Niña.- ¿Qué me traes hoy, mi verde esperanza?
Duende.- Una bella canción en forma de estrella
Niña.- Quiero que sea una estrella alegre, como esas que corren fugaces por el cielo.
Duende.- Así será, pequeña sonrisa. Una canción fugaz…
Niña.- Duende… ¿es la fugacidad la estación de los sueños?.
Duende.- Para ti sí, mi amor pequeño.
Niña.- ¿Y para ti?.
Duende.- Para mí sirve cualquier momento.
Niña.- ¿Qué es cualquier momento?.
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Relatos
¡Chaf! ¡Chaf!
Café para Brindar
Ederico estaba enjuagando unos vasos que le habían quedado de la noche anterior, en la que hubo un encuentro de aficionados a las sopas de letras y que celebraban que habían creado un club social de hacedores de juegos de esos, en que los nombres parecen una cosa que no es.
Estando él en tal menester, entró al local Anuel y su cuñado Avier, debido a que aun era la hora esa que se denomina de sobremesa se pidieron pues un café. Así fueron servidos, que los tres conversaban de asuntos y cosas importantes para ellos.
Poco después entró en el local Edro, un vecino que casi siempre decía que le hubiese gustado mucho modificar su nombre, y en general los nombres de la gente; de hecho este hombre era coleccionista de nombres de pila, tenía una especie de registro. Tenía dos listas, en una el nombre oficial y al lado el nombre modificado, al parecer era un apasionado de esta curiosa cosa.
En recuerdo de los idilios.
Lo elegíaco de los cantos amorosos son como recordatorios yuxtapuestos entre los coloquios que mantenemos con la luna. Las diversas lunas inmutables de las atmósferas terrestres iluminan nuestrras persistencias poéticas para evocar estos modos de cantar consecutivamente a los amores y desamores que dejamos en este nuestro pasar por la vida. Son las lunas mudas y silenciosas pero siempre presentes en nuestros cantos nostálgicos.
Con los cantos del amor y de desamor pasa algo interesante: que nos dejan construcciones sentimentales que nos unen a la conciencia universal de todos los integradores de la poesía. Y nos hacemos hombres y mujeres restrospectivos con una memoria viva a través de los versos hilvanados con nuestras realidades y nuestros sueños sentimentales.
¿Que es el Mundo?
Nicolegio no tenía hermanos, no había visto mundo, no le habían permitido ver mundo. Una fuerte sobre-protección le dificultaba estar cerca de la realidad.
Una tarde, bien temprano, después de comer plato rebañando, tuvo una idea, debió pensar que asomándose a la ventana vería mundo, y así hizo.
Quedó maravillado, el cielo estaba azulado y atardeciendo, gaviotas mediante, gaviotas volando. Podemos suponer que debió pensar que aquello era ver mundo, pero lo único que consiguió fue que le cayeran las gafas allá abajo, donde los zapatos pisan con cierto grado de indiferencia, las gentes quietas caminan y unos sencillos cordones se mantienen atados y anudados, los lleven a donde los lleven.
Toma mi corazón.
Toma mi corazón. Ábreme el pecho y sácame el corazón. Sin miedo. Sácame el corazón y ponlo junto a tu oído y escucha… escucha… escucha en silencio profundo todo su latir… porque él te contará cosas que no puedo, por más que lo intento, hacértelas saber ni hablando ni escribiendo. Necesito contarte cosas profundas y he buscado durante toda mi vida en todos los idiomas, lenguajes e incluso dialectos que existen en este mundo y no he podido jamás encontrar las palabras que quiero que lleguen a tu alma. Así que no tengas miedo. Arrancáme el corazón y ponte a escuchar sus infinitos latidos. Ellos son los únicos que te contarán todo lo que ansío y deseo que sepas de mi. Y no tengas miedo. No. No voy a morir en el intento.
El Patio de al Lado
Solsticio vivía en el patio exterior de un ático, allá arriba, en aquel edificio de allí enfrente ¡Sí, aquel!, en aquella ciudad, ¡Sí, esa, esa! Cuando pasan varios días y no llueve tiene una especie de nebulosa, que los expertos y no tan expertos denominan Polución. Forma parte de nuestra respiración y de nuestra salud.
Solsticio es peludo, de color gris, no te puedes fiar mucho de él, él no se fía mucho de los demás, tampoco rehuye, pero tampoco se fía en exceso ¡Por si acaso!
Solsticio no está esterilizado, el veterinario recomienda sí hacerlo.
Lo peor del amor
Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.
Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.
Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoguera los archivos.
Como si las moscas supieran leer… (minirelato)
La casa está encendida. Ya ha pasado abril. Entre las rimas de un cuaderno de poemas, el poeta ha contenido el corazón en su eterno diario de resurrecciones. Piensa en Cervantes y la libertad. Escribe. Escribe con el sentimiento del desengaño de las poesías barrocas y el falso lirismo. Está, en su sencillo cuaderno, toda su poesía reunida allí. Bajo la luz de la bombilla a donde acuden las moscas por ver qué escribe él. Como si las moscas supieran leer…
Mi Elisa
Es tarde para lamentarse, Elisa. Te avisé… Tú también debías vacunarte. Es cierto que había pocas posibilidades, pero las suficientes para que te contagiaras… Admito que nunca pensé que podías llegar a esta situación. Tú, la inmune a cualquier enfermedad, la enfermera de todo soñador… Y no me hiciste caso. Poco a poco, silenciosamente, el virus penetró en tu cuerpo. Dejaste que cada una de tus células se emborrachara de pequeñas partículas malignas. La embriaguez te cautivó, te hizo sentirte viva… Pero los síntomas no te gustaban: frío – tibio – caliente – ardiendo… congelado. Y llegaste al éxtasis… dicen que las cosas más reales sólo suceden en la imaginación… Estados febriles, sueños que permitían volar acompañados de noches que prohibían soñar.
Melisa
Ante la inoportuna necesidad de matar a ese hombre que se halla ante mí; con esa sonrisa suya de satisfacción propia del que acaba de hacer algo prohibido, y tras él a mi propia madre envuelta en sabanas blancas; solo podía hacer una cosa, darme la vuelta y salir a la calle a que me diera un poco el aire, quizá cuando estuviera más relajada podríamos hablar tranquilamente.
El teléfono sonó y miré la pantalla para descubrir que era mi novio el que llamaba. Con una sonrisa en la cara acepté la llamada. La voz de una mujer sonó al otro lado del auricular, decía que era la madre de Dani, que me llamaba para darme la terrible noticia, Dani había sido atropellado y se encontraba en coma en el hospital. Las lágrimas invadieron mis ojos y colgué el teléfono.
veronica decide morir (paulo coelho)
El día 11 de noviembre de 1997, Veronika decidió que había llegado, por fin, el momento de matarse. Limpió cuidadosamente su cuarto alquilado en un convento de monjas, apagó la calefacción, se cepilló los dientes y se acostó.
De la mesita de noche sacó las cuatro cajas de pastillas para dormir En vez de juntarlas y diluirlas en agua, resolvió tomarlas una por una, ya que existe gran distancia entre la intención y el acto y ella quería estar libre para arrepentirse a mitad de . camino. Sin embargo, a cada comprimido que tragaba se sentía más convencida; al cabo de cinco minutos las cajas estaban vacías.
Como no sabía exactamente cuánto tiempo iba a tardar en perder la conciencia, había dejado encima de la cama una revista.
Calamaro en Pichincha.
Calamaro ha dejado su sombra olvidada en el perchero. Calamaro se ha puesto, como sombrero un paraguas por si nieva en la cumbre del Pichincha. Pero a Calamaro sólo le han caido polvos de ceniza de un volcán que ¿explota?… ¿no explota?… ¿explota?… ¿no explota?. La respuesta la tiene Bob Esponja que se ha bebido toda la botella de anís dulce de Don José María con la compañía del perrito Goofy que mueve sus orejas mientras Calamaro sigue en el Pichincha por ver si explota o no explota el volcan. Goofy observa cómo Bob Esponja, ante el inminente fin del mundo, sólo está leyendo una novela policíaca en el camastro de Don José María. Al final de todo, sólo ocurre que se mueve un poco la Mitad del Mundo y ahora resulta que los de La Condomine y compañia francesa se equivocaron al medir.
Salir de la Carcel de Plástico
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A Javier le habían estado hablando mal de su tío Damián, al parecer la relación con la familia no era buena.
Pero Leonor, la abuela de Javier, una mujer con pensamiento propio y una mente abierta, estaba cansada de estas injusticias familiares, era una mujer espontánea y valiente, que no le interesaban para nada ni los ejercicios mentales para la memoria, ni las sopas de letras…
Disconforme con todos esos comentarios infundados, y contraria a las habladurías, se llevó a Javier un fin de semana a visitar a tío Damián, toda la familia se escandalizó, toda la familia se opuso, toda la familia se reveló, pero la abuela, harta de esos comentarios, no se dejó influir.
El Reflejo
Desde la ventana de su habitación, Erlin observaba como caía con furia el agua de tanto como llovía. Absorta, seguía el reguero que se formaba en la calle arrastrando con fuerza lo que se cruzara a su paso, sin apenas poder hacer nada y salvar lo poco que aun permanecía intacto. Veía ante sus ojos como se iba perdiendo las sonrisas de la ilusión, alguna que otra lagrima de la alegría, la estrella de los deseos o las carcajadas de los sueños. Todo se lo estaba llevando la corriente y ella lo sabia. Cada vez llovía con más fuerza y con mucha mas rapidez desaparecía el valor de salir de esas cuatro paredes y nadar hasta recuperar una por una las cosas que creyó que no iban a terminar en el fondo de un río, pero el miedo la tenia paralizada y acabaron por hundirse.
Retrato Rígido
Los coches aceleran su velocidad, la avenida es ancha, la acera es ancha, la vida puede ser ancha, la sonrisa puede ser ancha.
Él camina despacio, encorvado, él camina caído hacia delante, con la mirada al frente, la sonrisa encajada y algo falseada. Una mano llena de vaso para monedas, esperando a la misericordia de la gente indiferente que pasa con sus bolsas de hacer la compra de los consumidores.
Él intenta caminar, avanza despacio, avanza cojeando, su muleta no sabe nada de cojeras. Su ropa debe estar aburrida y tiesa. En lo alto, un gorro de punto, deberá tratar de ofrecer calor a cambio de nada. Su cabeza debe estar puesta en enternecer a transeúntes para que caiga alguna moneda, con una o dos será suficiente.
Su cuerpo escondido en una gabardina miserable con algo de orgullo de querer ser limpia pero no pudo ser. Su cuerpo retorcido avanza por la calle, despacio, lento, lento como su mirada que busca y busca a alguien que quiera invertir monedas en la vida de un viejo transeúnte pobre.
In Explicable
La viajera llega a la estación.
Compra el billete. La joven de la ventanilla le devuelve cambio.
La viajera mira paneles, mira pasillos, mira a su alrededor, sale al andén, al exterior, pregunta, se informa, concreta y confirma. ¡Todo correcto!
Se acomoda en un banco, a la espera de la llegada del tren.
Extrae una novela de su mochila de viaje, se ajusta la gorra.
De momento no se toca los lentes -no nos extrañe, que si empieza ha hacer calor y la montura de las gafas empieza a resbalar sobre el hueso nasal, se las tenga que ajustar. Estas cosas le pueden pasar a cualquiera que utilice gafas. Con lentillas no pasaría.
Una página entre sus dedos de excursionista; dedos que unos cuantos muchos minutos antes estaban exprimiendo una naranja; dedos explorando frase a frase, un argumento que empieza con un sutil movimiento, como la vida misma. El Tic-Tac de esa vida vieja y nueva, y desconocida, que en cualquier momento se gesta y aparece, como un desconocido entre….
mi pueblo, 200 años de in-dependencia
en el preambulo, de 200 años de in-dependencia del dominio español,
aun, mi pueblo
no gana independiencia, no gana libertad,
no gana aun la honra de no agachar la cabeza.
tenemos que vigorizar nuestro ser interior a la lucha,
debemos crear mentes libres y duraderas,
tenemos que plasmar palabras de amor y justicia,
debemos crear una verdadera revolucion, acabar con el dominio,
con el dominio del gran explotador mundial, la avaricia del hombre.
Y te llevó el mar…
Desde nuestra ventana, abierta de par en par, dejo volar el pensamiento…
No hace tanto, al amanecer, mirábamos cómo se presentaría el día.
Tú para reírte de mí (que sí que lo sé muy bien…) me hacías meter
el dedo en la boca y sacarlo para detectar la dirección del viento,
feísimo… Nunca aprendí de ti este conocimiento, a pesar de tu empeño.
Desayuno con cierta prisa, tu marcha hasta la noche y mi corazón en
un sin vivir continuo, hasta verte aparecer entrando en el salón,
momento en el que todo lo vivido pasaba al rincón del olvido… Y es
en ese lugar en el que está mi alma desde que él te llevó, y desde
esta ventana por más que humedezco mi dedo e intento
averiguar la dirección del viento, no consigo saber dónde
es que debo buscarte…
Existe La Calle…
La discoteca estaba abarrotada de juventud. El mesero, con la bandeja repleta de botellas y vasos, vasos y botellas, sorteaba y sorteaba -!uno-dos!… ¡uno-dos!… parejas y grupos, grupos y parejas. Los pequeños reflectores que colgaban del techo, repartían sus luces por aquí y por allá: luces anaranjadas, verdecidas, azuladas, enrojecidas… y la música trepidante de los discos sonaba desde el centro de la pista hacia los rincones y desde los rincones hacia el centro de la pista.
Emilio tomó de la mano a su pareja, bebió el penúltimo trago de su decepción convertida en “cubalibre” (de mucha ginebra y poca cola) y, despidiéndose de los demás amigos de la coyuntura innatural, se encaminó hacia la salida; la mano bien sujeta a la cadera de Marisol.
La Voluntad de Vivir
¡Corredera es la ventana…! Un día llegó un señor, con bata azul de instalar ventanas correderas, la instaló. Allí la dejó y se marchó para siempre.
¡¿Que le debo?! Y se le pagó. Nunca más volvió. A otra cosa Mariposa. Exclama la vieja leyenda, el viejo mito.
Ha llegado , no de golpe, al contrario, con lentitud, se trata de la noche oscura. Parece un manto. La llaman así porqué al parecer, por lo visto, es diferente al día. Si no fuese así, nos haríamos un buen lío. Es momento de ir a dormir, a preparar el sueño, de echarse en la cama. Afuera la temperatura es suave. Dejo la ventana un poquito abierta, que el aire entre, si quiere entrar. ¡Aquí no obligamos a nada!
Cinco pistolas marcadas (Relato)
El Caballero de Púrpura bajó de su caballo, lo amarró con la soga al poste del porche y, dando un fuerte empellón a la dobe hoja de madera del saloon, entró como un huracán desbordado.
– !!Que sala ese rufián que ha insultado a mi bella esposa o disparo a mansalva hasta que no quede ni una sola rata viva en este asqueroso lugar!!.
El pelirrojo Mariano Helguer Berzoneti, un sanguijuela de orígenes oscuros e italianos, se puso a gritar desesperado.
Doá
Doá es la muchacha más bella del pueblo. La senegalesa de ébano que todos los muchachos de la aldea desean enamorar. Pero Doá pasa por delante de todos ellos contoneando su escultural cuerpo mientras manda el mensaje oculto de “mirar pero no tocar” porque está enamorada de aquel aventurero poeta blanco que un día pasó por allí y le regaló un Piropo (Perla del Viento) y sueña siempre con ser viento para poder viajar junto a él.
Pasa el tiempo. Doá sigue esperando que aquel aventurero de la Poesía vuelva a la aldea, la de el beso de los enamorados y la lleve más allá del mar. Pero cuentan las leyendas que él ya no volverá a la aldea porque se ha enamorado en una playa de mar menor de una muchacha tan preciosa que su corazón ha quedado atrapado en su sonrisa y ahora sólo canta poemas de guitarra mientras juega con ella entre las olas del mar.
EN LA TOSCANA
Como cada lunes y cada jueves, con las 17:24 en punto y estoy en mi querido bar “La Toscana” tomándome el café más rico del mundo antes de ir a trabajar. Y digo mi querido bar porque aquí me siento como en casa; escucho la misma emisora de radio, se está calentito y siempre converso con la chica de la barra, tan simpática y agradable que parece que nos conociéramos de toda la vida y tan solo la conozco de hace dos semanas, ya que la chica es nueva.
Me siento en la mesa de siempre pero hoy no decido sentarme en el sitio que frecuento, que es el que está de espaldas a la barra y, en consecuencia, a los clientes. Hoy decido sentarme justo en la silla de enfrente y con un objetivo: observar al chico de las gafas de pasta que tengo delante.
Desolación.
Un paisaje de desolación llena mi vista en estos momentos, gente corriendo,aterrada, de un lado a otro sin descanso, casas derribadas aquí y allá, disparos procedentes de otras partes…
¿Cómo es posible que yo, la mujer de un sultán, deba encontrarme ahora en tan horrible lugar?
Mi país esta siendo destruido por la estupidez humana y yo no puedo hacer nada para impedirlo, el gobierno de Libya a sido corrompido y ahora nos atacan a nosotros, sus vecinos, que tantas alegrías y tantas penas hemos vivido juntos, que tantas ayudas nos prestamos en momentos de decadencia…
La Carreta (Acto Tercero) Teatro.
Acto Tercero (Desenlace)
Personajes: Grupo, Pianista, Escritor, Laura, Juan, Camarero, La Voz.
Escenario: “La Carreta” es un café-librería. Un pequeño grupo de personas de ambos géneros se encuentran allí reunidos, tomando café mientras escuchan a un pianista tocando una linda melodía. En una mesa se encuentra un joven escritor que escribe en unas hojas de papel. En otra mesa, también sola, está Laura leyendo un libro. Tiene un café a medio beber. El pianista deja de tocar cuando, en esos momentos, aparece Juan totalmente abatido y triste. Está desorientado y camina muy cansado. Pasa al lado de Laura sin darse cuenta de que ella está allí.
Y soñando sueño que te sueño (Sentimiento)
Y soñando sueño que te sueño
y en ese triple sueño soñado
eres sueño para mí…
El mundo se detiene. Sólo me importa seguir soñando la intimidad de tu cuerpo entre mis manos bohemias que te configuran magias de placer. No importa nada de nada lo que ocurre en el mundo detenido para los dos. Sólo el íntimo sortilegio de entregarnos el uno para el otro en medio de la paz y del silencio. ¿Y qué importa ya la crisis generacional de los valores?. ¿Acaso no somos tú y yo los que soñamos en esta sencilla alcoba llena de mensajes que van de mi cuerpo al tuyo y del tuyo al mío?. El mundo se ha detenido por completo.
¡Como siempre, disfrutando de la vida!
Javier era un chico, aún menor de edad, su vida en el pequeño pueblo era tranquila, su padre y su madre eran buenas personas, de una economía modesta y algo justa.
Al salir de la escuela pasaba por la única plaza que había allí, cada tarde se encontraba con su amigo Anastasio, un anciano que iba a los bancos a sentarse y pasar el rato. El lugareño era agradable con el joven, le explicaba historias de la comarca.
Cuando a Anastasio le preguntaban ¿Qué tal estas? El siempre respondía lo mismo “Bien, como siempre, disfrutando de la vida”. Esa frase estaba muy presente en su vida, en su vocabulario. Cada día, cada vez, que alguien lo saludaba, esa frase aparecía desde su sonrisa suave y discreta.
Siglo y Segundo (Teatrillo Virtual)
Siglo y Segundo se encontraron en el País del Tiempo y comenzaron a hablar de aproximaciones a lo eterno. He aquí su breve circunloquio:
Siglo.- Hola, amigo Segundo, veo que sigues tan volátil como es normal en ti
Segundo.- Hola, amigo siglo, yo veo que tú estás tan estático como siempre.
Siglo.- Si. Pero yo tengo una importancia histórica que tú nunca alcanzarás.
Segundo.- Ya. Sin embargo más importante es ser mucho más vitalista que tú.
Siglo.- ¿Qué dices?. En mí siempre perdura la Razón.
Segundo.- Pero en mí siempre late el Corazón.
Siglo.- Tú no eres nada para mí. Eres demasiado pequeño.
Diálogo con Don Antonio (Entrevista)
Me encuentro con el gran Don Antonio Machado en un lugar precioso de Hellín (Albacete). Son los yacimientos prehistóricos de Minateda; porque deseamos hablar, con una buena bota de vino de Jumilla (Murcia) por medio como parte moderadora del diálogo… y entre trago y trago vamos desgranando las ideas.
“Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar” dice Don Antonio. “Es cierto, maestro, al despertar podemos comprobar que el sueño vivido es tan real como la vida misma” le contesto yo. Y así, comenzando con este preámbulo transitivo en el cual el tiempo sólo es un sueño real vivido y por vivir contínúa él
diciéndome: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros somos”.