El tiempo había desaparecido. Un vago recuerdo de sí mismo le dejaba sentir su vaga presencia, mientras la neblina descendía hasta lo más profundo de su mente. ¿Estaba muerto? ¿Era esa la sensación que se experimenta al morir? Un miedo inesperado le asaltó. Necesitaba regresar al lugar donde estaba. Necesitaba recuperar sus recuerdos porque no era nada sin ellos. Y entonces, se encontró al principio del camino, en el mismo punto en el que empezara a caminar, pero esta vez todo parecía diferente. Se fijo en el suelo. Alguien había dibujado con piedras un número 12. ¿Qué sentído tenía ahora ese número?
estaba cansado. Le dolía la cabeza. necesitaba ver a alguien y preguntar dónde estaba. Escuchó unos pasos. Alguien se detuvo ante él y mirándole a lo ojos se colocó sobre el número realizado con las piedras.
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Relatos
Invitacion (12)
Al cabo de un timpo de haberse quedado solo decidió que era hora de volver al hostal, se dispuso a anotar el titulo y autor de ese libro que lo elevó por largas horas, “Riesgo Calculado de Kathe… “. Quizas por la mañana siguiente se pasara por una libreria a comprar una copia de ese libro que lo llenó de energía y buen gusto. Cogió el libro, y camino hacia la bilbiotecaria, le entrego el libro y comentó sonriendo:
– Lo conoces?
– A quién ? (respondio ella)
– A nadie, si has leido esta novela?
Invitación (11)
Se entregó profundamente a la lectura. No había ningún otro mundo a su alrededor salvo el silencio… y una espesa nube blanca se apoderó de su cerebro. Una espesa nube blanca que le borró todo el pensamiento hasta dejarle honda y profundamente dormido. Los otros cinco lectores fueron abandonando la Gran Sala Azul espaciadamente. Llegó un momento en que quedó el solo con su hondo y profundo sueño que le hacía levitar…
Invitación (10)
En aquel lugar, a tanta altura del suelo que se veía, desde los ventanales, una panorámica completa de la ciudad, se encontraba un total de cinco personas ávidamente leyendo textos diversos. En la pared de enfrente, entre otras varias piezas pictóricas, destacaba La danza de Henri Matisse que, casualmente, también presentaba a cinco personas… solo que éstas desnudas y bailando cogidas de las manos. Aquel cuadro sobrecogió su ánimo por la gran fuerza plástica de las figuras y la expresión tan profundamente entusiástica de los músculos en plena tensión. Estaba alli prestado, momentáneamente, por el Museo The Hermitage de San Petersburgo. Una vez relajada su tensión lo primero que se preguntó a sí mismo fue por sus señas de identidad. Meditó un largo tiempo. ¿Quién era, en realidad, él?, ¿cuál era verdaderamente su búsqueda?, ¿Qué profunda motivación le había guiado hasta allí?, ¿Dónde debería ubicar sus parámetros personales?… y entonces comenzó a meditar en Juan Goytisolo y su Señas de identidad. Se lanzó, acelerado y nervioso, hacia el banco de datos del computador y encontró la referencia de aquella novela. Ávida y rápìdamente, sin importarle la inquietud de los cinco lectores que comenzaron a sentirse inquietos ante su nervioso ir y venir, se sentó ante una mesa solitaria y comenzó a buscar algún signo primordial. Lo halló en la página 45: (“familia, clase social, comunidad, tierra: su vida no pedía ser esta vez más que camino de ruptura y desapego… sin patria, sin hogar, sin amigos, puro presente incierto, sin señas de identidad”). Se sintió como un personaje joyciano buscando la experimentación de la utopía…
Invitación (9)
La Gran Sala del décimo piso de la Biblioteca Memphis tenía paredes de color azul. Dando la bienvenida se encontraba una maqueta, a escala reducida, del Atomium de Bruselas. El acristalado techo dejaba ver la esfera terrestre de la cúpula y en el pináculo las cuatro direcciones geográficas (norte, sur, este y oeste) estaban, cada una de ellas, acompañada de tres figuras simbólicas: el Norte iba presidido por la estatua de una diosa walkiria que tenía a su derecha un dragón sentado a sus pies y a la izquierda el mazo de Thor; el Sur iba presidido por la estatua de un guerrero watusi que tenía a su derecha un león rugiente y a la izquierda una lanza; el Este iba presidido por la estatua de un filósofo chino que tenía a su derecha un búho a punto de volar y a la izquierda una balanza; y el Oeste iba presidido por la estatua de una amazona selvática que tenía a su derecha una serpiente enroscándose en su tobillo y a la izquierda un arco con carcaj repleto de flechas…
Invitación (8)
En el décimo piso había un póster acrílico en la pared del pasillo, junto a la puerta de entrada a la Gran Sala Azul. Un póster de Herman Melville asomado a un puente, con una frase célebre del escritor neoyorkino: “El mundo es tan joven hoy como en el instante en que fue creado. La trillonésima parte de cuanto hay que vivir y decir no lo ha vivido ni dicho nadie todavía”…
Invitación (7)
Se acercó al supersónico ascensor y apretó el teclado del piso bajo. A los pocos segundos llegó el ascensor y se abrieron las puertas. Había un nítido cristal en el fondo. Se miró en él. Se dio cuenta de que tenía un fantástico parecido facial con Walter Scott en su etapa juvenil. Rubio. Los iris de los ojos de color de miel. Nariz recta y bien formada y pómulos llenos. Pensó en El canto del último trovador y después de teclear el piso décimo, el último piso de Memphis, rememoró que su lectura le había producido, años antes, el encanto del rancio sabor de las nuevas aventuras. El ascensor se detuvo en el tercer piso y entró una joven pareja besándose ávidamente. Se introdujo aún más en sí mismo prefieriendo el sentimiento a la razón, la naturaleza salvaje a la civilización ciudadana, el bárbaro primitivo e ingenuo al hombre calculador y materialista de la posmodernidad. La pareja salíó del ascensor en el séptimo piso y él siguió subiendo… subiendo… hasta llegar a su destino…
Invitación (6)
-¿Te puedo ayudar en algo?.- volvió a preguntar ella. Entonces se dio cuenta de que aquella voz metálica no pertenecía a un ser humano. Era una robot. Una bellísima humanoide con inteligencia propia. Se atrevió a contestar. – Busco referencias de camino… pero de camino humano… – ¿Con qué persona, animal o cosa te identificas? – Sólo con el aire, porque no importa la meta, la llegada, la estación… sino solamente el camino – Sube entonces al último piso. Y la bella humanoide se marchó dándole la espalda. De un retrato de anciano con cabello canoso y largas barbas blancas surgió una voz: “La emoción callada, honda y contenida, dará sustancia al alma que inicialmente vacila pero luego toma fuerza en el dominio del aire que la abrirá a la vida”. La mirada del anciano retratado parecía dirigida al infinito…
Invitación (5)
No supo que contestar en un principio. Las horas del reloj anunciaron las seis de la tarde. En el exterior, la niebla se había difuminado y dejaba paso a una tenue luz que entraba por los cristales y hacía brillar a la enorme araña del suelo que parecía querer caminar. Caminar. Esa era la circunstancia que le había hecho llegar hasta allí. Caminar. Y se quedó mirando a la desconocida…
Nota.- Compañeros grekosay y diesel, me he enamorado de vuestra idea y os aporto mis participaciones en este relato encadenado. Espero que aún más amigos y amigas del Vorem se unan a esta colectiva obra. Ardo en deseos de saber c♀mo va a continuar. Un abrazo, compis…
Invitación (4)
La Biblioteca Memphis era un verdadero palacio de cristal de diez pisos de altura en cuya cúpula lucía una gigantesca esfera con los cuatro puntos cardinales enmarcados en un pináculo que se elevaba hacia los cielos. Al llegar a la puerta de bronce, dirigió su vista al letrero de la entrada: “Bienvendio a Memphis. Apriete el botón de la derecha y en veinte segundos podrá usted entrar. Desactive su móvil, por favor”. Apretó el botón indicado. Un letrero luminoso se encendió y surgió una frase: “Dulces furores, dulces desdenes, dulce aplacamiento, dulce mal, dulces penas, dulce carga, dulces palabras dulcemente comprendidas, dulce furor seguido de dulces llamas (Francesco Petrarca)”. Entró con el corazón agitado en la Sala de Recepción y se dirigió lentamente hacia el panel donde estaban consignadas las diversas secciones. En el suelo de mármol pulido, se dibujaba una gigantesca arña lenticular. Y entonces, cuando comenzaba a escudriñar aquel panel multicolor, se dio cuenta de que alguien le observaba. Giró la mcabeza cuarenta y cinco grados hacia su derecha. Allí estaba. Era una joven belleza enigmática. Con ojos ambarinos y el cabello refulgentemente cobrizo. – Hola, ¿te puedo ayudar en algo?…
Invitación (3)
En esta nueva dimensión, calculó las posibilidades orbitales que tenía para poder penetrar en la densa niebla de la ciudad. Le costaba caminar. La gente le miraba escondiendo sus ojos tras las gafas protectoras de contaminación. Tenía hambre. Compró un par de manzanas sintéticas y aprovechó para descansar un rato. Ahora le tocaba el turno de entrar en aquella biblioteca. En único lugar donde podría encontrar recuerdos de lo anteriormente vivido…..
Una invitación a la literatura (2)
Rápidamente, con la urgencia del trasladador de dimensiones, se vio envuelto en la transitiva emoción de deambular por las aceras acuchilladas del estío. No tenía equipaje y ningún punto geográfico al que dirigirse. Y estaba en plena ciudad, rodeado de múltiples “caminos” en forma de luces de semáforos y ojos de viandantes que parecían decirle !a dónde vas!… Tenía que empezar a aprender a leer una nueva dimensión de la vida en las parábolas del aire…
NOTA
Adelante, escritores y escritoras del Vorem. El inicio de este relato es de grekosay. Pide que juguemos a hilvanar textos y realizar con todos ellos encadenados una creación global. Aquí está mi aporte. Adelante. Que otros voremios y voremias sigan aportando… y crearemos algo que de verdad tenga gran importancia porque será un sentimiento conjunto, una dadísta identidad de nuestro íntimo planeta.
Una invitación a la literatura
Preámbulo
Quisiera ofreceros a cuantos deséis participar en esta invitación a encadenar textos. creo que es una forma de compartir, de aglutinar, o de abrir nuevos caminos creativos. Es una experiencia ya vivida por autores de otras épocas, o aquellos juegos literarios que el dadaísmo entendía como “delirirantes expresiones de su identidad”.
SIN TÍTULO
Le hubier gustado ser caminante. Algo que había descubierto en su interior. Caminar por cualquier parte, sin rumbo fijo, pero deteníéndose para ser consciente de la belleza, la fealdad, la inocencia, la debilidad de todo cuanto pudiera rodearle. Caminar como forma de encontrar el “camino”. No importaba la meta, la llegada, la estación…sino el hecho en sí de seguir hacia adelante…
Tu rostro habla por tí
Hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subirlas se encontró con una puerta semiabierta, y lentamente se adentró al cuarto. Para su sorpresa se dió cuenta que dentro de ese cuarto había mil perritos más, observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los mil perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo: “¡Qué lugar tan agradable, tengo que venir más a visitarlo!”. Tiempo después otro perrito callejero entró al mismo sitio y al mismo cuarto, pero este perrito al ver a los otros mil perritos del cuarto, se sintió amenazado, ya que lo estaban mirando de una manera agresiva. Empezó a gruñir, y vió como los mil perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil perritos le ladraron ferozmente también a él. Cuando este perrito salió de aquel cuarto pensó: “¡Qué lugar tan horrible, nunca más volveré a entrar aquí!”. En el frontal de aquella casa había un viejo letrero que decía: “La casa de los mil espejos”. Los rostros del mundo son como espejos. Según seamos, así vemos.
Estás ahí para el silencio…
Y en la soledad sintió deseos de que la noche llegara a ser tan cierta y verdadera como ese pedazo de intensidad que se le pegaba al cuerpo con el peso adormecedor de todos los sentidos. Y en la soledad persiguió silencios para adentrarse en la búsqueda de la incógnita de su propio misterio. Y en la soledad penetró profundamente en un llanto hasta que la luna acarició su rostro y le dio un beso plateado que le hizo rememorar nuevamente aquella pegatina que le había regalado un desconocido en señal de amistad…
Nunca el día es el mismo
Cuando espero a que llegue el momento, me pongo muy nervioso.
Normalmente siempre espero en mi habitación y ya imagino la foto de la ciudad, cuando nos hace protagonistas.
Es entonces que no me siento igual que en otros ratos, hoy en día apenas me acuerdo de ellos.
Espero que esta nueva sensación dure mucho tiempo.
Finalmente, me fui al bar donde quedamos y me senté en la terraza.
Pedí un café solo y repasé en mi teléfono móvil todos tus mensajes.
Me di cuenta entonces del verso que tú y yo añadimos este pequeño y poderoso drama llamado vida, me di cuenta que desde que estás…
Estás ahí para el silencio
Y en la soledad sintió deseos de que la noche llegara a ser tan cierta y tan perfecta como ese pedazo de intensidad que se le pegaba al cuerpo con el peso adormecedor de todos los sentidos. Y en la soledad persiguió silencios para adentrarse en los huertos de las búsquedas incógnitas de su propio misterio. Y en la soledad penetró profundamente en un llanto hasta que la luna acarició su rostro y le dio un beso plateado que le hizo rememorar nuevamente aquella pegatina que algún desconocido le había regalado como seña de identidad.
Porque sé que estás ahí
Esa tarde se había quedado solo. Ordenó sus libros y se sentó sobre la cama. Estaba cansado, porque todo le resultaba infinitamente agotador. Sentía el silencio de la tarde, el murmullo de las obras en calle, el calor pegajoso de un verano intenso. Se fijó en el suelo. Descubrió una pegatina que había perdido el día anterior. Su brillante plateado llego hasta sus ojos y pareció penetrar en su mente. Era un regalo de alguien desconocido. Era unamuestra de interés de alguien que le había ofrecido su amistad. No quiso seguir pensando. Dejó la pegatina a un lado y se puso de pie. Se acercó a la ventana y la cerró. Bajó la persiana y dejó que la tarde se convirtiera en noche artificial, en oscuridad protectora. En esa atmósfera, simplemente se dejó llevar por la respiración lenta y sosegada. Estaba solo.
Mi mejor pensamiento
El amor es por lo que vivimos, lo es todo.
Es una droga que cuando entra en nosotros no la podemos dejar; Nos consume muy lentamente por dentro, se apodera de nuestro cuerpo, mente, alma y sentidos; Nos lleva a un mundo desconocido, el amor es libertad y a la vez es una prisión de la cual nunca queremos salir; Es nuestra luz y oscuridad, es nuestro sueño y nuestro despertar; Hacemos lo que sea por encontrar esa felicidad, es la comida, es el agua que calma nuestra sed, cuando nos daña se convierte en lágrimas y cuando nos ayuda se transforma en sonrisa.
Por el amor nacemos y hacemos lo que nos gusta, entregamos nuestras vidas, corazones, almas, ilusiones, sueños y alegrías, entregamos poemas, poesías y canciones que demuestren las emociones, por amor sentimos, luchamos y lloramos.
Yo pude,tú puedes
Encerrada
Atrapada
Atada de pies y manos por algo más fuerte que una simple cadena.
Aferrada a algo aún más poderoso que el grillete más pesado.
Atadura invisible que no le permite un solo movimiento.
Quieta,muriendo por escapar,anhelando recuperar al libert….
Condenada a la oscuridad eterna por miedo a abrir los ojos,
ciega voluntaria
luchadora rendida en medio de la batalla.
un corazón roto a causa del frio,
FINIS TERRE (una experiencia en al alta mar)
El silencio de mi interior era absoluto. Sólo el leve murmullo del agua, como un fondo inmaterial, servía de contrapunto a algo que no era posible conceptuar. Yo solo. Solo y asomado al borde de mi propio límite. Mi sueño se cumplía. Era una línea contra el plano del barco y la superficie del mar. Era la total falta de memoria y el desencuentro más absoluto. Ni tan siquiera una grácil gaviota que me recordase alguna referencia de mensaje. El único mensaje que allí existía era una paz sin contenido; la absoluta paz de quien, sin dejar de existir, ya no vivía ninguna experiencia.
Solitaria
Tan sola,perdida,amando sin ser amada…..
dudando si existe tal?,creyendo en una voz….
como salgo de la necesidad de k no me fallen,
en este mundo de sueños,de ilusiones……….que me
atrapan ,creyendo yegar al cielo,creyendo y creyendo…
pero sabiendo que las mentiras son as frecuentes,que las verdades
para k ser sincera?,…..para k ser?si nadie te mira como tal?
No te enamores del amor
Enamorate de alguien que te ame,que te espere,que te comprenda
aun en la locura,de alguien que te ayude,que te guie ,que sea tu apoyo,
tu esperanza tu todo
Enamorate de alguienque no te traicione,k sea fiel, k no te traicione,
k sueñe contigo,k solo piense en ti en tu rostro,en tu delicadeza,en
tu espiritu y no en tu cuerpo ni en tus bienes.
Enamorate de alguien k te espere asta el final,de alguien k sea lo k tu no elijas,lo k no esperas.
Muy pocas personas son como tu
Secretos entre sábanas
¿Cuántos secretos guardan nuestras sábanas? Personalmente las mias están cansadas de escuchar…
¿Cuántas lágrimas han absorbido tus sábanas? ¿Cuánto saben de ti tus sábanas? Cuántas historias podrían contarnos… cuantos secretos guardan, los tuyos, los míos, los nuestros… los secretos. Y todo, todo se lo cayan.
Réquiem por una madrugada
Amanecía detrás de las cortinas donde el misterio habia dejado prendido un hálito de aromas nocturnales. Ella tenía aún los labios entreabiertos, con un resto de rojizo carmín todavía húmedo por las lágrimas anteriores. Yo sabía que eran los últimos latidos de un momento tan pasajero como el vuelo del quetzal. Tras los cristales, la umbrosa perspectiva de los geranios bailaba en las macetas de coral.
-¿Por qué te tienes que marchar?.
-Porque los hombres sin destino sólo somos pasajeros del romance…
Ella entonces recogió su pelo alborotado en un capullo de insomnios.
Mucho antes del dolor
Mucho antes del dolor la vieja Estación de Atocha era una entrañable estancia para los cansados y sudorosos viajeros que bajaban de un mercancías o subían a un expreso. Las paredes, de ladrillo rojo bermejo ennegrecido por el hollín, parecían salidas de una antigua mansión o de un caserío castellano, de esos de los de antaños caminares en donde los sillares parecían gemir de nostalgias. Y estaba el redondo reloj colgante, amplio, grandote, generoso, con su esfera acristalada amamantando a unas agujas que llamaban la atención de todos los viandantes.
Malloní (Y Tercera Parte)
Mis ojos miraban, sin apenas ver, la sala de la cultura por donde desfilaban los sintéticos fotogramas de la fuente de piedra, el humilladero de la cruz enhiesta a un lado del camino, la laguna y aquella sierra por donde los potros y las yeguas trotaban libres por el campo. Tú volviste de nuevo a mí, siendo ahora una estatua de bronce erigida sobre un dolmen neolítico (no sé bien si el de Menga, el del Romeral o el de Viera) en lo alto del cerro, mientras yo me hundía en el torcal hasta que el huracanado viento que llegaba del valle me izó de nuevo y me transportó a las casas bermejas en donde las viejas del lugar rezaban el rosario.
Malloní (Segunda Parte)
Los cuatro matarifes bajaron del mercedes para acorralarme contra las aristas de la pared del edificio y yo les dije, todavía sonámbulo de ti, que no se molestasen en penetrar en mis misterios, que me acababa de atropellar el camión de la basura pero que no buscasen sangre porque la embotellé, mezclada con fucsina, en un frasco ambarino con la etiqueta de Malloní para no confundirla con el éter del sueño. Y dije Malloní varias veces seguidas, concatenando significados y significantes en una ilación de ideas yuxtapuestas para formar, con todas ellas, un discurso carente de sepulcros blanqueados, quemando las naves del recuerdo para venderles la primogenitura de mis experiencias junto a ti a cambio de un mayor espacio de soledad. Dije Malloní muchas veces más; intentando abrir una brecha por donde escapar de aquella mala noche… hasta que Luis XIII me comprendió. Te entiendo. Puedes seguir vivinedo todas las noches que quieras y quedarte ahí, sonámbulo contra la pared, muriendo poco a poco de congelación, hibernando tu futuro sin tardanza y en este mismo lugar. “Hit et nunc” apostilló Richelieu.
Malloní
La madrugada estaba tan fría que no podría jamás, por más que lo intentara, poder hacértela sentir con palabras ni con signos ni tan siquiera con pensamientos de esos que a veces logran definir lo imprevisto, lo infausto, el aleteo de los sinsabores que se afanan en remover el claustro de las últimas sensaciones desesperadas; pero sé que allí estaba el viejo caserón de los cuatro pisos, que el portal se encontraba abierto y que comencé a subir los peldaños de la angosta escalera sintiendo en cada escalón un inmediato recuerdo y en cada tramo una secuencia completa.