Todo esto era más emotivo cuando existían las lloronas, institución antigua que tanto realce daba a un funeral. Ahora, apenas la viuda gime un poco, sentada frente al cajón a un par de pasos de mí. Cada tanto, su hija, sin demasiadas muestras de dolor, la acompaña hasta el baño, y vuelven con el rostro colorido, repasado de polvos cosméticos. Hace un rato llegaron unos parientes del difunto. La viuda recibió el pésame con cara compungida, “Dios lo tenga en su santo reino”, y pronto la conversación sobre lo cotidiano, acerca de la herencia, siempre escasa, distendió el ambiente.
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Relatos
Delirium on the rock
En tus pupilas, antes aún de conocerte, el mundo era plano, algo así como una colección de recuerdos hundidos en la redondez de tus labios… pero el olor de tu piel me hizo vivir como predicción de venas nuevas. Y ya me he convertido, después de ti, en enfermedad que más abajo de tu cuerpo escribe poesía. Porque me duele tanto no ser santo que , sin decirte dónde, te guardo en todo eso…
En tu creer de promesas y en la excusas conmigo mismo soy tiempo eterno. De lunes a viernes soy un hombe impedido de ti para obtener el olvido… pero basta que me nombres como a las flores para ser tu sueño y tu piel, para olvidarme por un momento del amor y ser sólo un atardecer efímero…
Ella y EL
Ella se encuentra sentada, tejiendo y temblando. Ya son las diez y cuarto, y él aun no aparece. Piensa en ponerse de pie y correr, tal como lo había pensado en varias ocasiones y, como en aquellas, se queda sentada, soñando con la posibilidad de escapar algún día. Él aparece, como debía hacerlo: Golpeando, gritando, bebiendo y dudando.
-¿Qué haces despierta a esta hora? –pregunta sosteniendo su cuerpo contra el marco de la puerta.
-Nada, pensaba, tejía –responde, asustada.
-¡No te creo!
Y no le creyó. Nunca creyó en ella.
Table Dance
Fue la expectación que causó el Sábado la misma que todos los fines de semana se apodera de nuestra mente y no la libera hasta haberse disipado el día mismo. Locos de alegría, felices de la vida, nos dio por querer conocer aquél lugar hasta sus más íntimos rincones. Al cobijo de la noche nos dirigimos al centro de la ciudad a bordo de un taxi. El chofer, un sesentón jovial de gran sonrisa nos proporcionó la información necesaria para poder elegir uno de tantos sitios que existen en la urbe; nos dio el nombre de un “despacho contable” que, según él, era de los mejores que podríamos hallar. Así pues, una vez que llegamos al centro, descendimos del transporte y cruzamos una amplia avenida; ya en la acera, fuimos interceptados por uno de los promotores de club, quien nos proporcionó los pases para ingresar y nos condujo hasta su ubicación exacta.
Hambre
La cascada frenó en seco el goteo del agua. El Pueblo murió por el hambre y los campos se llenaron de malas hierbas. El jornalero trabajó toda la mañana en la tierra del amo, que le azotó por comerse una aceituna. Y con cada latigazo alimentaba la ya rota espalda del hombre. Dolor al dolor, que no hay espalda que sufra tanto como la que sufrió tantas veces. El amo suda. La mujer limpiará otra vez su camisa azul.
Mujer del pueblo, no será la única camisa que remiende hoy. Y con cada puntada sus dedos reciben el dolor de cada latigazo centuplicado por el odio.
Odio a lo que crece dentro, muy dentro, y no reconocerá en esa espalda rota a su padre.
Sólo por el hambre, por la cascada que dejó de manar.
Tránsito de mi luna
En el mar mezclado de las caricias de las olas, la luna refleja su suave tacto en los mágicos colores de la sensación salada. El mar, el amigo mar, se interna dentro del alba y de los sentidos. Y la bella nostalgia del amanecer se convierte en madrugada. Una orgullosa energía de alma secreta une la voz de los milagros surgidos de la nada. Las lágrimas sonrientes, los pensamientos solitariios, la mente compartida con la calma rebuscada y envuelta en la neblina, la historia nadando en los corazones de las promesas por cumplir.
En la noche ardiente de las elegías de las olas está reviviendo una persona pintando estrellas de mar que cumplen sueños. Una plena emoción de cariños está plegando sus alas de gaviota embistiendo al viento de la marea… esquivando los precipios del sentir demasiado cerca de los acantilados del aire; afinando el horizonte para no perderse tanto; irracionalizando al corazón para aceptar a la locura diestra de los pleamares; bebiendo la más bella de las ilusiones…
Viata
Vivo en un país diferente a aquel en que nací. Vivo en medio de una sociedad diferente a aquella en que me crié. Vivo con unas costumbres diferentes a las mías. Vivo en un medio donde se habla un idioma distinto al que yo hablo. Me monto en un autobús. Observo a un hombre de avanzada edad. Lleva un sombrero sobre la cabeza y está leyendo un periódico. ¡Parece mi padre! pienso. ¡Es mi padre!. Bajo del autobús y observo a un grupo de personas de mediana edad que están hablando en la puerta de un cine. Están en animada charla. ¡Parecen mis hermanos! pienso. ¡Son mis hermanos!. Sigo avanzando por la calle y a pocos metros de allí observo a dos pequeñas niñas jugando en medio de una plaza. Son alegres. ¡Parecen mis hijas! pienso. ¡Son mis hijas!. Entro en un pub y me siento a tomar un café. Justo en la mesa de al lado hay un hombre, todavía relativamente joven, que saca un cuaderno y comienza a escribir. Fuma de una pipa. Lleva un abrigo verde. Observo el título que ha puesto a su escrito. Dice “Viata”, que en español significa “Existencia”.
Ese maldito espejo…
¡Quiero huir! ¡Necesito huir! ¿Por qué? Ya lo averiguaré, pero mi mente y mi cuerpo me dicen eso… ¿Huir de mí misma? Se convierte en imposible cuando te das cuenta de ello. Yo no puedo escapar de mi misma, soy lo único que tengo. Me guste o no, soy lo único que está siempre después de todo. Lo quiera o no, soy un mero instrumento que me permite existir en esta Tierra.
Mirarse en un espejo es ser cruel conmigo misma. ¿Veo la realidad (o el espejismo que me genera mi subconsciente)? ¿Por qué soy así? Intento que mi mente se olvide de esto pero me lo recuerda todos los días ese maldito espejo. La gente no sabe lo que es vivir con este cuerpo y si me deshago de él, seguro que no sufriré más.
Baudelaire ve la televisión
Se dijo del poeta, de los poetas malditos,
que avocaron las palabras a la inexactitud:
incoherencia confusa, o confusión irreverente.
Hoy han muerto.
Los pedestales de lienzo se consuelan con sus rostros:
hojas efímeras, percusiones sobre la mesa de un café.
¡Tú! Señalado por el dedo de un dios de plástico,
agonizas bajo tu silencio ritual.
El evocador de palabras roza el vértigo…
Y el verso se consolida en un espasmo de la Nada.
Alguien susurra. Las escaleras ceden ¡ Un gato ¡
Baudelaire…¿dónde escondes tu secreta bolsa?
Descenso a los infiernos.
La fuerza oculta.
Piel desnuda danzando alrededor del fuego junto a mil sombras ardiendo bajo el sonar de los tambores. Los cabellos se enmarañan dejándose caer sobre la piel blanca y mojada por el licor de los mundos. Las huellas aparecen y desaparecen en cada nuevo paso a la espera de un repetido ritmo candente. La respiración crece con cada latido y en las pupilas oscuras se empiezan a ver mil formas mundanas. Difícil detener, difícil decir no a los impulsos de la pasión encendida por la candela de la sangre, sangre viva y roja que sin piedad recorre cada espacio de nuestro ser. Mil manos me rozan, mas ninguna se ve, mil voces son una mas ninguna se escucha. La expresión del alma se exterioriza en perfectas curvas que meticulosamente bordan cada suave movimiento y la realidad se mezcla con otras y con más. Luces rojas abrillantan los destellos de millones de cuerpos en uno.
De luna a mujer.
Perdona si mi ausencia devora la espera de tu tiempo, si los días caen vacíos por no estar a tu lado, perdona por los años perdidos que preparaste junto a mí pero es que nunca dije querer ser la estrella de tu noche. Pues vagando por el desierto, andando y fatigado, encontré a un caminante dorado como el oro y como yacía bajo sombras mas oscuras que la noche, bajé desde mi cielo a contemplar su suerte, mas vi en su viajera mirada de mil vidas, el hambre y sed de un amor, y yo que era luna, me hice así mujer para ser la justiciera de su destino. Pensé en dejarle marchar, pues valiente se le veía, pensé en que no sería mejor de lo que ya tenía. Y al verme blanca y fría entendí la brevedad de los días sin sol. No podía ser tan pura sin el amor de su alma y viendo sus pasos llegar bajé y le besé. Y mi beso se hizo alma, un alma unida a el, y la sed regaló ríos a nuestro paso. En la tierra todo era distinto, lindo el sueño, mas linda la realidad que ahora forma parte de los dos.
Pims
Me enamoré tontamente de ella. Luis estaba narrando la última anécdota sucedida con Isabel, la chica del Kalentown que juraba y perjuraba no tener hormonas en los pechos… Carlos rumoreaba, bajito, los sones de una canción de Ana Belén… y yo estaba intentando descifrar qué era eso del enigma de los ojos de una bella mujer. Por supuesto que ella sabía que era simplemente imaginación el hecho de que fuésemos tres pilotos de aviación recién llegados de la Academia de Zaragoza y también sabía que nosotros tomábamos a sueño ilusorio el que fuese la amante de un famoso torero y éste le hubiese contagiado tanto el amor por la fiesta taurina que ya tenía previsto debutar como novillera en la Plaza de Toros de Valencia dentro de un mes. No era cierto. Tampoco era cierto que había rechazado un papel trascendental en una película de un director norteamericano que se había prendado de su espectacular apariencia física.
Fitoteando
A puerta cerrada, con no todo el tiempo perdido todavía, escribo mirando al cielo cuando sé que lo más lejos, a tu lado donde todo empieza y viene y va, los sueños locos para toda la vida se me pierden cerca de las vías. A mil kilómetros de distancia hay unos ojos de serpiente mientras a la luna se le ve el ombligo. Yo estoy en esta barra americana como pollo sin cabeza escuchando sobre trapos sucios a la vez que el lobo se espanta (rojizas las orejas) y los trozos de cristal del vaso roto son algo así como el funeral, ni negro ni blanco, que me explica que por la boca vive el pez. Y mientras tanto al mar cantáis Platero y tú. Al igual que Fito, yo no soy Bo Diddley…
Mañana a esta misma hora…
Roberto abrió el buzón de correos y tomó la única carta que había dentro de él, subió lentamente los dos tramos de escalera y entró en su hogar; después se sentó en el amplio sofá orejero de la sala con la carta entre sus manos. Miró a quién iba destinada y, efectivamente, era para él, Roberto Muñoz Fonseca, con la dirección exacta y sin ningún tipo de error. Pero lo curioso es que no tenía ninguna clase de sello, matasello, ni nada que se lo pareciese. Dio la vuelta a la carta. Tampoco tenía nombre de remitente ni algún tipo de seudónimo o anagrama comercial que lo pudiese identificar. Empezaba a ser extraño el asunto. Alguien había depositado aquella carta directamente en su buzón sin haberla pasado por la oficina de correos. Y era evidente que daba a entender que no quería ser descubierto; lo cual era lo mismo que recibir un anónimo. Al menos, la persona que había depositado la carta había olvidado darse a conocer a primera vista, a no ser que en su interior estuviese la respuesta y lo otro hubiese sido un mero despiste u olvido. Así que rasgó el sobre y sacó la hoja. Sólo había escrita una única frase: “Será mañana a esta misma hora”. Y nada más. El resto era un gran espacio vacío, en blanco, sin ningún comentario o texto aclaratorio. Tampoco venía escrito ninguna clase de saludo, ni de despedida, ni de dato que pudiese clarificar a Roberto quien había sido el autor o la autora de aquella simple frase.
16 de abril de 1917
Mí amado Gabriel:
Ya he visto crecer tres veces las amapolas en nuestros jardines y todavía no has regresado. Nunca pensé que tan bellas flores pudieran recordarme con su presencia el tiempo que nos mantiene alejados. Pero solo lo hace físicamente, como bien sabes, porque aún estás presente en mi corazón.
Cada día, después de recoger la casa, como tu buena esposa que soy, me siento en el jardín, frente a los niños para verles jugar mientras te escribo cartas a ratos. Hace un año que no te las mando porque sé que no te llegan pero no puedo dejar de escribirlas. ¡Necesito hacerlo! Es lo único que me mantiene cerca de ti.
Canaima y Salto Angel – Venezuela 2006
Este viaje comienza un sabado 28 de octubre de 2006, el destino, Venezuela, el plan, visitar todo lo posible en 15 días.
Llegamos a Caracas el mismo sabado 28 a eso de las 14:30, tras 8 horas de vuelo con la aerolínea Santa Barbara Airlines. Una vez allí tomamos un taxi, que entrando a la ciudad de Caracas por la antigua carretera de acceso, nos llevaría hasta el terminal de autobuses (Expresos Occidente). Esta antigua carretera serpentea a través de las superpobladas laderas que rodean la ciudad (P.Nacional del Avila), laderas en las que apenas se ve el verde de la vegetación, color que ha sido substituido por el rojo del ladrillo, el blanco de la cal y el gris de la chapa con que están construidas las precarias viviendas que, por su situación y estructura, parecen esperar la llegada de un temblor o un gran aguacero para venirse abajo junto a una avalancha de fango provocada por la eliminación de la vegetación que retiene el suelo de la zona.
Un mundo nuevo.
Imagino todo un escenario detenido por el tiempo, una pantalla congelada en donde tan solo yo pudiera ser consciente de la realidad.
Imagino tocando los rostros de la gente, los gestos últimos esperando a terminar y yo situada frente a todos, frente a gotas de agua que no llegaron a caer al suelo, frente a un inmenso reloj parado cuyas manecillas pedían un breve y efímero descanso a la eternidad, moviéndome suavemente entre la vida dormida.
Andaría por detrás, por delante de todos y todo cuanto me rodease en aquellos instantes.
El río
Era costumbre en mí ir cada domingo a contemplar la parte abrupta del río.
Aquel paraje siempre me atrajo; para acceder a él, tenía que recorrer unos quinientos metros de angosto camino rodeado de enormes matorrales. Una vez llegado a mi destino, podía observar el viejo y robusto puente de madera que cruzaba el río y las dos tupidas alamedas que lo flanqueaban ; ambos parecían velar por su tranquilidad. Llamaba la atención la enorme cantidad de pájaros que sobrevolaban aquella corriente de susurros uniformes. A poca distancia del puente, había un tramo en el que el río descansaba y parecía formar un estanque; en él, los nenúfares, bellas y femeninas flores de nombre masculino, emergían orgullosos de aquellas tranquilas aguas, cobijando con sus anchas hojas a los pequeños e inquietos gobios que huían del sol.
La noria.
Mañana dejare de ser Poeta
Hoy desperté melancólico, no puedo dormir… me asomo a la ventana y me pregunto ¿que va a ser de mi vida?, y tuve miedo, y algunos recuerdos tocaron mi mente… ¿Recuerdo el día que la conocí?… jamás me llegué a imaginar que de ti me iba a enamorar…El tiempo pasó volando…y sin pensar eras complemento de mi y tu amistad de segura fue incambiable.
Si lo recuerdo, fue ayer….. Fuiste aquel hombro consolador y de tu boca… lo que siempre necesitaba escuchar, llegaste a apoderarte de mi corazón y de mis pensamientos.
Una historia imposible
Es invierno, hace frío. La calle está casi muerta y he transitado por ella un poco temeroso. Llevo un par de minutos charlando, aún no arreglo nada. Yo, por protocolo, trato de hacer la conversación más cálida y más larga; pero la puta insiste, le urge coger pues tiene hambre más que frío. Calmo sus ánimos con una estúpida promesa: “si lo haces todo ‘normal’, te llevaré a comer pizza; pero si me sorprendes gratamente, incluso dormirás en mi cama”.
Inés y Don Quijote (Teatro Virtual)
INES …………… Gracias por intentar entenderme, Don Quijote…
DON QUIJOTE… No, Inés. Gracias a ti por sincerarte conmigo. En realidad yo solo entiendo de cosas que todo el mundo entiende.
INES …………… Pero… entonces… ¿estoy acertada o no?.
DON QUIJOTE…La verdad en que en asuntos amorosos nadie acierta hasta que se descubren sus anhelos y se materializan sus espíritus.
INES ………….. Juan no habla así. Juan me elogia y me llena de halagos pero tengo miedo de que sólo sea un espejismo.
DON QUIJOTE . Don Juan ve la vida desde un punto de vista diferente al mío. Quizás los dos estemos en un mundo caótico porque el amor lo caotiza todo… pero debes ir con cuidado Inés. Tu escuela ha sido la de un convento para las ideas. Allí han clausurado al espíritu queriendo a la vez eliminar a la materia.
INES …………. Y la materia me ha vencido al final…
Quiero,,,,,
Quiero que este sitio
dibuje una sonrisa en tu cara.
Quiero que te recuerde
que has estado en mi pensamiento.
Quiero que te diga
que eres un ser maravilloso.
Quiero que sea una hermosa parte
de este día.
Y quiero que cada vez que lo visites
este sitio te haga recordar
Que fue creado sólo porque…
eres muy especial para mí.
Queridos Reyes Magos
Don Juan y Dulcinea (Teatro Virtual)
DON JUAN … ¿Por qué te vas con él, Dulcinea, por qué?.
DULCINEA… Porque sueña…
DON JUAN … Es absurdo. Soñar es absurdo. No he visto mayor embaucador en este mundo que quien ofrece sueño a cambio de existencia.
DULCINEA … No, Don Juan. Te confundes. La única esencia de toda verdad es el sueño que cabalga por la meseta de todo corazón humano.
DON JUAN … Piensa bien, Dulcinea. Actúa como una mujer sensata.
DULCINEA … ¿Acaso la mujer sensata es sólo aquella que te espera complaciente a que goces de su materia sin tener en cuenta sus propias emociones?.
DON JUAN … ¿Pero qué clase de emociones te puede cumplimentar quien sólo conquista castillos en el aire?.
Mujer
Le perdí.
Corazón
Aquél amasijo de polvo, cenizas y agujeros tirado en aquél rincón, en tiempos fué un fuerte corazón.
Su latido sordo, lento, hueco, no es otra cosa ya que un inaudible suspiro sin fuerzas para revelarse ante su cantado fín.
Ya no siente ni siquiera desolación,
se deja morir poco a poco agarrado a las ruinas de esa pared.
Pero , la casualidad, o quizás el destino no quiere dejarlo sólo en aquél inhóspito lugar.
Para no dañarlo más, coje una pequeña astillita y la deposita en él.
Se aparta a esperar.
Formas.
Días de sueños.
No, el tiempo no es la ruina de las esperanzas, no es como aquello que nunca pudiste alcanzar. No, no son las memorias actos de la imaginación, sino los sueños de ayer que bajo tus sabanas acariciaste en la sombra de la noche. No son días vacíos, aquellos en los que dije tu nombre.
No, no soy mujer triste, ni lloro por llorar, ni por llenar los ríos de tu despegar en este cielo cautivo.
El viento sopla en nuestra dirección, y al vernos, nos mira y desaparece en un susurro al oído de bellezas de ayer y hoy.