En días así lo que me apetece es escribir y hacer fotos. Cuando todo me va regular lo que me apetece es evadirme de mi realidad. Imaginar que estoy en otro sitio, que las cosas van mejor de lo que van y que mis sueños no son inalcanzables. Estoy cansada de tener que hacer eso… Imaginar… Ya va siendo hora de que todo me vaya bien, de que las cosas que sueño se hagan realidad. Porque yo no deseo dinero ni poder. Deseo cosas normales y que serían posibles si no fuera porque las circunstancias no acompañan. En días así lo que me apetece es dejar de imaginar. Yo imagino para entretenerme y para protegerme de las cosas que no me gustan del mundo en el que nos ha tocado vivir a todos.
Releyendo lo que acabo de escribir veo que es una contradicción. Por un lado quiero evadirme de mi realidad y por otro dejar de imaginar….Creo que para mi ni una cosa ni la otra es posible. Porque soy muy consciente de la realidad en la que vivo y porque imaginar a mi me ayuda a sobrevivir.
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Otras vidas
Ocasionalmente me cruzo conmigo…con la que hubiera sido. Me cruzo con vidas que podría haber vivido de haber tomado otro camino.
Camino por la calle y me encuentro con lo que hubiera sido. Imagino cómo sería mi vida actual. Sueño. Pero también analizo.
Resulta raro imaginar…si hubiera tomado este otro camino, ¿dónde estaría ahora?
Despojo por Poemas del Alma
Sueño
Una niebla espesa cubre todos los edificios. Se cuela por la ventana y se mete en mi mente. Caigo en un sueño profundo y cuando me despierto me he convertido en un punto insignificante en mitad de la arena del desierto. El cielo es naranja y negro. A mi lado pasan las caravanas cargadas de silencio, tiempo y sueños. Pero yo me quedo varada en el camino, hundiéndome cada vez más deprisa en la arena.
Cuando despierto no recuerdo nada. Los sueños así vuelven a mí en cualquier momento. Saltan desde el lugar oculto donde viven y se meten en mi pensamiento. Entonces tengo que coger un cuaderno y escribirlos. El lápiz avanza deprisa por el papel, sin dudar. Buceo por mi subconsciente buscando una llave, un porqué de ese sueño. Y lo hago sola.
Cuento I
El frío llegó de pronto. Invadió la ciudad y se colaba por las rendijas de la casa. Sólo había una estufa de leña para calentar todo el edificio. Era una casa antigua, de aspecto victoriano. El hombre se afanaba echando leña a la estufa. Vestía pantalones de pana y camisa blanca. Cuando salía de casa se ponía una chaqueta prestada para tapar los remiendos de la camisa. En las manos tenía manchas de tinta, la señal del escritor.
En la habitación se amontonaban papeles y libros por todas partes, por el suelo y encima de todos y cada uno de los muebles.
Una vez que consiguió que en la habitación hubiera una temperatura que disimulara un poco el frío se sentó a escribirle cartas a los editores, como hacía todos los días desde hacía años. Después de terminar con las cartas empezaba a escribir sus relatos.
Suena el timbre, el cartero. Con otra carta rechazando sus escritos. “Escribe algo que guste”, le decía su amigo, con el que se reunía todas las noches en el pub del barrio, “Algo romántico, con final feliz, no esos poemas y relatos tan tristes”. Pero él se empeñaba en seguir cantándole a la luna poemas y relatos de desamor y melancolía…
La estación
El andén de la estación de trenes estaba desierto. Allí solamente estaba ella, andando de un lado para otro esperando. Iba envuelta en un abrigo gris y por debajo asomaba una falda recta, también gris. El eco de sus tacones resonaba en la estación vacía.
Ella miraba de vez en cuando a su alrededor, expectante, pero con disimulo. De pronto, se oyó el eco de un tren. El tren apareció y se detuvo justo a su lado. Volvió a mirar por última vez y de pronto de sus ojos surgió una sola lágrima, que cayó por su mejilla y fue a dar a la solapa de su abrigo. Entonces, como si hubiera tomado una decisión, se giró y subió al tren. Al cabo de unos minutos el tren arrancó y desapareció en el horizonte.
Café
La mujer estaba sentada en la mesa más apartada del café. Ojeaba un periódico sin demasiado interés. Pero cuando algo captaba su atención fijaba la vista en la página y lo leía con detenimiento.
A un lado, una taza de café se enfriaba sin que hubiera dado un solo sorbo.
Mientras pasaba las páginas del periódico fumaba un cigarrillo con avidez, expulsando el humo por la boca, que se alejaba hacia el techo formando fantasmagóricas espirales azules.
De vez en cuando dejaba de leer y su mirada se perdía en algún punto entre la pared y el techo. Entonces yo pensaba: “No está aquí. Me encantaría saber en qué está pensando”.
Poema fúnebre de Adriano
SHIBAM, una descripción imaginaria
Algunos dicen que la legendaria ciudad de Shibam es una ilusión, un espejismo visto por exploradores enloquecidos, una alucinación.
A primera vista, en verdad parece un espejismo, una ciudad de cuento. Sus colores azul y blanco contrastan con el dorado del desierto. La puerta de la ciudad es de bronce bruñido. Por ella no pueden pasar la muerte ni los incendios, las hambrunas ni las desdichas, las enfermedades, el frío penetrante, la angustia ni la locura. La puerta está protegida por el hechizo de un haddah.
El gran mercado de la ciudad está compuesto por una serie de puestos multicolores y pabellones con anchas rayas que se extienden más de un kilómetro a la redonda. En ellos, mercaderes de todo el mundo negocian y conviven con absoluta normalidad.
PARA TI
“Para viajar no es necesario ponerse en marcha, a veces basta con un buen libro”
Cuando leo un libro me sumerjo en otros mundos. Leer es la posibilidad de vivir otras vidas diferentes a la mía. De viajar a otros países, de conocer mundo sin moverte de casa. Viajar sin gastarte ni un duro. Por eso me gusta leer. Porque puedo vivir cosas que de otro modo no viviría. He aprendido más de los libros que he leido que de ninguna otra cosa. Llevo leyendo desde que era una niña y aún así sigo encontrando motivos por los que quiero seguir leyendo.
La vida sigue ( II)
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La anteriormente mencionada suciedad de la chimenea está empezando a obsesionarme. Sólo a alguien tan poco consciente de las complicaciones y entresijos de la limpieza del hogar como yo se le ocurriría colocar estanterías de madera negra junto a la chimenea. Sólo pensaba en lo bonitas que quedarían, con mis libros alineados en ellas, cual soldados esperando órdenes de su superior. Lo malo es que el aforo de las estanterías es limitado, y los libros comienzan a amontonarse también en columnas verticales en los bordes. Eso sin contar los que aún están en casa de mis padres. Me gusta pensar que algún día mi hijo o bien los guardará con mucho amor, o hará una pequeña fortuna vendiéndolos. Por otra parte, la chimenea aún no me saca de quicio lo sufiente como para no encenderla.
La vida sigue ( I )
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Vivo en una casa muy desordenada y con mucho encanto. La chimenea da calor pero la ceniza y la suciedad que desprende, y que cubre las dos librerías que están a cada lado me agobia bastante. El hecho de que las librerías estén llenas de libros me consuela. Me gusta pensar, de una forma secreta y un tanto rimbombante, que le da un aire intelectual a la casa.
Miedo a la oscuridad
La muerte le persigue por la sombra. Escapa de ella saltando a la luz. Corre por los pasillos de la casa. Luz. Sombra. Luz. Sombra.
Ella se disfraza de vieja. Y envuelta en trapos negros de vieja, aparece y desaparece. Aparece y desaparece de las habitaciones.
A él le recuerda a un ser mitológico, quizá una Perséfone.
Un día, cansado, para a descansar en el rellano de una escalera apoyándose en la barandilla. La muerte se para ante él y dice:
Insomnia
Insomnia es una mujer fatal, de las que poblaban los sueños de los directores de cine de los años 50. Insomnia vive de noche. Cuando las farolas comienzan a encenderse…las sombras pueblan los zaguanes y los gatos se pasean con caminar flexible por los tejados de la ciudad, Insomnia se materializa cuando menos se la espera.
Y aunque la soledad es su mejor amiga, atormenta a los hombres y los enamora, sin llegar nunca a darles un momento de paz o de descanso. No confía en nadie, y aparece y desaparece igual que la niebla que inunda la ciudad por la noche; que es su único territorio. Insomnia viste siempre de negro, y cuando camina castiga el suelo a taconazos, como si fuera el culpable de su caminar por el mundo.
El acordeonista
Cuando toca el acordeón el dios de la música se mete en su cuerpo y lo domina. Se abstrae escuchando sus propias melodías y todo lo que ocurre a su alrededor es ajeno a él. Su cerebro se divide en dos, una parte para cada mano. Pero su alma se marcha lejos de su cuerpo, que se mueve al son de la música que toca, sin moverse de la silla. Vals, polcas, tarantelas…todo sale del movimiento rítmico de sus dedos y sus brazos. Sus manos se mueven con agilidad por las teclas y aunque da la sensación de que las acaricia, toda la fuerza de su cuerpo se concentra en ese movimiento.
Lluvia
Pesadilla
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Anoche soñé que todo lo conocido se transformaba en piedra…me movía entre estatuas de mármol y ríos congelados una eternidad.
Soñé que tú no estabas…y que cuando gritaba tu nombre una estatua se movía hacia mí, tratando de abrazarme para convertirme a mí también en piedra.
Entonces yo corría, corría por mi vida. Y asomada al cristal de un espejo veía reflejada mi vida anterior. Nos veía juntos, y felices. Lloraba lágrimas de piedra por una vida que ya no era la mía.
Traición
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Me he sentido traicionada en tantas ocasiones y por tanta gente que para mí la palabra traición ha perdido su significado.
El destino es como el reverso de una moneda falsa, de las que se doblan al morderlas. Y en la doblez de ése destino te he encontrado a ti, amor mío.
Y por fin puedo respirar tranquila. Tu sombra me envuelve y me da paz. En ella puedo descansar
Piel contra piel
The 25th hour
Veintitantos
Tiempo de luces, tiempo de sombras
Momentos que no llegan. Tiempo de sombras. Como dijo Brecht: “¿En los tiempos sombríos, se cantará también? También se cantará sobre los tiempos sombríos”.
De momento me he quedado sola, huérfana de la luna y de amor. No quiero morir de mal de amores, pero eso será lo que me ocurrirá si mi amor no vuelve pronto.
Tiempo de luces,
Tiempo de sombras
El sol marca el paso del tiempo
Sobre mis pies
¿Quién persigue la luz en mi mano?
Corazón Roto
Mis heridas supuran lágrimas que tú me has hecho derramar.
Sólo el tiempo me dará la razón y curará mis heridas, que son muchas y escuecen y duelen cada vez que me hablas, como si echaras paletadas de sal en ellas.
Tu teléfono es una línea muerta por la que antes me enviabas mensajes de amor.
Ahora el desamor se ha quedado a vivir en mi corazón, que otrora tú ocupaste.
El tiempo es como arenas movedizas, movidas por el viento. Las relaciones personales se ven influidas por él. Puede que un día alguien sea el amor de tu vida y al día siguiente te esté dando una puñalada trapera por la espalda.