Naturaleza.

Si al nacer hubiese nacido hombre,
yacería entre tus senos y me alimentaría
del carmín de tus rojos frutos.

Mas mi cuerpo fecundo,
es mujer como tu…
¡que más que admirarte!,
¡que mas que hablar a tus ríos
o mostrarte el ocaso de mis elogios!.

¿Escepticismo se escribe con equis?

Según decía Ramón Gómez de la Serna, el verdadero escepticismo empieza cuando dudamos si esta palabra se escribe con equis. El escepticismo fue, en su origen, una doctrina de algunos filósofos griegos que dijeron y afirmaron que la verdad no existe o que si existe el hombre es incapaz de conocerla. Al decir el hombre ¿incluían también a la mujer?. Supongo que sí pero escuchando el debate dialéctico entre Pedro (el profesor de Historia) y Eva (la empleada de la Agencia de Turismo) me entran serias dudas.

Delante de mí, Pedro y Eva están discutiendo sobre la verdad en el hombre y la verdad en la mujer en esto tan de moda como es el amor. Pedro es muy escéptico y niega tal verdad tanto en el hombre como en la mujer; mientras que Eva es muy epicúrea y ferviente feminista y niega la verdad en el hombre pero no niega la verdad en la mujer a la hora de sentir el amor sincero. Sigue Leyendo...

Nostalgia por el terruño

No han sido vanos los esfuerzos que hice por recordar; en algún lugar de mi cabeza tengo amontonados tus recuerdos entre telarañas mentales. El noble refugio que me brindaste dió a mi ser fortaleza interna aún cuando la muralla exterior se supiera derribada.
Siempre fuiste extraña. Árida y seca unas veces, fría y húmeda otras tantas. Los vientos que sobre tí soplaban, vientos del Norte de fuerza desmedida, agitaban la hierba escasa. Entre cardos y matorrales, arbustos y roca volcánica los caminos que serpeaban, me llevaron tantas veces a mi destino, siempre nuevo, siempre incursionando en nuevos dominios. Tierra mía, tierra campesina a la que nunca dí semilla, tierra noble que en cada pliegue, en cada elevación del terreno hacía verme inalcanzable a las criaturas que habitaban el valle, allá tan abajo,tan lejos de mí. El cielo que rozaba mi cara y las nubes que humedecieron mi cabello me dieron alas para volar ahí, en las alturas; donde me atreví a soñar muy cerca de Dios y las estrellas. Sigue Leyendo...

Mediterráneo, años 70

Mediterráneo. Sol. Calor. Ausencia de humedad en el ambiente. Elegía griega de palmeras de talles cimbreantes y copas benignas que se derraman desde lo alto. Nidales de dátiles aún en maduración, como colonias de insectos colgantes. Playas doradas con niños haciendo moldes con la arena. Chiringuitos donde tomar la cerveza, siempre bienvenida. Las tapas. La arena quema las plantas de los pies al ir y volver, pero uno siempre va. Dunas con su vegetación dispersa, anuncio de oasis inacabado.

Familias que esperan debajo del toldo, sentadas alrededor de una mesa. Llega la paella. Ritual de reparto, la niña pequeña no quiere. “Te la tienes que comer, no hay otra cosa”. Sigue Leyendo...

El Cóndor (I): La estación de “Los Helechos”

El Cóndor (I): La estación de “Los Helechos”

Él se despidió de mí cuando florecían los cigofiláceos y arbóreos guayacanes en la estación de “Los Helechos” y desde allí, desde los doce metros de altura en que su beso, de sabores duros, dejó el grosor de su persistente sentimiento blanquiazul en el fruto capsular de mi conciencia, quedó mi carne apretada en la distancia. Y sé que volveré a verle regresar con su trigueña piel tostada por el sol de los rubiáceos cafetales de Pereira y empapada por las perlas acuíferas del Urubamba. Sigue Leyendo...

El Reflejo de los sueños en lunas rotas (II parte) -Novela-

Brillaba el suelo mojado y de los adoquines renqueaba una nebulosa que lo envolvía todo, creando una atmósfera surrealista que le recordaba el ambiente de las películas de Ridley Scott, en especial Blade Runner. Un futuro de lluvia ácida, superpoblación y alquileres en el espacio, con automóviles surcando la estratosfera. Sin bien ni mal… Alegato de replicantes con necesidades terrenales, buscando el milagro de la vida que sus propios creadores les privaban. La lluvia es una huida de la polvorienta secta existencial. Da sensación de libertad, de caminos sin rayas de horizonte, con puertas abiertas a lejanas tierras donde nadie es conocido. Sigue Leyendo...

El Reflejo de los sueños en lunas rotas (III y última parte)

. Pronto pusieron tierra por medio y terminó aquel toma y daca. Todo hacía sugerir que estaban salvados… o no, pregunto…
¿Te duele mucho? Has sabido comportarte con valentía. Ánimo, te llevaré a una cabaña despoblada y tranquila donde nadie nos encontrará y podré curarte esas heridas.
Todavía no sé porqué nos perseguían… ¿qué hacía en aquella camilla?, ¿quién eres tú que apareces y desapareces?, ¿quienes eran los presuntos médicos y esta banda de… zumbaos motorizados…?

La sed de las aceitunas

!Que me muero! le dice el olivo al viento
y éste, poniéndose en movimiento,
le pregunta el por qué…

!Porque estoy sediento!.

Ya lo sé, le contesta el viento,
mas yo le daré alimento
a tu ser.

Y unas gotitas de lluvia ligera
acarician la cimera
del viejo olivo ceniciento.
!Las verdes olivas primeras
brillan bajo el firmamento!.