Después de discutir con su marido, salió a la calle avanzada la noche. Dejó la puerta abierta con la intención de que él sintiera su ausencia y saliera a buscarla. Detuvo sus pasos en la plaza cercana, acomodando su pena bajo la luz de un farol. De improviso sintió pasos. Emocionada, pensó que era él, buscándola. Por el contrario, vio la mano de un desconocido salir de las sombras y arrebatarle la cartera. Sollozando regresó a su casa. La puerta aún estaba abierta y el marido continuaba inmóvil viendo la televisión. Al verla, él le preguntó: “¿Para dónde vas?”.
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Relatos
Aceras de la vida
Una vez más, Rossana deambula sin rumbo al salir de la universidad. La soledad se adivina en su actitud. En dirección contraria camina Aldo, quien puede hacer inmensamente feliz a Rossana. Si se encontraran y se conocieran, serían de esas pocas parejas que logran encontrar la verdadera felicidad, aunque fuera al atardecer de sus vidas. Ambos están a media cuadra, y ocupan la misma vereda. Es innevitable el encuentro. Pareciera que el destino les ayuda en su prometedora unión. Pero justo en ese momento, sin causa aparente, Rossana cambia de acera.
Relato de un Amor Olvidado entre Sueños.
Hoy pense en tí. ¿Aun te acuerdas de mí? Talvez sea la desesperación, talvez sea la soledad la que se apodera de mi boca en estos momentos pero.. te extraño. Hay lagimas que aun se derraman por tí aquí. Lo siento, no te ví partír. Y hoy estoy allá contigo, entre sueños mi alma se escapa y vuelve a tí. Ese día, debí decir te amo. Y hoy, hoy es demasiado tarde y las palabras que se quedaron dentro me queman y los recuerdos que baílan en mi mente son punzadas de dolor. Lo síento… no debí huír. Y es que cuando la felicidad es tan grande que machaca, y el amor es tanto que asusta, y la realidad se escapa de tus manos como agua, no queda mas que huír. Al ménos eso creí. Y hoy no éres tú sino yo la que paga penitencía por mis actos, míentras que tú, tú no has vuelto a mirar atrás. Y hoy te extraño mas que nunca y me haces falta. La vida explota a mi alrededor sin tí. Y aveces es necesarió inventarme historias para superar tu ausencia, cuentos de hadas en los que no me supe ir. Y la idea del destino avíva mi esperanza, ¿pero que si el destino no me tíene en las cartas para tí? Los días pasan y tu recuerdo se convierte en nube, pero por las noches una píedra duerme síempre sobre mí corazon. Pero esta noche, esta noche intentare dormir, talves esta noche podamos reencontrarnos…
El beso transitorio
Antonio estaba completamente nervioso porque estaba totalmente enamorado y se encontraba allí, en el lugar exacto de la cita con Maritza. Estaba totalmente enamorado y había llegado el momento contundente de atreverse a decírselo con un beso como intermediario. Por eso había pasado las tres úiltimas noches sin poder conciliar el sueño; imaginando mil y una maneras diferentes de besar…
Por fin tenía un plan perfecto ya establecido de antemano. Primero le haría entrega de aquella flor que portaba, tembloroso, entre sus manos. Era un jacinto de color morado, la flor preferida por Maritza… y después la llevaría a tomar una taza de chocolate con churros, la merienda preferida de Maritza. Luego, cuando ya la tarde hiciera declinar los rayos del sol, pasearían hasta el Jardín de los Poetas, el jardín preferido de Maritza, y le hablaría de aventuras sin fin enhebradas en las naves del amor, el tema preferido de Maritza.
EXPERIMENTANDO CON CERAS
Aquél día que maría Jesús me preguntó si me iba con ella a pintar al campo la idea me dio pereza, como siempre que me planteaba pintar en el exterior. Hay que acarrear caballete, óleos, pinceles… ¡un sinfín de bártulos! y todo para volver con el cuadro medio esbozado, la pintura fresca, las inevitables manchas de óleo…
No. Decididamente no me iría… pero ella me convenció, me dijo que pintaríamos con ceras, ella me enseñaría. Entonces pensé que era un nuevo reto, una experiencia que no me perdería. Quedamos para el día siguiente. Comeríamos pronto y saldríamos enseguida para aprovechar la luz de la tarde.
Mi estupido orgullo
No era el momento indicado para decirte adios
se que aun podia perdonarte
No pensar mas en tus engaños
no en la estupida forma que tenias de tratarme
Inutil es intentar huir
yo sigo extrañando siempre tus besos
No en cuentro la forma de odiarte mi amor
se que algun dia tu lo haras si te das cuanta de esto….
Amarilla Luna del Otoño
Mírala.. Está allá. Arriba. Alumbrando el jardín de los rosales rojos y las lilas purpúreas. Es la Amarilla Luna del Otoño recostada en el gris cielo y en medio del anacarado éter del alba. Es la Amarilla Luna del Otoño empapando de nostalgias al membrillero y al verde caminito de los perales y el aguamanil junto al cántaro cobrizo que están reposando sobre el borde de la fuente. Las doradas estrellas le lanzan sus “flashes” fotográficos para inmortalizarla en este sereno mundo de las sensaciones. Y a mí sólo me queda observar dos tintes de violetas y un naranjo en flor…
ME LLAMARON DESDE LEJOS
Ese domingo, como otros tantos, habíamos decidido ir a pasar el día en la playa. En realidad no teníamos la intención de estar todo el día quietos en un sitio. Pensábamos coger la carretera de la costa por Torre del Mar y parar por cualquier playita tranquila, dar un paseo, recoger algunas almejitas, algunas chinitas de las que a mi tanto me gustan, tumbarnos un rato cara al sol, en contacto con la arena, y cuando nos cansásemos buscar un chiringuito al borde del mar donde sirvieran una buena paella, un sabroso espeto y una jarra de cerveza fresca y espumosa. Hacía un día de junio estupendo para eso. El sol reinaba en lo alto y la brisa suave que corría no estaba de más. En fin, que habíamos planeado pasar un día más bien tranquilo y sosegado, de puro relax.
El sueño de una noche de Agosto
Como otras tantas noches de verano en la terraza de mi casa, recostada en la hamaca, entre los geranios y enredaderas, miraba al cielo estrellado en un intento de relajarme. El aroma de la dama de noche y los jazmines me adormecía y me trasportaba a mundos irreales. No recuerdo en que momento me dormí, si es que me dormí……..
El escenario había cambiado. Caminaba por un terreno escarpado. La luna de agosto lo iluminaba todo de una manera misteriosa. Estaba rodeada de formas de fantástico y singular aspecto. Por un momento me sentí atemorizada. Paseaba sola, perdida en un mundo al que no recordaba haber viajado. Quizás solo se trate de un sueño, pensé para tranquilizarme, y seguí hacia delante.
Con los diez últimos textos…
Vaya por delante que soy una asidua lectora (a veces escritora) del Vorem. !Me encanta el Vorem y toda su gente!. Con los diez últimos textos publicados en Vorem hasta ahora (vaya por delante que los elijo por el simple azar de haber sido publicados los últimos hasta ahora) voy a ver si logro escribir un texto razonablemente inteligible. Ahí va el esfuerzo. A ver qué sale… y me contáis si lo deseáis. Un beso a todos lo voremios y voremias. !Siempre adelante!.
“Salí al escenario y… había juerga… juerga en el barrio experimental de mis juventudes. En un rincón del bar sueña el poeta que sueña con la cancíón al poeta superando al propio Espronceda. Y después… mañana volveré a desayunar mis cereales (¿La dictadura de los crerales?) y luego, al mediodiá tu té será dulce. Por la noche saldrá en el televisor que alguien ha visto un ovni soltando humo del asfalto. Pero cederé a la resistencia y comenzaré a dormir”…
Abandono
Hipotecas a interés variable
Cuando se está en paro, a veces, el organismo no responde.
El equipo médico había diagnosticado apatía crónica, por lo que ya hace tiempo que sabía del riesgo en el cual se encontraba.
Tratando de hacer una vida normal llenaba el tiempo de ocio con algunos trabajos sin recompensa y había descuidado su higiene personal por miedo a tener demasiadas rutinas, pero sin darse cuenta había caído en multitud de ellas.
Así pasaron varios años hasta que un día se dejó caer por un barranco.
Su organismo no respondió ni antes, ni después; pero sí durante la caída.
Mala suerte.
La Vela Durmiente
Tendré que airear esta estancia, el polvo empieza a no dejarme respirar. Es enorme la congestión que existe en un lugar como este cuando pasa tanto tiempo con las ventanas cerradas. Si hubiera luz ni siquiera podría ver mis manos.
¿Cómo se hacía? No recuerdo como se hacía. Recuerdo que sabía pero no sé recordarlo.
Puedo concentrarme cuanto quiera en este vacío y tratar de liberar el aire de su peso, pero creo que sería difícil hacerlo.
¿Qué estaré haciendo?
Quizás es solo incomodidad lo que siento en este sueño, un estado de no querer estar pero no poder dejar de hacerlo. No es incomodidad lo que siento en el sueño, es el sentimiento de soñar lo que no aguanto, estar soñando y creer que estoy viviendo.
BB
En paralelo II
ENTRENOCHES
La noche prometía grandes acontecimientos.
La música, bien alta, suena en los bares abarrotados por las personas que esperan a tener una oportunidad para hablar en los cerrados grupos y, con ánimo, crean el ambiente de ocio preferido en la ciudad.
Aquel antro bien podría haberse llamado “El Culebra” o tal vez “ Miss Tropical”.
Era el típico lugar que es difícil de encontrar, con precios asequibles a cambio de garrafón, el humo nublando las miradas de la gente y un señor de abundante barriga y pelo escaso que con una sonrisa en los labios te llena el vaso.
En paralelo III
EL NUEZ
– Cuénteme como son esos momentos en los que se encierra en su habitación.
– Me dejo caer a escribir sobre el asiento forrado con el olor de mi trasero.
En ese momento es mi único objetivo, las palabras surgen mecánicamente, casi al ritmo de la música que se escucha en la habitación. Solo de vez en cuando paro y rectifico casi la totalidad del contexto en el que deseo encontrarme y busco el talento suficiente para que estas palabras no carezcan de sentido, al menos.
Me pregunto que me queda, si esto no sirviera para nada ¿qué me quedaría?
Los acentos se amontonan mientras vuelvo a repasar lo escrito.
En paralelo IV
CECILIA
– La verdad es que soy escritor, bueno no soy profesional como para comer, solo me gusta escribir porque me tranquiliza. Hay tantas cosas sobre las que escribir, Madrid, los bares, las personas, el tiempo…
– ¡Anda! ¿ Te gusta escribir? Por aquí hay un colega que también escribe, ha publicado ya en periódicos y alguna revista digital. ¿Tú has publicado algo?
– No, yo solo escribo para mí. Cuando llego a mi casa me siento en la habitación y, entre porro y porro, vomito todo lo que se me pasa por la cabeza. Es de las cosas que más me gustan. A veces es necesario sacar la mierda acumulada.
La Dama Blanca.
En aquella mansión desperté en una larga y espantosa pesadilla. En aquella mansión las almas volaban como penas arrepentidas de las tinieblas y del suspiro colado por entre las rendijas de sus puertas.
Las cortinas penetraban en su interior sin apenas el recuerdo de lo que fueron, y los arañazos de sus paredes desconcertaban al más traidor de los traidores.
No quedaba luz en los candelabros volcados, y las llamas dejaron de quemar fotografías de antepasados malditos por el caos del odio y del rencor.
Segunda oportunidad.
Hay un soplido en ti, un soplido áspero y amargo que cuando callas se acerca y en voz baja, en una voz camuflada entre las motas de polvo te dice su nombre.
Y en los rayos de sol que atraviesan las cortinas del salón, observas su imaginaria imagen fruto de tus deseos e impotencia.
Nada es como quisiste, nada se asemeja a esos sueños de ayer, pues ella será quien marque el final de aquella etapa, de aquella historia de amor que cada día mereció un te quiero en tu diario viejo y de hojas amarillentas.
Terremoto.
Aquel sonido estruendoso casi rompe los tímpanos de mis oídos, mas si alcanzó a la imperturbable calma de mi vida en tan solo un segundo o dos que duró.
Únicamente se trataba de vivir el día a día, de hacerlo lo mejor posible, levantarte a una hora y acostarte a otra…todo era rutina, una rutina bien llevada hasta aquel preciso instante.
Pero, aquella mañana, a eso de las seis y media de la madrugada, la tierra pareció quererse comer a cada uno de los que allí habitábamos, arrastrando a su paso años y años de esfuerzo realizado, esperanzas, sueños, proyectos derrumbados por el arrebato
injusto del tiempo…y así fue como todo se desmoronó.
… y te llamo Conciencia
Te llamo Conciencia cuando nos cruzamos palabras de ánimo e indulgencia en el fragor de las batallas diarias. Te llamo Concienca cuando unimos nuestros equipajes en una sola mochila de sueños. Te llamo Conciencia cuando determinas los nortes de mi guía en el proceloso caminar sobre las olas de las horas. Y te llamo Conciencia cuando penetras en mi razón y me haces levantar toda la Esperanza Diaria.
Te llamo Ternura…
Cuando, bajo la luna y el canto de los grillos que chirrían más allá de nuestra frontera, me acaricias levemente mientras nuestros cuerpos plasman dibujos de amor dibujos… te llamo Ternura. Cuando descansas suavemente sobre mi pecho una vez que las estrellas han encendido de rubor a tus mejillas… te llamo Ternura. Cuando las luces de la madrugada alumbran tu cabello suave y sedoso mientras mis manos acarician sus esencias de fragores descubiertos… te llamo Ternura. Y cuando me levantas el ánimo diario con un beso dulce y reposado… te llamo Ternura. Te llamo Ternura cuando estás tan presente en mi alma que no existe ya ningún espacio de distancias entre tus suspiros y mi anhelo.
Descubriendo La Fibromialgia
Cuando se dio cuenta que andaba hasta el cuello en la ciénaga ya había recorrido la mayor parte del espacio que la separaba de la liberación. Exhausta y apunto de desfallecer se encontraba al límite de sus fuerzas. Ni el sol de la mañana, ni la sincera vergüenza de la tierra al enrojecer en los atardeceres cuando aquel sol la acariciaba tiernamente en su despedida, la hacían ya sonreír. El canto de los pajarillos no llegaba al cenagal, y su memoria no la dejaba recordar el maravilloso canto que antes le parecía mundano.
Sin embargo avanzaba donde no quedaba mas que caer y olvidarse hasta de si misma. Las puertas del escape estaban cerca, se lo decían sus venas. Se lo decían sus terminaciones nerviosas. Se lo decía a si misma con lentos movimientos de hormonas entre neurotransmisores.
Y va de cuentos
Esta Cenicienta, como la del cuento clásico, era una pobre chica que había caído en las garras de su madrastra cuando su padre, un terrateniente bastante acaudalado, falleció. La madrastra y sus dos hijas (que eran muy feas) se comportaban muy mal con ella, que vivía una vida modesta.
Un día se recibió en la casa una invitación para el baile en el palacio del rey. Inmediatamente, todo el mundo se conmocionó. La madrastra y las hermanastras de Cenicienta empezaron a pensar en trajes y tocados, en cómo valerse de los afeites para disimular su fealdad. Cuando Cenicienta preguntó, esperanzada, si ella también podría asistir al baile, se rieron en su cara y la llamaron sucia, desaseada, incapaz de presentarse en el palacio para una ocasión tan señalada.
Said. II parte
Aquella mañana, además del sol, con su luz y su calor, de los ruidos de las manadas de búfalos trotando a los lejos y los tigres atrapando a su presas, lo que despertó a Ahmed de su largo sueño fue un largo chasquido, como de una gota gorda que ansiosa cae al suelo y rebota, seguido del grito de su mujer. Ahima había de romper aguas en un día de sabor seco y agrio, un día donde el sol golpeaba más que nunca y el patio se llenaba por entero de bichos del calor. Las últimas reservas de agua pura se agotaban, y pronto había que ir al río. Aquel día, aquella mañana de tantas otras en el antiguo continente, cuando Ahima despertaba pensando en que recorrería temprano los kilómetros que había hasta el río, un nuevo nacimiento alumbro la casa en el mismo instante en que el sol se asomaba en el horizonte. Un milagro a la par que otro despertó aquel día.
La venganza de Said: I parte
Abdellah estaba enfadado ese día. Los diamantes no llegaban y no había dinero, el armamento escaseaba. Le pareció que aquel alemán intermediario le tomaba el pelo, así que no tuvo otra salida que pegarle un par de tiros. Tuvo ganas de cortar su cuerpo asquerosamente blanco en trocitos, pero se contuvo. Su jefe habría estado contento, pero a él no le gustaban todos esos espectáculos. Cómo le habían enseñado de niño, el sólo mataba cuando alguien le faltaba el respeto: era su recompensa por el trato que le daban. Con una buena metralla te respetaba todo Dios, eso si que lo había aprendido. Harán lo que él tuviese en ganas de mandar, y el que no, a tomar por culo.
Caperucita Roja (según Michelín)
normal
si, lo vi pasar el lunes. como siempre, jadeando y arrastrando el cuero que aun no se había enrredado en el costillar. opaco. cierto. algunas cuadras hasta parar, amarillo de polvo, viendo a travéz del brillo de sus ojos acuosos. en relidad nunca habia pensado en esto pero sabía por que estaba allí.todavía le quedaba algo de tiempo. como siempre. era vano apresurarse. y el riesgo era cero. imaginó lo que sucedería y todo se paralizó. tendria que esperar un poco más. como cada vez. de suspenso en instante volvió a llegar a la esquina sin que nadie lo supiera. sin que nada pasara.
Si tú me dices ven…
Las trastadas de mi gata (verídico)
Mi gata además de decir mama muy clarito, la enseñé yo de pequeña a cambio de pate pata negra la obligaba a decir “mi mama me mima” y a todo le dice mama, también como el velocireptor de parque jurasico ha aprendido a abrir puertas, esto és lo que me hizo un frío día de invierno:
Era por la mañana muy temprano y yo me disponía a ducharme, la caldera la tengo en el patio que solo se abre por dentro, así que ataviada únicamente con una escasa toalla liada, Salí al patio a encender la caldera. De pronto se cerró la puerta, yo pensaba que seria Samara gastándome una broma, pero no Samara ya se había marchado al instituto, había sido carlota con su patita, creo que fue el único día que granizo en Madrid y ahí estaba yo sin poder entrar en mi casa y tan escasa de ropa, no me quedo otra que gritar a los vecinos para que llamaran a mi madre y viniera a rescatarme, no se como no me cogí una pulmonía, eso si todo el vecindario estaba asomado a las terrazas contemplando mis penurias, digo yo que por lo menos me podían haber lanzado una manta, pero lo que tenían era un cachondeito cuando esplique como me habia quedado encerrada, que pa que más, después de un par de horas aproximadamente apareció mi madre, digo yo que por lo menos podían haber aplaudido.