Esta es la historia de una chica indiana
dotada de cara hermosa y formas bellas
a quien todos los guerreros en las mañanas
espiaban tras las matas, cual erecta caravana
locos de deseos y de amor, por la doncella
Más la joven no paraba mientes
en aquellos adoradores matutinos
y paseaba su embrujo cual serpiente
dejando tras de si almas dolientes,
corazones rotos a la vera del camino
Atraviesas los cristales
junto a la noche y rayos de luna
dibujándote en las sombras,
es tu piel aurora pura
tus ojos, dos inmensos cielos
donde brillan las estrellas más bellas,
llevada por el deseo
mi mano busca tu mano etérea,
aunque mañana tenga que morir
al sentir el peso de tu ausencia
sucumbiré en la noche
precediendo enamorada al día,
la luz del alba será el hacha
que solicitará mi cabeza
cuando con las sombras te hayas ido.
Caerán sobre las sábanas
mis lágrimas sin nobleza.
Flores se presentan en nuestra vida
que con su belleza nos cautivan
delicadas y hermosas rosas
que cuando menos te lo esperas
te clavan sus espinas
Pero de cuando en cuando
llegan pétalos, que suavizan tus heridas.
Gracias por ser mi pétalo de rosa
por borrar mis cicatrices
y llenarme de vida.
Golfo de sombra,
candor de vapor y de anhelo,
temblor de umbela,
príncipe blanco de penitente enmienda….
una dehesa sembrada de alquimia
hace descorrer el cerebro hirviente
y tú estás desamarrada junto a mi barca
para surcar conmigo los azules mares.
Teniendo todo para estar
cubierto de pulsos en movimiento,
un hombre empieza en sí mismo
pasando por la avidez de su enigma
y teniendo que hacerse tenacidad
desdoblando las tierras en dos mitades.
Un hombre es un dibujo melancólico
que alguien trazó en su pensamiento
y unos labios de la nada inacabada
le dieron vida en una noche extraña.
Todo era nuevo en las mentas boreales
del verde esmeralda y el rojo amapola;
todo era nuevo y, a la vez, trapecio de fuego
entre los frutos de los dramas abiertos.
Todo era nuevo en un desbrozar misterios
en la junga rojiverde de este siglo
y, en medio de las colinas ardientes,
todo era nuevo en los párpados de luz.
La noche sin Luna viene a visitarme
dejando en mi espíritu un sueño invisible.
Llorando la ausencia de las estrellas
en medio del silencio de la Nada.
Una suave melodía viene a acariciar mis oídos
recogiendo las músicas del viento
cual virtuosas notas de violín ensoñadoras
que van viviendo en mis sentidos.
Centro de la luna llena,
espasmo de incertidumbre
que envenena la razón
del corazón.
Anhela el despertar
formar parte del sueño
y caminar descalzo
por entre lo sonoro.
Un coro que canta a la noche,
virtualizando la medida,
el derroche de lujuria
entretejida entre jirones de canto.
Me dan tanto
que me das miedo;
noche que marchita el día,
silenciosa agonía
de perfumes vagos.
Sentado ahora estás, en la puerta del bar,
la cabeza encerrada, en pesares y demás…
La vida se va, delante de ti…
los coches a prisa, parece el final
y tu cara triste, no quiere ¡gritar!
Dónde voy a ir,
¿qué hacer?
así tan mayor…
papeles dejé,
que se morirán
en algún cajón…
Brilla el agua si la sueñas
callendo silenciosa en la roca.
Escucha…
Escucha el ruido de su boca
lanzando palabras hacia el aire.
Escucha la lluvia misteriosa
que trae respuestas olvidadas
y, callado el corazón, escucha
el pensamiento lento que renace.
Y el tiempo pasa inexorable
Vuelven a mi regazo el parloteo
De miles de dulces golondrinas
Se me escurren las horas
Por entre los dedos
Aceitosas, pegadizas
Sin retorno, con anhelo
Mi cuerpo se duele al paso
Como empalado me siento
Mis dedos temblando, intentan ir
Donde la tinta se enamoro del fuego
Adiós mi juventud, fuiste suspiro
De antiguos exabruptos carceleros
Cruzas la puerta, te acercas y me hablas
nada oigo, nada entiendo.
Qué extraña magia -en mí- hicieron?
que voy siguiendo -del aire- los pasos
para respirar tus palabras,
porque rozaron los labios
donde nacieron
Quiero que respires mi aliento
Quiero enredar tu cabello con el mío
Quiero volverme mestiza
Uniéndome poco a poco contigo
Quiero que apoyes tu cuerpo sobre el mió
Que me recorras lento
Tú…
a veces te me presentas,
sin pedirme ni permiso,
sin llamar a esa, mi puerta,
pasas y entras despacito,
sin siquiera hablar…
Tú…
Cuando te vienes y quedas,
a pesar que yo no quiera,
te cuelas entre rendijas
y no sé como decirte,
un adiós sin más…
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