Más allá del puente había un lugar para los mundos de la infancia, huecos que llenar con las ensoñaciones inocentes y un horizonte lleno de grillos nocturnos cantando bajo las lunas de primavera. Más allá del puente había una especie sinuosa de silencios adornados por los ruidos de una selva encantada y lejana que traía a la conciencia algo así como un murmullo de amapolas enrojecidas con el tinte de las emociones. Más allá del puente había distancias por vivir y el silbido del viento hacía pensar en una aventura caminante donde el continuo reloj del pensamiento quedaba detenido entre las últimas sorpresas. Una especie de canción soñada en medio del recuerdo. Había allí, más allá del puente, una fantasía de foráneas fragancias recorriendo la vida en los rutilantes momentos de todo el movimiento condensado en el espacio blanco de las ilusiones.
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Relatos
Invitación (49)
Katy observó aquel rostro que tenía una violácea cicatriz recorriéndole toda la mejilla derecha. Observó aquellos dos ojos negros que lucían como ascuas en el fondo de dos cuevas óseas. Y observó la gigantesca masa muscular de más de dos metros de altura. El siniestro personaje sacó la pistola y se dirigió hacia ella…
– !Hola, nena!. ¿Has visto por aquí a un joven forastero?.
– Con esas indicaciones no puedo ofrecerte una respuesta concreta.
– !Escucha, preciosa, no juegues conmigo!. !No me importa nada en absoluto alojarte dos balas en tu lindo cerebro!. !!Contesta a lo que te he preguntado!!.
Sólo por ver si es cierto…
Hoy es jueves y estoy paseando por un lugar lleno de teléfonos portátiles que exhalan miles de palabras colgadas en el alambique de lo cotidiano, cámaras digitales recogiendo escenas de presencias momentáneas circulando en orden inverso a las agujas del reloj, videos walls para retomar una vez tras otra las imágenes de la redención diaria, pantallas de plasma que inundan la atmósfera de océanos superpuestos, estruendosos equipos de sonido en medio de toda esta fiesta de actividades en movimiento opulento que nos presenta este modernismo sin final.
Pensamientos
Invitación (48)
– No conozco ese tal Tesauro; pero sé que la Moon Street está al otro lado de la ciudad. Al sur. Muy al sur. En un arrabal muy poco recomendable. Es un barrio duro y lóbrego donde dicen que la policía no se atreve a entrar. Pero hagamos una cosa. Yo te ayudo a ti si tú me ayudas a mí…
Paul contempló ahora muy directamente a Katy. Sus bellos ojos negros y su sensacional rostro, así como su cadenciosa y melodiosa voz, la definían exactamente: una espléndida portorriqueña como aquellas que él había visto una y mil veces en la ya viejísima película West Side Story. Su cuerpo era verdaderamente excitante…
LOS CONFINES DEL MUNDO
Los confines del mundo
Carlos Montuenga
doctor en ciencias
Esta noche he vuelto a soñar que estaba en tierras de Valladolid. Paseaba por un pinar próximo a Olmedo con mi padre, quien se lamentaba por la mala situación de sus negocios. Era un día radiante, colmado de promesas primaverales, pero sin saber cómo, se desataba un viento helado, el sol se oscurecía y sobre la negrura del firmamento comenzaban a brillar las estrellas.
Quedaba yo mudo ante aquel prodigio, pero mi padre continuaba hablando y hablando de sus asuntos, sin prestar ninguna atención a la extraña mudanza que sufría el mundo. Luego, su voz perdía poco a poco el timbre humano para ir convirtiéndose en una especie de lamento monótono , cada más agudo, mientras la tierra se llenaba de resplandores que proyectaban sombras fantásticas entre el ramaje de los pinos. En este punto me desperté con sobresalto y caí en la cuenta de estar oyendo el canto lastimero de una de esas aves con penacho rojo y plumas multicolores que anidan en los enormes árboles de la isla.
Invitación (47)
– Es que tengo prisa…
– Espera un poco. Tómate una copa conmigo. He visto en tus ojos algo así como un misterio que quisiera comprender.
– Comprender… comprender… ¿qué sifnifica para ti comprender?.
– No lo sé. Posiblemente sólo saber escuchar. Y quiseira escuchar de tus propios labios ese extraño misterio que veo en tu mirada.
La chica pasó al otro lado de la barra y sirvió dos combinados de vodka con naranja.
– He notado que no eres de esta ciudad. ¿Qué pasa contigo?. ¿Cuál es tu búsqueda?. ¿Por qué tienes sangre en tu mano derecha?.
– Muchas preguntas de una sola vez.
– Espera. Aún no me he presentado. Me llamo Katy. ¿Y tú?.
– Yo soy Paul. Y sólo estoy interesado en encontrar pronto el Salón Tesauro.
– ¿Salón Tesauro?. Nunca oí jamás ese nombre. ¿Estás seguro de que es algún local de esta ciudad?.
– Sí. Está en la Moon Street número 1221.
–
URBI ET ORBI
“¡URBI ET ORBI!”
– Soul Mate –
Las cosas pasan por algo, y así debe ser, tuve una gran amiga, y fue un gran amor, de pensamientos puros, transmitidos en letras vírgenes, ella lo sabía, no podía escribir para ella un poema, ella lo sabía, porque el poema era ella, alguna vez se lo dije: — Princesa, eres un poema hecho vida – ella sonrió…
Y lo que le decía eran solo palabras, palabras que nacían de su alma, de la mía, yo… yo solo fui la voz, solo fui las letras, traductor de sentimientos eso fui, y sentí, sentí lo que me pasaba, lo que nos pasaba, amor, solo amor, amor puro del más grande amor, yo comprendía eso, pues mi misión fue la de amar, y así fue, amé, amé con locura y vehemencia, y la amé, y aún ahora al escribir para ella, la amo…
Invitación (46)
Estaba a punto de salir por la puerta cuando notó una mano en su hombro, en ese instante volvió a la realidad, pensó en la gigantesca figura que le perseguía por la Avenida y que al final desapareció en la Travesía… observó su mano zurda, aún sangraba a consecuencia del corte anterior y posiblemente su agresor podría haber seguido el rastro de sangre que dejaba por el suelo.
– ¿Ya te marchas?
La voz delicada y dulce de una mujer le hizo despejarse toda duda, era cálida e hipnotizante a la vez, se dió la vuelta y allí estaba ella… la chica de la barra…
Invitación(45)
En la esquina interior de la barra del Brentwood, se encontraba un ser oscuro como su vestimenta y su espíritu apagado, pues hacía remover los hielos de aquel vaso de Whiskey, mirándolos fijamente en su recorrido por aquel vaso bajo. Ignorando a la música, se mecía tranquilo al ritmo de un blues de alguna época mejor, desafiando así a las ideologías del bar, mientras repasaba tranquilamente sus pensamientos y, de cuando en cuando, dejaba rienda suelta a alguna lágrima que recorría su cara redonda y triste, recordando tiempos mejores de su juventud.
Mientras se secaba las lágrimas, encendió un cigarrillo y dió un trago largo a su vaso. Fué entonces cuando su mirada se posó sobre las caderas de una chica, sobre las cuales se tendía una mano canalla de un ser largo y estrecho. En ese momento, rompió a llorar mientras miraba el cuello de la botella de su Whiskey, recordando cuando él había sido aquel canalla, momento que aprovechó para estampar su vaso contra la barra, y marcharse de su esquina para recorrer el camino oscuro y triste a algún lugar donde los desterrados encuentran su consuelo.
Invitación (44)
El Brentwood era una especie de bar para sonámbulos. Todos allí mimetizaban sus movimientos mientras una música sinfónica de ritmos ondulantes hacía notar la sensación de que se estaba flotando en la atmósfera. Era algo que las nuevas tendencias musicales habían logrado alcanzar y se imponía como moda en todos los lugares nocturnos. Una especie de caminar sobre las ondas del pensamiento mientras los agudos sonidos del conjunto musical de turno servían para sedar los nervios de quienes se encontraban estresados por la centrípleta clase de vida a la que habían llegado los humanos.
RECUERDA QUIEN SOY
Era un día como otro cualquiera. Las mismas caras, las mismas prisas, los mismos olores. Esperar tranquilamente en los asientos situados en el andén a que llegara mi tren, escuchar el silbato que anunciaba su entrada en la estación y levantarme para aproximarme al lugar, en el que más o menos había calculado, quedarían las puertas del vagón para poder acceder a él. Buscar con la mirada algún asiento libre, para poder sentarme y seguir leyendo tranquilamente mi libro. Frente a mí una mujer a la que veía algunas veces, y junto a ella el hombre al que amaba. Todas las mañanas, las que coincidíamos sentada frente a ellos, allí estaban. El cogía una de las manos de la mujer, con la otra le acariciaba la cara. Ella le miraba siempre de la misma manera, él se acercaba y la besaba mientras ella cerraba los ojos. Era hermoso poder verlos amarse así, con aquella sencillez.
UN COLOR
Quisiera que me fuese concedido el don de inventar colores, o mejor dicho, el don de poder llevarle los que yo veo desde que le conozco. Sabía de toda una gama para poder diferenciar entre el bien y el mal, entre un día de lluvia y un día de sol. Entre las notas escondidas en escalas mayores o menores. He inventado colores mientras perdido entre mil pensamientos, paseaba en bosques rodeado de árboles, con el viento como único compañero, discutiéndole cómo debería de ser el color que adoptase en nuestro paseo. Sobre la cima de una montaña, respirando hondo, llenando mis pulmones del aire más puro, dejando que mi cuerpo asomado al vacío dudara entre un paso hacia delante o hacia detrás. Cuando mi vista se perdía entre mi ser y lo que no alcanzaba a ver y aún así me empeñaba en saber qué hay más allá. Pude teñir mares enteros como el cielo hasta el más oscuro rincón que se hallara entre sus profundidades. He mirado el firmamento y descubierto galaxias, tan distintas entre sí, como los diferentes matices entre los componentes de las que están hechas y pretendía asignarles un nombre acorde con los mismos. He visto el color del alma de personas que han odiado o amado hasta decir basta, derramando lágrimas por quienes así lo han hecho.
Invitación (43)
Le dolían tremendamente las sienes; quizás por causa de los nervios a los que había estado sometido las últimas horas o quizás porque la tensión de lo vivido hacía unos minutos le había elevado la tensión arterial. Salió lentamente de su escondrijo mientras el olor a desechos orgánicos era cada vez más nauseabundo. Paul se encontró momentáneamente desolado…
¿Era una buena decisión ir hacia la Tercera Avenida para reconfortarse con un whisky mientras intentaba ordenar sus ideas?. No lo sabía con exactitud pero decidió hacer caso a su perentoria necesidad. Tiempo tendría después para dirigirse al Salón Tesauro e intentar saber algo sobre Bianca. Mientras caminaba lentamente, en su interior golpeaba sin cesar, una y otra vez, aquella inconfesable e inconfesada verdad que tan celosamente guardaba en sus entrañas.
Invitación (42)
Paul puso en tensión todos sus músculos. Estaba dispuesto ya, después de una tremenda dificultad para poder controlar su respiración, a saltar sobre aquella figura gigantesca que lo tenía prácticamente acorralado cuando, repentinamente, el estridente ulular de la sirena de un coche policía resonó estrepitosamente en el callejón.
El hombretón de pistola en mano salió de estampida hacia el fondo de la calle, a ocultarse en la oscuridad de la penumbra. Los policías comenzaron a perseguirle con tal estrépito que la noche se convirtió en un verdadero infierno de luces y sonidos chirriantes.
Invitación (41)
¿Por qué habría hecho eso? Quizá los nervios, esta maldita tensión no le dejaba pensar con claridad, la niebla y el silencio no le dejaban pensar. El corte en su mano le había hecho sentirse alerta, por un momento pensó en salir de su escondite, chillando, con el cuchillo en la mano contra esa silueta misteriosa que le asustaba. “Pero esto es la vida” pensó, aquí no hay dos oportunidades, si el hombre dispara y lo mata no vuelve a aparecer diez calles más abajo con los puntos de vida rellenos.
Todo indica que la silueta del otro lado de la niebla conoce su situación de forma aproximada, por lo que la jugada de la lata no ha sido tan delatora, puede que, al contrario, le sirviese para distraer un par de segundos su atención. Ha sido un catalizador que dispara la necesidad de hacer algo con ese cuchillo ya. Quizá el instinto sea más certero que la razón, como cuando tiramos una piedra sin pensar, o chutamos a gol sin mirar.
Invitación (40)
Estaba nervioso, la tensión se notaba en el ambiente… tanto que se podía cortar con su cuchillo, intentó tranquilizarse un poco, no podía.
Palpó rapidamente en el suelo, mientras oía que los pasos del agresor se acercaban cada vez más, Paul notó algo… ¡Eran latas!, dos pequeñas latas de conserva oxidadas y abiertas.
Intentó agarrar una, cortándose los dedos de su mano zurda, mas no podía gritar, el hombre gigantesco estaba bastante cerca.
Notaba que su mano sangraba abundantemente, no obstante cogió una de esas latas y la lanzó al lado opuesto de la travesía…
invitación (39)
Paúl observó entre las rendijas del cubo de basura metálico. La sombra de un hombre gigantesco no le dejó lugar a duda. Allí había una persona buscándole entre los materiales de desecho. Llevaba una pistola en la mano y apuntaba hacia los cubos. Se fue acercando lentamente. Paúl seguía manteniendo la respiración. El sudor frío se le hizo ahora caliente mientras la niebla, espesa, era un elemento que le ayudaba en su labor de quedar oculto a los ojos del siniestro personaje que le buscaba para descerrajarle los sesos de un disparo fatal. Pensó en Bianca y cerró ligeramente los ojos mientras el cuchillo le temblaba en la mano diestra…
curvas
amo tanto a las curvas que me compre un porche
amo tanto a ls curvas que me compre un cd
amo tanto a las curvas por ellas empece a beber
amo tanto a las curvas que por ellas me case
con una bella modelo de cabeza a los pies
amo tanto a las curvas que cien me compre
en un rastrillo baratas y alguna recta por mareo tambien
amo tanto a las curvas que por ellas empece a beber
mil liquidos de botellas en copas derrame
dentro o fuera de mi profundo vientre
mas amo tanto las curvas que por una derrape
Esperando al tiempo
Invitación (37)
Paul se arrniconó cuanto más pudo tras uno de los cubos de basura. El silencio esra espesamente fantasmal. Sus músculos estaban tensos. Oyó un ruido. Algo se movía entre sus pies. Era una rata gris que levantó el hocisco, olisqueó el aire y salío como disparada por un resorte. Volvió el silencio al callejón. Paul tensó todos sus sentidos. De pronto volvió a escuchar los ligeros pasos. Alguien estaba allí…
Volvió a recordar el cuerpo del taxista asesinado, aquel que había resultado no ser el padre de Bianca. La recordó momentáneamente mientras aún rememoraba en su interior esa oculta verdad que no había contado todavía a nadie. Nuevamente los pasos. El silencio era sobrecogedor. Se agachó aún más. Todo lo que pudo hacer con su alta fisonomía corporal. La luz brillaba al otro extremo de la calle. Sacó el cuchillo y contuvo la respiración…
Invitación (36)
Después de un silencio largo y eterno, se detuvo. Sabía que la única respuesta estaba en decidir lo que desde el principio no había dicho, lo que ocultaba como su verdad, como el secreto de la existencia. Su mente se proyectó hacia el futuro. Una niebla densa le rodeó. El fétido olor de la basura se diluía. Una luz brillante descendía mientras su cuerpo comenzaba a difuminarse entre la niebla. Paul….se había disuelto con entre aquella sopa original. Su única misión, ésa que era indispensable para que nada se extinguiera debería suceder, pero no sabía cuándo.
Invitación (35)
Poco después de cruzar la tercera calle de la Avenida Principal miró su reloj… eran las 12 de la noche. Aceleró el ritmo de sus pasos, se encontraba intranquilo. La niebla se hacía cada vez más densa, tanto que no podía ver a más de un palmo de distancia, pero siguió corriendo.
De repente se hizo el silencio, Paul se paró en seco, notaba como alguien le seguía los pasos, nervioso, se ocultó entre unos cubos de basura cercanos a una travesía que cortaba la Avenida, el olor era insoportable…
Las lágrimas de Eros.
Eros, extendido como una inmensa neblina, añora el verdadero sentido de su creación. ¡Cuánto dolor en los corazones solitarios! Sus lágrimas evocan la decadencia del estado amoroso, en favor de otras formas de hacer de la vida una obra restaurada. Eros, morando entre las letras, en los juegos, entre los pensamientos parece adormecer ante el progreso cibernético. Nunca volveremos a amar como aprendimos. Si no nos hubieran hablado del Amor, eros supondría una inocente ausencia, un no saber qué hacer con la melancolía amorosa. Quizá, en pequeñas parcelas, en ocasiones vedadas, Eros renazca. Comienza el Carnaval y su agónica tristeza se descompone entre disfraces comprados y estupideces de todos los dias. La razón de Eros es su lucha contra la mezquindad de quienes llaman al amor “deseo y carne”. El Carnaval se escapa entre las bambalinas de vuelos en avión y grandes avenidas emplumadas de algarabía de mirones ¡El Carnaval se nos escapa, nos
al igual que el Eros, sutil y misterioso de los juegos de miradas en un atobús, o en el metro, en la escalera…El Carnaval subyace bajo la atenta presencia a real de una contrarreforma. ¡Salvemos la Sardina, el desenfreno de sus carnes duras y sus espinas delicadas!
No
¿Por qué?
¿Por qué….?
¿Por qué….?
¿Por qué….?
Hay tantas preguntas que empiezan por un “por qué” y tan pocas las respuestas….quizá no haya respuestas para todas esas preguntas sin embargo podemos abordarlas de otra forma:
¿Y por qué no?…
Siempre hay una respuesta a tus dudas…la clave está en hacerse la pregunta de forma correcta…
El niño que escribió a las estrellas…
Buenas noches Luz: !cuánto me gustaría saber si no me habéis olvidado nunca!. Soy yo, el mismo niño que os escribió desde aquella roca del Berninches. ¿Os acordáis de mí?. Habíamos llegado desde Sacedón y desde Auñón. Todos estaban escuchando al viejo toledano Rogelio narrar leyendas del río Tajo y se oía la voz de Dyango (Nostalgia de sentirse enamorado y pensar que otro a su lado pronto pronto le hablará de amor). Yo me subí a la roca arropado con el anorak y con dos mantas para combatir el frío nocturnal mientras mis pies quedaban colgados sobre el vacío…
Hágase la luz
MI VIEJO AMOR
Ella no habla
Ella no habla, su lenguaje es diferente al mío, cuando la pregunto como está, se que no obtendré una respuesta sé que no podrá contestarme, porque ella es diferente a mi, porque ella no habla. Pero a mi eso no me importa, tan solo me basta con mirarla para entenderla.
Cuando quiere algo de mi, corriendo viene a buscarme sin parar de moverse de un sitio a otro, saltando, pegando brincos mientras me guía hacia aquello que quiere…pero antes de seguirla, yo se lo que me está pidiendo sin la necesidad de un lenguaje verbal, tan solo poniendo el sentido de la vista y la compresión por mi parte unido al sentido del oído y de entusiasmo por la suya.
Lo mismo pasa cuando soy yo la que necesita de ella y acude a mi en cuanto la llamo y digo su nombre, sabe que la necesito y rápido acude en mi ayuda…