Me siento segura de estar nuevamente enloqueciendo. Creo que no podemos atravesar otro de estos terribles períodos. No voy a reponerme esta vez. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor hacer. Tú me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todas las formas todo lo que alguien puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta que apareció esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy estropeando tu vida, que sin mi podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad en mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bondadoso. Quiero decirte que todo el mundo lo sabe. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tú. Nada queda en mi salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destruyendo tu vida por más tiempo.Sigue Leyendo...
Siempre sueña con la luz
del farol de su existencia;
suave roca…
suave mar…
suave luna que presencia
a la barca que navega
en las aguas del amor.
Suave sueño de farol.
En la borda hay un marino
con recuerdos de mujer;
suave roca…
suave mar…
suave carta de papel
que refleja a medianoche
las palabras del amor.
Suave sueño de farol.
Quizás un poco tarde,
pero quisiera crear
de todo mi barullo
una oda para cantar
a medio día de camino,
a la vera, a un ladito,
esta melodía que llevo
acompasada en mi alma.
Pluma azul suave y anchurosa
del ave marina de mis sueños,
en ti me hago golondrina
y me envuelvo en la voz de los silencios;
en ti, remedo de madrugada,
recojo el recuerdo de las horas
y, asomado a una ventana abierta,
escribo en la bruma mil palabras.
Sólo tú eres mi mágica conciencia
mi Todo, mi Nada, mi existencia…
y envuelto en tu insigne encanto
me llenas de perpetua consistencia
con tus ojos, con tu risa, con tu llanto.
Sólo tú con tu leve persistencia
le traes a mi cuerpo la esencia
de tu bello y saludable canto
mientras llenas de eterna ciencia
mi alma con tu suave manto.
¡Si tú supieras de qué vá este inmenso marasmo!
Un hombre en mitad de la llanura.
Armadura hecha añicos.
Caballero de una España Hidalga.
Todo apunta hacia tu origen, y tu locura
es la única razón para que los demás seamos cuerdos.
¡Cuerdos en el el día de hoy, ayer y mañana!
¡Que todos digan tu nombre!
Y el que no…se lo harán decir.
Ternura
suave mano de dulzura
que acaricia la mejilla
del sufriente…
florecilla
que crece de la semilla
de tu vientre
y siempre
tú, ternura sencilla,
del corazón a la frente
das a mi cuerpo sombrilla
para hacerme hombre que siente
cómo vuela el avecilla,
Fumando la existencia
surgida en los vacíos,
bañándose en los sueños,
anclándose en los ríos…
parado el pensamiento
en las alas del tiempo
perdido entre la nada…
varado en la explanada
de las huellas de su mano…
descansa el ser humano
entre aromas de alborada.
Un amanecer distinto
tropieza en su mirada.
Por primera vez en mucho tiempo
me siento en verdad enamorado,
y sólo ahora veo, mirando atrás,
cuántas veces me he engañado
a mí mismo, en el deseo
de sentirme amado por los demás.
Dame palabras, como si derramaras sobre mí
el ansia de un saber secreto, la lujuria del sentir,
la esencia del sentido.
Sonoridades abiertas a la excelencia de la tarde
y éfímeros cantos.
El sol se alza sobre su pedestal romano y se proclama dios.
Nada se ausentará de tan intenso instante;
nadie abominará de su razón humana,
y el caminante se detendrá en la bodas del eterno ciclo.
Cuándo habrán de caer rosas
desde tu pedestal…
cuándo habrán de llorar perlas
los ojos de Lucifer..
rendidos en el mar…
cuándo acabará esta triste realidad
que mis ojos no dejan de mostrar
cuándo habremos de volar
o ver a un hombre amar sin pecar…
Me río ésta noche de tus sentimientos…
lloro y río…
Río solo porque nunca te tuve sin llorar,
sintiendo la necesidad de un poco más,
suspirando por suicidios de amor
que me librarían de tu falsa compasión
El beso es una forma romántica de diálogo, que se firma con los labios.
En 1950, Francoise Bornet y Jacques Carteaud se besaron ante el fotógrafo Robert Doisneau que se apostaba en la terraza de un ‘bistrot’ parisino. La imagen de un muchacho de pelo alborotado besando apasionadamente a una estilizada chica se convirtió en un símbolo internacional del amor cuando se difundieron millares de copias en forma de póster en la década de los años ochenta, siendo récord de ventas en 1992.
Estalla la bombilla de la luna
en pálidos reflejos de fulgor.
Suena el acordeón tanguista.
En el callejón
riela la plata de la lluvia
y los versos que desgrana el poeta
se llenan de café y tabaco.
Bajo la sombra del teatro
los arlequines dialogan con las damas
y hay un farol encendido
que habla…
Sé que me quieres
aunque diga yo lo contrario:
sólo es que quisiera
despertar en tí, la ambición
de quererme un poco más
cada día, cada minuto:
hacerte ver la realidad
del amor que con mis fuerzas
no puedo ya controlar.
faltan besos
faltan abrazos
faltan caricias
faltan susurros
faltan sonrisas
faltan manos en mi pelo
faltan buenas intenciones
falta confianza
falta perdonar
falta tiempo
falta sueño
Me gusta ser navegante
a babor y a estribor
e ir de la India al Timor
subido en un elefante.
Montar en cometa brillante
y sentir su resplandor
hasta alcanzar el esplendor
de una estrella itinerante.
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