Si ser mandarina es estar en la cama con Ornella Muti perfiero ser mandarina antes que estar atiborrándome de cervezas con los “larrys” del barrio. Un mandarina completo, amigo Fausto. Que ya te lo dije por las ondas de la radio: “A veces no es cuestión de mandarinas sino cuestión de limones pues si se enfadan las gallinas de qué nos sirven los espolones”. No, Antonio, no… que si “tener pantalones” es quitar la libertad de expresión a tu esposa y a tu suegra prefiero quedarme desnudo con un par de huevos para dormir caliente.
Todas las entradas de: Diesel
LINA LESLIE CARLA (Acróstico)
Pensamiento (pensamiento)
¿Qué es el beso? (por Jaime y Diesel)
Thomas Alba Edison, rodó en su laboratorio un cortometraje que fue uno de los primeros en las listas del cine, se titulaba “El beso” (a pesar de los intransigentes censores de entonces y eso que corría ya el año de 1896 después de Jesucristo). Besar, lo que se dice besar, lo vienen haciendo, a escondidas de los censores, los hombres y mujeres desde que Dios los creó.
La película provocó (!y eso que estábamos ya en 1896 después de Jesucristo repito!) un gran escándalo en las mentes enfermizas e hipócritas de los religiosos de toda especie; a pesar de que era sólo unos pocos segundos de un beso sencillo entre una pareja compuesta por un hombre maduro y una madura mujer tal como Dios los creó.
El zapatero gay (El Chivatazo) Humor
Que dicen las malas lenguas, pues lenguas hay de todos los colores (por ejemplo yo las he visto hasta de color bermejo tirando a ladrillo mezclado con quina que es mucho tirar) que un zapatero gay se ha introducido (por un canal prohibido) en la IV Conferencia de Presidentes cuando ésta estaba intentando desflorar el asunto de los ceutíes y los melillenses. El zapatero gay (y recuerdo a la zapatera prodigiosa de Federico García Lorca encandilada con Dalí) ha propuesto una solución tan drástica como que se deben eliminar a todas las chavalas de Ceuta y Melilla y ser sustituídas por chorbos atléticos (como si en tiempos del Imperio Romano nos encontrásemos) para solaz de él y de todos sus congéneres (!y otra vez con la cuestión de los genes en este asunto!). Lo que yo he escuchado decir a mi tío Esteban, antes de que muriese, es que “en los momentos de crisis no luchamos contra un enemigo exterior; sino contra nosotros mismos” (recitando una frase de George Orwell). Pero mi tío Esteban, que en paz descanse, se equivocaba de Norte a Sur y de Este a Oeste como si de la veleta del Ministerio de Hacienda se tratase (!que ya vendrá Hacienda para cobrar lo que deben ciertos señores, señoras, señoritos y señoritas!) porque resulta que el zapatero gay es un iraní bahai (también bajito) llamado Alí. !Que Alá nos pille confesados si el ejemplo del zapatero gay de Teherán sirve de modelo para todos nuestros hijos varones!. !Adiós entonces tendríamos que decir a chicas como Shakira!. !Paciencia, Señor, paciencia!…
No es cuestión de suerte (por Jaime y Diesel)
Gal Costa define por sí misma la dulce voz de la mayoría de las cantantes brasileñas, que encantan y emocionan al mismo tiempo. Dentro de su LP “Luna de miel” una de las canciones más destacadas es la de “Sorte”, que en un momento de su letra nos explica algo muy interesante: “El futuro pertenece a quien no lo espera. Normalmente, la suerte está con quien no se da ni cuenta”.
La suerte ha sido siempre una de nuestras más felices amigas. O por lo menos, nos hemos referido a ella en multitud de ocasiones. Nos ha venido muy bien para tener a quien culpar cuando se trata de nuestros errores, o si estamos pasando por situaciones que no podemos controlar. En ese momento, abrimos nuestras manos, ponemos cara de “no se puede hacer nada”, y decimos “!Qué se le va a hacer, es la mala suerte!”.
Bartolí está que se sale (El Chivatazo). Humor.
El mundo cambia a velocidad de vértigo. Alguien pronosticó, hace ya un porrón de años, que Bartolí llegaría a jugar con la Selección Nacional de España, pero el defensa central del Real Club Deportivo Español de Barcelona, que tenía por compañeros de defensa a Argilés y Dauder, no lo consiguió jamás. Se quedó en la puerta B en vez de entrar por la puerta A como si fuera participante de un concurso televisivo tan famoso como El Gran Hermano. Hay quienes dicen que se la ha visto recreándose, con su hermoso bastón de madera de avellano (no sólo Distéfano puede presumir de bastón) por la sala barroca (y es que los años siempre hacen estragos hasta en los “más pintaos”) del Museo del Prado. Todos le miran como si fuese un visionario o, algo peor, un artista salido de su particular “soirée rosssiniana”…
Un pensamiento y un problema.
Tengo un pensamiento en el fondo de mi interior. Dice así y se lo dedico a mis amigos Mariano G.G.T., Luis Alfonso M.L. y Andrés C.S.: “Más vale un amigo que te dice una verdad que mil amigos que te cuentan mil mentiras”… y un problema personal que reduzco y deduzco de la siguiente manera y que se lo dedico a mi chica Lina D.C.R.: “Del triángulo Madrid-Murcia-Segovia, por transformación a la enésima potencia, obtengo un 16-18 que es la base fundamental de toda mi Aritmética”. Y yo, que solo soy poeta, escritor y periodista, tecleo en la computadora y sueño con el romance de Abenámar. Pensamiento. Problema. Todo consiste en encontrar ese punto llamado Luz…
Catalejo Mundial (Copa de Europa)
11 de diciembre del año 2009. Esta noche hace un frío invernal en la ciudad de Madrid. “Carlangas” es un joven muchacho de 18 años de edad que vive en la popular bariada de La Elipa. Son las 10. Abre la puerta de su portal, en la Calle San Maximiliano, junto al dragón de piedra que ahora está solitario y sin tragarse niños por la boca, se enfunda su bufanda del Real Madrid y se dirige hacia la parada del autobús. Enseguida llega el autobús y “Carlangas” sube a él y se sienta, como siempre, en el último asiento de la fila izquierda. Junto a la ventana para poder soñar con las estrellas de cine. Acaba de fichar por el Deportivo Olímpico abandonando al Estrella Olímpica. !
Conciencia (pensamiento)
Morapio (neologismo)
La noche del Tesauro (38): Novela
La humareda era abrumadoramente densa. José se levantó mientras algunos pedazos de rocas empezaban a desprenderse y caer cerca de él. Pero no tenía tiempo ni de preocuparse de la humareda ni de morir aplastado por alguno de aquellos pedazos de roca. !Él sólo tenia una misión: encontrar con vida a su linda chavala!. La niña-mujer que se había apoderado de su corazón desde el primer día en que la vio. Recordó un hospital con un patio pequeño… recordó una playa de arena fina… recordó un autocar de turismo… !allí estaba, en esos recuerdos, la belleza entera, tanto en lo físico como en lo espiritual de su amada Lina!. Nunca jamás había amado hasta entonces. Aquel triángulo de referencia (hospital-playa-autocar) era fundamental para ambos. Era verdaderamente fundamental.
La noche del Tesauro (37): Novela.
José escuchaba un ligero y sinuoso silbido. ¿Habría alguien allí dentro?. El silbido era como un pequeño susurro que le penetraba insistentemente en el cerebro. Sí. Debía haber alguien o algo allí que producía aquel tenue silbido. ¿O sería solamente una imaginación de su mente?. Recordó la segunda parte del bíblico Salmo 143-8::“Hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma”.
La Voz del Silencio impregnaba, ahora, las ondas de la pequeña emisora de Madrid a través de una música experimental. Una música que llegaba hasta el más profundo rincón del alma de quienes la escuchaban.
La noche del Tesauro (36): Novela.
El humilde locutor radiofónico, que emitía su voz a través de su sencillo micrófono de una pequeña emisora situada entre las calles Eldorado y Paraíso de la pequeña villa de Madrid, en el Estado de Alabama, seguía con su discurso: “Si queremos una Nueva Humanidad tenemos que reconocer que el corazón que late al unísono de dos personas sólo puede ser de un hombre y una mujer amándose tiernamente. No existe el espacio vacío. Existe la aventura y el misterio. La aventura del vivir y el misterio de sentir la vida”.
Para José Uribe Del Real la aventura había terminado al encontrar la alcantarilla que le invitaba a entrar en el subterráneo y el misterio comenzaba en aquel mismo lugar.
La noche del Tesauro (35): Novela.
José reptaba por el largo túnel alumbrándose con la superlinterna. Era fuerte el esfuerzo pero merecía la pena intentarlo. Una frase de Antonio Machado rondaba por su cerebro: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no lo es y cuando la muerte es, nosotros no somos”… pero él no estaba muerto (como podrían estar pensando Arthur Andersen y Don Armando Álvarez). !Él estaba vivo y lo que buscaba con total esperanza es que Lina también lo estuviera!. Razonó para sus adentros un breve pensamiento propio. “La esperanza de vencer a la muerte es lo que hace al ser humano verdaderamente libre”.
La noche del Tesauro (33): Novela
– !Voy a buscar a Lina!.
– !Voy contigo!.
– !No!. !Usted deber hacer algo importante!.
– !!Pero es mi hija y tengo derecho a buscarla!!.
– !Déjese ahora de gaitas, Doctor!. !Haga lo que le digo!.
– ¿A dónde vas a buscarla?.
– Al subterráneo…
– ¿Pero estás seguro de que hay un subterráneo aquí?.
– Totalmente seguro.
– Nunca he oído hablar de dicho subterráneo y eso que he estado siempre atento a escuchar todo lo que se ha hablado aquí durante estos cinco largos meses.
La noche del Tesauro (34): Novela.
José Uribe Del Real comenzó a bajar a los oscuros pasadizos de las celdas. A mitad del trayecto se paró en uno de los peldaños y su memoria comenzó a funcionar recordando frases célebres sobre la valentía: “Todo los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar”, de Eugene Ware; “Para crecer hay que renunciar temporalmente a la seguridad”, de Gail Sheehy; “El mundo siempre determinará tu valía por lo que realizas”, de un Anónimo; “Haz que las contrariedades te alienten y los obstáculos te engrandecerán”, de otro Anónimo; “El valor perfecto consiste en hacer, sin testigos, lo que seríamos capaces de hacer delante de todo el mundo”, de Francis de la Rochefoucauld; “No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”, de Lucio Anneo Séneca;
La noche del Tesauro (32): Novela.
El Doctor Don Armando Álvarez se acercó al cadáver de “Gadaffi” y empezó a buscar por el interior del cinturón con que éste se sujetaba la túnica de color anaranjado. En breves segundos consiguió encontrar lo que buscaba. En un bolsillo camuflado por dentro del cinturón, Manésh guardaba una pequeña tarjeta electrónica. Era lo que sacó El Doctor.
– ¿Qué es eso? -preguntó José.
– Ahora mismo lo vamos a comprobar. !Ven conmigo!.
– !Espere un momento Don Armando!.
– ¿Qué quieres hacer?.
– Sólo es un momento.
La noche del Tesauro (31): Novela.
Rápidamente el caballero desconocido se levantó de su silla y fue a comprobar el estado en que se encontraba el agonizante Manésh.
– Este hombre está agonizando, Paúl. Ya no tiene prácticamente pulso.
Paúl se acercó al moribundo “Gadaffi”.
– !Escucha “Gadaffi”!. !Tienes, al parecer, muy pocos minutos de vida!. ¿Díme dónde está Bianca?. !A ti ya no te vale de nada intentar poseerla porque estás prácticamente muerto!.
Huellas sobre la Vida
Huellas. Pasos lentos del reloj de la existencia sobre esta Vida llamada Tierra, llamada Mar y llamada Aire. Desde las distancias siderales entre planeta y planeta dejamos huellas humanas a través del Cosmos. Huellas. Sueños plasmados de caminos por las galaxias de nuestro pensamiento. Miles de ideas encadenadas haciendo hundir en la bruma del pasado la injusticia y el dolor humano. Huellas presentes en nuestras conciencas blancas, negras, rojas, amarillas y verdes. Los cinco círculos de la Tierra labrados por las manos artísticas de la Poesía. Poesía con mayúscula para demostrar que hoy, desde este hoy mismo, el sueño de la Libertad es posible.
Carmín.
Siempre hay un corazón
latiendo en las esperas de la noche.
Una forma de latir soñando
con la luz del alba amanecida:
sonámbulo recuerdo de las horas
colgadas en el reloj de la existencia.
Y crece la fe de los segundos
que eternizan la memoria en cada isntante…
y enciendes un cigarro en la noche
para darle luz a tu conciencia:
una forma de estar siempre presente
en la vida de las cosas olvidadas.
La noche del Tesauro (30): Novela.
En ese mismo momento sonó el móvil que llevaba Paúl.
– Perdonen, caballeros… pero tengo que contestar si ustedes me lo permiten…
– Por supuesto que sí -respondió Manésh- con libertad, Paúl… con entera libertad…
Abrió la comunicación.
– Hola.
– Hola Paúl. Soy Arthur. Te llamaba para saber si necesitas que suba yo para poder ayudarte.
La noche del Tesauro (29)
Paúl se encontró, en el segundo piso del viejo caserón del Salón Tesauro, una amplia galería adornada con bellas flores en las paredes. Flores y escenas de la mitología egipcia. Allí estaba multitudinariamente representado un dios egipcio. No había ningún despacho por alli. Rememoró al dios representado. Era Baal. Su memoria comenzó a funcionar y pensó para sí mismo: “dios semítico cananeo; una divinidad
(probablemente el Sol) de varios pueblos situados en la Antigua Asia Menor y su origen era fenicio, cartaginés, caldeo, babilónico, sidonio, filisteo y, sobre todo, egipcio”. La proverbial memoria e intuición de Paúl se puso en movimiento. Si había alguien en Tesauro que adoraba a Baal tenía que ser el famoso Gran Señor del Mal.
Emociones del más allá.
Más allá de ese límite sublime
de las nieblas y el viento desolado
existen las verdades derivadas
del vivir pendiente del Destino.
Un camino pleno de existencias
en medio del marítimo paisaje
y una alondra de vuelo sin retorno
pautando las parábolas del aire.
Más allá de ese punto suspendido
en el alma del viento huracanado
la paz del alma se vislumbra
en el alba del todo amanecer.
Una ruta de sentires perviviendo
en la paz y el amor de los segundos.
La noche del Tesauro (28): Novela.
– Arthur, ahora nos toca resolver un aspecto de suma importancia.
– ¿De qué importancia me hablas?. ¿Qué es?.
– Sólo te pido que tengas todos tus reflejos en perfectas condiciones. Toma el fusil ametrallador.
– Te advierto, una vez más, que yo no soy como tú. Si tengo que disparar disparo.
– Lo sé. Por eso cuento contigo.
– Para todo, Paúl, para todo.
– Bien. !Ustedes, señoritas, no se asusten!. ¿Hay aquí algún comedor?.
– Sí. Hay un comedor -dijo Andrea.
La noche del Tesauro (27): Novela.
Arthur cruzó rápidamente la calle. Un automóvil estuvo a punto de atropellarle… pero, milagrosamente, Arthur dio un salto hacia adelante. Un salto que había aprendido en los gimnasios de las escuelas especializadas para Agentes de la Interpol. Se levantó del suelo y corrió hacia la puerta del Salón Tesauro en donde se encontraba su amigo Paúl.
– !Felices mis ojos!. !!Estás vivo!!.
– ¿Es que acaso tenía que estar muerto?.
– Pasaban los minutos y pensé que te había sucedido algo grave.
– Algo grave sí sucede aquí… pero no a mí sino a otras personas.
– ¿Cómo es eso?.
La noche del Tesauro (26): Novela.
Caminando lentamente y observando bien a las bombillas descubrió que no eran bombillas sino simplemente en su forma exterior ya que, en su interior, lucían unas antorchas que eran las que alumbraban el pasillo. Y también observó que debajo de cada bombilla (seis a cada lado del pasillo) estaba grabada una calavera hecha con trozos de huesos humanos. !12 antorchas y 12 calaveras!. Rápidamente le vino a la memoria el sueño de la noche anterior…. !y aquel era el día 12 del mes 12!.
– Dios mío… ¿habré llegado demasiado tarde?…No. Estoy seguro de que en el reloj que vi en el sueño eran las 12 del mediodía. Tengo tiempo suficiente para encontrar a Bianca o al menos eso creo. Es hora de poner en funcionamiento todos mis sentidos.
La noche del Tesauro (25): Novela.
Un repugnante enano, de 1,50 metros de estatura y de color verdoso, apareció en el umbral de la derribada puerta; con una superlintena en la mano derecha y una pistola de rayos láser en la mano izquierda. Sobre el pecho llevaba un rótulo fluorescente que decía: “The Left-handed one” (“El Zurdo”).
El Zurdo comenzó a caminar por la oscura biblioteca guiándose con su superlinterna y pronto encontró los dos gruesos volúmenes tirados en el suelo mientras, a muy corta distancia, Paúl permanecía escondido entre las dos estanterías.
!Cuál luciérnagas!
En la calle, por la mañana, un punto blanco del alba se refleja en el maduro movimiento de las caderas de una mujer. Todos bailamos al mismo ritmo con las miradas. La vemos cimbrear su cuerpo cuando va caminando por las calles de Murcia. En Las Torres de Cotillas una pareja de ancianos juegan al ajedrez en el Centro de Jubilados. En Alcantarilla varios niños juegan con su balón en la Plaza de la Palomas. Nosotros estamos viendo la televisión a estas horas en que las luciérnagas han dejado de brillar. El ritmo de las caderas de la hermosa hembra nos transporta a la exultante expresión de “!Impensable!. !Esto es impensable e imposible!”. Un pájaro carpintero picotea en el tronco de un abedul cercano a El Palmar, justo al lado de la casa de don Álvaro. Con la velocidad de un rayo nos tomamos el café con leche. La inmensa mayoría de los hombres nos declaramos que estamos prendados de su belleza. Pero, en fin, !cuál luciérnagas! vamos en línea recta a repetir el sueño de todas las noches. La mujer se aleja cimbreando su cintura y un brillo especial nos luce a todos en los ojos, como si fuésemos tigres… !pero mejor no tocarla!… Pepe Alegría, el ferretero, se resigna a vivir de sus nostálgicos recuerdos. Yo sigo escribiendo con mi cigarrillo JB mentolado encendido. Un cigarrillo que he intercambiado con Alfonso por un libro de “Historias Torreñas”. !Y es que esto es, en verdad, historia!.
Los húsares y sus contextos históricos (corregido).
Los húsares (del húngaro Huszár, en plural Huszirok que significa en sus orígenes “bandidos del gran camino”), constituían una unidad de caballería ligera. Los primeros húsares fueron reclutados por Matías I de Hungría, llamado Matías Corvino (1) en 1845 durante la guerra contra el Imperio Otomano (2), en la que se enfrentó con éxito contra los jenízaros (3) turcos. El modelo fue seguido en otros ejércitos; en primer lugar por los polacos, donde se les conocía como húsares alados (llamados así por una especie de alas de 1 metro justo de longitud que llevaban en la espalda). Éstos eran en realidad lituanos-polacos y se enfrentaron con el ejército de Gustavo II Adolfo de Suecia (4). También salvaron a Viena del asedio de la toma de 1683. Los austríacos recurrían a los húsares húngaros.