tigre que atendió presuroso, le avisaban que la catástrofe era inminente y le aconsejaban desalojar el sector y avisarle a los demás animales. El enorme felino tembló. Los demás esperaban las novedades mientras con medida calma el tigre les informó de los últimos acontecimientos. El caos sobrevino. Todos los animales huían sin rumbo fijo mientras el felino encendía una baliza para indicarles el camino correcto. La desesperación provocó innumerables accidentes. Decenas no pudieron lograrlo. Se vivieron momentos de locura, la mayoría de las víctimas fueron muertas por la turba que corría desesperada, aunque un antílope murió a manos del viejo tigre que pensaba que total, quién lo notaría?
Delmiro Sanabria tenía por costumbre ahuyentar los mosquitos en orden, porque nada debía hacerse en forma aleatoria para el hombre, no señor. Primero estaban los que molestaban la vista y el oído, después los que se empecinaban con intentar succionarle la sangre del cuello y las manos. Raramente se tenía que proteger el torso porque fuera la época del año que fuera, aquel personaje del pueblo siempre estaba ataviado con un buzo de lana cruda, más bien grueso. Ahora bien, dejada de la mano de dios, casi abandonada, se encontraba la parte inferior de su cuerpo, y no es que las picaduras de los insectos no le molestaran, la razón que esgrimía es que si se movía demasiado se le podía espantar la pesca. Las lombrices tenían que ser clasificadas y debidamente acondicionadas antes de salir a pescar, no sea cosa que el individuo se fuera a encontrar alguna tarde frente a alguna circunstancia imprevista en el momento de ejercitar su deporte favorito: el baño de río de lombrices al que él solía definir como pesca.
Ankara, 7 de octubre de 2005: El largo dominio otomano.
Es ya día 7. Al amanecer me levanto fresco y relajado, dispuesto a aprovechar la mañana para conocer un poco la ciudad. Alex sigue enfermo en su habitación y se decide que es mejor que se quede en el hotel para terminar de reponerse o por si es necesario atenderle. Salimos Fausto y yo. Reynaldo y Pierre prefieren darse una vuelta en bicicleta (hay un lugar cercano donde las alquilan). Fausto me anima. en un principio, a acompañarles pero yo le digo que “las bicicletas son para el verano”. No comprende. Le explico que es una película española pero que, en realidad, lo que ocurre es que no sé manejarlas. Me comprende y salimos a pie…
Cerré los ojos.Un mar de lágrimas estalló en mis ojos como una bandada de pájaros que abandonan su árbol por el sonido de un disparo.
Mi mente se quedó en blanco.No sabía qué hacer.
Dejé caer la carta en el suelo de la calle,las línes de tinta se habían corrido por la humedad de mis lágrimas y parecía que el papel lloraba conmigo.El papel se detuvo ante mi unos segundos,mientras lo miraba.Al poco decidió abandonarme,la corriente de agua de la lluvia en el asfalto de la calle lo arrastró como si quisiera huir para dejarme sufrir sola,como los malos amigos después de darte una mala noticia.
Sólo quiese correr.
El límite de los logros en esta vida se puede medir con un premio nobel. Nunca me ha interesado llegar, ni a nobel ni siquiera a nada semejante. Quizá sea una manera de premiar toda una vida dedicada a “algo esencial” y valioso para la humanidad. Pero ¿quién premia el doloroso desencuentro de una madre con su hijo perdido? ¿Quién premia la tarea de una flor sobre un tiesto? ¿quién premia un último suspiro en paz a la hora de morir? Nuestra sociedad es selectiva y los premios son…”Distinciones destacadas de humanos para los humanos”. No estamos siendo justos. Hay que premiar el hecho de que salga el sol, de que alguien esté dispuesto a hablar del hambre en África. Y sobre todo…deberíamos crecer en una sociedad donde la vida se destingue por ser vida y estar plagada de vividores, y ser la verdadera expresión de un premio que tardó en forjarme millones de siglos. Premio esa vida; lo demás…se repetirá cada año.
Ankara, 6 de octubre de 2005
Ankara se llamó en la antiguedad Ancira, y después también fue co9nocida como Angora. Está situada en plena Anatolia central, a unos 800 metros sobre el nivel del mar. Anatolia (que en turco se dice Anadolu y en griego Anatolé y que significa Levante) es el nombre con el que se conoce a todo el vasto conjunto de la Turquía asiática. Llegamos a Ankara ya tarde y tenemos hambre porque hace ya bastantes horas que sólo hemos comido galletas (de cebada por cierto) y el camino en coche se nos ha hecho largo y cansado…