Mi amiga Isabel A., que anda remisa para entrar en la comunidad vorémica, escribió en 1981 el cuento que transcribo a continuación. Hoy, buscando en un cajón, lo encontré y le pedí permiso para ponerlo aquí. Me lo ha dado y por eso aquí está: (Ah, se me olvidaba, está interesadísima en conocer vuestra opinión, que yo tengo que transmitirle; se admiten toda clase de críticas)
“El niño al que le gustaban las gaviotas
Al niño le gustaba observar el vuelo de las gaviotas cuando, en los atardeceres, los barcos de pesca regresaban al puerto de la pequeña ciudad costera en la que veraneaba y, entonces, como remolinos inquietos de blancura y graznido, los pájaros escoltaban la flotilla, espiando y acosando el momento de la descarga de las panzas de los barquichuelos.Sigue Leyendo...
LA TORPEZA DE IGNORAR LOS TALENTOS DE NUESTRA TIERRA
Había una vez dos campesinos, Justo y Prospero, que vivían el uno al lado del otro. Ambos tenían una finca que contaba con un hermoso campo de tierra fértil, regada por un riachuelo de agua cristalina y pura que cruzaba por el centro de ambos campos. Como a los dos les gustaba cultivar flores, acudían juntos a ferias y certámenes y siempre volvían cargados de semillas de las más bellas y exóticas. Los dos organizaban fiestas a las que invitaban a los demás vecinos a saborear los ricos frutos de su huerta y contemplar sus hermosas mansiones de gran historia arquitectónica, heredadas de sus bisabuelos. Sigue Leyendo...
María Guzmán cumple hoy 17 años, pero no muestra un rostro espinillento ni senos que desvíen las miradas de los hombres. No está en casa de alguna amiga escuchando reggaeton o tarareando baladas de moda. No está gritando contra su madre desde su habitación. No está tirada en el living rayando cuadernos con el nombre de algún muchacho… María Guzmán cumple hoy 17 años. Estática, morena, y niña aún, sonríe desde el reverso de una caja de leche bajo el título de “Niños perdidos”.
Terminando de convencerse que saltar al vacío desde el balcón donde estaba era la única salida a sus problemas, el suicida se distrajo mirando una pareja que llegaba al mismo edificio. Se fijó como ella le pedía a él que la esperara, mientras entraba y éste, nervioso, caminaba en círculos fumando. Levantándose y haciendo puntería hacia la acera, vio salir a la mujer con un papel que le entregó a su acompañante. Éste lo arrojó y, saltando, la abrazó dando vueltas para luego besarla y arrodillado acariciarle el vientre. El espectador anónimo sonrió… suspiró…y decidió bajar por las escaleras.Sigue Leyendo...
Aquella mañana tocaba el violonchelo en la entrada de la catedral de Osorno. El poco dinero que ganaba me alcanzaba para vivir dignamente. No como hubiese querido la Marcela, claro está. Ella quería que trabajara en la empresa de su padre. Pero yo amaba la música, tanto como a ella. Por eso tal vez le dediqué mis melodías. Aquella mañana la recordé más que nunca, se cumplía un año sin vernos. Aquella mañana cayeron $10.000 dentro del estuche del violonchelo. No pude evitar levantar la vista, sólo seguí el ruido de sus tacones perderse por el corredor.Sigue Leyendo...
He conocido a Mario. Él no sabe cuál es el motivo del viaje de su abuelo. Han cruzado la cuidad. Mario está confuso, pues su abuelo carga una maleta. Se estacionan en una calle. El abuelo, el padre y el chiquillo, descienden. El anciano besa a Mario y camina hacia una gran casona arrastrando los pies. Mario y su padre han llegado a casa. Mario ha entendido. Se dirige al garaje, para luego subir al cuarto con un bolso, pero antes de hacerlo, su padre le pregunta: “¿Qué harás con eso?”. Secamente, Mario responde: “La guardaré para ti”.Sigue Leyendo...
En los últimos días han cambiado mucho las cosas en la Comuna del Gran Hermano Pin8. Así, por ejemplo, tenemos que, en primer lugar, De2 y Ca3, cansados ya de ser juguetes en manos de los caprichos eróticos de la pérfida Tele5 abandonaron la comuna y ahora descansan plácidamente en sus respectivos hogares familiares, consolándose con tragos de cerveza ligth mientras Ana Rosa (novia de ambos a la vez) les va preparando el programa respectivo a cada uno de ellos.
En segundo lugar, 100Pies, una vez abandonada la Gran Casa por parte de De2 y Ca3 y perdida la abrumadora tensión que estos ejercían sobre su estado de ánimo se ha animado demasiado y ha comenzado, abandonando su anterior misoginia, a tener relaciones sexuales con la Tele5 comenzando a vivir así una historia en común. Sigue Leyendo...
A De2 se le hacen los dedos huéspedes cuando ve a la Tele5 desnudarse poco a poco antes de irse a dormir; pero Ca3 también bebe los vientos por ella y ya prepara su catre para ver si la Tele5 cae en sus redes. Sin embargo, la Tele5 les tiene muy tomadas las medidas a De2 y a Ca3 y no hace sino calentarles los sesos y los sexos a lo Ana Obregón pero no pasa de ahí. Y claro, De2 y Ca3 tienen que autosatisfacerse todas las noches. Mas quien no quiere sufrir sofocos por culpa de la Tele5 es 100Pies.
100Pies, cuando la Tele5 empieza a desnudarse, siempre se dice a sí mismo eso de pies para que os quiero, pone luego los pies en polvorosa y sale zumbando a darse una vuelta por las calles del pueblo.Sigue Leyendo...
La noche tiene nombre de casi ceguera. Es darle la vuelta a todo lo que consideran luminoso y puro. La noche tiene tonalidades grises, incluso se puede apreciar un púrpura inimaginable. El barrio vacío se mira en la noche. Nadie teme ser reconocido en la oscuridad. Un mundo de gatos y gatas encelados, vestidos como quieren y caminando, sin más. detrás de cualquier esquina siempreestá alguien. Jamás preguntes quién es, o cómo se llama. Cruza la esquina y pasa. Detrás de cualquier esquina imaginas que todo acaba. La noche aumente su oscuridad y no te das cuenta. Detrás de cualquier esquina es suficiente pararse y fumar despacio, como la gente del barrio, como la gente.Sigue Leyendo...
Hoy es viernes y tengo que despedir a Echeverría. Mi jefe piensa que ya se lo dije. Pero no es tan fácil. Echerverría es como veinte años mayor que yo y, cuando llegué a la empresa, fue el único que no pensó que mi puesto lo merecía él. Desde mi oficina observo la calle y podré ver cuando llegue. Él siempre anda acompañado por un libro. Ahora mismo debe venir en el Metro releyendo alguna historia de Cortázar o Borges, sus favoritos. “¿Para matar el tiempo Echeverría?”, le pregunté cuando recién nos conocíamos. “No”, me dijo, “para hacerlo vivir”Sigue Leyendo...
Chofer maneja malhumorado luego de cuatro horas de sueño (la bruja). Colegial sube medio dormido luego de tres (la noviecita). Chofer lanza monedas al rostro del colegial. Colegial dice improperios sin ningún recato. Chofer detiene la máquina, insulta mejor que el muchacho. Colegial intenta avanzar hacia el fondo. Chofer saca fierro que oculta bajo el asiento (nunca se sabe con los delincuentes). Colegial saca navaja que lleva muy a mano (la gente está tan mala). Chofer golpea a colegial, colegial punza a chofer. Ambos descansan el hospital. Hora de defunción de ambos? 10:40 am.
Doctores resuelven que la falta de sueño hace mal para la saludSigue Leyendo...
Tengo el listado, pero el fin de semana no lo pude decidir. Sé que debo reducir el personal, pero a quién despido. Al gordo Sanhueza, a la chica Susana, a mi compadre Diesel o a la Carlota. Quizá a la vieja Elena, que le queda poco para jubilar. A María ni pensar, espera bebé y el novio la dejó botá. Cómo lo hago, a quién elijo. Todos somos amigos, cómo se los voy a decir. Debo ser profesional, los sentimientos deben quedar fuera. Una moneda. Sí, una moneda.
Ahí viene el Metro, atestado de gente como todas las mañanas. Escojo con la mirada desde el andén a mi víctima, mientras repaso mentalmente el plan. Se abren las puertas. El último en bajar es un hombre todavía somnoliento. “Mi víctima”, digo para mis adentros. Él me mira de reojo y entonces ataco: “Hola, ¿cómo está?, que gusto verlo!!!”, y le doy un fuerte abrazo junto con una sonrisa. Luego me subo y avanzo por el carro. Él gira. Las puertas se cierran y veo con satisfacción su cara de incertidumbre. Pobre hombre, pensará todo el día en quién le saludó, y yo, no puedo esperar hasta mañana para escoger una nueva víctima.Sigue Leyendo...
Con ese gesto duro que le gusta marcar en su cara, y el conjunto vaquero, y las cadenas y las patillas. De riguroso total, tirando a barrio, Arturo dice que su barrio es su vida. En mitad de la calle se sienta en un banco y va comiendo pipas y jugando con la navajilla a cortarse las uñas. El tiempo le resbala porque el futuro es un desconocido juego de ordenador barato. Se enamoró de una pivita, pero le resulto extraño besarse y que la gomina le supiera amarga. Le desagradó ese juego egoísta de estar agarrados con aspecto de eternos. Y lo dejó, porque sí, por la mismas razones por las que come en casa de su abuela Elvira, la abuela de todos sus hermanos. Arturo pasa de su propia historia. Es fiel con su sentido. Lo que ocurre fuera de sus gafas de sol,le suena a revistilla de un euro y cuatro pincesas jugando con trapitos. Le rodea la misma soledad que sus amigos del billar. Allí flipa haciendo de cada taco un arma de combate contra planetas habitados por putas caras que se rien como tontas. Como siempre dice…al menos meto bola, y la vida sigue. esa vida que, traspasando la puerta del garito se limita a ser barrio coyuntural, espejo de despertares, amarguras reconocidas, guitarras rotas sobre cristaleras limpios con ajax y un trapo viejo. Pero su abuela Elvira, es siempre la referencia, la vieja cansada que le plancha el vaquero mientras él se ducha. Sigue Leyendo...
En medio de la muchedumbre, los más increíbles objetos aguardan al comprador. Entre el olor a sahumerios, flores y chocolates, me encuentro con una robusta caja de seguridad. La había buscado algo así en una feria desde hacía años. Me extrañó el precio y la revisé incrédula. Entonces, me di cuenta de que estaba cerrada. Sorprendida, me enteré de que no tenía la clave y que se vendía así como estaba. Le pregunté a la señora qué había en el interior, a lo que respondió: “Vaya a saber uno. En todo caso, está incluído en el precio”Sigue Leyendo...
Primero tienes que desechar algunos prejuicios.
Piercings, tatuajes, cabelleras fosforescentes o ropa estrafalaria no son signo alguno de provenir de otro planeta. Fíjate mejor en otras cosas!. Por ejemplo: los que viajan sentados en el piso (son yoghis intergalácticos), los que se ríen solos (atento, tienen armas de rayos), los que viajan con ojos cerrados y los mueven bajo los párpados (son telépatas, están procesando los pensamientos de la gente alrededor), a los que leen (es una patraña!…. los libros son en verdad una ventana al hiperespacio). Cuídate de los que leen. Son los más peligrososSigue Leyendo...
Era una vez un niño que soñaba ansiosamente con un caballo de cartón. Un día, por fin, pudo conseguir que se lo regalasen y montando numerosas veces en él comenzó a desarrollar múltiples fantasías cabalgando por los ilusorios paisajes de su infancia. Así fue como aquel niño fue creciendo entre miles de sueños siempre balanceándose en su caballito de cartón. Y llegó un día en que tuvo que bajarse de él y apostar por nuevos caminos…
Como tenía alma de caballo comenzó a jugar al ajedrez. Todo el mundo que seguía sus partidas se admiraba de aquel prodigioso jugador a la hora de manejar los caballos. A veces perdía y a veces ganaba pero siempre dejaba una extraordinaria sensación de jugador genial manejando las piezas de los caballos. Todos decían de él que si el ajedrez constase solamente de caballos él sería indiscutiblemente campeón mundial. Sigue Leyendo...
Los papeles, todos los papeles tenían necesidad de un cementerio. Caían muertos, o simplemente eran tirados, como elementos inútiles de unas vacías llenas. Los suelos rebosaban suciedad y lluvia y hojas, en otoño. Los vecinos decidieron hacer una colecta y sacar unos eurillos para comprar una gran papelera. La colocaron en el lugar más estratégico del barrio. Los papeles, alfín tenían, su ansiado cementerio. Se llenó la papelera. Los muertos eran tantos que caían a los pies de la papelera golosa. Nadie los recogía. Los vecinos decieron hacer una colecta y comprar una nueva papelera. Y así, la buena voluntad de los vecinos logró llenar de papeleras un arrio lleno de seres saciados de papel. A nadie se le ocurrio recurrir a la buena idea de contartar a una persona que manipulara todo aquel juego. Podría haber sido un ángel llevándose las almas de los papeles a un paraíso de reciclado. Podría haber sido el Profeta del Barrio, deseo de saber quién fumaba cigarrllos americanos.Sigue Leyendo...
Mi barrio se asoma a la inquietud de cada día. Cuesta vivir y cuesta saber por qué cada noche la luna es distinta. Una frutera maravillosa, vive en mi barrio. La miras a los ojos y tiene ese gesto que ponen los melocotones cuando estan maduros y huelen y todo. La llamamos Sandi, porque es redondita y está llena de lunares, que son comos la pipas de la sandía. Sandi saca sus bolsas, cada noche llenas de fruta tocada. Y allá van las manos sedientas del fruto prohibido a llenar las bolsas de humildad. ¡Cuánto prestigio para esta frutera! en mi barrio la fruta es cara, y hay hambre, como todos los barrios que los alcaldes no pisanmas que un día. A esa fruta la llaman “pa compota”, tocaíta toa…pero, pa compota. Consumir la vida. Ser valientes para reconocer que una mano alcanza lo que el bolsillo no tiene. Vivir en mi barrio tiene olor a silencio, pero del bueno, del que hace ruido hasta por las noches.Sigue Leyendo...
El grupo miró hacia donde señaló la mujer y al ver aquella figura demacrada de mirada tranquila, calmaron su miedo.
Discutieron largo rato que hacer mientras miraban de soslayo al viejo. Empujados por el ánimo de María, mas aún recelosos, decidieron ir hacia donde se encontraba.
Encontraron un estrecho sendero entre rocas que llegaba hasta el árbol. Allí estaba el viejo, observando el valle.
– ¡Eh! ¿Eres el abuelo Alfredo?. Te hemos estado buscando durante años, ¿dónde te habías metido?.
Dicen, pero no aseguran, que en la parte más seca de La Mancha existe un árbol que no puede ser arrancado. No lo aseguran porque todavía lo siguen intentando y, como todo el mundo sabe, tarde o temprano algo acabará pasando.
La historia se remonta hacia los tiempos que ya nadie recuerda, cuando los muertos aún seguían vivos y la tierra aun era libre para dejar crecer el romero, cuando tan solo con la voluntad de tener vida, ésta podía ser vivida.
Cuentan que un tipo, cansado de estar con otras personas se fue caminando con lo puesto hacia donde se esconde el sol entre las lomas.
Una muchacha de diez años que le vio marchar, después de treinta años más, decidió irle a buscar. A ella se unió un grupo de personas, asegurando ser familiares cercanos del viajero, que habían estado esperando su afortunado regreso.Sigue Leyendo...
Desde entonces Mario dejó
de jugar al fútbol,
compró doce calculadores
de diversos tamaños y potencias
y comenzó a dar un sentido
exacto a su vida,
en un intento fallido
de organizar su futuro,
sin tener en cuenta
a toda la muchedumbre.
La calle estaba llena de pisadas sin nombre. Un frío extraño, con sabor a otoño, cimbreaba en los ombligos de la plebe en veranito. Todos las aceras olían a caminos violados. El capricho de Juan era robar una baldosa. No tenía sentído su deseo, entre infantil y un poco a lo moderno. Con sus manos regordetas arañó el asfalto. Se fue preparando como un luchador de sumo. Fortaleció sus dedos hasta ser capaz de arrancar cualquier cosa y un día, arranchó la baldosa que más quería. Fue feliz, como son felices los peregrinos que ven a dios en cualquier parte o los carteros que acaban su jornada y reciben su correo personal. Una baldosa en forma de baldosa. Un elemental deseo que todo humano tiene, alguna vez.Sigue Leyendo...
Por una senda en medio de un bosque encantado llegue a un claro en el que se oian risas.
Eran risas de seres diminutos y alados que solo yo podia oir. Sentia como uno de ellos se posaba en mi hombro y me decia al oido que si buscaba la vida tenia que buscar algo que fluya como ella. Le puse cara rara en señal de incomprension, entonces me señalo hacia un caminito que se perdia en las sombras de alquellos frondosos árboles. Lo seguia, pero cada vez se hacia mas pequeño hasta el nivel en el que tenia que arrastrarme. Cuando crucé el caminito me di cuenta do lo que me dijo el pequeño ser parlante, agua. Habia una pequeña cascada que caia sobre un lago recogido en la naturaleza. Era un lugar precioso, me quede totalmente en harmonia. Entonces un movimiento en el agua me hizo reaccionar. Sigue Leyendo...
En un lugar tan lejano… tan lejano… que sólo las golondrinas saben cuál es su nombre… hay seres diferentes, profundos, enamorados y, sobre todo, muy humanos. Y todo ello envuelto en el cálido sonido de la paz lograda con cierto sabor a música. Detrás de su silencio hay un superespacio donde todo se acerca a la armonía con el cosmos. Un proyecto de vida es allí mucho más importante que un momento de muerte y eso se nota cuando llegas a su frontera y escuchas el sonido de su silencio creador que se llama Esperanza. Allí la quietud de las horas son ideas llenas de infinitos y todos sus infinitos son pluriformes caleidoscopios de pensamientos asomados al pretil de los sueños. Al menos eso es lo que dicen quienes lo han visto. Sigue Leyendo...
Cuento de verano, breve y con una moraleja que habrás de descubrir.
Quizá fue aquel rayo de luz, propio de un sol de mediodía, a finales del mes de junio. Desde aquella pupila que apenas veía el mundo exterior, llegó al fondo del tuétano y le despertó. Fue un lento proceso que duró tres días, pero una transformación vertiginosa para aquel ser humano al muchos médicos daban por muerto en el mundo consciente.
Pepín es un niño muy curioso. No lo digo yo, lo opina todo el que lo conoce. Tiene seis años, cuerpo de unos 7 u 8 y una mente de salido adolescente. A poco de salir de la guarderia ya presentaba indicios de “madurez” sexual.
– Pero, doctor, ¡mi hijo tiene solo seis años, y sabe más o tanto como los chiquillos de quince!
– Pues no veo solución, señor Pérez- dice el doctor- si el niño ha aprendido todo sobre el sexo le tienen que haber enseñado en alguna parte digo yo…
– Pues también es verdad…- se sorprende el padre- a ver, tú, donde has… Sigue Leyendo...
Otra mañana, otro café matutino. Siempre era el mismo local, siempre la misma camarera, siempre el mismo amigo.
Nunca monotonía, al contrario, lo único que la rompía.
Desde hace ya cinco años que vengo a este café con mi amigo de la infancia. El porqué es algo muy raro. Siempre pasa algo interesante en este café.
Siempre amanezco preguntando: ¿Que pasará hoy en el café?, y siempre me respondo: Descúbrelo.
– ¿Que piensas tanto? – Preguntó mi amigo, jugueteando con la cuchara, mientras llegaba la orden.
Cuando perdió el primer peón no le dio ninguna clase de importancia; ni cuando perdió el segundo ni el tercero… pero comenzó a preocuparse cuando, de repente, en dos jugadas seguidas perdió un caballo y un alfil. Pero Teterioukin era siempre así, un jugador de ajedrez enigmático que nunca jamás borraba la sonrisa de su rostro. Una sonrisa de triunfador. El problema fue cuando perdió, de manera seguida, el segundo de sus caballos y un cuarto peón…
A Teterioukin se le conocía, por su forma de jugar al ajedrez tan de manera anárquica, como “el Bakunin de la FIDE”. Y es que, para más “inri” había nacido en el mismo pueblo (Priamujino, en el departamento de Tver, al noroeste de Moscú) que el célebre Mijail Bakunin.Sigue Leyendo...
Llegó, sudando y con el corazón agitado, al Banco y entró con una sonrisa predispuesta. Se encontró con una larga… larga… larguísima fila de hombres y mujeres tras la célebre rayita del “espera aquí su turno”.
-¡Hola, buen día!. ¿Quién es el último de la fila?.
Nadie respondió…
-¡Perdón… ¿el último o la última?… porque esto del género hay que respetarlo mucho hoy en día!.
Nadie respondió…
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