El camino se cuela entre recovecos
inimaginados.
Las huellas comienzan a separarse,
aproximándose.
Los versos perdidos, esos que emergen
de sus ojos, presumen pestañas coloreadas
con la transparencia de saberse así.
Una melodía inunda los espacios vacíos,
entre silenciosos gritos de minúsculas
miradas bajo el crepúsculo de la inmensidad
suya toda,
y la intrépida censura.
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Crudas verdades.
Nada acaso tiene otro perfume que el de las palabras equivocadas. Las horas transcurridas; los momentos que se van y transcurren, efímeros.
Nadie sabe si en realidad es un llamado o es un pedido, nadie sabe por qué lo aclama, reclama su voz.
Por qué ella reclama su voz. Lo reclama.
Dueño de otro cuerpo el ya no repara en ella.
Pero es ambiguo porque por momentos, él parece cercano.
¿Por qué el hombre siempre es incomprensible?
-Porque (es- él-) con ella, no conmigo-
Si yo descanso en el decoro de mirarlo. Mirarte.
¿No lo has advertido? Crudas verdades.
Tantas cosas que nunca hicimos
El de ellos era un encuentro casi imposible.
El de ellos era un contacto casi imposible.
Sus manos atravesaron los puertos y llegaron a la orilla aquella en la que todo era de juguete, de minuciosa porcelana.
Llegó a la orilla y no supo quedarse, sino marchar; sin aún llegar.
La orilla, perfumada, íntegra, como esperándolo.
La orilla era ella.
Sus pasos, encendidos por el miedo y cautelosos; como llorando.
Su cuerpo el centro de una bóveda destinada a la perdición. Tesoros.
Gracias a la relfexión
¿Alguna vez pensaste por qué el agua es incolora? ¿y el aire que nos rodea tan exacto e inmutable? ¿por qué el tiempo recorre escenarios, remueve silencios, derriba la paz? ¿por qué somos inexorablemente humanos frente a la ambición de existir, de estar vivos y permanecer? ¿Alguna vez pensaste que no todo puede planificarse?
Cuánto desencuentro rodea las ventanas de quienes intentan medir la existencia con un baremo desconocido e inexperto. El quiebre es inminente. Los vaivenes nos devuelven cada día más lúgubres y embadurnados cuales adornos de anacoreta. Espectros de una órbita desconocida e inimaginada. Animales superfluos.
¿Por qué atrevernos a recorrer el camino que nos devuelve al presente anacrónico de las palabras y su musicalidad?
Podía recorrer
Podía recorrer con la mirada el cuerpo entero, hasta llegar a la punta de los pies, y entonces volver a hacer ese recorrido �en inverso- adhiriendo los demás sentidos; de abajo hacia arriba y otra vez. Pero sépase, sin sentir el vértigo que producía aquella anatomía sobre un par de ojos desorbitados. Nada tenía que ver con su porte emblemático carcomido por la sal y las noches vivas en desérticos mundos; anaqueles de pintura y confines de algodón; nada se parecía a la alegoría de hoy. Pues no lo era. Aún creía que era de noche cuando se despertó y el sol pareció clavarle una lanza de acero sobre su cabeza. Todo seguiría igual. Así la luna estaría en su sitio, y también el sol en el suyo, los diarios en los puestos, los cafés en las esquinas de la ciudad y las flores en los jardines;
Historial de tus Máscaras -Parte II-
Entre risas alusivas caminaron el par de cuadras que las separaba del lugar bailable, de hecho, poco recomendable, al que fueron a parar un poco antes del amanecer.
Entraron en ese sauna inmundo de calor humano e infrahumano y mientras una trajo de la barra algo para tomar, en realidad para seguir tomando, la música parecía un grito desquiciado y las luces abrumadoras e intergalácticas.
Allí estaban las tres. Entre todo eso.
Su teléfono volvió a sonar, parecía que alguien estaba afuera�
Ella salió, y no terminó de cruzar el escalón cuando lo vio; enfrente. Remera roja, muy alegórica, de pie al lado del cordón de la vereda, fumando, con un vaso en la mano quizá.
Historial de tus Máscaras -Parte I-
Sonaba el teléfono móvil mientras ella escribía en una de las ventanitas abiertas del chat. Cuanta tecnología al alcance de la mano, demasiada.
Se levantó de la silla de la computadora y contestó. Caminaba.
Hola?
Era él. Así comenzó.
Aquella voz indescifrable parecía nunca terminar de expresar realmente lo que quería decir, sino -en aquel entonces- muy probablemente lo que ella quería escuchar.
Que tu nombre, que tu apellido, que la calle tal y cual, que la sede del Partido, y que se yo mas bla, bla, bla. Risas y palabras cordiales.
Pudo haber transcurrido una hora de reloj, serían entonces las tres o cuatro de la tarde cuando colgó el teléfono y las letras en la pantalla seguían tintineando. Entonces, en ese preciso instante, ella pareció quedar inmóvil con una sonrisa estúpida esbozada en su rostro.
Ficciones
Sangre
Se tiñe la circunferencia de tus labios de azul opaco, rodea la espesura de un monte lívido y natural que se enciende en el volcán de tu lengua enardecida. La noche cálida temblaba en tus ojos, el frío sin abrigo abrigaba sin verdad. La luna era el resabio de tu oscuro follaje, eterno fuego y triste manantial. El silencio ocupaba un espacio, el cúmulo de ideas enterradas en algún lugar despertaba a aquellos que dormían sin pretexto, solo para sentir que no deberían amar. Las uñas del delirio rasguñaban el llanto, impedían que tu suerte fuera ahora excepcional. Caminaban despacio los pájaros de mañana, solo para sentir que no amaban más. Debajo de las piedras se escondía el secreto, supiste que en un tiempo tu rumbo se eclipsó. Caminaban despacio los pájaros desnudos, impedía tu deseo encontrar la cavidad. Las palabras, instrumentos ilícitos y torpes, tus palabras se acoplaban al sonido mustio de un mudo corazón. El mantel recubría el milagro, la vergüenza escapaba a otra realidad. Estábamos mientras uno era los dos.
Ubicaciones
Te recomiendo que empieces a leer esto por el final ya que de ese modo podrás ahorrarte la impronta de palabras vomitadas durante el trayecto, el papel blanco o lo blanco que va quedando del papel antes que un golpe de tinta lo ensucie o lo entibie. Resulta extraño ahora, quizás el matiz que perfuma o atraviesa la distancia en la noche devuelva un tinte claroscuro a lo que queda de mi intimidad engarzada en otra geografía o topografía lunar con estrellas. Resultó extraño porque nada pude hacer yo frente a la circunstancia tal en que dos ojos empañaban la imagen que quedaba lluviosa aún y estremecida por los ecos diferidos de la frecuencia aquella no compartida, frecuencia no frecuente que empañaba dos ojos flotando casi suspendidos en el aire como si fueran una entidad independiente al cuerpo de donde salieron ¿salieron?
Ultima parte
entonces estabas ahí y no sabías si era verdad que aquellos árboles que circundaban la calle de la facultad provenían de parís; ¿plátano? alguien dijo eso, la cosa es que esto no es parís, ni siquiera la imagen de la escena de la película de la vista de todo lo que eso era, no era, no. era montevideo, es, dijiste, santas tus palabras, una aberración, pero bueno, si querés en algún sentido podés estar en parís aunque de hecho no lo estás, claro, pero en una de esas lo creás. no es tan complicado, no, no, no hablo de que no sea complicada esa ciudad, este juego no es tan complicado, ¿o si? dejame acertar. y después nada, una cuadra, otra, un escalón, un camino y otro lugar. y no éramos.
Mas detalle
eso te pasa cuando te quedás quieto, tirado en la cama o en el piso mirando el techo. no entendés si lo que ves es algo nuevo o si ya lo habías visto antes y no te habías percatado, entonces, en ese tiempo interminable y mezquino que ofrece la noche, uno descubre donde hay humedad, que parte de la pintura se descascaró y cuantos días creyendo que todo estaba igual. que mal sacamos las cuentas, sí, ni siquiera había pensado en eso. no le vendría mal un poco de color a este lugar, mis ojos lo admiten. el problema continúa cuando el portarretrato mantiene intacta aquella fotografía milenaria, que nos sacamos en aquel lugar remoto durante aquellas vacaciones y qué diferente me veo, si hasta parecía contenta y todo.
Un detalle
camino. dos pasos adelante y me detengo. escucho una voz, quizás la mía o la de alguien de por acá y me grita, y me pide que le escriba.
entonces yo estaba mirando un cuadro y luego el marco del cuadro y luego la pared entera que contiene al cuadro y el enchufe y un espejo, más allá un sillón sin almohadones. la lámpara en el piso me devuelve lo que queda de mi luz y se traga un poco. un florero ¿un florero? también en el piso y pienso que la alfombra, dadas las circunstancias quedaría bien en el techo, después de todo es azul y tiene rombos celestes. una vela amarilla consumida hasta la mitad y así veo la mitad de mi vida que puede ser ya, o en cualquier momento porque en realidad no lo se, y pienso en las palabras de una pantalla, no lo puedo creer, pienso en la cáscara violeta y que se apague la luz que quiero dormir pero no puedo, y camino y no puedo dormir , y me siento, otra vez, el espejo me mira, si, y pienso, qué pasa aquí, está lleno de lagos funestos, recuerdo el rostro de un niño escolar y el cuaderno de deberes y la hora de la merienda, pero lejos, solo para no recordar lo que no conozco, al fin.
Historia de mañana
Llueve.
Había amanecido temprano.
Sonó el timbre y por las escaleras se oyeron apresurados pasos.
Seguro que no esperaba a nadie.
Es decir, nunca iba nadie por allí.
Demasiado temprano.
Coincidencias, pensó.
El timbre debió haber sonado en otro lugar y quizá la penumbra y somnolencia en un costado, le he hizo creer que alguien andaría preocupado, buscando sus pasos.
Afuera un perro ladraba bajo la lluvia.
Diario de Ida
Heredé las notas de este Diario de Ida que utilizo para seguir viajando,
heredé las notas de este diario de vida que utilizo para seguir viviendo,
pero qué es viajar sino vivir, y recorrer ese viaje intrasubjetivo y al mismo compartido, dividido y dedicado, ese viaje de máquina móvil, de serenos bueyes, de campana y mariposa, que se hace con uno mismo y con todos.
Conquisté en el camino la cima de la esperanza misma, esa que no tiene nombre ni bandera, que no deja permanecer, que oscurece el paso de los pies bajo el suelo, esos que se tiñen con la tierra azabache y la acromegalia de la voz que insiste.
Esa noche, sobre la luna azul que alumbraba el vapor del barco de tu alma, hallé el devenir propio del que hablaba el gurú, encontré en el pacto de tus manos el significado de existir contra la corriente de acero, contra el milagro de no sentir, contra lo otro. Advertí que ya era interna en el hospital de tus palabras, donde no se curaban nunca las heridas.
Dimensión soledad
Algunas personas no comprenden el idioma de las palabras y prefieren comunicarse de otra manera, los ojos o las manos sirven de referente para conocer otras latitudes, salvaje dimensión que separa las batallas triviales de la razón.
Algunas personas aprenden a olvidar sin darse cuenta del mismo olvido, sin cargar a sus hombros la pesadumbre de un nombre o un tibio recuerdo en sepia, sin la calidez de una llama tenue que se debate entre humo y efervescencia, entre peligro y dolor.
Algunas personas caminan en el aire, se perfuman de mariposas, se bañan en el tumulto de las sábanas de seda y corren en libertad hasta perderse en montes lejanos.
Atrapada
Apresada a su sombra, cayó de bruces aturdida entre las voces que conformaban el silencio palpable y explícito de su habitación, interceptada por las manos de un hombre.
Asalto entre el tumulto de flores y plantas verdosas, esculturas de mármol, ángeles pequeños que prometían la inocencia del primer amor, ventana engullida en el follaje de los árboles milenarios y ese viento nocturno que intenta esconder lo que el día muestra.
A media luz, en susurros, las caricias parecen arrancadas de la piel cual una flor carnívora, maldita sirena asesina del bocado animal en acción.
Por encima de su cuerpo exacto, medida por la escala de la luna y los astros azules de alquitrán, viajaba el augurio que, pasada la medianoche, olvidaba la promesa del principio y volvía a comenzar.
Nuevo mundo
Pasos
Había caminado varios días en silencio y no le quedaba más aire por respirar que el de su propia conciencia. Las manos, congeladas por el frío inquebrantable del amanecer, parecían antiguas estampas de mármol. Los pies evitaban permanecer mucho tiempo apoyados en el suelo, atiborrado de escarcha transparente, y seguían, de modo, un andar rítmico, acelerado, como transitando las horas a pedal por aquel campo.
El cuerpo era la excusa que congelaba por fuera el dolor interno.
Varios días lo alejaban de su vida, su vida ya no podía esperar.
El camino ni siquiera había sido escogido por él, sino por su inconfesable delirio de perderse.
Ceder
Bajo un cielo plomizo que prometía nunca prometer alegría,
ella se deslizaba hacia el pasado,
oscuro laberinto de papel;
recortando por encima de las sombras las ansias de sobrevivir.
Era muy tarde ya
cuando creyó escuchar una voz,
templada y revuelta como arroyo despoblado,
una penetrante voz, de la cual desconocía
el origen; entonces las palabras perdidas recuperaban su rumbo,
y el tiempo de espera llegaba a su fin.
Animal
Frío, oscuro, congelado, un sorbo de ese hielo atraganta las ganas de respirar en una garganta transparente, descolorido juego de cerámica, piezas cubiertas de miel y veneno de azufre. Un grueso nudo en el recoveco de la piel, donde van a parar deseos quiméricos de urgencia, desprende un fluido de voces solapadas bajo la lumbre de la carne turgente. El apuro de la noche, el intento de trascender. El vacío. El formulario sin atributo, el matasello del mendigo. Náuseas dentro de un tejido blando, coágulo de sal. Hormonas, aguas cálidas, neuronas, Animal.
Inmunidad
Desangrado el cuerpo
de los excesos del pensamiento,
lo envolvía un misterio
de calle, fluidos que contaminan
con sal la maleza de los labios.
Una boca sin pincel,
dos manos que retroceden,
la canción en el silencio,
la verdad en el baúl.
Así la noche contaba los minutos
que restan al amanecer,
sangrando en susurros;
Vivir y sus consecuencias
El sol del verano encendía aún las últimas horas de la tarde, esas que simulan apaciguar el agobiante calor del día, y todo parecía transcurrir en calma.
Aquella playa, hermosa, dulce y serena, tan santa como su nombre, entonaba el sonido de las olas que rompían en la arena, y el murmullo de la poca gente que quedaba, le daba un temple de liviana pasividad.
Ella entró al pequeño mercado, como tantas veces había creído hacerlo, y saludando a quien atendía se acercó al puesto de frutas. Su piel aún no daba señales concretas de estar en verano, ya que los últimos exámenes de la carrera la habían privado de vacaciones largas, como las de antes. Pero algo había en ese sitio que lograba atraerla. Había pasado algún tiempo, años de lejanía y paréntesis.
La tierra
Solo el aroma de la tierra puede devolvernos una parte de lo que vamos perdiendo a lo largo del tiempo, de los dias, de las horas. Solo el empalme lento de la soledad puede transformar en sabiduria una mala pasada, un enlace, un trunco final. La tierra mojada de la mente escapando a su aroma, la polvora y la polvareda. La noche inorganica, su sustancia. Obedece el cuerpo a esta agonia de la lucha clandestina en encuentro con lo que parece ser la contracara de una verdad manchada. Solo el aroma de lo inerte se refugia en nosotros para quedarse. Y permanecemos, asi, presentes, como desvastados.
Mar en suspenso
Cuerpo de mentira
Estaba dormida cuando sintió
aquellas extrañas voces alejándose
de su sueño, formando círculos de humo
alrededor de su cabeza, dibujando sonidos
que no supo descifrar.
Permanecía dormida cuando sus manos
se hundieron en un cúmulo de nubes, espesas
como un manto de tierra fértil.
Su boca cerrada miraba al cielo
y las voces repetían la letanía de
una melodía dulce y urgente.
Muñeca
La Reina
Fiebre mojada
Mirando hacia el frente, como en un escenario,
dirigía sus ojos entre paredes vacías,
apuntando a la luz escarlata del fondo.
Se mecía la sombra de su vida en tinieblas,
espejo del hermoso canto de cisne,
raíces fundidas en aguas espesas,
puñado de piedras sobre sus pies.
Viajaba junto al movimiento del péndulo,
desde aquí hacia allá; su piel, un milagro,
desmayada en la solicitud de sus entrañas,
calcinada por la sangre que mancha la
conciencia de la noche;
Cristales
Una esfera de cristal que sabía a lluvia, a orquesta;
lluvia de granito, rodó con ansias en torno a la
tiniebla enrojecida por la rabia de la noche,
furioso paréntesis.
Gotas de una próxima vida, carne y salud.
La maravilla de entonces no hacía mas que
tomarme de la mano y beber del polen lento de
mi desilusión, despilfarro de imágenes,
trágico volver a empezar,
desde entonces.