El arte de leer lo invisible,
oír en el vacío,
entender en el caos.
Frecuentaba bares imaginarios donde conocía harpías imaginarias,
sus vicios eran caros,
sus manos eran bastas,
su amor inconfundible,
sus dos caras, sus dos cruces.
El arte de leer lo invisible,
oír en el vacío,
entender en el caos.
Frecuentaba bares imaginarios donde conocía harpías imaginarias,
sus vicios eran caros,
sus manos eran bastas,
su amor inconfundible,
sus dos caras, sus dos cruces.
No es necesario estar viejo ni enfermo
para empezar a reflexionar
sobre el sentido de la vida.
Dichosos los que a temprana edad sienten y tienen vida
con tan solo ser testigos del amanecer, atardecer y anochecer
encuentran maravillas frente a ellos.
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Mejor ser del montón y ser aplicadito que ser un genio y vivir con todos esos problemas
Mejor ver las cosas de forma limitada que ver todo a lo ancho, a lo largo y a lo alto
Mejor profundizar sobre una estrella pequeñita que intentar abarcar el vasto Universo
Mejor parar en estos cuatro versos que machacar una y otra vez sobre el mismo tema
Una vez que te acuerdes de mi ya muerto y ausente
entonces haremos las paces
Me extrañaras, quizá incluso y entonces, me adores
Por que entonces elijes ser adorador de la muerte
Imagínate que estoy ya muerto
el momento es ahora
ven a hacer las paces, ya que vendrás a mandarme besos en la tumba
Por que no mejor me los das ahora?
Claro que te sigo queriendo
Jamás renuncié
Solo que ahora me dirijo a ti
En forma más aceptable
Lo estrictamente necesario
Ya no busco pretextos
Ni cualquier tontería
Ya no soy de cantidades
No divago solo por hablarte
Ha cambiado, por supuesto,
Atrapada en los recuerdos de auroras pasadas
gime callada la joven, envuelta en melancolía,
detrás una dulce sonrisa
esconde una tristeza disfrazada,
cometa errante en su universo,
libertad pasajera sin palabras.
Tras una ventana de cristales opacos
refugia su destino,
nadie la ve,
nadie la espera.
es cierto
estoy de acuerdo
los planetas se alinearon
el universo conspiró
las estrellas hicieron su juego
muchos ayudaron
y la situación
se dio tal
y cual
se tenía que dar
Lloraba el anciano por su amada
Añoranza, llanto y daga
Y no se podía consolar
Lloraba el viejo por su vieja
Hombro caído frente recia
Y sus ojos ocres no se nublaban al mirar
Lloraba el hombre por su bella
Bella oscura pero buena
Su nariz goteaba llantos
No paraba de sonar
Ahora que ya estás en calma
y llevas, tierna, en tus espaldas
colores y barcos sin destino,
es preciso decirlo,
mar
ta,
-ahora, que asumo que tu encanto ya no me ata-:
recuerdo el azul submarino de tus abrazos nocturnos.
todos querían cambiar su aliento por el tuyo, era inevitable.
Cantas callada en un día, en una noche, en una tarde…
¿quién sabe?
Duermes tranquila, en tu casa en la mia, o en la de alguien…
¿quién sabe?
Amas pero temes que te amen y no poder ser suficientemente…
capaz.
Yo… escribí tras las murallas de la razón,
todo aquello que le hiciste a mi corazón
y que transformo mi mente de modos
tan incoherentes: en un puñado de papel
y tinta que son tuyos más que mios.
Su cuerpo es ruido,
bamboleo de caderas,
mucho por delante,
mucho por detrás,
largas y bonitas piernas
y cansino caminar,
ensortijado cabello
y tristeza en su mirar.
Tarde taciturna
Noche nebulosa
Tarde primorosa
Por lo que nos huelen
Al pasar las rosas
Si su color provocador
Inquieta mi alma
Luz en las tinieblas
Quien es el que tiembla
No se para el coche
Quiero morderte la vida y un pezón
Quiero ser el ente vacilón
y callarme la primicia
que te quiero sólo
por causa del amor
Quiero verte saltando del placard
en el salto del tigre fatal
y justo cuando no lo esperes
corro la cama sin que te enteres
ya sólo te para el suelo
y yo suelo quedarme solo
A eso yo llamo placeres
Morbo
Morbo…
Cobro
Cobro…
Por matar tus ilusiones, cobro
Por vengar mis decepciones, cobro
Era tarde, esperaba y esperaba, pero no cogías el teléfono.
Luego… ¡por fín! llegaste, te oí, pero ya era tarde. Y como debe ser, por la puerta entraste.
¡Y vaya un buen portazo a la puerta arreaste!
Entraste rabiosa, apresurada, directamente a tu habitación allí entraste. Ni siquiera un monosílabo de bienvenida, de recién llegada, alguna pequeña frase anunciando un soy yo, o algo parecido.
Por la mañana temprano, bien temprano, desapareciste con la misma compostura. ¡Vaya portazo!
Se vuelve loco si su triste corazon, verde como un tramo de su sangre, se abalanza sin manos ni pies, ni si quiera los dientes, a ti.
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