Archivo de la categoría: Cuentos

Cuentos

Cocoluto el Magnífico (Cuento Africano)

La luna roja lanzaba su luz sangrante sobre el Bosque Petrificado donde los hechiceros de la muerte y las envidiosas brujas del mal, realizaban uno y mil conjuros para destruir la fuerza de voluntad de Cocoluto quien, en medio del poblado, en pie, no doblaba sus rodillas, por más que aquellos lo intentaban, ante del ídolo de los namaqua. Los brujos mandingas habían acudido en masa para ayudar en aquella mascarada de sangre y muerte…
Cocoluto sabía que le quedaban apenas unas cuantas horas de vida antes de ser quemado vivo. El olor del fuego se extendía por toda la selva y el aire, caliente, abrasaba la piel de ébano de todos los fieros guerreros que bebían y se emborrachaban, pintados sus cuerpos por pinturas de rayas y círculos azules. Todo era un Círculo de Muerte alrededor de Cocoluto el Magnífico. Sigue Leyendo...

Míster Meón (reedición)

Esta es la historia, amigos y amigas lectores y lectoras de Vorem de un niño humilde que estudiaba en un colegio de la ciudad de Madrid. Un colegio público del Estado cuyo nombre era “Lope de Rueda”.

Pues el caso es que aquel niño humilde tenía siempre un sonrisa maláncolia pero no triste como sus compañeros pensaban sino alegre en su interior. Aquel niño humilde era feliz. Y ya se sabe que la felicidad siempre despierta envidias en los niños de mal corazón.

Resulta, siguiendo con el cuento, que un compañero llamado Fornier y otro llamado Saturnino (niños matones ellos) se pusieron de acuerdo para insultar contínuamente al niño humilde que sólo iba a la escuela a aprender letras… Sigue Leyendo...

La bodega.

Cuando los tiempos eran de aquellos en que el verano resultaba caluroso y ardiente, en la aldea del despótico oligarca don Benito la bodega de Salvador se llenaba de parroquianos que pasaban el día jugando al tute arrastrado durante horas que se hacían interminables. Siempre estaba allí, presente de cuerpo entero, el despótico Benito discutiendo por un azucarillo de más o un azucarillo de menos.

– ¡Que os tengo dicho a todos que por cada café, en mi bodega donde sólo mando yo, únicamente corresponde un azucarillo por café!… ¿entendido chusma que sólo sois chusma?… Sigue Leyendo...

EL MINERO MISTERIOSO

En una calida tarde de verano, tumbada sobre la arena, mis senos se mostraban desafiantes, traviesos ante el ardiente sol del mediodía, el calor me obligaba a sumergir los pies, en las heladas aguas del Atlántico. La marea estaba mucho mas baja que habitualmente.-Bordeando las rocas me iba sumergiendo cada vez mas, de pronto tras una roca una endidura daba paso a un oscuro tunel que se dirigía directamente hacia el mar. -Cuando, con dificultad lo hube recorrido por completo, de un salto me encarame a una roca, para mi alborozo, ahí estaba; era una preciosa playa con forma de concha..! -Menudo descubrimiento!, después de 10 años, veraneando aquí y sin saber de su existencia…. ya en ella me dispuse a explorarla en su totalidad. Sigue Leyendo...

“La esfera”

Al abrir la puerta de su laboratorio, se encontró al otro lado con una
esfera enorme y roja, lanzaba unos rayos que centelleaban por toda la
sala de color púrpura preciosos, muy nervioso y atraido por esos colores,
se sumergió en ella, la ¨Bola comenzó a girar a la velocidad del vértigo,
despegó, mas tranquilo se sintió como un viajero en el tiempo, pero un poco
triste, pues se había convertido en un prisionero de su propia vida…

EL DESEO

Había en la calle Marcelo Usera varios vendedores del TOP manta con películas y CD piratas, algunos te enseñaban la mercancía medio a escondidas por si venia la policía.
yo no tengo costumbre de comprar, pero en esta ocasión me pare y me puse a rebuscar música buscando a Triana, por fin encontré el CD de Triana y sin mas dilación corrí a mi casa a escucharlo, cual seria mi sorpresa, cuando en vez de la música de Triana se escuchaban unos cantos con tambores y flautas. De pronto pararon y una voz ronca empezó a decir lo siguiente: Este CD es especial y solo pueden usar su poder las personas especiales, tienes derecho a un deseo, pero piénsatelo muy bien, pues si es un deseo egoísta se te puede volver en contra. Sigue Leyendo...

La Pequeña Caja de Sorpresas (pequeño cuento)

En un rincón muy pequeño de una plaza muy pequeña de un pueblo tan pequeño que no aparecía en ningún mapa… había un mago que trabajaba, siempre, con una pequeña caja de sorpresas. Nadie de allí conocía su verdadero nombre, pero como sólo trabajaba los domingos todos le llamaban Domingo.

Domingo llegaba, colocaba su pequeña mesa de madera de esas de las llamadas de tijera y colocaban su pequeña caja de sorpresas para el deleite de los pocos que acudían a verle actuar. La mayoría estaban siempre ocupados en ver las grandes proezas de los Grandes Magos que acaparaban los lugares más estratégicos y visibles de la pequeña plaza. Sigue Leyendo...

Antes del ocaso

– ¿Y entonces, qué le dijiste?
– Nada, comprendí que tenian muchas cosas en común y que yo salia sobrando entre ellos. Nada podía hacer.
– Pero, ¿y tú?
– No tengo porque sentirme. Los sentimientos son sólo una respuesta a lo que a uno le concierne. Lo de ellos no me preocupa en absoluto.
– Te creo, más no suenas feliz.
– Admito que me dolió, que lloré en muchas ocasiones, quisiera que las cosas hubiesen sido diferentes. Juntos, hubiese sido otra cosa. Pero, nada.
– Quisiera que sonrieras.
– ¿No me has visto hacerlo hoy, cuando lo de la fogata? ¿Crees que fue falso? Has visto cómo sonrío, ¿crees que eso puede fingirse? Sigue Leyendo...

El olmo (Cuento) – Tercera Parte.

Carlos llegó al pequeño y humilde pueblo de Las Tres Cruces cuando ya el sol estaba en todo lo alto y la atmósfera era caliente y muy pesada. Todos le vieron bajar de la vieja tartana que le traía de la Gran Ciudad. Todos le vieron atravesar las estrechas calles del pueblo con la gran caja de madera entre sus forzudos brazos, pero nadie dijo nada. Todos guardaron un profundo silencio.

Carlos rebasó el pueblo, anduvo por los campos y llegó hasta el viejo y centenario olmo. Allí se arrodilló sobre la dura y seca arena bajo la cual descansaban los huesos de su querido abuelo. Dejó la gran caja de madera allí mismo. Sigue Leyendo...

El olmo (Cuento) – Segunda Parte

Un día apareció en el pequeño pueblo de Las Tres Cruces un automóvil superlujoso. Una dama de pelo blanco y de edad indefinida se bajó de él, justo frente a la puerta de la humilde casa de la familia Carlos. Era Tía Enriqueta, la supermillonaria Tía Enriqueta que venía sonriente y que dejó estupefactos a todos los lugareños por sus ademanes de alta alcurnia. Dio la orden a su chófer de que esperara un momento y llamó a la puerta de la casa.

– !Tía Enriqueta!. ¿Qué haces aquí? -la recibió desconcertado el humilde y casi analfabeto Carlos.
– !Haz rápidamente la maleta que te vienes de inmediato conmigo!. Sigue Leyendo...

El olmo (Cuento) – Primera Parte

La vida en aquel pequeño pueblecito era una especie de historia sin emociones, sin aventuras por vivir, sin más cosa que trabajar de sol a sol para arrancar a la dura tierra unas pocas patatas, algunas cebollas y poco más. A eso se sumaba el ordeño de las flacas vacas y el engordar al cochino para la época de la matanza. Por eso Carlos estaba descontento, siempre viendo el escenario de su vida como si de una estepa solitaria se tratara. Añoraba la gran ciudad, los escaparates elegantes de los grandes comercios, ver pasar a las gentes de un lado para otro corriendo siempre por llegar pronto a alguna cita. Sigue Leyendo...

Un día extraordinario

La pregunta que más me inquieta: ¿por qué puso Dios tanta inquietud en mis ojos después del sueño en que morías?

Por eso creo que la de hoy ha sido una mañana extraordinaria. En una librería particular vendían libros pequeños a precios altos; en una esquina, un pordiosero tocaba su guitarra con la maestría de un consumado concertista; a la entrada de un edificio, una mujer instruía a su esposo acerca de cómo lograr un sazón excelente para los frijoles del almuerzo mientras ella, muy coqueta y acicalada se disponía a salir en un sospechoso paseo; había enemigos que ayer eran amigos y viceversa; Sigue Leyendo...

Incórporeo

Ese día hacía calor en La Habana. Por eso la gente se extrañó de su atuendo de invierno. Lo vieron atravesar el Paseo del Prado, rígido como un robot, el portafolio en la diestra. Venía caminando desde el Barrio Chino, pero solamente después de subir y bajar la escalinata del Capitolio, fue que notaron su presencia. Todos oyeron una voz que partía desde la base de la escalinata: “¡Ataja!”. Un muchacho se interpuso en su camino con los brazos abiertos. Pero fue como si lo atravesara un soplo cálido. “¡Ataja!”, repitieron. El hombre seguía adelante. Cuando transitaba frente al edificio del Tribunal, se le abalanzaron un custodio y un policía. Sigue Leyendo...

Don Oso el Perezoso (Cuento)

Érase que se era un Don Oso Perezoso al que le encantaba mucho echarse largas siestas y también dormir mucho para no tener que ir a trabajar.

– !Que trabaje Rita la Cantaora! – solía pensar Don Oso porque le gustaba mucho chupar las bolas de sal de las ovejas de su vecino.

Pue bien; ocurrió que al tal Don Oso Perezoso le encantaba tomarse todos los tarros de miel que iba reuniendo, poco a poco, trabajando como hormiguita, Doña Mónica. Los tarros de miel, las botellas de leche, los jamones, en fin, toda la comida iba desapareciendo como por encantaminento. Sigue Leyendo...

El fuego del hogar

La sentencia le retumbó en los oídos, repercutiendo con la fuerza ancestral de centenares de miles de residencias.
—El fuego del hogar es sagrado —dijo él. Estaba aburrido y quería hacer algún comentario.
— ¿Sabes por qué? —preguntó ella, más por seguirle la corriente que por un verdadero interés.
— Es otro de los resultados de la evolución. El fuego, además de brindar calor y ser el recurso para cocer los alimentos, con lo cual se digerían mejor, brindaba protección contra las fieras que merodeaban.
Ella se recostó cómodamente en el alto espaldar de su silla, reflexiva. Sigue Leyendo...

Los dos gorriones

En el principio de los principios de la nueva era, después de la horrible Segunda Guerra Mundial, allá por finales de la década de los 50 o principios de los 60 (que en eso no se ponen de acuerdo los cuentacuentos), hubo un par de gorriones (macho y hembra) que se amaban tan profundamente que, muy poco tiempo después, nacieron cuatro pequeños huevos en el nido que, con enormes esfuerzos, habían construido los dos entre las ramas de un peral. La gorriona hembra se pasaba todas las horas dando calor a sus futuras crías mientras el esforzado y valiente gorrión macho bajaba a la tierra a buscar semillas y otros alimentos con los que alimenta a su amada gorriona. Sigue Leyendo...

Martínez (Cuento)

Martínez está tomando su siempre penúltimo martini en el Bar Los Zagales. Unos zagales pasan por la calle armando alboroto en medio del silencio de la mañana. Martínez apura su siempre penúltimo martini. Tiene un pequeño sueño en su interior. Bebe para intentar olvidar al poeta que le dijo: “No se supera jamás el dolor con la bebida excesiva”. Pero Martínez no puede dejar de amarla.

Ella, mientras tanto, espera en el hogar vacío. Ella está queriendo dar el primer paso pero lo que en realidad sólo desea es que Martínez salga del Bar Los Zagales y se presente con un ramos de rosas y un poema que diga así: Sigue Leyendo...

La Ribera

Las aguas del Río invisible estaban algo inquietas, la superficie deambulaba de un lado a otro.
Un joven viento ,influido por su fluidez, dejaba hermosos surcos sobre las aguas transparentes.
Estos surcos formaban pequeños montículos que iban reflejando los rayos de Sol que fingían bañarse.
La orilla del Río, esclava de su propia libertad, devolvía a cada atrevido surco al lugar del que venían, el juego era perenne y perecedero al mismo tiempo.

Damián entre las sombras y el silencio.

Damián vivía en un rincón de la vieja casa de Doña Julita. No tenía más posesiones que un montón de billetes antiguos que ya no podía cambiar por moneda alguna. Así que Damián era, verdaderamente, pobre.

Doña Julita, apiadándose de Damián, le dejaba dormir en un antiguo camastro que había heredado de su abuelo; un tal José Luis Caja y Velasco-Blázquez que se las daba de marqués para darse importancia pero que sólo era un simplón empleado de Banco. Había sido, en sus tiempos, empleado de la Caja Rural de Salamanca.

Y a su barco le llamó “Libertad”

Tan solo un pequeño bolso como único equipaje le esperaba en el suelo del pequeño recibidor de aquella casa en la que había vivido tantas emociones y desengaños a la vez. No necesitaba nada más, llegó al lugar vacía, y sin carga marchaba.
El día de su llegada vio el cielo abierto, vislumbró luces de colores en todas las estancias. La armonía y el entendimiento eran la base y el sustento del lugar.

Pronto diese cuenta, de que, tan solo era un escaparate todo aquello, poco a poco fue descorriendo las cortinas para ver la realidad que se ocultaba tras ellas. Sigue Leyendo...

Don Oswaldo (Y Tercera Parte). Cuento corregido.

– !Es verdad!. !Ahora me acuerdo!. !Felisa!. ¿Cómo no recordarla?. !Cómo me la arrebataste, bribón!. Pero… ¿qué fue de ella?.
– Felisa Alvarez Cienfuegos se marchó al día siguiente hacia Michigan, en los Estados Unidos, porque su padre, el famoso pintor, decidió trasladar su taller artístico a la ciudad de Detroit… mas todavía conservo, intacto, el Atlas de Geografía Universal que me regaló aquella misma tarde, paseando por el parque de El Ejido, con una cruz marcada sobre el lago Eire.

Baja Don Oswaldo, como todas las mañanas, camino de su hogar. Don Oswaldo, El abuelo del barrio, el soltero de 93 años que todavía tiene la mente lúcida como un clavel, lleva en la bolsa sus cinco panes de agua correspondientes y marcha hacia la Viteri. Sigue Leyendo...

Mordizco

Este cuento podría ser otra cosa, pero se me antoja que sea cuento, pues es mera ficción, ficción de la que difícilmente haya partidario. Y aunque esta noche pudiera escribir los versos más tristes… (escribo este cuento)

Había una vez, en un país fantástico, un cierto zagal que se quejaba de haber desaprovechado las oportunidades de demostrar su heroísmo, con una mezcla de resentimiento y desilusión. Tal vez hubiese sido un mejor él de haber seguido la receta de sus padres, ingeniosos hidalgos, o la buena nueva del ministro, beato inspirado, o los mecanismos de la vida, tan misteriosos como sabios, y con esto, se ilusionaba sobre sí mismo. Sigue Leyendo...

La Comuna de Pin8 (Cuento corregido).

A De2 se le hacen los dedos huéspedes cuando ve a la Tele5 desnudarse poco a poco antes de irse a dormir; pero Ca3 también bebe los vientos por ella y ya prepara su catre para ver si la Tele5 cae en sus redes. Sin embargo, la Tele5 les tiene muy tomadas las medidas a De2 y a Ca3 y no hace sino calentarles los sesos y los sexos a lo Ana Obregón pero no pasa de ahí. Y claro, De2 y Ca3 tienen que autosatisfacerse todas las noches. Mas quien no quiere sufrir sofocos por culpa de la Tele5 es 100Pies.

100Pies, cuando la Tele5 empieza a desnudarse, siempre se dice a sí mismo eso de pies para que os quiero, pone luego los pies en polvorosa y sale zumbando a darse una vuelta por las calles del pueblo. Sigue Leyendo...

Don Oswaldo (Primera Parte) Cuento corregido.

Sube Don Oswaldo, como todas las mañanas, camino de la panadería y sus sempiternos encuentros con la ensoñación. Sube con su bastón apoyándose suavemente en el duro empedrado de La Gasca y, de vez en cuando, detiene su lento y pausado caminar para levantar la cabeza y observar a la pimpollera mañanera que todos los días le dedica una sonrisa especial. !Don Oswaldo siempre con su ensoñación!.

Es día fresco y, a la sombra de un velador, Don Augusto, el jubilado arquitecto de la Municipalidad, dibuja sobre un ancho papel de pergamino, los últimos detalles de su penúltima construcción. Don Augusto es otro veteranísimo de las lides existenciales de aquella época no conocida por nosotros en que llevar una flor en el ojal de la chaqueta dicen que suponía estar enamorado de las sonrisas. Sigue Leyendo...

Gerardo, está usted muy ….

Ramón, el viejo pastor, subía por el caminito en dirección a la casa de su hermano Federico…
Las aguas empezaban a caer entre algún que otro paraguas abierto. Y Ramón a sus 90 años tan ágil como siempre, esquivaba la lluvia con carrerillas que lo resguardaban de mojarse, de portal en portal, hasta llegar a casa de su hermano mayor…

La comida estaba casi a punto, en las calles del pueblo prácticamente no había nadie, la lluvia descendía sin prisas, gota a gota, hasta desplomarse muy finamente sobre tejados viejos y sabios de tanto mirar. Y escuchar: “¡…de tejas para arriba no es del hombre!” Sigue Leyendo...

Y en el principio era Nada.

Hace muchos miles de años, quizás hace millones de años, había un lugar en la Tierra llamado Paraíso. Todo alí era pura naturaleza: montañas, ríos, árboles, animales… y un hombre eterno llamado Adán. Adán vivía muy contento poniendo nombres a todas las cosas y animales que, día a día, iba descubriendo en su eterno caminar; porque Adán se diferenciaba del resto de las criaturas allí vivientes en que sabía hablar, y quizás por eso, por sabler hablar, era eterno. Nunca estaba triste. Se ocupaba de ver, oír y experimentar la convivencia con todo lo existente en aquella paradisíaca naturaleza donde todos los seres vivientes morían y volvían a renacer a través de otras generaciones que perpetuaban su especie. Sólo Adán nunca moría… Sigue Leyendo...