Te mueves suave y tímida sobre hojas muertas del tiempo, te vas, te pierdes en la lejanía del más sereno aire que te envuelve y te llena en cada latir profundo. Viva bella, viva voz que amanece entre flores y ríos plateados. Linda flor pequeña y frágil, que danza y ríe, que sueña y llora. Cae en mis manos pluma gris, pluma mojada. Viva bella, llora como el invierno lluvioso, duerme entre lobos y ramas rotas. Viva bella, envejece como la nieve, florece como la tarde de Abril y se seca como Enero cansado. Semilla que calló en la tierra y de ella vivió y brotó en la esperanza de mí ser. Hoy muere mi viva bella, porque el sol se esconde y la noche esconde su alma.
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Relatos
Setamor (Novela) Capítulo 10.
Aquellos dos meses fueron, en cierto modo, irregulares. La temperatura, aun siendo otoño, se presentó excesivamente húmeda. Llovió copiosamente y la seta, en vez de morir, permanecía perenne, con su color naranja resplandeciente, custodidada por los cercanos arbustos.
Todo era aroma. Los senos de las hembras destilaban arreboles bajo sus silenciosos sueños. Entrando por las calles la lluvia coronaba los tejados y brillaban los colores del arco-iris sobre la superficie líquida de las manchas de gasolina que quedaban abrazadas al asfalto de las carreteras. Tras los pórticos se silueteaban sombras de parejas besándose. Las noches se inflamaban de luna mientras las estrellas iniciaban sus volubles destelleos. Por las mañanas se sentía el estremecimiento sensual del aire inmenso y blandamente ávido. Las tardes se prolongaban, más allá de sus matemáticas horas, contagiando de eternidad la presencia umbrosa del jardín. La seta, en su intensa palpitación, se extasiaba bajo los crepúsculos.
Angel blanco.
De repente mis sueños son atisbos de aire claro jugando con tu imagen dormida y fugaz. Como si de la nada un ángel de alas blancas viniese a verme con una mirada cercana y muy lejos del tacto de mis manos. En el fondo de su mirar un castillo escondido en las profundas mareas de un ser ancestral se muestra como es. Navego por aguas extrañas, callada, despierta y no, la paz inunda cada espacio vital que hay en mí. Suenan voces dulces, el sol tímido y prudente de si, muestra destellos de nueva luz. No hace falta más, dicen rostros flotando en las aguas
Setamor (Novela) Capítulo 10.
Aquellos dos meses fueron, en cierto modo, irregulares. La temperatura, aun siendo otoño, se presentó excesivamente húmeda. Llovió copiosamente y la seta, en vez de morir, permanecía perenne, con su color naranja resplandeciente, custodidada por los cercanos arbustos.
Todo era aroma. Los senos de las hembras destilaban arreboles bajo sus silenciosos sueños. Entrando por las calles la lluvia coronaba los tejados y brillaban los colores del arco-iris sobre la superficie líquida de las manchas de gasolina que quedaban abrazadas al asfalto de las carreteras. Tras los pórticos se silueteaban sombras de parejas besándose. Las noches se inflamaban de luna mientras las estrellas iniciaban sus volubles destelleos. Por las mañanas se sentía el estremecimiento sensual del aire inmenso y blandamente ávido. Las tardes se prolongaban, más allá de sus matemáticas horas, contagiando de eternidad la presencia umbrosa del jardín. La seta, en su intensa palpitación, se extasiaba bajo los crepúsculos.
Augustos Diccionario, persona de letras
Al tocar el timbre de la casa de Augusto Diccionario una voz masculina me preguntó que deseaba, y pregunté si podía hablar con él…
Subí a pie por las escaleras.
Y me abrió la puerta él en persona.
Me invitó a pasar a su despacho, allí tomé asiento, mas no recuerdo si me invitó a sentarme o si me lo pidió. Le pregunté si disponía de unos minutos para atenderme, y me respondió que a pesar de las velocidades y pocas paciencias actuales, él en eso estaba ausente y sí que tenía tiempo para mí. Todo el tiempo del tiempo.
Setamor (Novela) Capítulo 9.
Eran las doce menos cuarto cuando la prometida del joven licenciado se encaminó hacia la máquina de café de la oficina. Las bromas habían cesado. Aunque la noticia estaba levantando oleadas de opiniones en la calle y en la prensa, todos tenían miedo ante la posibilidad de ser despedidos. Los tiempos eran de crisis y cualquier motivo podría ser decisivo para quedarse en el paro.
Cuando la prometida del joven licenciado sacaba el vaso de café, una compañera se acercó a ella.
Un domingo cualquiera
La plazuela estaba solitaria, y JoseLuis estaba sentado en uno de los bancos, el color de su cara era blanquecino, la punta de la nariz algo sonrojada, y sus abultadas bolsas bajos los ojos eran visibles. El último botón de la camisa desabrochado junto al nudo medio aflojado de la corbata allí descansando absurdamente. Su aspecto era algo dejado, su mirada estaba medio ausente. A sus zapatos les hubiese ido bien un poco de limpieza.
Miraba al suelo, su mirada estaba entre cansada y despistada, e iba tirando granos de comida a las palomas, lo hacía de una manera algo deprimente y melancólica. Era un tirar dejado y aburrido, sin entusiasmo ni gracia, como si ese acto de dar de comer no valiese la pena.
Falta de Estética y Etica
La abuela vieja y la abuela joven estaban discutiendo.
A la abuela vieja le volvía a venir el fuerte dolor en la rodilla.
La abuela vieja se quejaba, se lamentaba.
La abuela joven intentaba convencer a la abuela vieja para ir al médico, para salir de dudas, para saber que era lo que tenía.
La abuela vieja era testaruda, cabezota.
La abuela joven insistía
Pero no había forma, era imposible.
Al final la abuela vieja sentenció el motivo por el que no quería ir al médico….
Setamor (Novela) Capítulo 8.
Estaba amaneciendo. Al abrir los ojos el joven licenciado se encontró unos ojos profundos mirándole bajo la limpia atmósfera. Los cristalinos ojos de la muchacha del teatro volvían a poseer una innarrable luz.
– ¿Cómo estás? -dijo ella.
– Todas las mariposas, en este momento, se han posado en la seda de mis alas. Vuelo con el peso de tu luz y tu sonrisa. Todas las mariposas de tus ojos han venido, con el viento, en busca mía… formando un íntimo haz de luz que me alcanza la fiebre y que me eleva a las alturas, en medio de la esperanza de poder seguir amándote.
Libro de Renuncias
El Joven Ateo estaba saliendo del Juzgado, acababa de modificar su nombre, tan solo eliminar una letra, un sencillo tramite. Ahora se llamaba Ateo. Siempre se había encontrado incómodo con su antiguo nombre, un poquito más largo, casi nada.
Caminando por la acera llegó a la Iglesia, y entró a ver a su primo Santiago que oficiaba allí, habló con él, le dijo: -¡Santiago! Ya no voy a venir más; desde que tengo este nuevo nombre, apenas unos minutos, ya me siento diferente, siento algo especial, necesito experimentar esta nueva dimensión.
Setamor (Novela) Capítulo 7.
A las ocho de la mañana, tras estampar su firma en el libro de llegada, el joven licenciado fue avisado para que acudiera al despacho del jefe de personal.
– Buenos días… Le he llamado porque necesito hablar con usted.
El joven licenciado le dio la mano, se sentó y quedó en silencio.
– La empresa ha decidido que está usted agotado y hemos visto la necesidad de ofrecerle un descanso. ¿Está usted de acuerdo?.
El Problema de Filomena
Filomena trabajaba de veterinaria, tenía una consulta por la que pasaban a diario varias mascotas, animales domésticos. Su madre vivía en el piso de arriba y casi cada tarde bajaba a hacerle compañía un rato.
Esta madre conocía el pequeño problema de su hija, un problema que tarde o temprano debería de resolver.
Cada vez que Filomena estaba atendiendo un animal,y ello implicara molestias, ella no podía evitar decir algo que llevaba muy adentro: “¡ Ya sé que te duele. Que mal me sabe hacerte esto¡”. Esta frase se le escapaba constantemente, hubiese quien hubiese. Cuando tenía que poner una inyección, cuando tenía que curar alguna herida y el animal se quejaba o sufría, cuando tenía que curar una otitis; ante cualquier dificultad para el animal, ella pronunciaba esta frase con sentimiento “¡Que mal me sabe hacerte esto, sé que te duele!”. Incluso ella se mostraba afligida.
Trinidad y Tovago (teatrillo virtual).
Acto Primero.
Escenario: Una habitación y una cocina separadas por un tabique. En la habitación está tumbado Tovago. En la cocina está pelando patatas Trinidad.
Trinidad.- ¡Que ya son las once, haragán!. ¡A ver si te levantas por fin del catre!.
Tovago.- ¡Es que he nacido vago y cansado, Trini de mi corazón, vida mía!.
Calle Abajo
En la zona no lo conocían por su nombre de pila, allí era “El Bruto”. Su joven novia trabajaba en una frutería, era la propietaria. Vivían bien, ambos se querían, las familias estaban bien avenidas, no había extraños problemas.
Pero él…. tenía un pequeño problema, era muy bruto, era muy buen chico, pero muy bruto, como su padre, como su abuelo, como su bisabuelo, como su….
Un día atizó un manotazo a una mosca que había sobre el cristal de la ventana, y sucedieron dos cosas, por un lado, la mosca se asustó de tal manera que salió volando y nunca más apareció por allí. Otras moscas es posible que si fuesen, pero aquella seguro que no. Y por otro lado el cristal saltó en pedazos, el ruido ni siquiera escandalizó a ningún vecino, parecía que lo raro fuese que no hubiese sucedido.
Setamor (Novela) Capítulo 6
“ESCÁNDALO EN LA CATEDRA”. El titular, impreso en cuerpo 96, aparecía en la primera página del periódico católico de la ciudad. Todos sus lectores, con los ojos aún abotargados por el sueño, fijaban sus miradas en el mismo. Automáticamente leían el texto impreso.
El artículo narraba lo acontecido el día anterior. El periódico católico había dado una exagerada proporción a la noticia. Los viajeros la leían en los autobuses, metros y demás medios de transporte. La noticia circuló muy pronto por la ciudad y se extendió, al ser una prensa nacional, por todo el país.
Los dos enrollados (Relato de Humor). Capítulo 1.
Pepe Díaz y Pepe Díez se conocieron un día de diciembre, veintisiete lunes, del año 2010 después de Jesucristo, en el Aeropuerto Mariscal Sucre de la muy noble ciudad de Quito. Pepe Díaz era alto y desgarbado, llevaba una gabardina de color gris pringada de aceite de sardinas enlatadas a la altura de la pechera. Pepe Díez, asmático desde su infancia, llevaba una esclavina de color morado, era de estatura más bien baja, tirando a enano, y tosía violentamente en medio del restaurante interior del aeropuerto; lo cual llamóle poderosamente la atención a Pepe Díaz. Esa fue la circunstancia principal por lo que se conocieron ambos.
… Entre Pitos y Flautas
El televisor estaba en marcha, allí dentro de la caja se las habían arreglado para montar un informativo.
Paco estaba preparándose para ir al trabajo, era mecánico de profesión, pero antes de salir escuchaba y veía las noticias de la mañana. El taller estaba muy cerca de su casa. Casi ahí mismo.
Dentro del televisor había un hombre sentado hablando y decía tales cosas como estas: “ Mientras las personas modernas y civilizadas todavía están discutiendo una y otra vez, que es y que no es el Cambio Climático, nosotros ya lo tenemos aquí, instalado, cambiando nuestras estructuras y nuestros hábitos, y al parecer el Cambio Climático no tiene prisas”.
… en un punto lejano llamado horizonte…
Era grande el sueño entre la niebla, algo así como una luna dejando huellas acrecentadas en un prado que estaba mirando al cielo desde su cálida siesta y se contemplaba la dichosa esperanza de los mirlos bebiendo en el aire sus fantasías. En la bahía !bendita bahía! los cinco círculos del planeta jugaban con la blanca vela de mi barca que, hechizada por los cantos de las sirenas marinas, me invitaba a ir a la mar… a la mar… a la alta mar… hasta llegar a fusionarme en un punto lejano llamado horizonte…
¿De qué se ríen las gaviotas?. En esta noche mágica las gaviotas han aprendido del humor hechizador de las sirenas marinas.
Setamor (Novela) Capítulo 5.
Antes de empezar la misa, los feligreses se amontonaban en el vestíbulo de la entrada a la catedral. Algunos reían la ocurrencia. Otros se molestaban y, escandalizados, entraban dentro para hablar con el cura. El periodista, acompañado de una joven fotógrafa, se acercó a la puerta. Contemplaron el papel impreso y sacaron fotos. El cura apareció en el vestíbulo congestionado por la ira. En el papel impreso se anunciaba el nombre de los jóvenes que contraerían matrimonio al domingo siguiente; pero alguien había tachado el nombre de ella y puesto en su lugar el nombre de La Seta. Ahora los titulares rezaban: “El próximo domingo se celebrará la boda del joven licenciado con La Seta”.
Setamor (Novela) Capítulo 4.
– Esta noche no ha dormido en casa. Estoy preocupada por nuestro hijo. Cada vez se hacen más abundantes estas ausencias…
– No te preocupes, mujer. Necesita pensar un poco para aclarar sus ideas. Nuestro hijo es un gran muchacho. Ya sabes que hace esto muy a menudo, pero no es bueno cortarle de raíz su idealismo. Ya no lo volverá a hacer más y es justo que sienta un poco de nostalgia. Verás cómo luego aprende la realidad de la vida. Ha conseguido el título de abogado y conseguirá todo lo demás. Yo estoy, además, para ayudarle y él será la continuación de mis sueños. ¿Ves?. ¡Yo también soy un idealista!.
El cuit madrileny.
El vell avi Antoni Segrelles i Serrat no entenia res. Com era possible que la seva filla Mercé estigués preparant un cuit madrileny?.
– No se entera usted de nada, abuelo… estoy preparando un cocido madrileño porque hoy viene a comer a casa mi novio José… y ya sabes lo que le encanta el cocido madrileño…
No. No era posible que él, un independentista republicano a ultranza; uno de esos payeses enriquecidos de la noche a la mañana, aceptara que su bellísima hija, se hubiese enamorado tan pronto nuevamente; y mucho menos de un madrileño.
Juegos de Estado
Justo a medio día, en el momento que el Santo Padre, San Pascual XXXVIII iba a comparecer en su balcón, para dirigirse a los ciudadanos que lo esperaban congregados en la plaza, su asistente personal entra en la estancia y susurra algo a su santidad, en ese momento, después de haber escuchado, puso cara de perplejidad, y dio un golpecito sobre la mesa, pero de tal manera que la aburrida tinta del tintero se derramó, sus blancas ropas se llenaron de caminitos y pequeñas lagunas de tinta azul que iban siendo absorbidas por esas telas que eran sus atuendos…
Todo ello originó que la comparecencia quedara como en suspenso, aplazada, como diciendo “Ahora estoy con ustedes, no se vayan.”
setamor (Novela) Capítulo 3.
Aquel jueves la lluvia era continua. El cielo, gris plomizo, oscurecía el ambiente. Los automóviles chapoteban las calzadas. La noche anterior había sido profundamente fría; propia, más bien, de un crudo invierno. Al atardecer la lluvia había amainado, pero las gotas seguían cayendo, a intervalos, sobre la ciudad. Era un atardecer triste. La prometida había intentado localizar al joven licenciado pero éste, olvidándose de la cita, encaminó sus pasos hacia la vieja taberna. Vestía la misma gabardina de los dos días anteriores y, debajo, un grueso jersey de color ceniza se complementaba con los vaqueros que, normalmente, constituía prenda fija para él.
Setamor (Novela) Capítulo 1.
– ¡Hola, muchacho!… ¡Pasa, pasa para acá.. te estaba esperando desde hace un par de dias!.
El anciano poeta extranjero encaminaba sus pasos hacia la puerta de la vieja taberna en donde, en esos mismos instantes, hacía su aparición el joven licenciado. Eran las once de la noche. Otoño. Por la ciudad transitaba un aire húmedo, de lluvia recién caída, y el viento empezaba a soplar creando ráfagas frías. El grupo de bohemios siempre comenzaba allí sus noches. Gentes del teatro, la poesía y la farándula, bebían de sus botellas de vino. Las prostitutas reían y gozaban, mezcladas, con la abigarrada parroquia.
Click (Mini Relato)
Fulgor de estrellas doradas. La noche cae como funámbula circense sobre el arco meridiano de las siluetas y las sombras deslizan sus fantamagorías por las coloreadas esferas del sueño. Una emergente línea azul se pinta sobre el lienzo del misterioso silencio que cuelga de los ramajes de la cercana arboleda. Tras el espejo de un singular estanque de azucenas los ojos verdes de las hojas se introducen en el roquedal de las fuentes. Los pensamientos de los enamorados se enhebran en las agujas del reloj sin tiempo mientras subimos al ondulado carrusel de los besos. Ahora mismo la sobrehumana conciencia de lo trascendente se hace hoguera en el ánimo de mi corazón. Ya estoy caminando hacia el compás de la concordia entre mis afanes y mis esperanzas. Y pienso solo en dormir entre tus brazos. Click. Se apaga el diapasón de la consciencia.
La Petra, la guardia y la calle (Relato)
Carlos se levantó con ganas y cuando Carlos se levantaba con ganas era capaz de buscar y rebuscar hasta por todos los callejones oscuros del antiguo Madrid a su añorada La Petra. Aquel día, de tan emocionante recuerdo para él, Carlos iba acompañado de su hermano Ricardo.
– Ricardo, cuando encontremos a La Petra quiero que desaparezcas de mi vista.
– Pero… ¿entonces quién te va a defender de la guardia?.
– No te preocupes por mí, Ricardo, y… anda… corre y coge el autobús con destino a Córdoba.
El Tío Camuñas.
No puedo decir cómo empezó… pero en mi memoria queda siempre bailando, como una mazurca para dos miedosos, aquel hombre barbilampiño, cejijunto (sólo una raya para cubrir la parte superior de sus ojos) y con un ojo de cristal de donde siempre parecía surgir una extraña lágrima que no era más que el reflejo de la luz solar. Sus orejas, de boxeador encajador, encajaban perfectamente con aquel rostro cortado a navaja que parecía bajar, en forma de tubo de píldoras, desde una inmensa mata de pelo color zanahoria, como una maceta de nabos colgando, a manera de helechos, sobre una frente llena de arrugas en donde se podía leer un pasado borrascoso ya que las canas floreaban sus patillas que, en forma de “boca de hacha”,
CARTA A LA MUERTE
Escucho todos los días fuertemente tu respiración fría y excitante, enloquecida por llevarme.tus pasos siguiendo, presurosos de hacerme caer… esto no solo es un juego y la verdad me atemoriza saberlo… Que no solo estoy segura de que llegaras algún día, también se que puede ser en cualquier momento, y lejos de mis caprichos y pensamiento paganos, se que no me dejas, que nunca e estado sola…que solo realmente estaré así el día que tu este ante mi y no estarás atrás como normalmente día a día respirando en mi cuello, paso a paso siguiéndome frenética de lograr tu cometido diabólico de arrastrarme a los infiernos, donde ese día finalmente estaré sola…
¡Otra vez la Maleta!
Miguelito ha vuelto a mirar su maleta, se ha vuelto a meter dentro, está buscando algo.
Ha llegado Miguelita, está buscando a Miguelito, no aparece.
Coge la maleta y la cierra, la precinta, la carga en un taxi y sale en dirección al aeropuerto.
Llega a la terminal, llega el protocolo de seguridad. Una agente la llama, han visto algo extraño en la maleta, el sistema de seguridad nunca miente.
Miguelita es conducida a unas dependencias anexas, allí abren la maleta, empiezan a vaciar el interior, del interior de la maleta emerge un individuo, dice llamarse Miguelito.
Del teatro y la persona-caracol (Mini Relato) reeditado y corregido
La primera vez que subí a un escenario fue con el Grupo Hispano en el María Guerrero de Madrid. Representábamos La Mordaza de Alfonso Sastre. Llegué allí por una extraña carámbola que me hizo aventurarme a perder los “miedos escénicos” de mi incipiente juventud. Ultimos años del franquismo. Todavía había “grises” al acecho y el ambiente nacional era todo tensión…
Desde entonces el teatro me enganchó con sus cimas y sus simas. Algunas otras veces he tenido que subir a representar pequeños papeles. Recuerdo que hice de Melquisedec en una obra que había escrito yo mismo. Y también he hecho de golfo “olmedino” y hasta de enamoradizo soñador escondido en la sombra de la poesía de una farola nocturna… pero siempre me ha latido fuertemente el corazón y he sentido las piernas temblar y doblarse antes de salir al escenario (desde aquella primera vez de La Mordaza). Mas una vez que estás ahí, frente al público, ya no ves nada ni a nadie y, lanzado con toda la adrenalina a flor de piel, olvidas los temores y te creces hasta cumplir con tu cometido.