La mañana de aquel día era uno cualquiera.
La señora Matilde, terrible dolor de tripas que duelen.
En aquellos momentos nadie sabe porqué.
Con dolor de barriga, salía de su habitación.
¡Dolor de barriga! Se quejaba.
La señora ya no sabe como quejarse. Como colocarse.
¡Dolor de barriga! Se quejaba.
La señora asoma la cabeza por el patio de luces.
La cabeza asomada al patio, de luces era,
Vicente el vecino es llamado.
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¡Doscientos Metros!
Cierro con llave la puerta del piso.
Bajo por las escaleras, y salgo al exterior.
Todas las calles se llaman igual: “Calle de ….”
Empiezo a jugar con las zancadas.
De pronto aparece un individuo moderno.
Unos enormes auriculares sobre sus oídos.
Con las manos sujeta un libro que esta abierto, supongo que leyéndolo.
Y al mismo tiempo que camina.
Tres cosas a la vez.
Tres en Uno: !Todo lo resuelve! ¡No hay puerta que se resista!
La Tecla Magica
El profesor Deviene, estaba en su mesa, allí enfrente, las chicas y chicos, mirando asustados y cohibidos, arrestados por aquel sistema educativo, sentados en sus pupitres. ¡Aquel profesor tenía mal genio!
Llevó sus antiguas gafas de mirar partituras con alumnos cohibidos de trasfondo, a la punta de la nariz, Deviene no era un hombre mayor, pero era tan soso, aburrido y además con una actitud tan reprimida y amargada que parecía más mayor. Miró a sus alumnos y al mirar a la jovencita Sisí, apareció en su amargo rostro una sonrisa, y él no debía tener la más mínima idea, de que esta sonrisa estiraba la musculatura facial de su rostro.
El Tenor
Salgo a la calle.
Arriba, sobre una antena, de una televisión cualquiera, un mirlo canta y canta. Detrás del mirlo está la tarde ¡como cada tarde!. Más allá, no demasiado lejos, el Mar flotando en el Océano. El oleaje bañándose. Y las olas, humedecidas, mirando.
Le digo al Mirlo, ¡Canta, canta, bonito! ¡Canta!
Pero él no me hace caso, me ignora y sigue cantando.
“¡Me hace caso!” dice mi estupidez interior.
Y esta mente se alegra.
Local Social para ligar
He aquí lo que ocurrió entre dos personas que querían conocerse en un tiempo no superior a cinco minutos. Que era el tiempo estipulado por el organizador del evento.
El: Esto…. Tú, ¿Qué edad tienes?
Ella: ¡Qué edad tengo! …
El: ¿Te molesta mi pregunta?
Ella: Pues… ¡Haber! ¿Qué edad me pones?
El: No sé…. más o menos mi edad.
Ella: ¿Qué edad tienes tú?
El: Pues, más o menos la tuya.
Ella: ¡Propongo que salgamos de aquí, esto requiere su tiempo!
Esperpéntico ( Cuento Medio Breve )
¿Cuánto tiempo lleva este pobre animal en esta jaula?
¡¡ Pues!! … Mucho tiempo… Es que aquí a los animales los cuidamos mucho.
¿Dónde vive su tío? ¡Quisiera visitarlo!… ¿Es cierto que odiaba tanto a los animales que se hizo vegetariano?
¡Sí,… yo no tenía mucha relación con él, era un poco rarito!
¿Podría ir a visitarlo?
Pues…Mi tío murió el año pasado….
¡Lo siento!… ¿De qué murió?
De un ataque de confusión…
¡No entiendo! ¿Puede explicármelo?
¡Confundió una Lechuga con una Lechuza! Sufrió un fuerte disgusto, no lo superó.
Augustos Diccionario, persona de letras
Al tocar el timbre de la casa de Augusto Diccionario una voz masculina me preguntó que deseaba, y pregunté si podía hablar con él…
Subí a pie por las escaleras.
Y me abrió la puerta él en persona.
Me invitó a pasar a su despacho, allí tomé asiento, mas no recuerdo si me invitó a sentarme o si me lo pidió. Le pregunté si disponía de unos minutos para atenderme, y me respondió que a pesar de las velocidades y pocas paciencias actuales, él en eso estaba ausente y sí que tenía tiempo para mí. Todo el tiempo del tiempo.
Un Barco llamado el Cuenta Cuentos
Mientras el Sol estaba apareciendo en el alba, en las cuadras del castillo, la joven princesa Aquehora, había podido esquivar la vigilancia a la que estaba discretamente sometida. Con el máximo sigilo se las apañaba para salir de allí subida sobre su caballo negro…
¡Indiscutiblemente, alguien desde el interior, debió ayudarla!
En un lugar previamente acordado, lejos de esa fortaleza real, donde casi todo estaba Guionizado y Preestablecido, la joven aguardaba a alguien con cierta intranquilidad, con rostro de “que alguien me saque de aquí”, con rostro de necesitar encontrarse con alguien que la orientara.
Un domingo cualquiera
La plazuela estaba solitaria, y JoseLuis estaba sentado en uno de los bancos, el color de su cara era blanquecino, la punta de la nariz algo sonrojada, y sus abultadas bolsas bajos los ojos eran visibles. El último botón de la camisa desabrochado junto al nudo medio aflojado de la corbata allí descansando absurdamente. Su aspecto era algo dejado, su mirada estaba medio ausente. A sus zapatos les hubiese ido bien un poco de limpieza.
Miraba al suelo, su mirada estaba entre cansada y despistada, e iba tirando granos de comida a las palomas, lo hacía de una manera algo deprimente y melancólica. Era un tirar dejado y aburrido, sin entusiasmo ni gracia, como si ese acto de dar de comer no valiese la pena.
Falta de Estética y Etica
La abuela vieja y la abuela joven estaban discutiendo.
A la abuela vieja le volvía a venir el fuerte dolor en la rodilla.
La abuela vieja se quejaba, se lamentaba.
La abuela joven intentaba convencer a la abuela vieja para ir al médico, para salir de dudas, para saber que era lo que tenía.
La abuela vieja era testaruda, cabezota.
La abuela joven insistía
Pero no había forma, era imposible.
Al final la abuela vieja sentenció el motivo por el que no quería ir al médico….
Libro de Renuncias
El Joven Ateo estaba saliendo del Juzgado, acababa de modificar su nombre, tan solo eliminar una letra, un sencillo tramite. Ahora se llamaba Ateo. Siempre se había encontrado incómodo con su antiguo nombre, un poquito más largo, casi nada.
Caminando por la acera llegó a la Iglesia, y entró a ver a su primo Santiago que oficiaba allí, habló con él, le dijo: -¡Santiago! Ya no voy a venir más; desde que tengo este nuevo nombre, apenas unos minutos, ya me siento diferente, siento algo especial, necesito experimentar esta nueva dimensión.
El Problema de Filomena
Filomena trabajaba de veterinaria, tenía una consulta por la que pasaban a diario varias mascotas, animales domésticos. Su madre vivía en el piso de arriba y casi cada tarde bajaba a hacerle compañía un rato.
Esta madre conocía el pequeño problema de su hija, un problema que tarde o temprano debería de resolver.
Cada vez que Filomena estaba atendiendo un animal,y ello implicara molestias, ella no podía evitar decir algo que llevaba muy adentro: “¡ Ya sé que te duele. Que mal me sabe hacerte esto¡”. Esta frase se le escapaba constantemente, hubiese quien hubiese. Cuando tenía que poner una inyección, cuando tenía que curar alguna herida y el animal se quejaba o sufría, cuando tenía que curar una otitis; ante cualquier dificultad para el animal, ella pronunciaba esta frase con sentimiento “¡Que mal me sabe hacerte esto, sé que te duele!”. Incluso ella se mostraba afligida.
Calle Abajo
En la zona no lo conocían por su nombre de pila, allí era “El Bruto”. Su joven novia trabajaba en una frutería, era la propietaria. Vivían bien, ambos se querían, las familias estaban bien avenidas, no había extraños problemas.
Pero él…. tenía un pequeño problema, era muy bruto, era muy buen chico, pero muy bruto, como su padre, como su abuelo, como su bisabuelo, como su….
Un día atizó un manotazo a una mosca que había sobre el cristal de la ventana, y sucedieron dos cosas, por un lado, la mosca se asustó de tal manera que salió volando y nunca más apareció por allí. Otras moscas es posible que si fuesen, pero aquella seguro que no. Y por otro lado el cristal saltó en pedazos, el ruido ni siquiera escandalizó a ningún vecino, parecía que lo raro fuese que no hubiese sucedido.
… Entre Pitos y Flautas
El televisor estaba en marcha, allí dentro de la caja se las habían arreglado para montar un informativo.
Paco estaba preparándose para ir al trabajo, era mecánico de profesión, pero antes de salir escuchaba y veía las noticias de la mañana. El taller estaba muy cerca de su casa. Casi ahí mismo.
Dentro del televisor había un hombre sentado hablando y decía tales cosas como estas: “ Mientras las personas modernas y civilizadas todavía están discutiendo una y otra vez, que es y que no es el Cambio Climático, nosotros ya lo tenemos aquí, instalado, cambiando nuestras estructuras y nuestros hábitos, y al parecer el Cambio Climático no tiene prisas”.
Juegos de Estado
Justo a medio día, en el momento que el Santo Padre, San Pascual XXXVIII iba a comparecer en su balcón, para dirigirse a los ciudadanos que lo esperaban congregados en la plaza, su asistente personal entra en la estancia y susurra algo a su santidad, en ese momento, después de haber escuchado, puso cara de perplejidad, y dio un golpecito sobre la mesa, pero de tal manera que la aburrida tinta del tintero se derramó, sus blancas ropas se llenaron de caminitos y pequeñas lagunas de tinta azul que iban siendo absorbidas por esas telas que eran sus atuendos…
Todo ello originó que la comparecencia quedara como en suspenso, aplazada, como diciendo “Ahora estoy con ustedes, no se vayan.”
Conferencia a Media Tarde
Mientras el Sol va decayendo, voy avanzando hacia la esperada conferencia. ¡Que interesante debe ser!….El tema era: El aburrimiento…
Tomo asiento. Allí enfrente, tras la mesa una persona habla. En pocos minutos noto una pesadez. Me estoy aburriendo, conozco los síntomas, he de salir de aquí… Cuanto antes mejor.
Venciendo la gran timidez salgo de la sala,, salgo a la calle.¡Aire Fresco!
El viento me acaricia el rostro, me despejo. La cabeza se esclarece.
“Intentaré no volver más a este tipo de conferencias”. Piensa el pensamiento.
Y me alejo por la ciudad, caminando por sus calles, con residuos de una pequeña crisis de aburrimiento que poco a poco se desvanece. Una crisis aburrida de tanto aburrir.
Cierto Dia
No sé cual…, pero cierto día…
Estaba la lluvia mojada y sin paraguas. Eso fue cierto día.
Cierto día el camino estaba lleno de barro, con surcos.
Ese día, fue cierto día que los rebaños no salieron.
Los espantapájaros se han mojado en medio del campo.
Cierto día los espantapájaros se quedarán tiesos de frío.
Ya no temblarán. No dirán nada, ¿cierto día hablarán?
¡Otra vez la Maleta!
Miguelito ha vuelto a mirar su maleta, se ha vuelto a meter dentro, está buscando algo.
Ha llegado Miguelita, está buscando a Miguelito, no aparece.
Coge la maleta y la cierra, la precinta, la carga en un taxi y sale en dirección al aeropuerto.
Llega a la terminal, llega el protocolo de seguridad. Una agente la llama, han visto algo extraño en la maleta, el sistema de seguridad nunca miente.
Miguelita es conducida a unas dependencias anexas, allí abren la maleta, empiezan a vaciar el interior, del interior de la maleta emerge un individuo, dice llamarse Miguelito.
¡Chaf! ¡Chaf!
Café para Brindar
Ederico estaba enjuagando unos vasos que le habían quedado de la noche anterior, en la que hubo un encuentro de aficionados a las sopas de letras y que celebraban que habían creado un club social de hacedores de juegos de esos, en que los nombres parecen una cosa que no es.
Estando él en tal menester, entró al local Anuel y su cuñado Avier, debido a que aun era la hora esa que se denomina de sobremesa se pidieron pues un café. Así fueron servidos, que los tres conversaban de asuntos y cosas importantes para ellos.
Poco después entró en el local Edro, un vecino que casi siempre decía que le hubiese gustado mucho modificar su nombre, y en general los nombres de la gente; de hecho este hombre era coleccionista de nombres de pila, tenía una especie de registro. Tenía dos listas, en una el nombre oficial y al lado el nombre modificado, al parecer era un apasionado de esta curiosa cosa.
¿Que es el Mundo?
Nicolegio no tenía hermanos, no había visto mundo, no le habían permitido ver mundo. Una fuerte sobre-protección le dificultaba estar cerca de la realidad.
Una tarde, bien temprano, después de comer plato rebañando, tuvo una idea, debió pensar que asomándose a la ventana vería mundo, y así hizo.
Quedó maravillado, el cielo estaba azulado y atardeciendo, gaviotas mediante, gaviotas volando. Podemos suponer que debió pensar que aquello era ver mundo, pero lo único que consiguió fue que le cayeran las gafas allá abajo, donde los zapatos pisan con cierto grado de indiferencia, las gentes quietas caminan y unos sencillos cordones se mantienen atados y anudados, los lleven a donde los lleven.
El Patio de al Lado
Solsticio vivía en el patio exterior de un ático, allá arriba, en aquel edificio de allí enfrente ¡Sí, aquel!, en aquella ciudad, ¡Sí, esa, esa! Cuando pasan varios días y no llueve tiene una especie de nebulosa, que los expertos y no tan expertos denominan Polución. Forma parte de nuestra respiración y de nuestra salud.
Solsticio es peludo, de color gris, no te puedes fiar mucho de él, él no se fía mucho de los demás, tampoco rehuye, pero tampoco se fía en exceso ¡Por si acaso!
Solsticio no está esterilizado, el veterinario recomienda sí hacerlo.
¿Que es un Cuento?
Hubo una vez, no recuerdo cual, un diccionario que vivía en una Real Academia de la Lengua, le plantearon una cuestión casi de estado, le plantearon una pregunta “¿Que es un Cuento?”
Y a él le atribuyeron que había de saberlo.
El bibliotecario de la Real Academia, había hablado tan maravillosamente de su diccionario, que los miembros de la academia lo pusieron a prueba para verificar su tan buena fama y eficacia.
Pero el Diccionario por sí sólo no sabía responder a esa pregunta. Entonces como su cuidador era el bibliotecario, salió en su defensa y dijo que el diccionario era eficaz, pero que necesitaba ayuda, dijo que él guardaba la respuesta, pero que alguien debía buscarla y sacarla a la luz, explicó que el diccionario por sí mismo no puede hacer esas cosas y dependía de alguien.
Salir de la Carcel de Plástico
<< Salir de la Cárcel de Plástico >>
A Javier le habían estado hablando mal de su tío Damián, al parecer la relación con la familia no era buena.
Pero Leonor, la abuela de Javier, una mujer con pensamiento propio y una mente abierta, estaba cansada de estas injusticias familiares, era una mujer espontánea y valiente, que no le interesaban para nada ni los ejercicios mentales para la memoria, ni las sopas de letras…
Disconforme con todos esos comentarios infundados, y contraria a las habladurías, se llevó a Javier un fin de semana a visitar a tío Damián, toda la familia se escandalizó, toda la familia se opuso, toda la familia se reveló, pero la abuela, harta de esos comentarios, no se dejó influir.
Una Vieja Novedad
Ayer estaba el cielo arriba, así lo pude ver. Esta mañana, muy temprano, estaba pintado de azul transparente.
Abajo, donde respiramos y pisamos; detrás de él, viejas piedras gruesas, una voz nueva que resuena devuelta por el muro que atrás vigila. Si las paredes pudiesen callar, si pudiesen hablar…
El joven poeta, sentado en la silla. Con su otra mano acuerda acordes en tocar, en pisar cuerdas de guitarra vieja, no tan vieja. Que suena, hablando suave y bonito. Yemas subiendo, yemas bajando. Yemas pisando trastes mudos que dan la palabra, que dan la nota.
Sonidos
Aquí dentro. Desde las entrañas. Suena un rugido, está lleno de hambre. Su alimento llega, cesa el rugido, cesa el hambre. Con el alimento para el hambre llega la temporal y momentánea calma.
Hay un hambre que es sutil, es intangible. Se puede y no se puede tocar con los dedos de la mente.
A veces llora de pena, a veces casi siempre genera una sonrisa que sale afuera buscando alegrías que lo alimenten.
Hay un alimento que no se come. Carece de aroma, de textura, de color, de sabor. Es un alimento que alimenta de otra manera.
Es esencial. Es neutral. Es invisible. Es transparente. Es Ese. Más allá de todo eso.
No se puede, ni negar, ni afirmar. No le pertenece ni pregunta ni respuesta.
Retrato Rígido
Los coches aceleran su velocidad, la avenida es ancha, la acera es ancha, la vida puede ser ancha, la sonrisa puede ser ancha.
Él camina despacio, encorvado, él camina caído hacia delante, con la mirada al frente, la sonrisa encajada y algo falseada. Una mano llena de vaso para monedas, esperando a la misericordia de la gente indiferente que pasa con sus bolsas de hacer la compra de los consumidores.
Él intenta caminar, avanza despacio, avanza cojeando, su muleta no sabe nada de cojeras. Su ropa debe estar aburrida y tiesa. En lo alto, un gorro de punto, deberá tratar de ofrecer calor a cambio de nada. Su cabeza debe estar puesta en enternecer a transeúntes para que caiga alguna moneda, con una o dos será suficiente.
Su cuerpo escondido en una gabardina miserable con algo de orgullo de querer ser limpia pero no pudo ser. Su cuerpo retorcido avanza por la calle, despacio, lento, lento como su mirada que busca y busca a alguien que quiera invertir monedas en la vida de un viejo transeúnte pobre.
In Explicable
La viajera llega a la estación.
Compra el billete. La joven de la ventanilla le devuelve cambio.
La viajera mira paneles, mira pasillos, mira a su alrededor, sale al andén, al exterior, pregunta, se informa, concreta y confirma. ¡Todo correcto!
Se acomoda en un banco, a la espera de la llegada del tren.
Extrae una novela de su mochila de viaje, se ajusta la gorra.
De momento no se toca los lentes -no nos extrañe, que si empieza ha hacer calor y la montura de las gafas empieza a resbalar sobre el hueso nasal, se las tenga que ajustar. Estas cosas le pueden pasar a cualquiera que utilice gafas. Con lentillas no pasaría.
Una página entre sus dedos de excursionista; dedos que unos cuantos muchos minutos antes estaban exprimiendo una naranja; dedos explorando frase a frase, un argumento que empieza con un sutil movimiento, como la vida misma. El Tic-Tac de esa vida vieja y nueva, y desconocida, que en cualquier momento se gesta y aparece, como un desconocido entre….
Micro Cuento
Soy un pequeño cuento, por eso no tengo mucho cuento. Nací por cosas de la Imaginación y del Corazón. Fui liberado en un concurso para cuentos breves, me encontraba plasmado en un folio de papel, recuerdo que aquel día estaba tan nervioso que me temblaba el argumento y eso que era muy breve. Con dificultad pude expresar lo que llevaba dentro. Pero… me quedé mucho más tranquilo cuando acabó todo y llegó el Fin.
PD. Poco después quedé encerrado en un sobre. Y hoy día espero que alguien me libere. Me gustaría conocer a una Poesía y pedirle si quiere salir conmigo.
Cosas de Media Tarde
Un sapo está acechando a un escarabajo.
Camuflado entre hojas, sobre la tierra, parece agachado.
El escarabajo está en aprietos.
Se acerca un rebaño, cabras y ovejas. Rumiando y berreando. Algún que otro cencerro sonando.
El sapo se asusta, sale a paso ligero, huyendo.
El escarabajo también asustado, se retira, queda a salvo del sapo. Pero debe vigilar, un rumiante lo podría pisar.