Funámbulo sueño de careta
que hace de su hilo vida
en medio de la trágica pirueta.
Un paseo por el raudo mundo
del ánimo transformado en silueta.
Alguien le regala una violeta
que irradia de sentir morado
su corazón de trapo y de bayeta.
al-Mawsil, 11 de octubre de 2005: Regreso a los orígenes
Mosul es al-Mawsil en idioma árabe. Una ciudad importante del norte de Irak, con su millón y medio de habitantes, situada junto al histórido río Tigris. Enfrente, en la otra orilla del río, están los restos de Nínive, aquella legendaria ciudad del VI milenio, capital de la Asiria de Senaquerib…
Antes de llegar a Mosul hemos pasado controles en Zahú y Dahuk. En estas ciudades, como en Mosul, aún quedan huellas de la última guerra. Aquí hubo duros combates entre las tropas norteamericanas de George Bush hijo y los iraquíes defensores de Sadam Hussein padre.
Hakkari Dag, 10 de octubre de 2005; Fiesta con guitarras…
Reunión para divertirse. Se celebra una fiesta. Un conjunto de seres mágicos, surgidos de entre las peñas, abandonan por un momento la gravedad de su carácter y celebran un acontecimiento festivo. Somos invitados de honor en el festejo. Demostración de cariño de estas gentes por lo común duras y serias. Habría que ser una especie de Ernest Hemingway para describir detalladamente esta vivencia. Una especie de cronista de la fuerza moral del hombre que se mide con el mundo y con los seres cuerpo a cuerpo…
Hakkari Dag, 10 de octubre de 2005: Sadam y los kurdos
Partimos hacia las montañas. Cabalgata. Nos han preguntado si sabemos montar a caballo. Nos defendemos medianamente bien. Yo aprendi de niño gracias a las enseñanzas de mi padre en el campamento de Hoyo de Manzanares. Eran tiempo del famoso jinete Paco Goyoaga, que era amigo de papá. El caso es que, ahora, nos defendemos lo suficiente para no caer desbocados por entre las peñas. Estamos en el Hakkari Dag, muy cerca de la frontera con el Kurdistán irquí. Los kurdos son formidables jinetes desde los tiempos más remotos de su antiguedad…
A veces hay un momento en que nos entra la tristura, que no es exactamente un momento de tristeza, ni tampoco se puede decir que sea melancolía sino, más bien, algo así como añoranza o, quizás, nostalgia. Entonces entramos en una especie de pequeño vacío recordando algo que quedó inconcluso en el pasado. Quisiéramos, en ese momento, retroceder en el tiempo para terminar aquello… pero el tiempo pasa… y nos sentimos pequeños e insignificantes ante la grandeza de su magnitud. Muchos dicen que esos momentos de tristura suelen ocurrir cuando cambia el clima de la atmósfera, cuando pasamos de una estación a otra. Puede ser. Lo cierto es que ese momento de tristura, que no es tristeza ni melancolía, sino añoranza o quizás nostalgia, envuelve en una membrana misteriosa a nuestros sentimientos. A veces la tristura es inevitable…
Van, 9 de octubre de 2005: El renacer de una conciencia
!Linda la ciudad de Van!. Ubicada en un oasis que es verdadero vergel al pie de un pico rocoso, la ciudad de Van, en la orilla del lago, es la antiquísima capital urartiana de Tushpa, el reino del Oriente Antiguo, de los siglos IX a VII a. C, que después de ser rival de los asirios terminó devastado por las invasiones cimerias…
Hay aquí una imponente Ciudadela de aquella antigua época, con muros tallados en roca (las famosas fortalezas urartianas) en donde se encuentran escrituras cuneiformes. Hay una de ella, en especial, que sirve como homenaje al gran Jerjes, aquel rey aqueménida (hijo de Darío I) que reprimió las revueltas de Babilonia y Egipto, aunque luego no logró alcanzar su sueño de dominar a las ciudades griegas durante la segunda guerra médica. Después, víctima de una intriga palaciega, Jerjes fue asesinado.
Mis palabras hablan en forma de espiral
alimentándose con plasmas siempre entrelazadas
para salir de los olvidos del aire
y cuando llega el desaire
de sentirse todas ellas abrazadas
en una especie de mitral…
mis palabras se vuelven cristal
forjado en el fuego de la tarde.
Comienzan en el silencio y sus misterios
para hacerse poco a poco alarde
de pirotécnica ignición inacabada.
Y para convertirse en ideas largas
se extienten por todos los silencios
en las tranquilas aguas de sus algas…
César Vallejo, el insigne poeta peruano, siempre tuvo en la punta de su pluma un estilo personal que, sin ser claramente regionalista, fue indiscutiblemente americano. Pero no un americano pleonástico, de los que usan palabras innecesarias, sino un americano pletórico, con gran abundancia de algo. Por eso sus poemas sobrepasaron fronteras y su americansimo trascendentañ se hizo volcánico con sus tonos persoanles de intimismo y solidaridad.
Vallejo huyó de lo lírico en sus poemas… lo cual no quiere decir que huyese de lo poético. Así es famoso su “hasta el hueso” en lugar de “hasta luego”. Despedida gonda y profunda; un hasta el hueso sentimental, humano… y así con su “aire literario”, se le nota, a la vez, una extrañable tristeza, aislada y desnuda, acompañada de una risueña dislocación del lenguaje y de los convencionalismos académicos.
Érase una vez…
Así comenzaba siempre sus cuentos el joven Miguel en el paseo, junto a la estatua del ángel caído, muy cerca de los vendedores de globos y caramelos, los tragafuegos y los artistas del guiñol…
En un lugar de Galicia, entre sierras y praderas, nació Miguel de la Vega y Conso, criado siempre bajo los cuidades de Menchu, la abuelita que lo arrimaba al calor del fogón mientras ella asaba castañas y le contaba viejas leyendas de trasgos, meigas, santas compañas e historias de amores narrados en los jueves de comadres. Y así se hizo joven soñador y comenzó a ir a las aldeas cercanas, cantautor de gaita y tamboril, inventando sus propios cuentos mágicos.
Lago Van, 9 de octubre de 2005: Zyriab, cantos y leyenda lacustre
El lago Van es el más grande de Turquía, con sus 3.700 kilómetros cuadrados de extensión. Está situado entre las bellas montañas del Monte Suphan y las Montañas Ihtiyar Sahap. A 1.646 metros de altitud sobre el nivel del mar, sopla un aire fresco que brisa las aguas. Dentro del Van exiswten varias islas con antiguops monasterios e iglesias. La más importante es la Isla Akdamar. Hacia ella nos dirigimos en nuestra barca de tipo patera, con un fondo muy plano, que sirve normalmente para la caza de patos…
Diyarbakir, 9 de octubre de 2005: Dialectos kurdistanos
Mañana fresca, fría, un poco doliente de tanto sentir el suelo. Se nos pasa conociendo al grupo de kurdos que nos invitan a ir al Lago Van. Por cierto, uno de ellos (llamado Inakan) me entretiene, a través de Salat, con la vieja historia del Arca de Noé… pero el Noé bíblico (!que también está basado en una leyenda mesopotámica!) no se llama aquí Noé sino Ut-napiutima, un héroe sumerio que embarrancó el arca en el Monte Nisir (que los hebreos localizan en Ararat). Me aclara que en realidad el Ararat (o Nisir) no es un monte en concreto sino la región conocida como Urartu, que corresponde a Armenia. El caso mes que el verdadero monte Ararat (a más de 5.000 metros de altura sobre el nivel del mar) está situado en Turquía, entre los valles del Aras y del Zangmur, en el límite con la frontera de Armenia. En fin, cada uno cuenta la mitología según su manera de explicar la Vieja Historia…
Diyarbakir, 8 de octubre de 2005: Tierra-baluarte
A todo ¨galope de metal” pasamos la Presa de Keban (en el Eúfrates) y la ciudad de Elazig (con 200.000 habitantes en su haber) y a todo “galope de metal” bajamos hacia Diyarbakir, a orillas del Tigris, ciudad muy repleta de kurdos. ¿Cuántos kurdos hay en realidad?. No existen estadísticas oficiales a este respecto y las cifras que se dan, extraoficiales, varían mucho según la fuente que se consulte. Los kurdos, que es la fuente que consulto ahora, dicen de ellos mismos que son aproximadamente (en números redondos para no fatigar la memoria), 34 millones y medio. Los desglosan de la sigueinte manera:
Verano bochornoso. El calor penetra por la boca. Tú y yo conociéndonos a través de unos granizados en el madrileño Paseo del Pintor Rosales. Yo estoy contándote miles de tonterías y tú sólo ríes sin parar. Lo que no sabes es que por dentro estoy pensando incesantemente en cómo poder besar esos tus lçsensuales frescos labios sintener que recibir una bofetada porque, al fin y al cabo, sólo eres una desonocida que ríes sin parar porque cuento miles de tonterías. Soy payaso infantil pero por dentro me corre a borbotones una sangre revuelta que en mis sienes concentra ardor erótico y trascendental.
Malatya, 8 de octubre de 2005: El Acta y la Teoría
Con las cabezas hechas plomos hacemos un breve descanso en Malatya, desde donde divisamos en la lejanía una montaña donde nos dice Salat que existen las ruinas hititas de Nemrut Dagr y que este nombre trae la memoria de aquel Nimrud que fue personaje legendario de la Biblia (el “valiente cazador ante el Eterno”) que es transposición de un héroe mesopotámico que anduvo por aquí. Y es que la Biblia (en su Antiguo Testamento y aunque no lo quieran reconocer los fanáticos fundamentalistas norteamericanos tipo “obúsh”) está plagada de leyendas mesopotámicas que recogieron los antiquísimos hebreos.
Estábamos tumbados ahí… todos contemplando las nubes vaporosas e interpretando, cuada cual a su manera, las caprichosas formas traslúcidas que iban creándose y descreándose a medida que el viento las hacía y las deshacía con sus antojos de travieso niño feliz. Jorge, por ejemplo, nos contaba que veía a un león africano entre dos baobabs bombáceos. Entonces fue cuando Tomás dijo que él veía simplemente una bomba a punto de estallar.
Lejos de leones y bombas aerodinámicas, yo vislumbraba a “Chester” caminando muy lentamente entre un polvo de brumas que, en forma de cadeneta, le servía de muelle donde sus patas delanteras iban disolviéndose en una bolsa de algodón y entonces una especie de aire interior hacía que moviese sus orejas hasta convertirlas en hojas de acanto, ornamentales orejas largas dentadas que me hicieron impulsar las manos con intención de acariciarlas; pero Berto me detuvo a medio camino. !No!. !No las toques!. !Sólo son agujas de mar!. !No ves que son peces marinos de cuerpo muy largo y delgado con hocico tubular!.
Hace casi un año (exactamente el 3 de noviembre de 2004) Carlos Montuenga escribió en el Vorem una refelxión sobre si interesa o no interesa ya la filosofía y exponía, al final de su texto, si no nos habíamos acostumbrado tanto al camino trillado que ya hemos perdido la curiosidad por asomarnos a nuestra intimidad, paa sentir que vivimos anhelos. Y Grekosay añadía en su comentario a aquel texto (en el mismo día) algo sobre si la necesidad de sentir la filosofía podría suponer lo mismo que tener un asidero para no caer en el inmenso vacío de una Verdad inmutable.
Todos tenemos pleno derecho a sentir y a expresar nuestras emociones con el libre lenguaje de nuestro corazón. Todos tenemos pleno derecho a reír, a llorar, a bailar, a sufrir, a hablar, a estar callados… y todos tenemos pleno derecho a alabar lo que nos gusta o a criticar y rechazar lo que nos disgusta. Pero… ¿por qué herir por nada?. ¿Qué daño nos puede hacer la margarita que crece en medio de la campiña?, ¿qué daño nos puede hacer el gorrión que palpita entre las ramas de un rosal?, ¿qué daño nos puede hacer el ser humano que vive en el mundo de sus ilusiones?. En la novela La familia de Pascual Duarte (de Camilo José Cela) hay un momento en que el protagonista, en un arrebato de ofuscación, dispara su escopeta de caza y mata a su fiel perrilla sólo porque le está mirando. !No matéis nunca, compañeros, a un ruiseñor por el simple hecho de que está cantando de alegría en un momento en que estamos sufriendo un gran dolor!.
Kayseri, 8 de octubre de 2005: La rebelión de Dersim
Kayseri es, exactamente, la antigua Cesarea de Capadocia, un centro cristiano importantísimo en el siglo IV y muy citado en las referencias históricas. En Kayseri hay otro mueso hitita (ya que fue núcleo de este imperio entre los milenios III y II a. C.) y desde su época cristiana (cuando se convirtió en importante foco de esta religión) existen numerosas iglesias rupestres decoradas con pinturas bizantinas. Es bonito Kayseri. Tiene sabor a Historia. Por las afueras de la población camina un pastor con su rebaño de cabras. Momentáneamente pasamos por delante de la antigua Ciudadela y a lo lejos divisamos la nevada cumbre del Monte Argeo (el Erciyas Dag en turco). Estamos a los pies de la cordillera montañosa de Ala Dag y el paisaje ha cambiado ligeramente. Hay bruma. Vemos algunos puentes de madera sobre corrientes de ríos caudalosos y, de vez en cuando, presas hidráulicas…
“Sólo sé que no sé nada” es totalmente falso e hipocresía. “Sólo sé que lo sé todo” es aún más falso y vanidad. “Sólo sé que sé bastante” es algo inconcluso e irreal. Y “sólo sé que sé un poco” es incierto y no verídico. Entonces ¿qué es lo que sabemos?.
Algunos han intentado, e intentan porfiadamente aún, medir lo que sabe un ser humano. Eso es tan imposible como contar todos los granos de arena que hay en la Tierra o todas las gotas de agua que contiene el Mar. Medirnos a través de los saberes no llega a ninguna parte definitoria. Saber es abstracto. Sabemos, por ejemplo, que hay muchos millones de personas pero sólo conocemos a algunas, o que existen miles de familias distintas de insectos pero, salvo que seas un verdadero experto en el tema, conocemos muy pocas de ellas. Lo mismo ocurre con todas las cosas que existen y más todavía cuando queremos saber de ideas, sentimientos o asuntos que no se componen de materia.
Kayseri, 8 de octubre de 2005: Inonu
Ya hay bajas en el grupo. Antes de salir hacia Diyarbakir hay dos compañeros que nos abandonan. Uno es por voluntad propia. El otro por cuestión imprevista. No hubo mucha empatía entre Pierre y Salat. El francés no estaba de acuerdo con muchas de las indicaciones del kurdo. Hay algo muy importante o serio en lo que sus puntos de vista eran diametralmente opuestos. Ninguno de los dos lo ha querido explicar. Respetamos su silencio. Pierre decide, voluntariamente, no seguir el viaje. El otro, mi gran amigo Alexander, no puede continuar porque sus molestias físicas se han agravado. Nadie desea que le suceda algo irremediable. Pierre ha invitado al holandés a que regresen juntos a Francia y le ofrece trabajar con él. Yo sé que el anhelo actual de Alex es afincarse en Francia, pero no para seguir en el periodismo. Está muy cansado mi viejo amigo. Desea cambiar de vida y montar un restaurante de comida holandes en alguna zona turística dle norte de Francia. El piensa en Estrasburgo, Metz o Nancy… pero no en el Paría de Pierre.
Por el viejo campanario
vuela una golondrina;
hay luz color mandarina
en el atardecer milenario.
Pasa un labriego estepario
con un costal de harina
y pica maíz la gallina
junto al árbol centenario.
Siento el viento solano
que llega desde el lejano
monte de la serranía
y escucho el canto soberano
de un jilguerillo soriano
que trina en la alquería.
Ankara, 7 de octubre de 2005: La persecución cultural
!Shawarma!!Shawarma!. Sensorial paisaje de influorescencias sutiles. Diararab es una sala de fiestas para turistas. Es elegante. Envuelta en una luz impermeable. En el ambiente hay un aroma de pachulí, esa platna de las labiadas de la que, además de su perfume, se extrae un aceite esencial en toda Asia y Oceanía. Nos ha costado sus buenas liras turcas pero la cena ha estado muy bien servida; en base a carnero con sésamo (ajonjolí), galletas y unos dátiles azucarados muy nutritivos. Todo acompañado de champán…
Y la brújula incorpórea de los sentimientos
gira alborotada sobre el eje de la vida
mientras un plasma de etéricas sustancias
nos inflma con su presencia de recuerdos.
Vivimos y morimos continuadamente
envolviéndonos en actos vaporosos,
un orgánico sistema de emociones
inclina la brújula hacia el vacío
y después…
con la mente predispuesta a lo concreto
nos hacemos simplemente ausencia.
Si te da por llevar poemas cosidos a la piel de tus entrañas es posible que algún día te señales, en este mundo tan materialista, como alguien escapado de las quimeras quijtescas y es posible que te rodeen algunos personajes de la urbe para intentar poner una camisa de fuerza a tu corazón. Si te da por llevar poemas cosidos a la piel de tus entrañas algunos molinos de viento buscarán con sus aspas separarte las ideas del tronco. Pero si te da por llevar poemas cosidos a la piel de tus entrañas ten por cierto que siempre serás una lucidez en medio de las tinieblas.
Sucedió algo curioso cuando estábamos en la sala del hotel todos reunidos allí. Sucedió que apareció un majestuoso hindú, con un tablero de ajedrez bajo el brazo, haciéndonos saber que él había sido un aventajado discípulo del Gran Maestro ruso Mijail Tal y que retaba a una partida a quien quisiera jugar contra él. Sólo Pierre, que le dijo al hindú que era un pésimo jugador de ajedrez, ha aceptado el reto. Y comienza la partida con unos movimientos de apertura que, para mí, y confieso que sé muy poco de este juego y sólo debido a antiguas enseñanzas de mi excompañero de Banca Alfonso Ondaro, son muy poco ortodoxos y bastante desconcertantes porque, en contra de lo que dicen los entendidos, nadie se lanza a dominar el centro del tablero. Nosotros cuatro, cansados de esperar a que el hindú mueva las piezas, decidimos jugar al parchís.
Mágica ruleta de la vida
siempre con las fichas en el infinito
del impar o el par de las traslaciones.
Hay un tapete de verdes impaciencias
donde apostamos sueños de luz.
Despertamos.
A veces nos ocurre mirarle a los ojos
mas el croupier de la existencia se resiste
a desvelar el código de los sentimientos
y entonces volvemos a jugar con la esperanza
mientras la bolita del mundo circula
entre los zigzags de una sinfonía
que suena a noche con insomnio.
La primera vez que subí a un escenario fue con el Grupo Hispano en el María Guerrero de Madrids. Representábamos La Mordaza de Alfonso Sastre. Llegué allí por una extraña carámbola que me hizo aventurarme a perder los “miedos escénicos” de mi incipiente juventud. Ultimos años del franquismo. Todavía había “grises” al acecho y el ambiente nacional era todo tensión…
Desde entonces el teatro me enganchó con sus cimas y sus simas. Algunas otras veces he tendio que subir a represetnar pequeños papeles. Recuerdo que hice de Melquisedec en una obra que había escr5ito yo mismo. Y también he hecho de golfo “olmedino” y hasta de enamoradizo soñador escondido en la sombra de la poesía de una farola nocturna… pero siempre me ha latido fuertemente el corazón y he sentidos las piernas temblar y doblarse antes de salir al escenario (desde aquella primera vez de La Mordaza). Mas una vez que estás ahí, frente al público, ya no ves nada ni a nadie y, lanzado con toda la adrenalina a flor de piel, olvidas los temores y te creces hasta cumplir con tu cometido.