Atrapada en los recuerdos de auroras pasadas
gime callada la joven, envuelta en melancolía,
detrás una dulce sonrisa
esconde una tristeza disfrazada,
cometa errante en su universo,
libertad pasajera sin palabras.
No eligió las voces
Aprende a descifrarlas
Los muros que rodean
A veces logra
Tornarlos cristal
Malezas en jardines
No eligió su cuna
Elige merecerla
Todavía
La duermen nanas
Que vencen
Su gen insomne
Y un roble
Testigo mudo…
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
El pomo de la puerta comienza a girar muy lentamente, muy despacio.
La puerta se va abriendo, con gran lentitud. Poco a poco.
Sigilosamente ella va asomando la nariz.
Cuidadosamente, sosteniendo la respiración, va entrando, metiendo su cuerpo encogido.
Los pies descalzos, en punta, sin hacer ruido, unos pasitos muy cortitos. La habitación está muy oscura, ella se va girando sobre sí misma con cautela y cierra la puerta, evitando hacer el menor ruido. Muy lentamente se va aproximando a la cama, con mucha cautela.
En la curvatura silenciosa del destino
se pierden los pasos del poeta,
plumas errantes buscando razones,
inventando rimas y métricas,
voces enredadas en una tupida tela de araña,
ahogadas,
calladas.
Su piel era extraña
Recordaba pieles de seres marinos
Ser velada imprescindible
La niña pensaba que el velo era su piel
La niña y su piel, fuerte pasión por el mar
La niña y su piel, comía dormía en el muelle
A los doce años piel verde intenso
Cada vez más dura
No hubo sorpresa, hasta en sueños llamada
Dejo el último velo en el umbral
Y repto hacia su mundo…
Por primera vez
Se tomó tooooda la marihuana
un vaso lleno
yo lo vi
Se hizo añicos el pecho
fumando la cocaína
un cigarro grande
yo lo vi
Se inyectó con ganas el LSD
directo en las venas
una jeringa enorme
también lo vi
Una sutil presencia llega prendida en la alborada.
Las horas transcurren silentes,
la noche aparece callada
tu aroma persiste enredado
en los hilos de unas sábanas, aún calientes
plenas de humedades secas
fruto de noches pasadas
Miro en presente
el paisaje ausente
de una lejanía dibujada.
Bruma o brisa
que desliza el tiempo
desde la ironía.
La paz pasea sobre nubes
de algodón pintado.
Descarado linaje
el de las golondrinas sin equipaje.
Nómada alucinada
sólo sabe que navega
Ella no
Su cabellera
Agradece, algo inquieta
el verdor que la secuestra
sólo conoce esas aguas
y que
un poeta la guía.
Valoría la Buena
Tierras de vinos, quesos, cereales y magos
Magos que saben del saber universal
Tu iglesia y Hermita muestran su paz
Que es etérea, antigua y monumental
Tania, Jorge y Enrique, alegres rapaces
Que dan por doquier su buen hacer
Al viajero
Su sonrisa, sus consejos, el consuelo
Tres perfiles que nos dan su cara
Pintada en risas
Hablemos de despertares, hablemos de goteras
del huequito que tiene el ojo como el del techo
de la llave del llover que al abrirse, ya no se cierra
del poquito que ha muerto el corazón en el pecho.
O, mejor no hablemos de nada…
Tirémonos en una orilla virgen o en el fondo del río
donde la voz no se escuche, no se oiga que no río
donde no me tiente mirarte o sólo te vea sin rostro
lugar que borre memorias y mienta: no te reconozco.
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