Amor maduro
la entrega es total
cariño sin fin.
Eco soñador
amantes conocidos
fugaz deseo.
El gozo llega
furtivo y tranquilo
plenitud feliz.
Dulce ternura
pasión de la vejez
pureza del ser.
Poesía
Quiero dar un homenaje con todo mi corazón
A esas personas que saben tanto de dar con amor
Sin nada a cambio día a día, viendo la disgregación
Se entregan a esas llamitas a las que se va su flor
Se apagan y ellos lo saben y les ahorraran dolor
Dando cariño y cuidados con elegancia y ardor
Es un trabajo muy duro fuerte teneis la razón
Para conservarla siempre sin que se note el dolor
Descansa el ser humano
en la lejana estación de los hechos:
hombre-historia de los años
vividos en el paso de los tiempos.
Allí donde los amaneceres arcanos
se buscaron meciéndose en los vientos…
allí se calentaron las manos
todos los hijos de un momento.
Siglos. Siglos ya solo pasados
en las edades del aquí naciendo.
Signos. Signos que están pensados
para poder vivir muriendo.
Y vagar por sendas desconocidas
soñando con los ojos aún cerrados
y esperar que alboradas idas
volverán con su luz a embriagarnos.
Y saber que el amor cubrió mi vida
transformando mi ser de soledades
y al pensar en aquella paz vivida
llenaré mis inviernos de ansiedades.
Y vivirán fragantes y emotivas
las alondras que cantan en mi pecho
y el perfume de miles de caricias
cubrirá para siempre tu recuerdo.
No me importa que termine el papel de cuaderno,
no me importa que no entiendas mis letras,
no me importa si te aterra lo que ves,
no me importa si al olvidar
no olvidas nada,
no me importa tu puerta cerrada,
no me importa lo que escuchas
aunque no escuches,
solo dime que no me quieres,
y dime que es mentira.
Furia que se enciende incontrolable y desmedida
Furia de ojos carmesíes y lágrimas de rabia
Furia con sangre incandescente que derrama gotas ígneas
Furia de altas llamas crepitando sabia ardiente
¿Con que alimento esa hoguera aquí en mi pecho?
Le arrojo mi envidia, mi malestar, mi sufrimiento
Y entre cenizas surge el alma transparente
Reinicio el corazón, y te sonrío nuevamente
Plenitud de luna llena en noche clara,
manto de verde cesped tupido por lecho,
negro cielo salpicado de estrellas por paisaje,
tumbados en fogosa lid tú yo y el amor
La noche serena de dicha nos empapa,
el rocio del amor moja nuestros cuerpos,
la ingravidez levemente nos invade,
nuestras almas se encuentran en paz.
Comienzas, sin darte cuenta,
valorando su hermosura,
pues esta bella verdura es redonda.
La decapitas con cuidado
y sin querer, la piel comienza a perder
y a aparece insinuante ese blanco
de diamente tranparente
que te hace coger los lentes,
o perder la vista al punto.
Tal es la condición de la cebolla,
provocadora de lágrimas y escozores.
Sus deliciosos sabores
requieren de calma y temple.
No es nada gratificante
el que el ojo enrojecido
parezca el de un pavo herido
en gastronómico combate.
Cántame de nuevo
Esa nana de recuerdos
Con letras doradas
Arrancadas del arpa
Soñadora de odas
Todas ellas entonadas
Por cantarinas avecillas
Atraídas por el viento
De un Desierto calido
Tenue, Forrado en miel
Dulce de esperanza
Suave de añoranza
Disipador del miedo
Mirando a la ventana
Acariciada por la brisa
De un futuro mejor.
Te siento llegar
Cántame de nuevo
Esa nana de recuerdos
Con letras doradas
Arrancadas del arpa
Soñadora de odas
Todas ellas entonadas
Por cantarinas avecillas
Atraídas por el viento
De un Desierto calido
Tenue, Forrado en miel
Dulce de esperanza
Suave de añoranza
Disipador del miedo
Mirando a la ventana
Acariciada por la brisa
De un futuro mejor.
Te siento llegar
La supuesta calma en el Mar de los Sargazos,
sal marina yodada de los espíritus marineros,
hundidos galeones cargados de tesoros del conocimiento,
civilizaciones perdidas habitando las penumbras de sus fondos,
pesadas anclas forjadas por corazones de esencia antigua,
perdidas en sus abisales oscuridades impenetrables.
Cenizas de polvo magmáticas sumergidas ancestrales,
enamorados navegantes perdidos en cantos de sirena,
ciclópeos ojos brillantes enhiestos emergentes,
que desde la orilla les protegen de las puntiagudas rocas,
mareas azules teñidas de blanco níveo por la sal suspendida,
espumeantes oleajes de movimientos leves inquietantes.
Mientras la fina lluvia salpica mi rostro,
siento sensaciones de corazones marchitos,
putrefacta sombra de lo que en otros tiempos fueron,
sensaciones olorosas de colonia infantil en la escuela,
infancia olvidada en bamboleos idílicos,
en el devenir de los tiempos angostos.
Siento la claridad difusa del pensamiento infantil,
volando a lomos de dragones vengadores de fuego,
cataratas espumeantes olvidadas perdidas,
en la profundidad de ignotas selvas frondosas,
planicies ocultas entre nevadas cimas,
en escarpadas montañas abismales.