Archivo de la categoría: Relatos

Relatos

La noche del Tesauro (10): Novela

Pronto comenzó profundamente a soñar. Se vio a sí mismo caminando por un sendero a plena luz del sol. El sendero finalizaba ante un pequeño templo primitivo encumbrado en un cerro. Había sido construido en el lejano año de 1275. Siglo XIII. Estaba rodeado de eucaliptus. Vio una fila de 12 peregrinos encapuchados. No podía ver sus rostros pero, por su manera de caminar, parecían 12 ancianos. Sonaron las campanas del pequeño templo. Miró su antiguo reloj de oro. Eran las 12 del mediodía. De pronto los ancianos comenzaron a cantar una lengua extraña, como si fueran cánticos oscuros salidos de gargantas lúgubres. Le echó valor y entró, sigilosamente, tras aquellos extraños personajes. La puerta se cerró bruscamente emitiendo un ruido profundo que retumbó en todo el cerro. Sigue Leyendo...

La noche del Tesauro (7): Novela

El taxista y Paúl subieron al automóvil y se dirigieron al Café Monkey’s que se encontraba repleto de gente a aquella hora de la noche. Ambos se sentaron en un lugar apartado del bullicio general. Pidieron dos cafés con leche. El señor Montale estaba muy nervioso y con las lágrimas a punto de saltar.

– Paúl, tú conoces muy bien a Bianca, incluso mejor que yo. Ella siempre fue un misterio cerrado para mí cuando intentábamos hablar de cosas profundas. La eduqué lo mejor que pude pero sé que estuve poco tiempo a su lado. Para ella la muerte de su madre fue un duro golpe. Tmbién lo fue para mí. Pero Bianca… mi Bianca… !siempre fue unasoñadora, una interrogante, un deseo perpetuo de viajar y conocer vidas diferentes!. Sigue Leyendo...

La noche del Tesauro (8): Novela

Durante el largo trayecto entre el Café Monkey’s y el Hotel The King’s Cottage, el taxista tenía ganas de hablar.

– Pául…
– ¿Qué le sucede a usted ahora?-
– Tengo deseos de hablar para poder olvidarla.
– ¿Y por qué tiene entonces tanto afán en encontrarla?.
– En realidad la busco desesperadamente.
– Pues la dsesperación es el peor de los caminos…
– ¿Qué es , para ti, la desesperación?.
– Lo que interpreto leyendo su mirada.

La noche del Tesauro (6): Novela

Miró su reloj; un regalo de su padre, el cual lo había heredado del abuelo; un reloj antiguo (perteneciente a la familia por generaciones) de oro, con los números de la esfera grabados en caracteres romanos. Un reloj de oro puro. Y pensó de nuevo en el número 12. Allí estaban, ante su vista, los doce grafismos del día (la unicidad de la mañana que debía ser repetida por la duplicidad de la tarde para completar las 24 horas diarías. Pensó: “Esto me parece que debe ser algún asunto de tiempo”… y se quedó en el subconsciente la sensación. Pensó de nuevo: “una sola persona y el doble yo externo e interno”. Sigue Leyendo...

La noche del Tesauro (5): Novela.

Se produjo un ligero movimiento en las ramas de un roble cercano a la Biblioteca. Allí, en la copa de aquel árbol, una especie de gavilán se removía inquieto. Él miró, a través de la ventana más cercana, al pájaro… y lo vio dispuesto a iniciar el vuelo. Supo entonces que tendría que escuchar muchas veces el sonido del aletear de los pájaros para salvar su existencia.

El misterioso Manésh extrajo algo del bosillo interior de su gruesa chaqueta de pana. Era una especie de cartulina escrita, del tamaño un poco mayor al de las tarjetas personales. Sigue Leyendo...

La noche del Tesauro (4): Novela.

Se entregó profundamente a la lectura. No había ningún otro mundo a su alrededor salvo el silencio… y una espesa nube blanca se apoderó de su cerebro. Una especial nube blanca que le borró todo el pensamiento hasta dejarlo honda y profundamente dormido. Los otro cinco lectores (tres hombres, una mujer y una niña) fueron abandonando la Gran Sala Azul espaciadamente. Primero, el hombre más adulto, después el hombre más joven, luego la mujer y, por último, la niña que se quedó mirando, antes de salir y durante un largo rato, a aquel misterioso joven dormido con el libro “Señas de identidad”, de Juan Goytisolo, entre sus manos. Sigue Leyendo...

La noche del tesauro (3): Novela.

La Gran Sala Azul de la Biblioteca Memphis tenía paredes de color azul. Dando la bienvenida se encontraba una maqueta, a escala reducida, del Atomium de Bruselas. El acristalado techo dejaba ver la esfera terrestre de la cúpula y, en el pináculo, las cuatro direcciones geográficas (Norte, Sur, Este y Oeste) estando, cada una de ellas, acompañada de tres figuras simbólicas: el Norte iba presidido por la estatua de una diosa walkiria que tenía a su derecha un dragón sentado a sus pies y a la izquierda el mazo de Thor; el Sur iba presidido por la estatua de un guerrero watusi que tenía a su derecha un león rugiente y a la izquierda una lanza; el Este iba presidido por la estatua de un filósofo chino que tenía a su derecha un búho a punto de volar y a la izquierda una balanza; y el Oeste iba presidido por la estatua de una amazona selvática que tenía a su derecha una serpiente enroscada en su tobillo y a la izquierda un carcaj repleto de flechas… Sigue Leyendo...

Caótica siempre Lidia

-Lidia, ¿estás borracha?-
Pregunta lanzada al aire con ese tono agudo de tu voz. Agudo, tan agudo que me obliga a apartar la cara y mirar hacia otro lado, ofreciéndote otra perspectiva angular de mi cara. Pienso, que desde tu posición, debo parecerte un triángulo obtuso mal formulado.

-Tú nunca bebes, nunca has bebido. ¿Lo has hecho hoy?-
-¿Hacer qué?- Atino a vomitar.

Palabras. Desaforadas poesías van torturando mi garganta en recorrido doloroso y ascendente, manchando de pareados y códigos mi falda y tu espalda.
Atinas a escuchar con las vértebras quebradas. Sigue Leyendo...

Verdades ( parte 2)

Eres feliz? preguntaste aquella vez mientras andábamos
conteste ávidamente que yo jamás caería tan bajo pues
la felicidad infringe estados de animo tan cómodos que
detienen lo que verdaderamente soy no era fácil que me
entendieras durante las citas nos pasábamos horas
conversando y tu me mirabas mientras yo hablaba (creo
que era parte de tu naturaleza) si siempre volvías y lo hiciste
así durante mucho tiempo, llegue a creer que era tu única
habilidad. Y esperaste en vano la celebración de fechas
importantes y la conjunción de momentos románticos y la
proclamación de palabras adecuadas de amor y nada de eso
paso… Sigue Leyendo...

La noche del Tesauro (2): Novela.

De un retrato de anciano con cabello canoso y largas barbas blancas surgió una voz: “La emoción callada, honda y contenida, dará sustancia al alma que inicialmente vacila para luego tomar fuerza en el dominio del aire que la abrirá a la vida”. La mirada del anciano retratado parecía dirigirse al infinito…

Se acercó al supersónico ascensor y apretó el teclado del piso bajo. A los pocos segundos llegó el ascensor y se abrieron las puertas. Había un nítido cristal en el fondo. Se miró en él. Se dio cuenta de que tenía un fantástico parecido facial a Walter Scott en su etapa juvenil. Rubio. Los iris de sus ojos de color miel. Nariz recta y bien formada y pómulos llenos. Sigue Leyendo...

La noche del Tesauro (1): Novela

No tenía equipaje y ningún punto geográfico al que dirigirse. Y estaba en plena ciudad, en plena niebla, rodeado de mútiples “caminos” en forma de semáforos y ojos de viandantes que parecían decirle !a dónde vas!… Tenía que empezar a aprender a leer una nueva dimensión de la vida en las parábolas del aire…

La Biblioteca Memphis era un verdadero palacio de cristal de diez pisos de altura en cuya cúpula lucía una gigantesca esfera con los cuatro puntos cardinales enmarcados en un pináculo que se elevaba hacia el cielo. Al llegar a la puerta de bronce, dirigió su vista al letrero de la entrada: “Bienvenido a Memphis. Apriete el botón de la derecha y en veinte segundos podrá usted entrar. Desactive su móvil, por favor”. Apretó el botón indicado. Sigue Leyendo...

Verdades ( parte 2)

Eres feliz? preguntaste aquella vez mientras andábamos
conteste ávidamente que yo jamás caería tan bajo pues
la felicidad infringe estados de animo tan cómodos que
detienen lo que verdaderamente soy no era fácil que me
entendieras durante las citas nos pasábamos horas
conversando y tu me mirabas mientras yo hablaba (creo
que era parte de tu naturaleza) si siempre volvías y lo hiciste
así durante mucho tiempo, llegue a creer que era tu única
habilidad. Y esperaste en vano la celebración de fechas
importantes y la conjunción de momentos románticos y la
proclamación de palabras adecuadas de amor y nada de eso
paso… Sigue Leyendo...

Verdades ( parte 1)

Siempre estuviste cerca como una maldita sombra, que seguía
todos mis pensamientos y te mantuviste así durante mucho
tiempo siempre a la espera de que pasara pero no, las cosas
empeoraban continuamente y tu seguías inalterable, no se con
certeza que era lo que te mantenía en esta lucha, que demonios
te empujaba a seguir creyendo, yo soy parte de algo que todavía
no alcanzo a comprender completamente, pero una cosa si es
cierta todos mis defectos son un puente hacia lo que soy.

El Caballero de la Rosa (7 )

De pronto, de entre la enmarañada maleza de una de las faldas del frondoso valle de la Cordillera Real, surgió un numeroso grupo de nativos de aquel lugar. El Caballero de la Rosa, bajando de su montura y con espada en mano, estaba dispuesto a enfrentarse a todos ellos. Si moría en el intento no sería de manera cobarde sino llevándose a muchos por delante. Era a vida o muerte. Sabía que había llegado a su Destino y lucharía por su Gran Sueño hasta el final.
Repentinamente, los numerosos nativos que ya se encontraban frente a él y su caballo, se pusieron de rodillas y comenzaron a adorarle. El Caballero de la Rosa hizo un gesto para que se levantaran. Temblando de miedo y de curiosidad aquellos nativos le indicaron que les siguiese y después de una pequeña travesía de dos días de duración, llegarón, !por fin!, al lugar que el había soñado desde la infancia. Sigue Leyendo...

A Miguel Hernández (letras del pueblo)

A pesar de los cerrados “templos” donde cantan los poderosos hombres del vivir; nosotros transitamos por esas partes de la Tierra en donde nuestras huellas van dejando un rastro rojo sobre las nieves. De vez en cuando una rosa encendida rompe nuestro silencioso caminar. Siempre seremos así: seres humanos cambiando el sentido del tiempo. Viajamos hacia un punto donde los labios unidos se transformarán en un seno de éxtasis. ¿Qué nos importan los cerrados “templos” de los poderosos?. Estamos tan acostumbrados a sentir los golpes de la vida que hemos tenido que levantarnos siempre para convertirnos en lúcidos soñadores de lo endógeno del sentimiento. Espíritus de nosotros mismos. Hemos llegado, por fin, a los lugares donde ya no hay más respuestas… así que seguiremos preguntándonos siempre ¿para qué queremos nosotros los cerrados “templos” de los poderosos?. Del pueblo son nuestras bocas, nuestras manos, nuestros pies. Tú y yo, Miguel, somos sólo vientos del pueblo y los vientos del pueblo, como tú dijiste, nos llaman… Sigue Leyendo...

La Pequeña

La niña Julia tenía 9 años.
Estaba en la mesa, jugando con la comida, con los cubiertos.
Su mirada estaba ausente y absorta a la vez.
La niña estaba cabizbaja, aburrida.
Su mirada estaba jugando con la comida.
No podía comer, no sabia comer, no quería alimentarse.
Sobre la mesa, su brazo, doblado.
En ángulo su codo.
La cabeza allí apoyada. Sobre la mano.

El cura Gamarra (Relato)

Hallábanse, por esas cosas de Dios, en el pueblo de Tormes, un cura apellidado Gamarra y su monaguillo Matas (un estudiantillo de la Sagrada Familia de Madrid) quien, aprovechando los descuidos del cura, continuamente pimplaba del vino para consagrar en la sacristía. El caso es que también vivían allí el pintor Adrados, el coplero Muriarte y el escribano Vaquero; quienes conformaban la clase social pudiente del pueblo. Todos ellos querían llevar la voz cantante a la hora de la celebración de las misas dominicales.

El Caballero de la Rosa (6)

Era un 12 de octubre cuando Sir Joseph Del Oro, conocido como El Caballero de la Rosa, arribó, tras una larga travesía de 3 meses de duración, a un archipiélago compuesto de 700 islotes y algunas islas de considerable tamaño. En una de estas últimas que, por su forma de iguana, él llamó Guanahaní, desembarcó con su caballo. La arena de la playa era fina y no se veía huella alguna de pies humanos.
La travesía por el Océano Pacífico le había dejado exhausto. Había tenido que soportar numerosas vicisitudes. En varias ocasiones tuvo que echar al agua parte de su comida para aligerar el lastre de su embarcación. La de su caballo no, pues era importantísimo que éste llegara fresco a su destino. Todo por culpa de las fuertes tormentas que tuvo que soportar. Sigue Leyendo...

Locura de Mujer (edición corregida)

Locura de Mujer eres desde que en mi memoria entraste como una luz de ángeles divinos cuando, niño, jugaba yo con los cantos rodados de la Historia. Locura de Mujer que transformaste todos mis pensamientos en un creador de historias marineras y como Ulises descubrí tu Isla de Silencio. Locura de Mujer a la que incluso Don Quijote te rindió su lanza y Lanzarote te sirvió de guía por los misterios de mi magia y mis ensueños. Locura de habitante en las hondas transformaciones que me guiaste entre las oscuridades del túnel sin final. Como Ariadna de mis sueños fueron tus miradas el hilo conductor que me sacó del laberinto de la soledad y con tu paz y tu sonrisa te convertiste en la Princesa Blanca de mi Cólquida imaginaria. Sigue Leyendo...

Hiedra

Siempre he pensado que para escribir, se debe tener la facultad de ser observador, de tener corazón. Se debe sentir de cerca el lado humano y sufrir de cerca las penurias que deja la guerra. Para escribir, es necesario interesarse en entender que somos carne, carne débil llena de sentimientos que mueven nuestros músculos. Para escribir tenemos que transformarnos con el lápiz en alguien mas y ponernos en su calzado. Un abrazo!…

Hiedra

Me levanto de mi cama con mis cabellos asemejando la mítica medusa. Salgo de mi hibernación y voy al sanitario. A través del pasillo observé neblina y lluvia de visita. Sigue Leyendo...

Caminante y Libertad (teatrillo virtual)

Caminante.- No corras tanto Libertad… espera… espérame un momento… déjame sentar en este tronco de árbol abatido por el rayo para poder asirte Libertad… no te escapes de mi lado…

Libertad (volviendo pasos hacia atrás).- ¿Qué te ocurre, Caminante?. No desmayes ahora. La hora del crepúsculo llega y yo no puedo retrasar más mis andares. Si me deseas siempre a tu lado debes ser más ágil.

Caminante.- Libertad ¿por qué eres tan ligera y rápida?. Por favor, quédate conmigo un poco detenida en este espacio del letargo. Estoy verdaderamente cansado de perseguirte. Sigue Leyendo...

La montaña mágica

En el año 0 del mes 0 del día 0… a la hora 0… el Olimpo se llena de lujuriosa fiesta. Júpiter está nervioso y excitado, observando desde las alturas de la montaña mágica a las mujeres humanas que se están bañando en la laguna Alfa… muy cerca de sus esposos que se dedican a fabricar cerámica de cordel. Es como si uno de aquellos cordeles atrayera las miradas de Júpiter quien, no pudiendo resistir la tentación, desea convertirse en lluvia para preñar a aquellas hermosas hembras. Ya lo ha hecho en una ocasión y obtuvo el éxito así que piensa que esta vez obtendrá el mismo resultado. Sigue Leyendo...

Julián Boina (retrato)

Le llaman JB pero en realidad es Julián Boina. Julián Boina tiene una cabeza apepinada y diminuta, con dos pómulos hundidos y un bigotillo que parce una “hilera de hormigas”. La nariz, tombada hacia abajo, casi toca su labio superior. Las orejas, grandes en su estado normal, parecen dos molinillos cuando JB se enfurece tras haberse emborrachado en los puticlubs de Cuenca. Y es que Julián Boina se enorgullece creyéndose un verdadero “donjuan”. Patético. Patético de verdad este Julián Boina.

El Caballero de la Rosa. (capítulo 5)

Mientras Ginebra esperaba, impaciente y nerviosa, la entrada del Caballero de la Rosa en su habitación número 13; éste había cogido un papiro de un lote que había depositados sobre una pequeña mesa del salón privado de Camelot. Trazaba sobre él diversos signos, líneas diagonales y números formando una especie de mapa de rutas imaginarias para hacer algunos cálculos sobre la aventura que iniciaría al llegar el alba. Ginebra seguía, mientras tanto, cada vez más excitada. El Caballero de la Rosa dobló el papiro y se lo guardó entre sus ropajes. Sigue Leyendo...

Sillas vacías…

Tarde de viento. El dios Eolo levanta las hojas de los árboles, caídas en este otoño en que las naranjas han dejado ya de ser utensilio de traficantes poseídos por el afán de hacer daño. Sillas vacías. Huecos vacuos. “Agujeros negros” del espacio corpuscular en esta sociedad a la que han querido “dormir”. Yo sueño contigo en esta profunda vida porque… ¿qué nos importa a ti y a mí esos “agujeros negros” si nuestra vida pertenece a la Eternidad?.

VIDA: 4 letras mayúsculas nada más. V de Valor para seguir adelante; I de Idea libre, D de Dios y A de Amor. Cuatro notas de un pentagrama que sueña lejos de las cienciologías de los que se proclaman sabios conocedores de la existencia humana cuando son sólo cuerpos vanos e intranscendentes. Sigue Leyendo...

La Quid de por que no son aceptados tus textos en Vorem

Ambiguo es mi metodo de escritura, al leerlo puedes confudirte, mis palabras son de vez en cuando tan sencillas y ocasionalmente tan engorrosas que imagino al revisarlo se pasman de una manera terrible.

Pero no teman por favor que mi enojo es temporal, su metodo si me puede llegar a sobrecoger, ¿por que muchos de mis textos no estan publicados?

Es porque no les encuentran sentido… -me digo, -tu escribe, -dice mi mente. No, miento porque esto es una mentira.

No son aceptados quizas porque no es bello decir:

Cielo de Otoño

Si yo te dibujase contra el cielo
(cielo de otoño de jardín solitario)
pronto te borrarías como nube
arrastrada por los vientos que soplan del otoño.
Oh pasajera, ¿quien detiene
a esa huyente, mortal, adorable vida?
El canto de tu sangre también huye
al silencio y tu boca al olvido.
¡Sólo yo, el temeroso, quisiera retenerte
y sujetarte como a raíz eterna!
Pero el amor doliente que yo apuraba
en esa copa presta a romperse,
y los trigos undívagos y las noches
altas y silenciosas,
¿eran mi sed de engaño o un estío inmortal?

Silencio de verano con toda Ella entre mis brazos (reedición)

Después de tanta espera, con las armas del combate hechas pedazos de sueño deshilachados por las cortinas del humo y las fumarolas de las farolas nocturnales, con el corazón hundido en el ámbito de todas sus presencias, cuando el otro se embarcaba en fiestas palaciegas y placeres de celofanes engalanados con cintas de colores, yo me encargué de encender todas las horas de las esquinas y allí, calentándome con poemas a la lumbre de los cenáculos del viento, rodeado de empedernidos perseguidores de sueños imposibles e inventándola historias de tómbolas diarias, donde reunir los cromos de Amsterdam era ejercicio tan rotundo como crear parábolas entre las coristas de alguna barra de fanáticas perseguidoras -a las que había que driblar en el área de los penaltys para no ser cazado como un sonámbulo- me empeñé en darla, ya en solitario asaltante de la fortaleza, el ultimatum de su rendición sin contraofertas. Sigue Leyendo...