Archivo de la categoría: Cuentos

Cuentos

Allí donde cantan los ruiseñores…

Allí donde cantan los ruiseñores habita una mujer joven y hermosa. Todos los príncipes del planeta cargan sus monturas de ilusiones y van hasta allá para decirle cuánto la aman. Ella cautiva contando cuentos gracias a su imaginación. Es la nueva Sherezade, rejuvenecida por el arte de la magia. Una mujer que juega a ser raptada por los rayos del sol cubriéndose de hielo en los lugares de la paz. El fuerte fuego del volcán cercano la aísla y la hace narrar baños de luz ante los ojos de los príncipes. Reflejada en la mente de los poetas se volatiliza como el humo cuando se le acercan los cantores. Como el hueso del dátil ignora al aire y se cuelga del viento huracanado de las almas. El que la ve la oye y el que la oye se queda ignorado para siempre. Ella sólo lanza besos de cereza y los ruiseñores cantan… cantan… cantan… hasta que se desploma el día bañándose a la luz de la luna. Y dicen los enamorados príncipes poetas que quien logre robar un beso a sus labios de amapola quedará para siempre convertido en estrella fugaz y deambulará por el universo hasta que ella, mirándole con sus bellos ojos, lo transforme en polvo. Sigue Leyendo...

Violetero sobre mesa de laca china

Abrió la puerta. Sonrió de un modo simple y vago. Había puesto un anuncio y trataba de vender un violetero antiguo.
-Pase, ahí está – ¿Le gusta?
Era una pieza original, pintada a mano, del mismo color que los ojos de su dueña.
-Se lo dejo barato- ¿Le gusta?
Me fije en la mesa lacada. Violetero y mesa formaban un perfecto conjunto. Le ofrecí dinero. Lo aceptó en silencio, como si el verdadero valor no consistiera en una cantidad, sinoen tiempo y expriencia.
-¿Le interesa también la laca?
Le dije que no, esbozando una sonrisa simple y sencilla. Me abrió la puerta. Guardé el violetero en el bolsillo. Cuando cerró una parte de su vida le había sido arrebatada. Sigue Leyendo...

Se llamaba Jorge

Por las tardes el niño golpeaba suavemente la puerta de la casa y pedía: “un fideíto para hacer una comida”…
Llegaron los fríos y el niño seguía pasando donde la abuela. Ella le entregaba un pan con algo , a veces una fruta y una bolsita con alimentos.
Observó que calzaba deteriorados zapatos. Ese día en que le entregó junto con la bolsa de alimentos ,la caja con zapatillas nuevas,vio iluminarse la carita infantil . Miró sonriente a la señora y se fue con su regalo y la mochila cargada.
Pasaron los días. La anciana suspiró con pena en el corazón. El niño no volvió.
Se llamaba Jorge. Sigue Leyendo...

Los dos aviadores (Fábula)

Había dos aviadores con dos intenciones distintas. Uno de ellos quería volar lo más lejos posibles. El otro quería volar lo más alto que se pudiera. Uno de ellos buscaba el infinito. El otro buscaba a Dios. El que quería ir más lejos todavía está dando vueltas alrededor de la Tierra. El que quería ir más alto salió al Universo y todavía navega subiendo por él. Ninguno de los dos, hasta el día de hoy, ha logrado su objetivo. Ni el de las distancias ha encontrado el límite de la existencia ni el de las alturas ha encontrado a Dios. Sigue Leyendo...

Y entonces fue cuando nació la luna…

Érase una vez una soledad tan grande que se convirtió en noche. Y entonces fue cuando nació la luna…

Alba se encontraba en el mismo lindero en que había convivido toda su vida con la sensación de ser la primera causa de su propio drama. ¿Y la careta de las alegrías?. ¿Dónde estaba su famosa careta de la felicidad?. Alba no sabía responderse a sí misma cuál era la ansiada meta de sus perspectivas. Sentía el amor ausente. Y entonces nació la luna…

El transcurso de los momentos de su soledad la iba dejando a un lado de la existencia. Alba veía cómo se diluía entre las sábanas del silencio. Y entonces fue cuando nació la luna… Sigue Leyendo...

Anímate

Es fácil recobrarse, reanimarse, fortalecerse, quizá hasta curarse. Basta encontrar a la protagonista de esta adivinanza.

La ética, la filosofía y la literatura se han ocupado extensamente de ella. Ha sido descrita de muchas formas. Muchos creemos que todos tenemos una, aunque otros nieguen su existencia. Quizá sea una cuestión semántica, porque dispone de muchas definiciones directas y alusiones indirectas. Abundan las metáforas que la simbolizan. ¿Qué puede ser algo que cuenta con tantos símiles alegóricos?

Amor y Muerte

Raquel acababa de tener unas serias palabras con Cupido, no es que pusiese en duda su eficacia y profesionalidad, no, simplemente que con ella nunca había acertado.
El tiempo iba pasando para Raquel y cada día más fuerte se hacía esa pregunta: ¿ Es que nadie va a amarme?.
Cupido la escuchaba atónito ¿ Cómo había hecho para encontrarlo? Nunca jamás había tenido contacto con ningún mortal, era imposible, pero allí estaba Raquel hecha una furia hacíendole mil preguntas.
Cupido al escucharla pensaba que cómo una mujer como ella, con tanta fuerza, con tanto tesón, tan bella ,no hubiese conocido el amor. ¿ Dónde se perdió su flecha? Sigue Leyendo...

La rabia

Le había dicho muchas veces a mi María que si algo que me gustaba, era el zumbido del viento entre los árboles altos, el ruidito que como canto melancólico trae recuerdos sin memoria, evocaciones de todo y de nada.
Además, siempre le dije que cuando me extrañara saliera al campo, ése que los dos juntos visitábamos tan seguido, y se sentara bajo un árbol. Allí escucharía, tal vez, una paloma cantar ese canto triste como el arrullo de la muerte, amargo como la muerte del presente para que viva el futuro que es eterno.
Pensaba, pues, que moriría primero yo; eso era lo justo. Debí haber muerto primero. Ella, qué decir, de vida sana. Yo, si bien no era un vicioso, en toda la extensión de la palabra, era al menos un hombre que no se negaba un gusto.
“La vida es corta y por el gusto vale la pena acortarla un tanto más”, me decía a mí y a todo cuanto cuestionaba mi forma de vivir. Sigue Leyendo...

¡ Qué rara ùres!

A los pocos días de nacer María alguien le puso un cartel en la espalda que decía: ¡ Qué rara éres!. Toda la vida ha ido0con el cartel encima pero hace muy poquito tiempo ella misma se lo ha puesto adelante, ql final de todo, le gusta ser cmo es.
En su infancia solo esixtió el espacio.
Cada piedra, cada rama, cada lagartija que0cojía directamente acababan en su mundo. En su sueño.
Con cada episodio del Tunel del Tiempo María se transportara también.
Su madre luchqba con ella, quería ponerle lindos lacitos en sus vestidos María protestaba, se sentía ridicula< hasta que un día descubrió que0en las qntenas de los hombrecitos verdes quedaban tan bien... Sigue Leyendo...

EL CUENTO DE LA VIDA

-!Eso de la Vida es un cuento chino¡- Y es que los chinos de aquel restaurante chino no tenían vida. Se la arrebataron siendo niños cuando trabajaban de sol a sol para venirse a Madrid. El más joven tenía los ojos casi cerrados, como si se hubiera comido todas las imágenes del mundo.

LA MIRADA DEL MAR

Cada atardecer, Álvaro hacia el mismo recorrido desde su casa hasta la playa, eran tan solo unos cuantos metros por un camino de cañas y arena que le conducía hasta la solitaria cala, a la que acudía desde hacia ya algunos años, tantos que había perdido la cuenta. Salía portando bajo un brazo su caballete, una silla plegable y en la otra mano un lienzo y su estuche de pinturas. Todos los crepúsculos igual, siguiendo así, algo que con el tiempo y la rutina, había terminado por convertirse como en un ritual. En la misma roca del malecón desplegaba su silla, montaba el caballete, colocando en él un lienzo inmaculado, sacaba los pinceles, la paleta y se sentaba pensativo mirando hacia el mar. Observaba como el Sol iba siendo engullido lentamente por las azules aguas, adivinando el placer del Sol, viéndolo derretirse en la serenidad del océano. Sigue Leyendo...

Manolo Cifuentes

Se duerme el mar… se duerme mecido por los arrullosos vientos de Neptuno rodeado de miles de ninfas saladas, sílfides silentes, sirenas de amor… y en medio de la eternidad de su reposo, Manolo Cifuentes eleva su mirada imitando a lord Byron, a Walter Scott, a Víctor Hugo, a una multitud de poetas que se dedican, en el interior de su memoria acuosa y escondida, a evocar un pasado rebosado de nostalgias. Está tratando, en su costa dorada, de realizar un ejercicio de evasión para escapar de la realidad yendo contra corriente, contra la plataforma de ese patetismo resignado contra el que se rebelan los viejos paladines de la libertad ante la mediocridad ambiente. Manolo Cifuentes tiene tendencias a huir de las dulzonas inconclusiones de lo cómodo y busca el esfuerzo creador de su temperamento. Sigue Leyendo...

Migajas de amor

MIGAJAS DE AMOR
Berta Ramírez Fuentes

Deambulaba aburrida por la gran ciudad. Con su andar triste y pausado se sentía perdida en el frío cemento de las calles. Las puertas de un negocio se abrían invitadoras. Decidió entrar y pedir un café.
..Y pasaron las horas… Se sintió bien en el cálido ambiente y en la compañía de otros seres anónimos
…Y pasaron las horas y los días… El mozo la esperaba. Intrigado en un comienzo, ahora sentía la tristeza que emanaba de la dama y deseaba ayudarla. Nada le preguntaba, solícito se limitaba a atenderla. Se había prendado de su encanto triste y tan solo deseaba que le regalara una sonrisa.
…y pasaron las horas y los días… Con la llegada del otoño ella llegaba temprano al cafecito matinal. Observaba las idas y venidas de ese joven que atendía las mesas. El presentía sus miradas las que le parecían amorosas caricias descendiendo por sobre sus espaldas. Sigue Leyendo...

Historia China

Se cuenta que allá para el año 250 a.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.

Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Sigue Leyendo...

EL ÚLTIMO VUELO

Una herida paloma se acurrucó en mi alero,
Puedo arribar a él sólo porque tenía ansias de seguir viviendo.
La ví posarse penosamente. Su aspecto era paupérrimo; sin eso color joven de sus plumas, sin ese frudrú de arrullo de los años nuevos que se marchan jóvenes.
Sentí en todo mi cuerpo su dolor y me acerqué a ella para intentar ayudarla…mas…no pude, adolecíamos del mismo mal, ese que muerde la carne y que lacera el alma.
Por un instante, ella fue el reflejo de mi cristal y yo debí ser lo mismo desde su nadir, porque…cerrando sus ojos, abrió lastimosamente sus alas para tender el vuelo. Su último vuelo.
Yo vuelvo a mi soledad con la vista nublada por el cansancio de las horas fugases, sin poder abrir las mias… porque ya no las tengo.- Sigue Leyendo...

El túnel

He perdido la noción del tiempo.
Luego del impresionante derrumbe que sufrimos en esta mina de carbón, el tiempo ha pasado de forma incierta, de la misma manera en que suele parecernos mientras estamos soñando.
Pero de algo estoy totalmente convencido y es que soy el único sobreviviente de todo este desastre, ya que puedo ver como a metros de donde yo me encuentro todos mis compañeros, que hasta hace unos minutos bromeaban conmigo, quedaron sepultados bajo una montaña de piedras.
Hace más de treinta años que soy minero y se que me encuentro en una situación demasiado comprometida. No tengo muchas esperanzas de que puedan rescatarme, debido a la magnitud del desprendimiento de rocas que obstruye la salida. El oxígeno escasea y sin agua ni alimentos mucho no podré sobrevivir. Lo único que me queda por hacer, es sacudir el pico contra esa pared de piedra que hoy se encuentra más sólida que nunca. Sigue Leyendo...

Cara de póker.

Se montaron una timba en el bar de Fausto. Estaban todos con su puro en la boca, como vaqueros informales con el caballo en casa durmiendo la siesta. Habían quedado para jugar una partida de Mus. Se observaban sonriendo mientras Fausto servía las copichuelas. Manolo dejó muy claro que de allí no salía ni dios aunque le sonara el móvil y en aquella atmósfera densa iniciaron la partida. Las cartas se movían como secretos inconfesables. Antonio hizo la señal mal y se armó el Belén. Reiniciada la timba, los vaqueros con cara de póker comenzaron su batalla. Aquello tomaba intensidad. Tuvieron que apagar la tele cuando hablaba Zapatero. Aquello fue tomando cuerpo, dimensiones. El silencio rodeaba a todo en el bar. Alguien gritó. Fin. Sigue Leyendo...

Escuela de ángeles

Infinita fábrica de alas.
Taller de sueños y boulevares.
Océano tibio donde se corren velos y restañan heridas.
No hay tiempo. Sólo eternidad.
Se respira un claro azul como me enseñaste en el espejismo que parecían ser nuestras realidades.
El oficio es la humildad.
Se moldean constelaciones que recuentan buenos motivos.
Escalones de nubes y verbo.

En esa juventud que nadie piensa.

Siempre nos ha tocado a algunos formar parte de los nunca pensados, de no descritos, de los cavales de la calle que juegan al balón y hacen ruído con las motos. Las vidas se reparten como estrellas por el cielo. No eleijes tu estrella. La vida tampoco te elige, ni te nombra, ni te describe. El mundo se preocupa porque te pongas corbata y patees las empresas echando currículums. Has estudiado toda tu infancia y toda tu juventud para condenarte a demostrar que eres válido para alguien. Pedro. Vente años y la cabeza rota al tirarle su padre por la escalera. Vende cupones en una esquina y babea, de vez en cuando. Su estrella se limitó a dar vueltas cuando se destripó en el descansillo. Su mejor currículum es estar vivo y tener una novieta dulce y que ve muy poco, pero sabe tocar lo suficiente. Existen clases en mi cuento. Clases que se acomodan a sus aparcamientos, a sus jardincillos cuidados, a sus perfumes y sus bolsas de marca. Sus bolsas de basura deben contener historia inconfesables, como los contenedores de sus miedos y sus angustias por engordar. a pedre le han regalado una corbata para cuando se case en al Ayuntamiento con su chavala…Un buen currículom para demostrar al mundo, que es simplemente feliz. Sigue Leyendo...

Hoy

Hoy te contaré algo, por ser tu. En primera hora de lucidez, en el primer rayo de luz atravesando el cristal de mi ventana y por lo tanto mi ser… juré hacer un canto al sol. Juré reir y olvidar el antes para dejar venir al después.
En las mañanas, cuando parece el reloj comenzar a marcar con su bajito tic tac,
dejando a un lado su eternidad, se me ocurre…que te lo voy a contar.
Cuando deseaba crecer, cuando era niña, soñaba con hacer, con ir a lugares lejanos, con que podría cantar, con que sería libre, sin reglas, sin autoridad.
y hoy , cuando ya crecí…no quiero ser mayor y sigo soñando con un mundo sin reglas pero eso si…soy libre, mas sin embargo, un dia un buitre llegó y me arrebató con su pico la esperanza, la risa…me desnudó el alma.
Se me olvidó que el buitre no me podía amar, que jamas le lograría alcanzar en la plenitud de sus vuelos, que solo era una un mortal mas de los que no tienen alas…y le esperé. Le esperé de pie en la tierra, le esperé con sed, con hambre y sin alma. Sigue Leyendo...

El espantapájaros mudo

El espantapájaros soñó un día que no era mudo. Que su corazón de paja era de verdad, y que su latido le traía vida a un cuerpo humano. Él no sabía que jamás llegaría a ser como el campesino que con tanto esfuerzo le creó.

Tenía brazos, también piernas. Y por ello no comprendía que razón le impedía andar, por qué sus brazos no podían bailar mecidos por el viento de la tarde. Llevaba ropas, al igual que su amo, pero nadie se paraba a hablar con él. Tenía boca, nariz y ojos, pero ni sabores ni olores percibiría nunca, si bien por alguna razón podía ver. Y lo que sus ojos le mostraban no eran alegres prados, ni altas montañas a las que admirar. Tan sólo tristes y eternos campos de trigo amarillento, como si de un mar de olas suaves se tratara. Pero eso no lo podía saber el espantapájaros, pues jamás vio el mar, ni creía poder ver algo semejante en el tiempo que de vida le restaba. Sigue Leyendo...

René

Que René L’Ouverture, Lobeltul, haitiano, falso pintor naif, marxista, perilla leninista, camine por Plaza de España ofreciendo cuadros a los turistas mientras murmura “qué injusticia, qué injusticia” ante las ocasionales raciones de jamón serrano no es extraño. Es lo que hace todos los días. La pata de puerco curada reafirma su conciencia más que la lectura serena de “Materialismo y Empirocriticismo”. Y a quién no.

Pero hoy está inquieto. Tal vez por ser jueves y andar ya la ciudad oliendo a viernes, a Lobeltul le parece que las palmeras acogen hoy de mejor gana la brisa suave que sacude de sus hojas el polvo del día y se cimbrean limpitas como las mujeres cuando se secan la cintura después del baño. Sigue Leyendo...

la luciernaga y la lechuza

Había una vez; una luciérnaga que se sentía perdida, cohibida entre la espesura del bosque, los altos árboles le eran desconocidos y parecian mirarla amenazadores, Donde Estoy,? Me he perdido.
El silencio era sobrecogedor solo se percibia el susurro de las ramas mecidas por el viento, su desesperación llegaba a afixiarla con los dedos del miedo, cuando ya se daba por vencida, de pronto:
se encontró con una lechuza y viendo que era vieja y tenia sabiduría en los ojos, le pregunto:
Perdón Sra. Lechuza ¿seria tan amable de indicarme el camino que he de tomar?
Y con cariño y educación la lechuza le mostró un precioso camino que iba directamente hasta su pico, Sigue Leyendo...

Cara de Indio.

El orgullo del Gran Cañón estaba dibujado en sus ojos. La mirada dura, fría e inquietante. Pestañas oscuras, cetrinas, abigarradas con la precisión de una pluma de cuervo. No lloraba, porque no se partieran las montañas. Reía con la carcajada limpia de quien aún camina descalzo por entrelos cáctus. Su orgullo era como un cuhcillo afilado: te rozaba y el silencio se hacia, como la noche se hacía, como la tristeza e hacía. Guardó silencio porque alguien le llamó niño orgulloso. Se puso su chamarra de lona, su mochila al hombro…dio la vuelta: no dijo nada. Sigue Leyendo...

El dulce sabor de la inocencia.

Algunos comentaban que él era feliz. En su casa, en su pequeño espacio personal, tenía una pelota de colores. Cuando iba a clase sonreía a la pizarra y hablaba con su mesa, como si la vida fuera algo más que lo que todo el mundo aprende. De él decían que su simplicidad le hacía feliz, que su tontera perpetua le haría escapar de la inmensa brutalidad de la vida. Jugaba con su pelota de colores y estaba tan solo como su propia inocencia. Nadie estaba para adivinar en él a un niño sin cariño. En mitad de ese río de la vida su pelota le acompañaba, le incitaba a ser feliz dando saltos. Su inocencia no era la adecuada para un anuncio de la tele; en el fondo esa estupidez le hacía ser intrépido e inusual. Poco más que su pelota de colores; algo más que una inocencia común. Sigue Leyendo...

ESTE CUENTO SE HA ACABADO.

Ella no le quería, no le quiso nunca. Él sí la quiso, incluso llegó a pensar que sólo podría amarla a ella.La estupidez es algo que ninguno de los dos supo descubrir en esta relación. Ella adoraba su cuerpo. Él no dejaba de considerarse un cuerpo con corazón. La única energía que movía sus vidas era una discusión tras otra. Se ahogaban a los dos minutos de verse. La noche se convertía en un paseo prolongado hacia la madrugada. Ella dijo que todo había acabado. Él sólo supo sufrir y siguió paseando por las mismas calles.

Cando mueren las sirenas.

Un rayo de luz hacía vibrar la superficie de las aguas.Las débiles olas danzaban entre leves balbuceos y todo era silencio. El horizonte perpetuaba su indiferencia rectilínea sin dejar huella alguna de su presencia, de su autenticidad. La extensión dilatada de las aguas resumía la inteligente obra del Gran Maestro. Una nube redonda, prenada de agua, descargó su contenido sobre una parte del inmenso mar. Saltaron las sirenas gozosas. Seres maravillosos, diosas de la única femineidad posible, emergentes espumas que hacía reír al eco rompiendo su calma. Fue un leve instante. La nube agotada se esfumço en su atmósfera. Las sirenas se hundieron en las aguas. Nadie fue testigo de este sacrificio, la entrega voluntaria en un sueño. Sigue Leyendo...

Cuento de un cuento.

De pequeñito le contaron que la luna se movía persiguiéndole por la calle. Se lo creyó y siguió creyéndoselo toda su vida. Un día de primavera alguien le dijo que la luna no hacía tal cosa. Perdió su inocencia y comenzó por dormir en un banco de la calle. Un día de otoño alguien le dijo que tenía cara de luna y cerró los ojos para no verse en un espejo. La luna siguió en lo alto. Él sigue aún dormido. Colorín colorado este cuento no ha acabado.