Todas las entradas de: Celeste

Ceguera sin don

No quise perderte en los surcos de un camino angosto,
de la puntualidad del tiempo.
Ni siquiera intenté despistar el perfume de las
hojas, que perdidas en el trajín no daban respuesta.
Ni siquiera los pasos que se apartaban del laberinto encontraban
la tibieza que envuelve un sueño blanco, casi vuelto a soñar.
Es que el mundo se había detenido en las callejuelas
del fracaso. Los escrúpulos ahora pedían permiso para pasar.
La tierra decoraba con su negro perfecto
la tranquilidad de un dulce regocijo.

Aquí estoy

Debe existir una pausa que suplante
el milagro de los escalofríos,
que convierta en abril seis meses posteriores.
Que responda a las palabras del tiempo, que
proponga una tregua. Que se llene de tristeza,
que se enfrente con el zócalo del profundo adiós,
que incendie multitudes,
que se vista de fantasmas solo por decir: aquí estoy.

Inhabitado

Por los resquicios de una cáscara envuelta en papeles de ciruela,
viajaba una copa vacía, que simulaba resquebrajarse, mientras
se dejaba llevar por las gotas de aquel mar, que era el mar muerto.
La noche no le devolvía más que el eco de sus propias palabras, teñidas por la herrumbre del confesionario angelical; que en sus sueños simulaba ser un palco con cimientos inexistentes.
Había invertido en palabras más de un siglo de desilusión, bordeado por un dulce fuego que no quemaba más que el contorno de sus tibias manos, y de aquellos universos que mañana tocarían su puerta sin razón alguna.
El futuro ya formaba parte de su pasado, tejiendo una nube de exquisitos relámpagos, que invitaban a la soledad a compartir el llanto. Sigue Leyendo...

Verbena morirá

En algún momento debemos creer en algo.
Aunque quizá no del todo, o sólo un poco.
Aunque parpadiemos frente a las mentiras, frente a los supuestos, frente al fluctuante verso que encierra la verdad.
Aunque no entendamos por qué nos lleva tan lejos, el estar empecinados con remotas reminiscencias cargadas de nada. Que probablemente no existan -¿que probablemente no existan?- .
Aunque no entendamos por qué buscamos esa respuesta; aunque nunca empecemos por la pregunta.
¡Cuánto tiene de maravilloso creer en algo que sólo nos da interrogantes! que nos otorga la inmensidad del vacío para sentirnos libres, desmigajados, violetas. Sigue Leyendo...

Puertos de Mal II

Algunas horas se interpretaban como insoportables paréntesis que aumentaban en ella, algo parecido a la ansiedad.
Otra vez el tiempo -enemigo íntimo- burlándose de sus intrépidos sentimientos de muñeca derrotada; se desplazaba sutil y solemne frente a sus ojos de mármol destejido.
Qué desfile tan hipócrita, ese tiempo imperdonable, ingrato, como impenetrable, como oscureciendo la única luz de sus sentidos, ya atrofiados por la sal.
No existe el final si no se espera con abanicos, no existe una despedida que desnivele el tiempo, que abarque infinito, que trascienda la lucha sombría de la conciencia. No existe una razón.
Jugando a ser una pieza de tul, deshaciendo la lógica de una ciencia aparte -que aún debe descubrirse- escuchaba la danza de palabras perdidas, que entumecía hasta el más triste y recóndito deseo de abrazo. Sigue Leyendo...

Puertos de Mal I

-Creáse el mundo hoy!
gritaron los demás,
y se elevaron los espejos de una tierra inerte que nada prometía.
Aquello que simulaba ser un puerto, condecorado de dulces encuentros, no supo ser más que un par de banderas flameando aburridas. Sin firmar para afirmar lo sucedido, sin peros, sin identificaciones. Puertos que traen vaivenes y dejan desencuentros. Un silencio frío traspasaba sus películas, sus luces, sus inservibles monitores que informaban con retraso migajas de una parte de una vida que creía haber conocido; ni siquiera entendía como había caído en tal epidemia.
No podía librarse de la rabia del amanecer. Sin saberlo, estaba buscando algo, estaba buscando los restos de lo que ella era, engañada por una sensación indescrifrable, por un nudo de perfumes, por la maldita muralla de la lejanía.
(Nunca) más lo iba a volver a ver. Sigue Leyendo...

La continuidad de lo breve

Quizá pudiera entenderlo mucho tiempo después,
cuando su vida ya había tomado el rumbo de las
vitrinas adornadas por palabras a la venta.
Quizá porque ahora deambulaba sola, con el corazón lleno de escombros,
y un sombrero que le coloreaba las sombras.
No entendía la matemática de su tiempo ni la lógica de su vida.
Quizá nunca entendería por qué había llegado hasta ahí.
Y la noche, perdida en los agravios de un loco, se demoraba insolente.
Algunas lágrimas cruzaron la calle cual si fuese una fiesta –esperaban el escándalo- pero sus gotas de tiempo se disfrazaron de casualidad, de indiferencia, de azar. Sigue Leyendo...

Tu gloria

Desde algunos corazones esperaba el abrazo,
el motivo incierto sin nombre
que me llevaba hasta el ápice de tu encuentro
en el encuentro con la tempestad
con los milagros de las hojas,
con las fronteras donde volvemos
a nacer y a revivir,
con las fronteras amigas de una
noche nublada.
quería seguir existiendo, sí,
ya casi existía.

Tánatos

Había encontrado los colores aquellos que en un momento había perdido,
y pensó hasta desarmarse las ideas, por qué había transcurrido tanto tiempo
en soledad. Sin una máquina de triste sonrisa, sin un poema medieval, sin una
historia dantesca. Con una aguja de reloj cristalizada en la frecuencia de su aliento, con un pestillo entreabierto: con una luz apagada.
La capa la cubría hasta el suelo, disfrazando de noviembre las acercas desnudas de soledad, recorriendo el camino que no se recorre sino se regresa. La gruesa capa de ruina de añil robó los llaveros, tiró ceniceros, apagó los braseros, desvistió ángeles pordioseros de una ciudad que nunca imaginó existir.
El jefe era Tánatos, llevaba las flores: tres secas, dos rojas, sin moño ni fin.
Quedaba un perfume impregnado en los dedos; que por debajo de la capa asfixiaba a quien yo fui. Sigue Leyendo...

La pintura (otro destierro)

No había vuelto a pensar
hasta aquella madrugada.
El zumbido de un retrato
decoraba la pared,
semidesnuda.
Cuántas láminas
olvidadas en el tiempo
yacían desgraciadas
en el tumulto de arroz
que abrigaba el suelo.
Descoloridas, sí,
pero mágicamente iluminadas
por tentaciones;
esparcidas quizá
en el desván psíquico del lugar aquel
-del que no se regresaba-.

La pintura

De pronto miré hacia los costados
y los charcos habían desaparecido.
No podía encontrar aquel reflejo
-el de ayer-
Dos o tres gotas simularon
convencerme de que en algún
momento fueron una enormidad cristalina.
Alguien confundido en la pisada
-en la huella-
desbordó el charco de ayer
sobre la mitad del perfil
ensombrecido por las nubes descompuestas.
Quién iba a pensar que aquella
tempestad nunca había existido.

Cuando se resuelve ser valiente

Había pasado la tormenta.
Las luces de la calle tiritaban de frío, arrebatadas por el temporal de colores oscuros.
Reinaba el silencio, ese que se siente por los gritos, por las lágrimas de quien se ve desnuda por las palabras dichas, por los suspiros condensados en una mezcla de alivio y al mismo tiempo de pena. Acababa de concluir una parte de su vida, decorada con tontas tarjetas de despedida selladas sin tiempo, con palabras que flotaban aún en la habitación, frescas, como recién pronunciadas.
No podía derrochar más lágrimas, no podía ser tan cruel con ella misma. Otra historia inventada –imaginada- acababa de derrumbarse frente a sus pequeños ojos de soledad.
Cuando todo parecía formar parte de un sueño, una filosa espada la devolvió a la realidad. La trajo de nuevo desde el ayer hasta el mañana. Desde el hoy hasta el nunca más. Sigue Leyendo...

Para siempre

Los carteles, las palabras, las frases, las canciones, lo dicho, lo callado, los ojos, la idea, el miedo, los sueños, las ansias, tus ojos, tu cuadro, tu luna, mis noches, tu vida, la sal, la amargura, la partida, la huida, el silencio, la boca, los pasos, la luna, el adiós, la mentira, la verdad, lo igual, lo diferente, lo copiado, lo resuelto, lo original, la verguenza, la sangre, la noche, tu noche, mi noche, mi día, la magia, la sombra, tu sombra, tus ojos, los míos, mis sueños, mi muerte, la luz, la oscuridad, la penumbra, el temblor, la apariencia, la fuerza, la deshora, el milagro, la canción, los pasos, el libro, el café, la tortura, tu cuento, mi verdad, tus lunas, mis noches, tus sueños, mi muerte, la muerte, sin muerte, el espacio, el tiempo, el mundo, dos mundos, el contexto, el disfraz, el abrigo, el calor, mi incoherencia, la poesía, tu coherencia, tus ojos, tu antifaz, el azar, las manos, lo oculto, el culto, lo viejo, lo vivo, lo nuevo, lo mudo, lo roto, lo muerto, lo opaco, el brillo, lo logrado, el sello, el espejo, el reflejo, el jamás, el maquillaje, el nunca, el por qué, el no, el dolor, el ahora, el escondite, la tragedia, el desencuentro, la lluvia, el gris, las hojas, las letras, un verso, las nubes, la tarde, un sueño, el cielo, el tiempo, la flor, el juego, la partida, las lágrimas, la humedad, la muerte, la vida, la euforia, la soledad, la garganta, el desconsuelo, los gestos, la tristeza, el perdón, el hasta luego, el pozo, el tiempo, lo ambiguo, lo azul, lo efímero, las manos, la idea, la carencia, el arrebato, lo quebrado, lo olvidado, lo ceniciento, lo perdido, lo finalizado, lo concluído, lo muerto, lo inventado. Sigue Leyendo...

En medio del silencio

Ella estaba sentada en el viejo sillón,
piernas cruzadas sobre el almohadón rajado,
cara sin gestos,
acostumbrada por aquel entonces a la sabia resignación.
El esmalte brillaba opaco en sus uñas de madmoiselle, aceleraba su destino hacia la próxima noche, hacia un nuevo encuentro de vísceras llorosas, de entrañas sin consuelo.
Dos uñas menos, llevaba la cuenta de sus años en soledad, arrebatada por el óxido de la tristeza, por el desgastado y macabro carmín.
“Memorias eran aquellas de tu piel tan mía”, pensaba serenando su instinto en pasados remotos de juventud. Y dos ojos de confundido color, treparon por su cuerpo escarchado de hielo y de sombras. Sigue Leyendo...

Primavera

La continuidad de tus brazos
estrechó en mi memoria
un golpe seco,
un golpe que anunciaba un fin.
Había terminado aquella primavera
de mentira,
aquella canción de mal abril,
-aquella canción de vodevil-.
Lo cierto es que no había
certeza de tu presencia real,
si ya no estabas,
si ya no eras,
si quizá, nunca fuiste.

La quietud

Corría un tiempo diminuto
que inesperadamente terminó.
Dos líneas paralelas, al costado
del camino que llega hasta lo dicho
de lo no dicho.
Un pedazo de tiempo oscuro
recorrido a tientas,
a medias por la mitad.
El sonido que avisa
de un perfume,
de una presencia,
de un latir irresistible
de un corazón estrepitoso
y escondido.

Palabras

Un paso al costado,
escuchó.
Posó sus ojos en la vereda de enfrente,
donde un abismo de cemento la separaba de la mañana.
Algo del aire que corría simulaba precipitarse en bruscos remolinos, llegando hasta donde estaba ella,
dos pasos al costado.
Pensaba que quizás, tendría que pedir perdón por la tristeza,
como había hecho una vez el Maestro.
Acomodó de nuevo el estribillo que resonaba,
mientras que, inquieta, observaba la inmortal imagen de
la vereda de enfrente.

Dos voces

Faltaban dos horas para su muerte, y, sin embargo, presentía que ya estaba muerta.
Había traído el reloj, ese que no funcionaba, y lo había colocado en el centro de la habitación, como midiéndose a si misma.
Dos voces se cruzaron aguardando el momento en que el cielo tomaría la decisión.
Entonces se acabó, por un interminable instante, el mundo aquel que la abarcaba.
Quedaban solo restos de pasado sin sentido.
Quedaban mañanas iluminadas con amargas
lunas de papel.
Quedaban preguntas.
Dos voces tomaron distancia conteniendo el aliento que las acercaba. Sigue Leyendo...

De muerte

Aquella noche mis lágrimas no brillaban. Ni siquiera relfejaban dolor. Las ventanas cerradas y la luz apagada, la muerte consigo me llevó.
Me miraba con lástima pero sin compasión. Me devoraba tranquila, por partes. Me desmigajaba en silencios, en suplicios. La muerte pensó que mi vida había llegado a su fin. ¡Pero cuanta inactividad desesperante! que de un momento a otro me hizo revivir. Y luchaban mis manos y luchaba mi cuerpo y mis pensamientos deseando salir. Pero aquel tormento de negra mortaja con llaves y trancas me hizo dormir.
Será un sueño eterno, pensé en un momento. Será que la muerte se apoderó de mi.
Me alejé un instante y la miré a los ojos, pensando en pedirle que se vaya de aquí. Pero en ese momento ya nada quedaba, ya nada existía: ni yo, ni quien fui. Sigue Leyendo...

Círculos

Disciplino el pensamiento para que no sea capaz de volverse en mi contra.
Examino las palabras y busco cuidadosamente, las mas adecuadas.
Pero no encuentro palabras que contengan una explicación. Solo contienen los resabios del miedo. Contienen angustia, dolor. Pero algo advierto en esta perturbante circularidad que es la vida: una sinapsis de la cinta que ya pasó.

Poco tiene de particular este mecanismo, la primera parte, es decir, la original, y la última parte, que es muy parecida a una copia y que también es la primera porque en círculo se repite. Sigue Leyendo...

Un gusto

Hacía tiempo ya que había adquirido la costumbre de tomar el café sin azúcar, no por un tema de cuidar la figura, simplemente porque le sabía mas intenso a su gusto. Además, la pureza del café no se conservaba al agregarle otras sustancias.
Le agradaba utilizar un pocillo grande, en lo posible de color oscuro. Pero el contenido solo rozaba, apenas, la mitad de la taza.

Tus ojos

Quiero responder a tu pregunta.
Voy a contarte un secreto.

Tus ojos buscaban en mi, una acción inmediata.
Algo distinto.
Caminaban sobre mi cuerpo tejiendo agujeros, dejando espacios. Huecos.
Un día los encontré cerrados y contemplé, entonces, su belleza. Estaban dormidos. Escondidos del mundo. Que maravillosa mirada la de tus ojos suaves y dormidos.
Allí adentro me encontré con muchos ojos mas, todos tuyos, todos tuyos y mios.
Era la delicadeza de un perfume exacto, de una noche clara y fría.

Fugas

Mirándolo a los ojos con natural ternura, le mostró algunas cartas que guardaba como tesoros. Dos poemas tristes, una canción por la mitad que ella no había escrito. Todo formaba parte del hermoso proceso de conocerse y descubrirse, que compartían hacía ya mucho tiempo. El aprendizaje que llegarían a hacer sobre ellos mismos, los sorprendería mucho más de lo esperado.

Todo parecía en orden, la ventana descubierta dejaba entrar dos rayos de luna, que admiraron juntos hasta volverse locos de tristeza, dándose cuenta, en silencio, de la vida tan sencilla que llevaban. Sigue Leyendo...

Miedo

¡ Que bien se siente regresar a vorem, a pesar de nunca haber salido de el !
totalmente espontaneo,
hoy,
este sentir, ya que hace unos meses pense que vorem había cerrado, caducado, desaparecido, o no se que cosa pensé que me hizo desesperar!
debo confesarlo,
no se que problema de servidor andaba funcionando mal, cuando adverti en la pantalla el bloqueo de esta querida pagina,
hasta que pensé, como recuperar la gente que vive en estas letras,
como volver a encontrarte, Diesel, mi primer amigo…
como encontrar nuevamente la belleza de la palabra sin contexto!
hoy vulevo a colarme por estos vericuetos de los que nunca, nunca salí. Sigue Leyendo...

Lágrimas y estrellas

Un par de lágrimas no tienen todo el consentimiento del pleno dolor.
Unas cuantas lágrimas embellecen el rostro, sensibilizan los sentidos, refrescan el instinto.
Funcionan como un par de estrellas fugaces:
iluminan, caen, se derraman, terminan siendo eternas (siempre eternas) y lejanas.
Terminan siendo un recuerdo,
o casi nada.

Descubrirte

Se que me está esperando en alguna parte
Porque estoy segura de que existe
Lo imagino recorriendo mapas perdidos y noches absurdas
Ha de llegar a mí algún día
O alguna inesperada noche quizá
Cuando mis ojos de luna se llenen de abismos
Se que existe porque no podría imaginar el vacío de un cuerpo transparente
Que llega y se despide tras el vapor de un tren
O el sonido de las campanas
Existe porque el tiempo es el gran sabio
Que todo lo sabe
Y el tiempo responde

Junto a mí

No se te vaya a escapar el tiempo
no,
No se te vaya a escapar el instinto de alejarte
o de acercarte a mi,
No vayan a oscurecer tu cielo
heráldicas nubes,
tu que sos tan claro
y tan indiferente
No vayan a matarte los viejos puñales
no,

de Amor eterno

Será porque vuelvo a elegirte aún en las sombras,
en los cimientos de una nueva aventura o desventura,
será,
porque las noches prometen,
porque las mañanas olvidan,
y el mundo de porcelana creado bajo las estrellas,
bajo tus estrellas
se hunde en mi más onírico deseo de amor eterno.

La revolución interior

Si la revolución suena a desajuste, ¿a qué suena la pasividad y la calma?
¿A qué nos referimos cuando hablamos de conciencia, de inconsciencia, de credibilidad o de astucia? ¿Qué significa la locura?
Si los límites no siempre actúan como límites y el contexto en que vivimos no es mas que un aislante de nosotros mismos.
No quiero interpretaciones confusas, aunque se trata del libre albedrío, hablo de la revolución a nivel personal, partiendo de algo tan ínfimo como nuestro propio germen o semilla, que luego se convierte en algo mas y mas grande y complejo. Sigue Leyendo...