Archivo de la categoría: Relatos

Relatos

El Juicio de José (Teatro). Escena Tercera.

Mesa preparada para cenar.Vajilla muy humilde. Vela encendida. Están cenando Luisa y sus cinco hijitos de corta edad (dos niños y tres niñas). Tristeza en todos los rostros. Ropajes muy humildes.

José (Volviendo su mirada hacia ellos).- Pero… ¡si es mi cuñada Luisa con sus cinco hijos! ¿Cómo puede ser que vivan en tal pobreza? ¿Y mi hermano Pablo? ¿Dónde está mi hermano Pablo?

(José se acerca a la mesa y la rodea para atraer la atención de todos ellos)

José.- ¡Luisa! ¡Sobrinos! ¡Escuchen! ¿Qué les ha sucedido? ¿Por qué están todos tan trsites? ¡Cuéntenme! ¿Es que no me oyen? ¿Es que no me ven? ¡Luisa!… ¿dónde está mi hermano Pablo? Sigue Leyendo...

El Juicio de José (Teatro). Escena Cuarta.

Rincón de un parque.Hay una farola encendida y un banco largo. Al lado del banco hay un tacho de basuras con hojas de periódicos. Es de noche y sopla el viento. Se escucha una música de “flauta de pan”. Es “El cuculí y la flauta”.

(Aparece en escena Juanito, el niño mendigo que va dirigiéndose hacia el banco. Tiembla de frío, de hambre y de miedo. Se detiene frente al tacho de basuras, remueve en su interior y saca unas hojas de periódicos; después se tumba en el banco, se cubre con las hojas de periódicos y se queda, encogido, completamente dormido mientras sigue sonando, de fondo, la música) Sigue Leyendo...

El Juicio de José (Teatro). Escena Quinta.

Aparece Andrés, un antiguo amigo y compañero de trabajo de José, caminando cabizbajo, con un maletín en la mano y muy lentamente hacia la infernal Luz Roja mientras suena, con golpes de bombos, La Marcha Fúnebre de Chopin.

José (Saliendo al encuentro de Andrés mientras deja de sonar la música).- ¡Andrés! ¡Qué sorpresa verte por aquí!

Andrés (Desganado).- Hola, José…

(Andrés sigue, sin embargo, caminando lentamente hacia la Luz Roja y sin levantar la vista del suelo mientras vuelven a resonar los sonidos de los bombos)

José (Dejando de sonar la música).- Pero… ¿qué estás haciendo?… ¿sabes hacia dónde vas?… Sigue Leyendo...

EL BOSQUE DE ALEXIS

En una tarde extraña de verano los dos Alexis y Albertinho se dirigían por un camino singular. El cual era de un bosque de eucaliptos frondosos que parecían tener vida animal, a su derecha contemplaban un rio en cascada que en su interior aguardaba ciertas sorpresas. Por otro lado a la izquierda se encortaban con un arroyo tranquilo y poco vivaz, en su superficie solo se veía una penumbra de vegetación muerta como si allí se acabara la vida, pero en su interior como con cierta perturbación se encontraban pepitas de oro que quería llamar la atención para acabar con su vida en ese arroyo moribundo y sangriento.
Ellos seguían su camino en busca de salir de aquel bosque baldío de la mano de Dios. Fijándose de nuevo en su derecha quedaron perplejos porque descubrieron olas doradas que bajaban por la cascada, en ese momento Albertinho se dispuso a lazase al agua para bañarse en esas aguas doradas, pero Alexis le paro y les explico que debía de ser una trampa para acabar con su vida. Albertinho no atendía a razón y no le podía parar nadie. En un último intento por para a Albertinho, Alexis le empujo precipitándole hacia el suelo y acabando con esa posesión de la que estaba preso.
Alexis confusa por lo que acababa de pasar, contemplo el camino para mirar si había algo, por si acaso, ella más tranquila se sentó al lado de Albertino para explicarle lo ocurrido ya que Albertino no sabía porque estaba en el suelo tirado. Ellos se incorporaron y siguieron en su camino para salir de allí, ellos divisaron un puente de hierro que pasaba por encima del arroyo, de pronto Alexis oyó un ruido a su derecha, allí había un jabalí comiéndose unas entrañas de un conejo, ella pensó que el jabalí no sería peligroso, pero se equivocaba. El jabalí al enseñar su rostro dejo a los dos sorprendidos, este jabalí estaba en un proceso de putrefacción, por lo que no podía estar vivo. Ellos salieron corriendo ya que imaginaron que el jabalí se alimentaba de restos de animales o manta animales para seguir vivo, e iría a por ellos. Así fue el jabalí les empezó a perseguir como si en eso le llevase la vida, pero este de repente se cayó al suelo ya que una de sus patas se rompió por su mal estado. Aun así, ellos dos seguían corriendo por si acaso, pero para ellos que el jabalí se cállese supuso un gran gozo.
Ellos más tranquilos continuaron por el camino, de pronto y ya cansados oyeron un grito de socorro. Alexis dijo: Vamos a ayudar, y Albertinho dijo: jope que movida. Ellos después de pensárselo se dirigieron al socorro de ese grito, resulto ser una mujer de pelo rojizo y ojos verdes a la que se le había caído una rama encima empujándola hacia el rio y dejándola colgando del filo del rio con la cabeza dentro del agua. Algo bastante perturbador, a Albertinho le pareció que debían intervenir enseguida, pero Alexis pensaba que podía ser una trampa, por los sucesos ocurridos anteriormente. Aun así ellos cogieron una rama de un árbol bastante robusto y ejercieron fuerza para sacarle a la mujer el pie de debajo de la rama caída, haciendo palanca. Al liberarle el pie a la mujer esta termino de caerse en el rio y ella se dejó arrastrar por la corriente hasta la orilla del rio. Alexis intervino y le curo el pie a esa mujer la cual les dijo su nombre que era Afrodita. Afrodita les dijo que no se le olvidaría nunca lo que habían hecho por ella y que les devolvería el favor. Afrodita le dijo que mirase hacia arriba para distraerles mientras que ella desaparecía. Alexis y Albertinho se quedaron mudos al ver que se había ido tan rápido.
Después de que afrodita se hubiese ido, Alexis se miró su mano y vio que ponía un mensaje, en el que decía que debían de ir a ver al antiguo árbol de eucalipto llamado El abuelo, de esa manera lograrían salir de allí. Albertinho de repente ve a dos corzos que en su culo blanco pone “sígueme si quieres ver al abuelo”. En ese momento Alexis y Albertinho estaban tan confusos que no sabían que hacer, Alexis siempre tan oportuna tuvo una idea. Esa idea trataba de seguir las huellas de los corzos ya que se habían ido por su lentitud para seguirles.
Ellos continuaron siguiendo las huellas de los corzos hasta que se encontraron un puente roto que no podían cruzar, entonces vieron a lo lejos una liana que podían utilizar para pasar al otro lado. Albertinho dijo: utilicemos la liana, y Alexis dijo: no eso es peligroso. Después de discutir durante un rato, Albertinho convenció a Alexis para cruzar con la liana, ya que era la única manera de pasar. Albertino dio un impulso con la liana y llego al otro lado. Luego se la paso a Alexis para que ella también se impulsara, Alexis después de un rato de espera lo hizo y casi no llega al otro lado. Pero Albertinho llego a tiempo para ayudarla y que llegase.
Ellos siguieron las huellas de los corzos, de pronto Alexis vio a lo lejos el gran árbol de eucalipto llamado el abuelo. Albertinho fue fuertemente atraído por el árbol, pero Alexis no, era bastante raro. Alexis no era atraída por el árbol debido a que era la elegida. Se ve que el árbol estaba maldito y que solo una mujer ambiciosa podría salvarlo. Albertinho llego a tocar el árbol, él ya no podía sépase de el árbol, su piel empezó a convertirse en corteza y paso a ser parte del árbol. Alexis se quedó perpleja ya que no pudo hacer nada para evitarlo. Alexis se entristeció y se sus ojos callo una lagrima dorada al mensaje de su mano. En ese mismo momento apareció de nuevo Afrodita dejando una densa niebla. Afrodita dijo: Es hora de que devuelva el favor, para salvar el bosque y a Albertinho debes abrazar el árbol con todas tus fuerzas y meterle un cabezazo. Después del mensaje, Afrodita desapareció. Alexis no dudo en hacer lo que Afrodita le indico. Ella abrazo el árbol con todas su fuerzas y al ser la elegida no se trasmuto en corteza, procedió y le metió a el árbol un cabezazo tan fuerte que se desmallo.
Alexis fue despertada por Albertinho, entonces ella le pregunto lo que había ocurrido, y Albertinho le dijo que habían ido a ver el árbol y que ella se había echado a dormir en el césped. Alexis se quedó estremecida y peso que todo era un sueño, pero se miró la mano y vio que el mensaje de afrodita todavía estaba escrito. Pensó que al curar el bosque y salvar a Albertinho debieron de olvidarlo todo. Además no solo salvo a Albertinho sino a miles de personas que cayeron en la maldición del bosque. A Alexis se le recordó como la salvadora del bosque y al bosque se le puso el nombre de Los eucaliptos de Alexis. Sigue Leyendo...

solo palabras

¿Que puedo hacer, si solo tengo palabras para ti? Palabras que se mecen desde mi alma a tu boca, abrigando los suspiros que se me escapan cuando te encuentro a faltar.
Acaricio cada idea de tocarte lenta y firmemente, tan delicada como lujuriosa. Paseo y divago imaginándome sobre tu cuerpo notando tu calor en las yemas de mis dedos, leyendo tu piel en braile.
Palabras que describen como mirarte a medias con los ojos huidizos enterrada en timidez, pero ardiendo en ansias desbocadas de arrancarte la ropa sin tocarte si quiera. Palabras a medias y palabras enteras.
Tus labios, mis dedos, tus ojos. Respiro. Tu mano en mi nuca escondida por la melena que resbala por mis hombros. Me acero, me agarras y te susurro que no voy a tener compasión contigo. Es eléctrico…
Me inclino sobre ti, forzándote a tumbarte. Te respiro, me desatas. Y en tu cuello siembro besos con aroma de licor, dulces pero intensos, notando como se te eriza el bello.
Salivo, trago aire y te aprieto. Me haces odiarte por el deseo que despiertas en mi, y te beso. Y me besas. Y lo lento ahora es brusco, lo delicado salvaje.
Me derramo en ti, te inundas en mi. Nos hacemos daño, y de que manera. Duro. Acaricio tu cara mientras me miras tan de cerca. No puedo evitarlo y grito cuando me muerdes.
Palabras que palpitan, palabras que se ruborizan al ser leídas. Palabras que no diré jamás por que son innombrables. Palabras que no lees, palabras que no oyes.
¿Que puedo hacer, si solo tengo palabras para enamorarte? Sigue Leyendo...

Las dos caras de Craso.

Está oscura la tarde de su alma. Está oscura y penetra, por las rendijas de la soledad de su piel, el eco de una estrofa que inundó su sensación al levantarse esta mañana. Y es que Otelo anoche soñó que a Dios veía y que él a Dios escuchaba. Después… despertó… (“Otelo… si hoy descubres que cantan todos los juglares de la frívola farsa… no sufras… no llores… no agonices… toma tu costumbre gris y sal de la cárcel de papel donde alguien quiere retenerte como prisionero”).

– Es usted genial, señor Baroja, y si consigue plasmar en imágenes las mismas ideas que ha escrito en el papel… ¡estaremos produciendo la comedia que romperá todos los moldes! Sigue Leyendo...

Miro la puerta abierta… (Mini Relato)

Miro la puerta abierta de la casa, por dónde tú acabas de salir esta mañana con tu cuerpo alado, hacia la frontera de aquello que está ya lejos de mi. Y mientras miro la puerta abierta de la casa bebo despacio, muy despacio, el café caliente preparado por tus amorosas manos. Pienso. Medito mientras te alejas más allá de la esquina de los árboles redondos… en este amor que, al definirlo, se queda detenido en las palabras. ¡Cómo se viven los secretos! ¡Cómo se viven esos secretos ocultos entre tú y yo que nadie conoce salvo nuestros besos de menta y fresa!. El amor. Esa condición humana que nos precipita hacia la impaciencia. Y miro la puerta abierta de la casa y tu nombre se escribe en las páginas con letra impaciente, nerviosa, tratando de recordarte y retenerte en cada centímetro de tu boca dentro de mi corazón. Escribo mientras un silencio terrible me azota este túnel incrustado en mi mirada. Nadie puede entender por qué el amor avanza entre la impaciente sensación de trazar bosques de sílabas en la página blanca. Y me desbordo en el café caliente y recuerdo, una vez más, a tus ojos arrojándome al vacío de este universo de palabras. Sigue Leyendo...

Esta voz se adentra…

Esta voz se adentra en los mirlos que han callado, en el canto que repercute en la lluvia, en el oleaje constante de las hojas del otoño, en el olor del alhelí, del jazmín y del romero. Esta voz se adentra entre las rosas que no olvidan su esencia verdadera y quieren dar nombre a la fragancia de la memoria. Esta voz también puede ser la que se nutre de naranjos en flor, la que se bate con el viento de los sonidos del corazón, la que se acerca a tu ventana a murmurarte amores, la que rompe las distancias y se hace membrana transparente en el viaje del rocío… y la que penetra en la aurora para darte razones al conocimiento. Esta voz ocupa cada nacimiento de segundos y emite imágenes de sangre dando vueltas al silencio de la felicidad. Esta voz te llama a la ruta de los pájaros… Sigue Leyendo...

Noches de bohemia con luna menguante (Teatro) -2-

Escena Segunda.

Personajes.- Teniente Jeta, “El Chato”, “Canuto”, Sofía Loro, Don Máximo, Don Landelino, Un gay, “La Pelona” y una chica.

Escenario.- Noche cerrada. Salón-comedor de la vivienda de Don Máximo en Madrid. La mesa está llena de viandas y bebidas de toda clase. Al fondo del escenario, y colgada del techo, hay una luna menguante.

Teniente Jeta (comiendo a dos carrillos y bebiendo sin parar).- ¡Esto es vida, sí señor!
“El Chato”.- ¡Jeta! ¡Jeta! ¡Jeta!
“Canuto”.- ¡Guau! ¡Nos estamos poniendo como El Quico de la Pantoja!
Sofía Loro.- ¡Viva Don Máximo y viva España! ¡A por ellos oé! ¡A por ellos oé oé oé! Sigue Leyendo...

Noches de bohemia con luna menguante (Teatro) -1-

Escena Primera.

Personajes.- Don Pío, Señor Baroja, “La Inclán”, Capitán Tartaja.

Escenario.- Noche cerrada. Taberna “Méntrida” en el viejo Madrid. En las paredes hay muchas fotografías de toreros y asuntos relacionados con la tauromaquia. Se encuentran, sentados ante una mesa y hablando en voz muy baja, Don Pío y el Señor Baroja que tienen ante ellos dos vasos llenos de vino y una botella de Rioja. En la mesa cercana se encuentra, sentada en su silla, “La Inclán”, con la vista perdida y ausente mientras observa su copa de anís y luce un elegantísimo y escotado vestido de fiesta completamente rojo. Al fondo de la escena, y colgada del techo, hay una luna menguante. Sigue Leyendo...

Distancia

Tengo un problema con los dedos de estas manos torpes que siguen buscando tus cabellos, tus caderas, tus manos,
Es esta sensación que me dejaste la última vez que nos
vimos y que continúa latente por todo mi cuerpo,
¿Será esta la sensación de la vida?
¿Del vínculo misterioso que nos une?
¿Dónde sea? ¿Cuándo sea?
Que sensación tan increíble tenerte cerca…

Estoy seguro que te he visto -me digo, pero muy en el fondo lo sé, fue solo un espejismo son estas alucinaciones vívidas producto de la necesidad de tu presencia, puedo verte caminar por allí a distintas horas, con el cabello largo y tus mejillas rojas, mirando tu contoneo una y otra vez. Sigue Leyendo...

Will (Novela de Ciencia Ficción, Cómic y Guión Cine)

– ¡¡¡Me tienes que acompañar, capitán terrícola!!!
– Supongo que será para saciar tu ego.
– ¡¡¡Supones bien!!! ¡¡¡Para saciar mi ego y para que compruebes por ti mismo que no soy una marioneta de nadie!!!
– ¿Existe alguna posibilidad de demostrarte lo contrario?
– ¡¡¡Lo contrario nunca me interesa!!!
– Pues es en lo contrario donde se encuentran nuestras grandes verdades, emperador.
– ¡¡¡Dejemos la filosofía en el olvido!!! ¡¡¡Los oranginos no tenemos más filosofía que la de existir!!!
– ¿De verdad ustedes son felices con esa manera de pensar?
– ¿Pensar? ¡¡¡Quien ha dicho pensar!!!
– Supongo que tendrán pensamientos.
– ¡¡¡Eso lo decide El Control!!!
– ¿Me está queriendo decir que existe un Control que dirige todos sus actos?
– ¡¡¡Exacto!!! ¡¡¡Salirse de las normas que impone El Control es dejar de existir!!!
– ¿Es ese el Dios al que ustedes adoran?
– ¡¡¡No hay más Dios que El Control!!! ¡¡¡Si hacemos caso al Control, el Control nos orienta!!!
– ¿Y El Control les ama a todos ustedes?
– ¿Amor? ¿Qué es el amor?
– Compruebo algo muy interesante. ¿Quiere usted saberlo?
– ¡¡¡Supongo que la última voluntad de alguien que va a morir se puede escuchar!!!
– Si El Control es quien decide sus vidas es que sus vidas no merecen la pena de ser experimentadas. ¿Comprende usted ahora a los hombres y mujeres de mi planeta Tierra?
– ¡¡¡No sé qué me quieres decir!!!
– Que donde no hay libertad nunca puede existir la liberación. Sigue Leyendo...

El “Chato” Brayan.

– ¡¡Vamos, “Chato”, tienes que acabar de una puñetera vez con él o no volverás a tener ninguna otra oportunidad más y regresarás a tu miserable vida de limpiabotas!!
– ¡Eso estoy intentando hacer, “Buitre Kid”! Pero ese “Puños de Oro” es mucho más joven que yo, es mucho más ágil que yo y es mucho más inteligente que yo.
– ¡¡Escúchame de una puñetera vez en tu vida, “Chato” Brayan!! ¡¡Esto no es cuestión de ser más joven, de ser más ágil o de ser más inteligente!! ¡¡Sólo tienes que machacarlo con un par de ostias!! ¡¡Pon coraje, “Chato”!! ¿Cómo es posible que ese simple muchachito te esté aguantando ya siete asaltos a pie? ¡¡Quiero que lo tumbes en el próximo asalto y el proximo asalto es el octavo!! ¡¡Nos estamos jugando la posibilidad de vivir los dos una vejez a todo lujo!!
– ¿Por qué no subes tú a pelear contra él si crees que es tan sencillo?
– ¡¡Si yo tuviese la oportunidad que tienes tú de ser el triple campeón de los gallos te aseguro que lo había tumbado antes de que llegáramos al primer minuto de pelea!! ¿Tienes o no tienes espolones, “Chato”? ¡¡Demuestra que eres un hombre!!
– ¡¡Tócame los huevos si quieres comprobarlo, “Buitre Kid”!! ¡¡No eres más gavilán porque entonces serías de verdad un buitre carroñero!! Pero gane o pierda este combate es la última vez que te quiero ver en mi jodida vida. Sigue Leyendo...

Es la noche.

Es la noche. Tiempo de encrucijadas entre sueños y luces de estrellas rutilantes -fugaces dicotomías de la voluntad- en el oleaje de los sentimientos. Cada segundo es un latido y cada latido es una metáfora de vida. El soñador lucha con la soledad de esos espacios donde lo espera todo para seguir pensando. Cristalinas horas que serpentean el cerebro y producen infinitas edades de consuelo. Para sentir los recuerdos hay que enfrentarse al espejo de los reflejos lunares. Forma de encumbrarse hasta el ilimitado afán de ser algo más que una ausencia y, ausente de silencios, en el pleamar de las oleadas de los recuerdos, la voz surge desde un lugar llamado Sensación. ¿Qué siente el poeta asomado a la balconada de esas horas donde los sueños son desvelos de lejanas distancias? No. No existen las lejanas distancias. Sólo existen las lejanas ausencias. Sigue Leyendo...

Alfonsa y Fernanda en la distancia (Mini Relato)

La espita de la olla a presión comenzó a lanzar su característico sonido mientras doña Alfonsa Pérez-Gines de Lamadrid, despertando de su sempiterna modorra, se rascó los sabañones de sus dos orejas, grandes como dos platos soperos, mientras seguía con los rulos enganchados en aquellos sus pelos totalmente canosos y que parecían pelusillas de piel de conejo, mientras todo el pueblo de Sos descansaba y, pinchado en la mugrienta pared del solitario comedor, el alamanaque zaragozano se había detenido en el pasado 1973 mientras que, tan lejos de la capital de España como ella, su comadre y parienta más o menos cercana, doña Fernanda Moreno-Espinosa de Lamadrid, se mordíá las negruzcas uñas, tanteando con la lengua su postiza dentadura, después de haber tenido que pasar el estropajo, en su retirada casa de Osuna, a la sartén que, de tanto uso, habá perdido todo el brillo tal como le sucedió a ella en su vida por los madriles. A ambas dos viejas celestinas les unía, además del parentesco, los desamores vividos como la purga de sus pecados, la purga de sus traiciones, la purga de sus cobardías. A doña Alfonsa Pérez-Ginés de Lamadrid la había dejado sola ante el altar el chulo Guti de Lavapiés y a doña Fernanda Moreno-Espinosa de Lamadrid la había engañado, por completo, el mexicano Mario tras haberla enamorado durante la Feria de San Isidro, en el Paseo de la Florida como ella recordaba con total exactitud. Así que mientras doña Fernanda seguía raspando, con estropajo y uñas, la roña adherida a su sartén de mil y una pitanzas, doña Alfonsa se habia levantado del sofá descolorido y desvencijado, para acudir a la olla exprés que amenazaba con explotar y hacer volar su chabola en mil pedazos. Sigue Leyendo...

Es ella

Es ella. Es la mujer con el cabello a la altura de la tarde, con las pupilas llenas de sonrisas hechas de colores. Se detiene ante el sol lejano, se detiene ante los caminos y los senderos, y las sendas, y allí, quieta ella tomándose un respiro lleno de lentitud y tiempo paciente que no conoce prisa; y se inclina y se inclinó, lo hizo ante los caminos para verlos mejor, para disponer de una mejor panorámica; se inclinó, sí lo hizo, para bien mirar en busca del detalle y su pequeñez.
Y con un gesto muy pequeño baja y bajó la mirada, y quedó el pequeño detalle ante sí expuesto ante ella; pues la mujer lo encontró, allí estaba, pues en uno de los caminos a la espera ante sí; y lo emprendió, el camino de los detalles que son pequeños. Sigue Leyendo...

El espejo de los deseos

El espejo de los deseos

Lenora quería volver a ser joven y bella. Lo deseaba desesperadamente. Le parecía haber perdido todo su encanto e interés por la vida. Entonces se le ocurrió algo, contemplarse en los ojos de su amado. De pronto se hizo el milagro. Volvió a ser joven y bonita. Se había visto como la veía él. Ese era el espejo de los deseos.

Yo he estado dentro de un OVNI.

Un poco después de haber cumplido con mi Servicio Militar Obligatorio y pasadas ya las historias vividas en el “séptimo cielo”, tuve una muy agradable y extraña experiencia. Y no sólo una vez sino hasta un total de, al menos, diez veces o más. ¿Cuál fue esa agradable y extraña experiencia? Se lo crean o no se lo crean mis lectores y mis lectoras, yo he estado dentro de un OVNI unas cuantas veces, más o menos una decena de veces por lo menos. Y os puedo asegurar lo siguiente.

En ninguna de las múltiples ocasiones en que estuve dentro del OVNI sufrí ninguna clase de transportación ni abdución mental, física, química o psicológica; no tuven ningún contacto ni en primera, ni en segunda, ni en tercera, ni en cuarta fase; no me tumbaron en ninguna camilla para sacarme sangre, analizar mi orina o abrirme el cerebro para ver que tengo yo dentro de mi cerebro; ni tampoco tuve conversaciones telapáticas con nadie perteneciente al OVNI. Todo eso son mentiras y zarandajas para vender libros y revistas del “Mundo Desconocido”. Ni mundo desconocido ni gaitas gallegas, yo lo que ví dentro del OVNI me gustó mucho y, a cambio de mis visitas, los del OVNI me servían enormes y hermosos bocadillos de chorizo con ketchup y mostaza. O sea que eso de que dentro de los OVNIS te suceden cosas raras es más falso que querer comprar esos bocadillos con pesetas de cartón piedra. Y es que, a cambio del enorme bocadillo, yo tenía la obligación de comerlo pero pagando. Porque dentro del OVNI suceden las mismas cosas que fuera del OVNI. Si pagas comes y si no pagas tienes que volver al día siguiente. Sigue Leyendo...

El partido que no vi.

La Copa del Rey de Fútbol 1985-1986 fue la edición número 82 de dicha competición española. Se disputó entre el 11 de Septiembre de1985 y el 26 de Abril de 1986 y contó con la participación de 142 equipos de las principales categorías del país: Primera, Segunda, Segunda B y Tercera. La final se disputó por tercer año consecutivo en la ciudad de Madrid jugándose esta vez el encuentro en el Estadio Vicente Calderón. Tras 280 partidos de competición llegaron a la final el FC Barcelona, que alcanzaba su tercera final en cuatro años, y el Real Zaragoza equipo que se quedó a las puertas de disputarla el año anterior. El encuentro tuvo un claro dominador en el conjunto culé que no supo aprovechar sus múltiples oportunidades mientras los maños en uno de sus pocos acercamientos lograron marcar en una jugada afortunada tras un libre directo lanzado por el principito Rubén Sosa. Este único gol sirvió para coronar al Real Zaragoza como campeón siendo su tercer título y para poner fin a una racha de 20 años sin ganar esta competición. El defensor del título, el Atlético de madrid, fue derrotado por 2-1 (en el marcador global) por el FC Barcelona en los cuartos de final. En este edición de copa se dio la casualidad de que los 4 semifinalistas fueron también los 4 primeros clasificados de la Liga, aunque con distinto orden. Sigue Leyendo...

Una Liga regalada.

Está un millón de veces demostrado que, si sabes hacerlo bien, con 22 años de edad puedes estar ligando con las chavalas que más te gusten y, a la vez, seguir jugando apasionadamente con la chapas al fútbol. Chavalas que te gustan y fútbol de chapas. Está un millón de veces demostrado que, si sabes jugar muy bien con las chapas es que estás muy preparado para saber jugar muy bien con las chavalas que te gustan.

En la temporada de 1970-1971, el Valencia Club de Fútbol fue campeón de la Liga de Primera División de España. Su entrenador era el genial Alfredo Distéfano del cual yo aprendí mucho más de lo que se imaginan los incrédulos. El asunto es que el Valencia ganó una Liga regalada. Eso fue lo que le conté a alguna chavala que me gustaba de verdad y es que fue verdad. Sigue Leyendo...

Del pecado carnal.

Según Fernando de Rojas, el autor de “La Celestina”, “del pecado, lo peor es la perseverancia”. Advertimos en esta frase-pensamiento algo así como un “aviso a navegantes”. ¿Quiénes son los navegantes que naufragan en estos casos? La cuestión es que el pecado carnal no sólo existe sino que es; porque algunos piensan que al no ser (lo cual es totalmente falso) no se puede descubrir (lo cual es totalmente equivocado). Eso es un error de interpretación tan enorme como querer tapar la conciencia con un “si lo hacen los demás yo también lo hago”. ¿Dónde queda, entonces, la personalidad? Tener que hacer lo que otros hacen es como no ser más que una nulidad, un cero a la izquierda, una manera de no tener valor alguno como persona porque se limitan a imitar y las imitaciones siempre son peores que los originales en el tema del que estamos hablando. Fernando de Rojas lo dejó bien claro y sin duda alguna. Sigue Leyendo...

El “pringao” del bote.

Adolescencia. Vacaciones “solanas” (sin presencia de los molestosos E., B. y M.) en Cuenca capital. Había que ser más listo que el hambre para sobrevivir en la San Pedro, así que me ingenié, usando a mi tia Simona como “mensajera”, la manera de hacerme pasar como que no sabía jugar al bote y, por esas cosas que sólo sabían las chavalas y un amigo mío tan madrileño como yo, los paletos se lo creyeron. Como se pensaban que no sabía jugar al bote ni hablar con las chavalas, los paletos de la capital cayeron en la red (quiero decir en la trampa) y lo siento por el “pringao” del bote… pero había que sobrevivir y yo, bucanero de El Trabuco infiltrado en las filas del San Pedro le hice “el truco del almendruco” sin que el “pringao” se diese ni cuenta de quien dirigía aquella estrategia de esconderse todos juntos como si fuésemos una piña y, por supuesto, cuando éramos descubiertos, desbordábamos al paleto “pringao” por todas partes y en carrera. El bote iba a “hacer vientos” de una limpia patada con todas las fuerzas de nuestra condición física y todos quedábamos salvados. El paleto “pringao” estuvo “pringando” toda la tarde. Nunca supo quien había ideado la estrategia; pero es que yo era ya todo un consumado en el arte de disimular inocencia sin dejar de ser quien era. A lo mejor se acuerda. A lo mejor no se acuerda. Y en cuanto al jefe de los de San Pedro simplemente le ignoré. No me interesaban sus chavalas porque estaban “muy pasadas de edad” y eran “más pesadas que el plomo” así que me fijé en la madrileña y “a otra cosa mariposa” pero de “pringarla” nada de nada. El “pringao” del bote ni se enteró. La madrileña sí que se acordaba de mí cuando, algún año más tarde, hice de nuevo acto de presencia para sonreír junto a mi padre. ¡Mírala, mírala, viendo pasar el tiempo; la Puerta de Alcalá! Sólo que a la puerta de mis tíos abuelos ningún paleto “pringao” se atrevió a acudir para reclamar. Sólo la madrileña sabía que era yo. Sigue Leyendo...

¿Quién mató a Billy El Niño?

– Yo sólo quiero saber si mi hijo está loco, doctor Madigo.
– Señora Pitaluga, los psiquiatras no somos dioses.
– Sé que ustedes no son dioses, pero sólo me importa la salud de mi hijo.
– Quizás sólo sea un proceso desequilibrado de su adolescencia.
– ¡Le advertí un millón de veces que no leyera tantas novelas del Oeste! ¡No las lee! ¡Las devora!
– Leer novelas del Oeste no es síntoma de locura, señora Pitaluga.
– ¿No sucedió eso con Don Quijote por leer tantas novelas de caballerías?
– Don Quijote es una ficción. Su hijo es una realidad. ¿Comprende la diferencia?
– ¡Un millón de veces he tirado a la basura sus novelas del Oeste, pero siempre vuelve a llenar su dormitorio con esa basura literaria!
– ¿Cómo sabe usted que las novelas del Oeste son basura literaria? ¿Quién le ha contado esa mentira?
– ¿No es basura literaria las novelas del Oeste, doctor Madigo?
– Ni más ni menos que cualquier otra afición exagerada. Un joven adolescente puede volverse loco escuchando música clásica, pero lo normal es que nunca suceda eso.
– ¿Se atreve a comparar la música clásica con las novelas del Oeste?
– Me atrevo a afirmar que el hecho de que su hijo lea tantas novelas del Oeste no quiere decir que esté loco. Esas novelas pueden servir para desarrollar la imaginación y desarrollar la imaginación no es una locura sino abrir espacios a la fantasía de los adolescentes.
-¡Prefiero mil veces que se hubiese aficionado al fútbol o que se hubiese enamorado de una chica!
– Debe usted saber, señora Pitaluga, que por culpa del fútbol algunos adolescentes pueden llegar a convertirse en asesinos y que por culpa de enamorarse de una chica algunos adolescentes pueden llegar a convertirse en suicidas. ¿Cómo llama usted a eso, señora Pitaluga? Querer ser como John Wayne puede ser más saludable que querer ser como Cristiano Ronaldo o que Shakira sea su novia. El funcionamiento del cerebro humano es mucho más relativo y sorprendente de lo que creemos. Su hijo puede ser un genio y no lo sabemos descubrir.
– Lo dudo, doctor Madigo, lo dudo.
– ¿Cómo va con sus estudios?
– En Literatura, Historia y Geografía no tiene ningún problema; pero en cuanto a Matemáticas, Física y Química, nunca las aprueba en junio aunque las aprueba en septiembre. Nunca ha tenido que repetir curso. El idioma español lo domina a la perfección. ¡Cuando no lee novelas del Oeste siempre está escribiendo!
– ¿Qué escribe normalmente?
– Poesía. ¡Es un enamorado de la Poesía!
– Lo cual quiere decir que su hijo es normal.
– ¿Puedo hacerle una visita?
– ¡Adelante, señora Pitaluga! ¡Pase y hable con él!
– ¡Hola, mi pequeño Miguelito! ¿Cómo estás, hijo mío?
– ¡Muy feliz, mamá, muy feliz! ¡Acabo de matar a Billy El Niño y ahora voy a por Liberty Valance! Sigue Leyendo...

El abuelo aquel que…

Había un hombre. ¡Era aquél! Un hombre mayor. Uno que era extraño.
Que al pasar, algunas lenguas, de reojo, comentaban, afiladas murmuraciones.
Era uno que iba caminando lento por los paseos adornados con palmeras, mientras los comensales dormían dedicándole una sueño a la digestión.
Poco limpio atuendo traía oscuro, en vestimenta puesto. Zapatos sucios un poco. Del camino que viste y reviste a la polvareda y viceversa.
Avanzaba en lento paso, camino se abría seguro; se trataba pues del extraño.
Sus manos, fuertes. Asido a una vara de gruesa madera, a la vara se atiene, chocando contra la acera testaruda, como un pájaro picando madera para anidar.
El hombre apoyándose, junto al pasar de las horas redondas, esféricas. Camina, marcando el paso como un miocardio cansado, así transita.
En la otra mano, de tela tejida, un saco.
Tela áspera, belicosa, rasposa, rabiosa, intransigente. Llevaba el saco, sujeto bien, y sin desatenderse del.
El hombre extraño, atávico de aspecto, cogido el saco llevaba desde el hombro por las espaldas medio encorvadas. Niñas y niños lo miraban, ojos con temor en la infancia sincera, risueña y llorosa. Miraba al frente ese tal señor. Miraba un poco cabizbajo; quizá obra de alguna clase de cansancio.
La acera era estrecha. Desde alguna vivienda un televisor, y otro, más allá; el hombre silencioso caminaba a cada paso que daba, un aislado golpecito con la vara, en el pavimento lleno de viento y un trozo de papel en un olvido cualquiera. Acercándose al puente; casi una frontera, allí se dirige; el hombre extraño.
Alejándose. El hombre. Solo. De ropas poco favorecidas. Menesterosas.
Y sus zapatos sucios salieron y salen al paso en un camino polvoriento. El barro, aún. Recuerdos líquidos de un día. De una lluvia, fina y delgada; una necesaria inocentada según el saber de la nube en familia ahí arriba entre agua y cielo.
El viejo hombre avanzaba, con él la consecuente vara.
Se acercaba, regresaba, a la parte del extrarradio allá se adentraba, ora desamparado, ora desmejorado barrio navegando a la deriva.
Un lugar donde los niños y las niñas juegan y jugaban alcanzados por la casi indiferencia, al margen, en otra realidad, jugaban a poner el porvenir en juego; un porvenir casi desfigurado que parece se niega a existir.
Con una sonrisa, juegos en las calles, niños faltos, y sobrados de carencias. Estómagos a veces llenos de un hambre domesticado y que sabe esperar y digerir y saborear.
Los adolescentes subidos en veloces bicicletas, se apartaban a otros lugares, sustraían, hurtaban, allende lejos, de un tirón, unas pertenencias; quizá un robo.
Y luego a media mañana otro, y otro, y a esperar a un mejor momento para otro, y en otro día allende nadie los reconozca.
Personas algo impedidas, mayores. Victimas por los suelos tiradas, sus pertenencias burladas, birladas. Las ropas en parte llenas de polvo al levantarse.
El viejo hombre del saco al hombro; triste. Allí, en el extrarradio. Acá en su tierra se adentró; bajo un portal de pared blanca y manchas no muy oscuras.
Un perro pequeño salía a saludarlo, ladraba el animal, alegre, y las ropas del hombre con olores a maderos quemados en hogueras a la intemperie.
Tablas ardiendo para calentar, al otro lado del puente. Nadie, pocos, a esa parte, no osan. Sigue Leyendo...

El pardillo.

Fernando “El Moro” está triste y melancólico porque ninguna de Las Dos Hermanas le hace caso. Fernando “El Moro” se creía que era como El Mío Cid y se acaba de dar cuenta de que ninguna de Las Dos Hermanas se creen su historia de que es un pobre empleado de Banca. A Fernando “El Moro” la vida se le ha vuelto espinosa. Puede ser verdad que sea un pobre empleado de Banca pero con eso no se puede ligar a ninguna de Las Dos Hermanas. Así que lánguido, nostálgico y ojeroso, enciende la radio para relajarse un poco. Se encuentra nervioso. Muy nervioso. Suena la voz de su deseada Ana Belén. Sigue Leyendo...

Una vida en el mundo (Novela) Capítulo 11

Silver

Miro nerviosamente mi reloj de pulsera. Es la última joya de las muchas que he tenido que ir vendiendo por la décima parte de su verdadero valor para conseguir unas cuantas monedas. Hace ya dos horas exactas que sigo ante la máquina tragaperras. Meto. Meto. Meto. De vez en cuando saco algo con lo que poder continuar jugando cuando ya parece que el dinero se me acaba. Meto. Meto. Meto. Sigo metiendo. De vez en cuando sigo sacando algo para continuar jugando. Aumentan mis nervios. Sudo por todos los poros de mi piel pero esta maldita máquina sigue sin darme el premio que me merezco. ¡Quiero ser millonario! ¡Quiero ser millonario y me aferro, una vez más, como llevo haciendo desde años, a la posiblidad que me ofrecen estas máquinas lúdicas, resplandecientes, brillando como estrellas en el firmamento cerrado de este local que me asfixia lentamente! ¡Quiero formar parte del firmamento de los millonarios! Cuando vuelvo a mirar mi reloj de pulsera son ya las doce del mediodía. Llevo tres horas exactas jugando sin parar… sin parar… sin parar… Sigue Leyendo...

Una vida en el mundo (Novela) Capítulo 12

Violet.

Es mi hija y sólo tiene 13 años. Una niña. Es todavía una niña nada más. Estamos en el jardín, sentados en el duro y seco asiento de madera. Intento hablar con ella pero no responde… nunca responde a mi llamada… y sólo se queda mirando al infinito mientras estrecha su deshilachada muñeca de trapo contra su pecho. Se ha convertido en una autista. El cabrón que la violó me pasó el problema a mí. La dejó medio muerta y yo terminé de matarla asesinando lo que llevaba dentro. Le hablo y no responde… nunca responde a mi llamada. Sólo canturrea, estrechando su deshilachada muñeca de trapo contra su pecho. Sigue Leyendo...

Una vida en el mundo (Novela) Capítulo 13

Gray.

Todo es niebla. Estoy dentro de la niebla. No veo. No me ven. Todo es niebla y mi contorno se se difumina para ser solamente una silueta borrosa y sin dimensiones. ¿Cuál mi patria? ¿Dónde está mi origen? Camino en medio de la niebla. No veo. No me ven. Pertenezco a ese mundo en donde todo es un vacío absoluto de lo que parece imposible… pero no es el vacío existencia que preconizan muchos, todos ellos teóricos nada más, que están errados y hasta viven erráticos cuando me quieren definir. ¿Cuál es mi patria? ¿Dónde está mi origen? ¿Quién soy yo? ¿Y mi vida? ¿A qué lugar pertenece mi vida o en qué sentimiento se ubica mi verdadera vida? Oigo la voz en medio de la niebla. Sigue Leyendo...

Una vida en el mundo (Novela) Capítulo 14

Epílogo.

Al terminar la sesión, Félix rompe el silencio…

– Bueno, hermanos. Iniciamos la sesión para otorgar el Premio de “Una vida en este mundo”. Dijimos, al principio, que una sola de estas 12 personas va a ser el único ganador del Gran Premio. Hemos visionado 12 verdaderas tragedias. 12 hombres que nos han hecho conocer la angustia, el miedo, la sinrazón del mundo en el que viven. No sabemos de dónde provienen estos 12 hombres pero nos han contado 12 vivencias espeluznantes. Cualquiera de estos 12 hombres puede ser el ganador. No hay duda alguna en que las mujeres brillan por su ausencia; así que dar el Gran Premio a un hombre no es, en nuestro caso, ninguna acción machista. ¿Qué opinas tú, Álex?
– Estoy totalmente de acuerdo contigo. Tenemos que ser totalmente honrados a la hora de dar el veredicto. Ninguna mujer puede quejarse ni presentar reclamación alguna; porque lo que hemos visto ha sido a 12 hombres desesperados. Si no ha habido ninguna mujer presente en el Concurso no es nuestra la culpa. ¿O crees lo contrario Héndrix?
– Yo creo que todos los concursantes son sinceros. Todos ellos se merecen el Gran Premio pero, según las Bases del Concurso, uno solo debe ser el ganador. De haber habido alguna mujer concursando, al menos una de ella, podríamos establecer una controversia entre el machismo o el femenismo… pero no hay lugar para ello… así que entremos ya en la discusión sobre quién debe ser el vencedor según el criterio propio e independiente de cada uno de nosotros.
– Antes de ello, os aclaro una vez más, lo que dije al principio. Nosotros no hemos creado la tragedia. No tenemos ninguna clase de culpabilidad pero tenemos algo mucho más importante que se llama responsabilidad.
– Es cierto, Félix. Los 11 eliminados quizás tengan otra nueva ocasión presentándose a otros Concursos. Nosotros sólo tenemos la obligación de ser responsables al emitir nuestro voto sin ninguna clase de complejo. No tenemos prejuicios contra nadie. Según lo que hemos estado viendo es necesario actuar con conciencia y con claridad de ideas. No podemos presentarnos ante el mundo como si ésto hubiese estado preparado de antemano. Y con esa claridad de ideas y la conciencia bien limpia debemos comenzar ya a elegir al ganador de los ganadores; porque, todos ellos son, bajo mi punto de vista, ganadores. Pero uno sólo debe prevalecer sobre los demás sin quitar mérito a los demás, Félix.
– Insisto, Álex, que tenemos algo tan importante que decidir que no podemos estar lamentándonos de nuestro fallo. No olvidemos que estamos siendo sinceros y que no conocemos a ninguno de estos 12 hombres salvo lo que hemos visto de ellos en los 12 vídeos. Sabíamos, desde el principio, que nos podríamos encontrar ante un caso tan difícil de resolver como el que se nos presenta. Pero o somos imparciales o no valemos para ser jueces.
– Como yo señalé, y dije al principio, habría sido tremendamente fácil si hubiésemos hecho lo que hacen la inmensa mayoría de los jurados de los Grandes Premios Literarios. Haber tenido ya elegido el ganador mucho antes de hacer público el Concurso. Pero nosotros no somos así. De tal manera que nuestras conciencias deben quedar limpias cuando hayamos dado el veredicto final.
– ¿Qué sucede si cada uno de nosotros tiene un favorito diferente, Félix?
– Escucha, Álex. ¡No podemos salir de esta Sala sin haber llegado a un acuerdo por unanimidad! Si no coincidimos todos con el mismo concursante, tendremos que estar horas enteras si es necesario hasta llegar a un consenso pleno.
– Totalmente de acuerdo. La mentira no tiene lugar en “Una vida en este mundo”. Y como lo que debemos presentar al mundo como ganador debe ser la gran verdad a la que lleguemos los tres por unanimidad… si es necesario estar días enteros discutiendo por uno u otro de los concursantes nuestras obligación es estar días enteros si llegamos a esa situación. ¿Empezamos ya con la presentación de cada uno de nuestros elegidos?
– Gracias, Héndrix. Eso es lo que yo quería plantearos y saber si estáis dispuestos a tardar todo el tiempo que sea necesario hasta elegir al mejor de estos 12 hombres.
– Estoy totalmente dispuesto.
– Vale, Álex. ¿Y tú qué decides, Héndrix?
– Yo también estoy totalmente dispuesto.
– Entonces empiezo yo, por ejemplo, a presentar a mi candidato.
– Adelante, Félix. Yo seré el segundo en emitir mi voto según tenemos el orden establecido.
– Está bien, Álex. Para empezar, estaría mintiendo si dijera que no todos los relatos me han llegado hasta el corazón. Me han llegado de tal forma que me han hecho temblar… pero hay uno de ellos que me ha llegado hasta el alma. He podido ver y contemplar las tragedias de 11 hombres mirando sus rostros, sus gestos, su desesperación y su angustia reflejada en esos rostros y gestos. Sin embargo, a uno de esos 12 hombres no le he podido ver en absoluto. Eso de “no veo y nadie me ve” me ha llegado hasta el alma. ¿Comprendéis la enorme tragedia de un hombre que no tiene identidad alguna para poder decir que es un hombre que siente, que sufre, que está en un mundo al cual no pertenece? Efectivamente, yo le doy el voto a GraY. Sigues tú, Álex.
– Tampoco he tenido duda alguna. Todas las tragedias que he visto y oído son hombres que sufren y que nos están gritando que hagamos justicia con todos ellos. Pero estoy de acuerdo con Félix en que Gray es el que más me ha llegado hasta el fondo de mis entrañas. Porque Gray pide una justicia para poder ser visto y expresar todo lo que le trastorna hasta el punto de no querer la libertad sino la Liberación. Por eso mi voto es también para Gray. ¿Y tú que dices, Héndrix?
– Ya nada puedo añadir a lo que habéis dicho vosotros dos. Todas las historias me han dejado sin habla pero ese tal Gray está tan marginado que no puede mostrarnos ni su rostro y, además, ha tenido que falsificar su voz para que nadie le reconozca. Por eso parece una máquina en lugar de un ser humano. Eso de “¡no soy una máquina sino un ser humano que quiere ser un ser humano!” me ha dejado sin palabras. Así que mi voto, sin duda alguna, también es para Gray. ¿Qué decidimos, Félix?
– Cada uno ha elegido al hombre que se presenta con el nombre de Gray sin haber consultado nada entre nosotros. Como los tres estamos de acuerdo, no es necesario discutir ni plantear ninguna duda al respecto. ¡El ganador de “Una vida en este mundo” es Gray! ¡Por unanimidad y sin tener que estar discutiendo para llegar a un consenso! Así lo explicaremos ante el mundo.
– Entonces… abre ya el sobre de la plica y vamos a ver quién es ese tal Gray. Sigue Leyendo...