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Terremoto.

Aquel sonido estruendoso casi rompe los tímpanos de mis oídos, mas si alcanzó a la imperturbable calma de mi vida en tan solo un segundo o dos que duró.

Únicamente se trataba de vivir el día a día, de hacerlo lo mejor posible, levantarte a una hora y acostarte a otra…todo era rutina, una rutina bien llevada hasta aquel preciso instante.

Pero, aquella mañana, a eso de las seis y media de la madrugada, la tierra pareció quererse comer a cada uno de los que allí habitábamos, arrastrando a su paso años y años de esfuerzo realizado, esperanzas, sueños, proyectos derrumbados por el arrebato
injusto del tiempo…y así fue como todo se desmoronó. Sigue Leyendo...

Un beso de amor.

Lentamente, como la miel tocando al pan,
como las fresas hundiéndose en una copa de champán,
como las plumas cayendo hasta suelo desde una alta
ventana, lentamente te beso.

Paro detener al instante, al momento precipitado
intentando escapar de nuestros labios…lentamente te beso.

Mujer desnuda.

Soy mujer, y me desnudo, porque mi alma se desnuda,
porque no hay retal para el alma, me desnudo.

Me desnudo con las palabras, con una sonrisa marcando el
rumbo de tus pasos… me desnudo.

Y digo así digo que te quiero, que te quiere tu fiel amante
y compañera, que por ti la piel fluye tal y como es,
con su suavidad, con su aterciopelado bello al pasar
tus manos sobre el.

Y así, como una mujer desnuda de corazón, es así como digo
que te quiero.

Locos sueños.

Si alguien consiguiera entrar en mis sueños (aunque fuese una sola noche) se daría cuenta que quizás fuese la locura personificada.

No hay noche en la que las imágenes no se amontonen para crear historias llenas de color y realismo.

Me basta un solo dibujo para recrearlo en mi descanso y después, a la mañana siguiente, despertarme con el recuerdo fresco de su lado absurdo pero realmente cargado de imaginación.

No sé, quizás no llegue a descansar lo suficiente, pero aun siendo así no lo cambiaría por nada.

Viejo sombrero.

Hoy, después de mucho tiempo, encuentro tu sombrero tirado en el suelo. No se si reír, no se si llorar al verte llegar con tu gabardina gris y una rosa arrancada de cualquier jardín para una única mujer, para esa mujer que hoy sujeta entre sus manos lo que fue en un simple y antiguo sombrero.

Tal vez, aquella corta historia nos enseñó más de lo que vemos, quizás en alguna esquina nos viese llorar y nos soplase al oído para que viésemos el sol de nuestro día en su totalidad.

Nuestra noche.

No soy nada sin el en esta oscura ciudad.
.

No te asuste que no muerdo,
que solo siento, que solo añoro.

Ya lo ves…del revés me volví
al amarte, al decir te quiero.

Quiero gritar a la vida
por tener más poder que yo,
y gritar de alegría al verte cada día
en mi fría habitación.

Ese mundo que eres tú y no el cielo.

Naces, creces, mueres y caes, caes hasta el fondo o subes hasta la cima para volver a nacer, para volver a existir en este mundo del que hablo, en ese mundo que eres tú y no el cielo.

Piensas que abandonas, que te deshaces entre el polvo perdido en el aliento de tus amagos y es ahí cuando mueres.

Y de repente, te das cuenta que la llama, aquella llama que al nacer encendiste con ilusión, aun continúa viva, despierta, pendiente como tu corazón buscando oxigeno del que alimentarse.

Melodía de un viejo piano.

Moribundo, moribundo dormido sobre las teclas de un viejo piano. El sabe que fui niña, sabe que le amo, que le escucho aun cuando nadie le acaricia con sus largos dedos.

Si…aquella niña le escucha, vibra con el silencio cómplice de su capricho innato al sonar.

Moribundo, moribundo tiempo acostado sobre sábanas blancas que cada noche me ve crecer.

Tiempo de música, de sentir, de latir, tiempo para volver a ser y dejar por un momento al hoy frío y real de la insensata razón que cree saber más que el ayer y más que la inocencia…malvado el hoy. Sigue Leyendo...

Celestes aguas.

Celestes aguas,
celeste vientre que da vida.

Agua, agua tibia que da vida.

Y en la profundidad piel frágil,
criatura, criatura de piel suave…
las aguas que dan vida.

Mío, mi esperanza,
acúnate en mi balsa
de tablas secas por el sol,
de este sol de tu sangre.

Porque tu eres la voz.

Eres la voz venida del cielo cuando creo estar sola,
cuando creo no ser oída ni por el infinito ni por mi.

Eres la razón de mi querer, la razón de esta suave
existencia, porque tu eres la voz.

Gracias a todos aquellos que permiten ser escuchados.

Un beso fuerte a todos mis compañeros de vorem.

Porque te amo.

Desnúdame y hazme tuya,
que de más nadie soy,
que por ti vivo y muero
en cada entrega de mi cuerpo.

Acaríciame, llévame hasta ti
hombre de sueños, hombre
de tez clara y ojos risueños.

Que el espacio se encoja
y cierre las puertas al resto,
que soy tuya y otra parte del
viento.

Arena y paz.

Me sumerjo en la totalidad de este mundo arrebatado por los sueños del ayer y del hoy.
La arena tapa mi cuerpo con cada ráfaga de aire venido de los días del inmenso mar.
Allá, donde nada hubo por hablar, donde el silencio reinó cada poro, cada estimulo de tu piel, reinas azotadas por la luz que son las tierras floridas, latían en consonancia con mi ser.
Allá, permaneciendo parada, el umbral de los días hicieron de mi instante en el aire, canción de cuna y Aladín de mi suerte.

Espejos.

Millones de espejos doblan mi imagen y yo, que aun sabiendo que mi alma no es un buen reflejo, busco incesante la cara real de mi verdad.

Rompo cada cristal por su brillo falso, por su transparencia creada, para ver con los ojos de la autenticidad, aunque esta, sea oscura, aunque esta, sea imperfecta, pues ella…sigue siendo el fondo de este mar bravo de mí ser.

Y cada espejo va cayendo, la luz ni siquiera es nítida. Y por mi ventana corre aire… es lo único que escucho, es lo único que importa.

El después de un amor.

Aun te escondes en la oscuridad
de una anticipada noche en mi,
y te envuelves con la imagen
de una inocente y callada niña
sentada frente al espejo pensando
en cual sería el después, el hoy.

Perenne, estático, me miras preguntando
a gritos mas yo, sin el sonido
de mi corazón , no escucha a tu voz ni a
la de aquellas inquietudes tentadoras de mi
mal dormir bajo estrellas sin luces altas
a las que mirar y desear.

Cuando dos amantes se aman.

Cuando dos amantes se aman.
En agua derramaré mi verdad,
como es verdad el verde en el monte,
como es verdad que tras la corriente
te amo y te amaré sin piedad.

En las aguas claras por el hielo
de las frías y extensas noches,
dibujaré tu nombre a besos,
dibujaré mi alma en tu nombre.

Sirena.

El alma , sirena,
aviva en azotes de olas
la sal blanca de tu piel.

Y callada, el alma,
escucha al silencio
escaso del meditar
profundo.

Y por arena y montaña
soy espuma de nube
en los cielos de azul
y blanco.

Naturaleza.

Si al nacer hubiese nacido hombre,
yacería entre tus senos y me alimentaría
del carmín de tus rojos frutos.

Mas mi cuerpo fecundo,
es mujer como tu…
¡que más que admirarte!,
¡que mas que hablar a tus ríos
o mostrarte el ocaso de mis elogios!.

Vorem.com

Felicidades por el lanzamiento del libro “Vorem.com”. Será interesante tener un ejemplar en casa para tener cerca un “pedacito” de cada uno de mis compañer@s.

Un beso a tod@a y gracias por estar aquí.

En este atardecer.

En este atardecer, cuando el mundo se disipa ante mis ojos, recuerdo que te amo.
En esta vieja habitación de cortinas blancas recuerdo…que te espero. Y en mi cama, a mi lado, recuerdo que no estás.

Y mientras el piano se hace amigo de las letras, de esta garganta sin voz, duermo despierta para hablarte y recordar que eres tu la música que me levanta al amanecer, a esa inmensa variedad de colores que bajo el sol se esconde.

Al alba.

Dibujo tu cara,
silenciosa como el alba,
silenciosa como tu cuerpo.

En la arena dejas huellas
de un deseado amor,
de un esperado amor.

Y preguntas a la arena
si tu piel fría y seca
es ahora de la luna.

Mi isla.

Isla de nuestro cuerpo,
envuelta en piel de mares,
déjame salir,
para nadar,
para envolverme en las aguas de fuera,
para ser sirena,
caballito de mar,
estrella y cielo
en la profunda mar.

Déjame salir y volver,
que si no vuelvo moriré,
pues mi isla,
ese trocito pequeño de
tu mundo,
es mi cuerpo.

De mi.

No soy el abadejo
salado de tu mar,
salido a orillas
en tu buscar.

Ni tu bella premisa
de devotas liturgias,
de tu pasión banal.

No es razón añadida
su fuente de sabiduría
bajando en manantial.